Llegaron a casa de Flor un poco más tarde de la hora que habían quedado, pero no les importó. Estaban en su propia nube.
En el departamento, pudo notar, el ambiente era bastante distinto a como ellos estaban.
Nico ya estaba ahí cuando llegaron, en un rincón. Apenas la había saludado y a Pedro. Tenía la cara larga. Algo le
ocurría. Y al ver a su amiga, con la misma actitud, era casi obvio que esos dos habían peleado por algo.
El modelito, le apretó la mano, atrayendo su atención, también se había dado cuenta.
Minutos más tarde, otras amigas de Flor y Paula llegaron, y la fiesta empezó a mejorar.
La parejita peleada intentaba reír, distraerse y hablar con otros, pero estaba claro que entre ellos no se dirigían la palabra.
Paula, había llamado a su amiga para preguntarle que le pasaba, pero esta, se había hecho la distraída, diciéndole que no le sucedía nada. Supuestamente, ella no estaba al tanto de su relación con Nico, así que tampoco podía preguntarle directamente.
Iba a tener que averiguarlo de otra forma.
Fueron a la fiesta de Chelo, y se pusieron a bailar y a tomar casi inmediatamente.
Pedro la tenía sujeta por la mano, y la paseaba de aquí para allá presentándole a todos sus amigos.
Miró hacia donde estaba su grupo y vio a su hermano, bailando con otra modelo.
No podía verle la cara, pero era rubia, y tenía unas piernas larguísimas.
El la sujetaba con las dos manos por la cintura, y le hablaba al oído mientras sonreían.
Su amiga Flor, desde otra punta, los miraba furiosa.
Pedro, mirando la escena, le dijo.
—Barbie, anda a hablar con el pendejo antes de se arme lio.
Ella asintió, y se fue a buscarlo.
Cuando llegó a donde estaban, levantó las cejas por la sorpresa. Nico no estaba bailando con cualquier modelo, esa era Coty.
Sin darse cuenta, Paula había apretado los puños. Ahora estaba más determinada que nunca en interrumpirlos.
Le hizo señas a su hermano para que se acercara. El asintió con la cabeza mientras le decía algo al oído a la chica
con la que bailaba y se encontraba con su hermana. La modelito la miraba con una sonrisa de arpía. Sabía quien era él, y lo estaba haciendo a propósito.
—Qué pasa? – dijo levantando una ceja.
—Qué haces? Esa chica es una víbora. Me hizo creer que Pedro me estaba engañando, y yo todo el tiempo pensando que era mi amiga. Es de lo peor.
—Y qué tiene Paula? No me voy a casar con ella, ni nada…estamos bailando. – miró a la rubia que tenía atrás.
Paula resopló malhumorada.
Claramente a su hermano le daba lo mismo con quien estaba. Así que tuvo que probar de otra forma.
—Se lo tuyo con Flor. – le dijo.
El la miró sorprendido por un segundo. Después sonrió de manera airada.
—No se de que estas hablando.
—Te vi una mañana, se que salían y se veían a escondidas.
—Primero, no salíamos. Segundo, si, nos veíamos a escondidas, pero no era nada serio Paula. Vos sabés que yo
no tengo novias. Y claramente, con tu amiga teníamos eso en común. Nos divertimos, y se acabó. Así que si me disculpás, me vuelvo con… Cami es?
—Coty. – dijo ella enojada.
—Eso. Coty. – dijo antes de darse vuelta y seguir bailando.
Su hermano era grande, podía cuidarse solo, pero todavía le
preocupaba su amiga. Si tenía oportunidad, intentaría hablar con ella.
Recordó como era cuando asistía a fiestas y tenía que ver a Pedro con otras chicas.
Pero cuando la buscó con la mirada y la vio, dejó de sentirse mal por ella.
Estaba besándose con uno de los modelos que conocía.
Ahora fue el turno de Nico de mirar enojado.
Se encogió de hombros. Eran tal para cual.
