Al otro día, se levantó confundida.
Sus ojos estaban hinchados, y estaba sola en la cama.
Se sentía un poco mejor que la noche anterior, ya no sentía ganas de llorar. Iba a extrañar a su amigo, pero con la luz de
un nuevo día, sus problemas no parecían tan terribles. Pedro se había quedado cuidándola, y estaba profundamente agradecida.
Tanto, que quería darle un beso en ese preciso momento.
Pero no estaba tampoco en el baño.
Entonces escuchó la puerta de la habitación.
El entraba con una bandeja, repleta de cosas de desayuno.
Suspiró al oler el café.— Oh, Ken. – le dijo llevándose una
mano al pecho. Era un amor. No había otra forma de decirlo.
—Buen día, hermosa. – le dijo él con una sonrisa tímida, inseguro del humor de ella esta mañana.
—Te comería a besos. – le dijo sonriendo.
—No te voy a frenar. – le dijo él acercándose.
Ella se rió y lo besó.
Desayunaron en cama, mientras se daban algún que otro beso. Era tan romántico, que le costaba entender por
que no había tenido más novias.
Cualquiera a quien le brindara estas atenciones, non tendría más remedio que enamorarse perdidamente de él.
—Te tengo que decir algo. – le dijo ella buscándole la mirada.
—Decime.
—Anoche con Marcos, fuimos a tomar unas copas, y él estaba muy emotivo por la despedida, yo también en realidad. Y…me …besó. – dijo lo último muy bajito.
Necesitaba decírselo. No quería que hubiera mentiras entre ellos, ni quería ocultarle nada.
—Qué?! – dijo él, furioso.
—Lo frené, me pidió disculpas.
—Yo sabía que iba a intentar algo. – dijo mirando para otro lado.
—No, Ken. Se dejó llevar. Pero te puedo asegurar que estaba arrepentido, y me pidió perdón después.
—Yo pensaba disculparme con él, por la trompada que le pegué ese día a la salida de la productora…
—Las trompadas. – interrumpió ella.
—Lo que sea. Pensaba hacerlo, pero ahora no. Ya estamos a mano. Si lo tuviera cerca ahora, le pegaría otras más. – estaba furioso.
—Te conté porque no quiero que haya este tipo de secretos entre nosotros, no para que te pongas así.
—Le devolviste el beso? – le contestó esta vez sin enojo, más bien tristeza.
—Qué? No! Acepté su disculpa, y no pasó nada más.
El asintió y tomó aire, tratando de volver a la normalidad.
Estaba furioso de celos, pero se lo aguantó. Esa historia había quedado en el pasado.
Los días pasaron, y era hora de regresar. Pedro había cumplido con todas sus obligaciones laborales en Londres, y era momento de volver a casa. Aterrizaron sin problemas, aunque les llamó la atención que el aeropuerto estuviera un tanto alborotado.
Apenas salieron por el pasillo de arribos, fueron atacados por un centenar de periodistas y fotógrafos.
Ya se había olvidado lo que se sentía ser acosada por los flashes de los paparazis. Tomó aire y caminó con la mirada baja, mientras Pedro, la agarraba por los hombros y la conducía hacia delante.
Pudo escuchar perfectamente lo que decían.
—Hace cuánto que estas saliendo con Pedro? Y tu relación con García?
—Pedro, estas saliendo con la ex de Marcos García? Por qué terminó tu relación con Rebeca?
—Nunca tuve una relación con Rebeca. – aclaró él.
—Y ahora si estas en una relación? – insistió la notera.
El miró a donde estaban todos y le contestó a quienes preguntaban.
—Si. No vamos a hacer más comentarios. Gracias.
Y ayudando a Paula, se subieron en un taxi apurados, esquivando gente.
—Barbie, me parece que es mejor que por ahora te quedes en mi casa. Hay seguridad las 24 hs, no nos van a molestar.
—Seguro que no es problema? – contestó ella dudando.
—Problema? – se rió. —Por mi, te quedas a vivir conmigo para siempre. – le dijo él besando sus labios.
La había dejado sin palabras. Y no era la primera vez.
Quedarse a vivir con él? Era muy pronto. Lo era? Su historia con Pedro había ido muy rápido. Apenas hacía meses que se conocían, pero había sido todo tan intenso, que no era posible medir lo que ellos tenían, en tiempo.
La cabeza le daba vueltas.
El taxi los dejó en el edificio de Pedro. Estaba tan concurrido como el aeropuerto.
El, había llamado dos cuadras antes para avisar a la gente del lugar, para que los hicieran entrar por la cochera de abajo. Así evitarían tener que enfrentar nuevamente las fotos.
Era una locura. Ella nunca se hubiera imaginado que iban a seguir persiguiéndola, aun después de que Marcos se fuera.
Se le había pasado por alto que su modelito, también era
famoso. Internacionalmente. Y al parecer, ahora ella también lo era.
Entraron al departamento, y se acomodaron en el sillón.
Estaban agotados.
****
—Ok. Qué querés comer? – le preguntó.
El sonrió. Como no había avisado que volvía, Gerard no estaba. Y aunque el freezer estaba hasta arriba de comida
congelada, la idea de que Paula le cocinara, lo hacía sonreír.
Se podía ver con ella ahí, pasando más tiempo. Pensó en lo que le había dicho antes en el taxi…
—Ehm…no se muy bien que comida fresca hay para cocinar. – le dijo dudando.
—Si no hay, compro. No hay problema.
—Podemos mandar a alguien, no me gustaría que salgas con toda esa gente afuera.
****
Tenía que ir a trabajar, tenía que ir a la universidad.
El la miró, y acercándose un poco al ver que ponía cara de preocupada, le dijo. —En un rato voy a llamar a mi abogado, y vamos a arreglar esto Barbie. – y la besó.
—Es mi culpa. – dijo angustiada.
—No, no es tu culpa. Vos tenés todo el derecho de ser amiga, o de salir con quien quieras.
Paula asintió, y se fue a la cocina.
No estaba llena de productos, pero algo había. Vio que había tapas de tarta, y algunas verduras, y era suficiente.
Se puso a cocinar.
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