Pedro la sujetó por la cintura, y volvieron a bailar. Cerró los ojos, mientras se dejaba llevar por el ritmo de la canción que sonaba. El le besaba el cuello con dulzura mientras le susurraba al oído cosas no tan dulces, haciendo que se estremeciera.
Como la primera vez que bailaron, sentía el contacto de su piel como un calor que la abrazaba. Cada palabra, cada pequeño roce, era como una descarga eléctrica.
Pero ahora era diferente. Ahora sabía que esa noche terminarían juntos, en su casa. Una casa que ahora compartían. Sabía que él la amaba.
Resultaba tan difícil de creer.
Y pensar que meses antes, Pedro le había dicho que él no tenía novias, no le interesaba. Y había sido él, el que había
dado el primer paso para que fueran más en serio.
Se le hacía más increíble aun.
Habían bailado y festejado como hacía mucho tiempo que no hacían.
Cuando regresaron al departamento, los dos estaban un poco alegres y mareados.
Entre risas y tropezones, se subieron al ascensor. La tomó por la cintura, y acercándola a su cuerpo empezó a besarla.
Con fuerza, con la respiración cada vez más agitada.
Ella dio un pequeño saltito y se subió a él, abrazándolo con las piernas.
El impulso fue demasiado para la poca estabilidad que tenían, y casi se caen.
Se siguieron besando, mientras reían, hasta que, en un piso, sonó la campanita de la puerta. Esta se abrió y dos señores de traje se quedaron con los ojos abiertos, frenados, como si
estuvieran dudando si entrar o no.
En menos de un segundo, los dos estaban separándose, y acomodándose, un poco avergonzados.
Los hombres entraron al ascensor sin decir nada, y les dieron la espalda.
Pedro la miró de reojo y apretó los labios para no reírse. Ella tuvo que mirar para otro lado porque si lo miraba, sabía que no iba a poder aguantar y se quebraría.
Llegaron a su piso, y rápidamente cruzaron la puerta de la casa de Pedro, donde con solo mirarse, empezaron a
reírse por todo lo que no se habían reído.— Si estuviera sobria, seguramente ahora estaría mortificada de vergüenza
por tus vecinos. – dijo tratando de recuperar el aliento.
—En este momento no me importan nada los vecinos. – le dijo mientras volvía a besarla.
—Te van a terminar echando. – le dijo ella riendo.
—Si no me echaron hasta ahora con todos tus gritos… – le dijo mordiendo su labio.
—Ey! Yo no grito. – dijo frunciendo el ceño.
—Si, si gritas. Y me encanta. – se la llevó a la habitación en brazos.
La acostó sobre la cama y comenzó a desvestirla.
****
Paula se mordía los labios, mientras él le dejaba besos por todo el cuerpo.
La conocía lo suficiente para saber lo que más le gustaba.
Aun así, había mil cosas más que quería descubrir. De ella
y con ella.
Terminó de desvestirse y la besó con más fuerza, ella se movía sujetándolo por la espalda.
Bajó su cabeza, besándole los pechos, el ombligo, las caderas, y ella se retorcía debajo de sus caricias.
Finalmente la besó donde él quería.
Ella se movía, mientras arqueaba la espalda.
Abrazó sus piernas, y las puso sobre sus hombros, para que estuviera cómoda, y concentrándose en hacerla gritar como a él tanto le gustaba.
****
Pedro sabía lo que hacía. Todo su cuerpo se prendía fuego y se movía al compás de sus caricias. Estaba tan cerca, que podía sentir como todo su interior temblaba.
—Pedro… – dijo entre jadeos.
El levantó su cabeza, y buscó su boca para besarla. De golpe se hundió en ella, haciéndola gritar.
Empezó a moverse suavemente, mirándola a los ojos. Una de sus manos, acariciaba su cabello, y con la otra sujetaba su rostro besándola con delicadeza. Ella lo abrazaba con sus
brazos y sus piernas, mientras se dejaba amar.
Sus gemidos se mezclaban con los de él, y ahora se movían los dos.
Encontrándose, todas las sensaciones creciendo. Juntos.
El, la seguía mirando intensamente.
Como si no quisiera perderse ningún detalle.
Estaban cerca, se daba cuenta. Los dos habían perdido el control en el otro, y estaban agitados.
—Te amo, Pau. Te amo. – le dijo mientras se dejaba ir.
—Pedro, te amo… – le dijo respondiéndole.
En unos segundos, ella también se dejaba llevar, totalmente conmovida por lo que acababa de vivir.
El también podía ser suave y cariñoso cuando quería. Si en otro momento había dudado a cerca de sus sentimientos hacia ella, ahora eso quedaba por demás olvidado.
Bastaba ver como la miraba, para darse cuenta de que la quería.
En su mirada había adoración.
Mientras volvía la cordura, se abrazaron y suspiraron.
—Por favor, Paula. Mudate conmigo. Vivamos juntos. – le dijo casi suplicante.
—Pedro, ya lo hablamos. Este es tu lugar. Yo en este momento no estoy para hacer gastos. Quiero recibirme, buscar un trabajo de tiempo completo. No puedo, ni quiero que me mantengan.
—A mi eso no me importa.
—A mí si. Yo no soy como tu mamá piensa. – dijo ella resoplando.
Se había dado cuenta de que esa era su mayor freno para decidirse a vivir con él.
El prejuicio. De su madre, y de otros que podían pensar como ella.
Siempre que estuviera con él, iba a tener que enfrentarse a eso, pero al menos cuando tuviera un sueldo mejor, podría ser más equitativo, o podía seguir cada uno viviendo en su casa.
—Yo no pienso eso de vos. – le dijo él, algo ofendido.
Se levantó de la cama, y se metió al baño. Se había enojado. Ella se quedó pensando mientras miraba el techo.
Se tapó la cara. No quería que él pensara que ella no quería vivir con él.
Lo había herido. Sabía que nunca había tenido una relación seria con ninguna mujer. Ella era la primera. Y ahora que
finalmente, tomaba la decisión de dar ese paso, ella lo rechazaba.
Se sintió triste.
Y abrumada.
Qué tenía que hacer?
Un viernes que no tenía que ir a clases, Paula se había quedado en el departamento mirando las redes sociales.
Había estado tan inmersa en su relación, que había desatendido otros aspectos de su vida anterior. Le dio gracia pensar así, pero era la verdad. Su vida había cambiado, y estaba feliz de que fuera así.
Tenía un mensaje. Se quedó sorprendida cuando vio quien lo enviaba.
Nadia.
Su ex mejor amiga. La misma chica que había estado con David cuando ellos salían. Qué quería esta ahora? se
preguntó.
“Paula, se que es probable que borres este mensaje antes de leerlo. Pero sentí que tenía que escribírtelo.
Quería contarte que corté mi relación con David. Me di cuenta de que es una basura, y no vale la pena quererlo...
Vaya novedad, pensó ella.
...No me va a alcanzar esta vida para pedirte disculpas. Estuve muy equivocada.
Me enamoré.
Estaba ciega, y fui capaz de hacer algo horrible. Traicioné a mi mejor amiga.
Me alejé de todo. Hasta de mi familia. Estoy tan arrepentida. Se que por mi culpa sufriste, y no espero que me perdones. Porque yo no lo haría.
Pero si quiero que sepas que lo siento.
Y siempre lo voy a sentir.
Fuiste como mi hermana desde que teníamos 6 años, y espero de todo corazón que todo lo que sueñes se cumpla, y tengas una vida genial.
Siempre te voy a querer, Pau.
Un beso grande, grande hasta el cielo ida y vuelta jaja.
Nadia.”
Sin poder evitarlo, unas lágrimas habían caído por sus mejillas. Esa última frase, la habían usado tantas veces, que era imposible no recordar momentos mejores. Era un código que tenían en común, desde niñas. Cómo es que eso se había ido al diablo por un chico? Tantos años de amistad.
Eso le había hecho a ella el amor. Sintió algo de pena.
Tal vez se debió a que estaba algo sensible porque a ella el amor le hacía sentir otras cosas, pero decidió responderle.
“Nadia, me alegro saber que por fin estas viendo las cosas como son con respecto a David. Siento mucho que estés sufriendo. Pero si te sirve de algo, no lo vale. Ni un segundo de nuestro tiempo hablando de él.
Por lo que te tengo que decir que lo que a mi me duele todavía es tu traición y no tanto la de él. Esa la superé, entendiendo que no se puede esperar más de un burro que una patada.
De nuestra amistad esperaba más.
No te guardo rencor. Con el tiempo, tengo fe, vamos a poder dejar todo de lado, y encontrarnos a charlar en persona. Para mí también fuiste como una hermana, y hay cosas que no van a cambiar nunca en mi corazón.
Besos, pecas, hasta el cielo ida y vuelta jaja.
Pau.”
Dio enviar y sonrió.
Por fin sentía que le daba un cierre a todo. Suspiró. Se sintió incluso, mas liviana.
El hecho de saber que quien había sido alguna vez su mejor amiga, se sentía arrepentida, la hacía pensar que no había estado tan ciega. No había sido tan ingenua.
Existía un vínculo. Había existido una gran historia de amistad.
Cerró la notebook, y ese capítulo de su vida.
Era hora de solo mirar hacia delante.
Sonó su celular.
Tenía un mensaje de su hermano, contándole que ese fin de semana iba a visitarla.
Se sobresaltó, ni siquiera estaba en su casa. Redactó un rápido mensaje, contándole su nueva situación. Solo
estuvo contento de tener el departamento para él solo, y prometió no contarle aun a sus padres.
Quedaron en verse ese sábado a la noche para salir de fiesta.
Cuando Pedro llegó, la abrazó por la cintura y la besó.
—Hola mi amor. – le dijo.
—Hola, mi amor. – repitió ella besándolo.
****
Era tan fácil acostumbrarse a que ella estuviera todo el tiempo en su casa.
Durante todo ese día se había estado imaginando a Paula en su casa, bañándose en su baño, durmiendo en su cama.
Las horas se le habían hecho eternas.
Lo único que quería era volver para poder estar con ella.
Quién lo hubiera dicho? pensó.
La rutina de comer juntos, contándose lo que habían hecho durante el día, era lo segundo mejor después de estar en la cama con ella.
El no paraba de reírse por su forma de hablar, exagerando los gestos, y poniéndole a todo color que antes no tenía. Ahora le contaba que su hermano, Nico, iba a viajar a Buenos Aires para verla, y que el día siguiente, tenían que
salir con él.
Se le ocurrió proponer ir a la fiesta de Chelo. Seguramente a Nico, que le gustaba bastante la noche, le iba a gustar.
****
—De paso le podemos presentar alguna modelito… – le dijo él.
—Ni se te ocurra. – lo señaló con un dedo.
—Sos celosa con tu hermano, Barbie.
Ella se echó a reír.
—Cierto, vos no sabías. Está saliendo con Flor.
—Qué Flor? Tu amiga? – le preguntó sorprendido.
—La misma. – dijo ella riendo.
—Mirá vos el pendejo. No me lo esperaba… – dijo impresionado.
—Ella tampoco. – agregó Paula riendo.
Comieron tranquilos, mientras charlaban de temas alegres. Pedro, había hablado con Paula, y le había dado
detalles de cómo iba a ser la producción en la que Paula iba a trabajar, para una de las revistas de moda con más
prestigio del mundo. Todavía no podía creerlo.
Sabía que se lo debía a él, y eso la hacía sentir emocionada, nerviosa, y un poco presionada también. La reputación de Pedro y de la productora estaban en juego.
Como siempre, sus inseguridades ganaban terreno y terminaban por dejarla aterrorizada. Pero esta vez lo utilizaría a su favor. Era hora de crecer.
Y no importaba como había llegado a donde estaba, pondría lo mejor de ella y no defraudaría a su modelito. Ni se
defraudaría ella misma.
Ese sábado se levantó con una sonrisa enorme en el rostro. Y no solo porque había tenido una noche hermosa, y una mañana que no había estado nada mal, con quien era el amor de su vida, pero también porque en unas horas vería
a su hermano. Y eso siempre la ponía de buen humor.
En unos meses más, Nico se mudaría a Buenos Aires, para vivir con ella, pero hasta entonces, se tenía que conformar con estos viajes visitas que de vez en cuando hacía.
Suspiró. Tal vez, si ella se decidía, no viviría exactamente con él, pero estarían cerca.
Pedro tenía trabajo que hacer, así que quedó en encontrarse directamente en la fiesta con ella y su grupo de amigos. Así que eso, le dejaba el día libre para ponerse a adelantar cosas de la facultad.
El viaje relámpago a Londres, no la habían afectado para nada en ese sentido. Ya se había puesto al día, y
salvo por algunos trabajos que entregaría más tarde que el resto, no había tenido mayores complicaciones.
Para una de las materias, tenía que llevar los pasos del proceso para una producción de fotos, y aprovechó que
estaba justamente trabajando en una, para poder hacerlo con datos verdaderos. Le había dicho a Anabela que podían hacer ese trabajo juntas, porque sabía que podía aportar
muchísimo para una buena nota. Y así, le devolvería el favor que le había hecho de ayudarla en los otros prácticos mientras ella no estaba en el país.
A la tarde recibió una llamada de Amanda. Quería reunirse con ella a hablar cuanto antes. Acordaron un día de la semana siguiente.
La idea era incluir a las mayores marcas en una producción fotográfica, con una temática llamativa. Ese número particular de la revista, estaba orientada, a las fábulas clásicas de la literatura. Amanda hablaba a toda
velocidad, pero le había parecido escuchar algo de Alicia en el país de las maravillas, Los viajes de Gulliver, y Las habichuelas mágicas. También iban a agregar el factor fantástico, y bizarro, desde un punto de vista creativo, y
adaptándose a las tendencias actuales.
Cuando cortó el teléfono, la cabeza de Paula no paraba de dar vueltas. Era un torbellino de ideas. Se fue a buscar un
cuaderno, para hacer dibujos, bocetos, y anotaciones de todo lo que se le ocurría.
No esperaban una propuesta tan pronto, pero ella ya quería a ponerse a trabajar.
Hizo una investigación rápida en Google, de las marcas con las que trabajarían y se quedó impresionada.
Todas eran de primer nivel.
Una sensación parecida al vértigo se le instaló en el estómago.
Se pasó lo que quedaba del día trabajando.
****
Cuando Pedro llegó, Paula todavía estaba con la cabeza metida en la computadora, y hecha un lío entre papeles y paneles de iluminación que había desparramado en la sala, pero estaba hermosa.
Le hizo gracia. Así sería cuando se mudaran juntos? Tenía que pensar en ponerle un estudio para que trabajara
más cómoda. Un lugar en donde ella pudiera poner diferentes luces, y experimentar con la cámara.
Le encantaba verla haciendo lo que le gustaba.
—Hola Barbie – le dijo.
Ella pegó un leve salto. Estaba tan concentrada que no había escuchado la puerta.
—Hola – le contestó sonriendo, mientras se levantaba para darle un beso.
—Estas trabajando?
—Si, estaba probando unas cosas… – dijo mirando el lío que había dejado.— Ahora voy a ordenar este desastre.
****
Empezó a juntar todas las cosas que había utilizado, y las guardó en un rincón. Era raro tener que compartir su
espacio con alguien. Ya casi se había acostumbrado a vivir sola. Iba a tener que tener mucho cuidado, porque cuando
estaba concentrada o lo que era peor, inspirada, podía ser un caos total.
—A qué hora tenemos que estar en la fiesta? – le preguntó sujetándola por la cintura.
—A las 11 de la noche en casa de Flor. – contestó.
—En ese caso, todavía tenemos un ratito, no? – le preguntó él, besándole el cuello.
Ella sonrió y se dio vuelta para besarlo.
—Si, todavía tenemos tiempo. – dijo inocentemente.
El la alzó, y se la llevó a la habitación, sin decir nada más.