Un viernes que no tenía que ir a clases, Paula se había quedado en el departamento mirando las redes sociales.
Había estado tan inmersa en su relación, que había desatendido otros aspectos de su vida anterior. Le dio gracia pensar así, pero era la verdad. Su vida había cambiado, y estaba feliz de que fuera así.
Tenía un mensaje. Se quedó sorprendida cuando vio quien lo enviaba.
Nadia.
Su ex mejor amiga. La misma chica que había estado con David cuando ellos salían. Qué quería esta ahora? se
preguntó.
“Paula, se que es probable que borres este mensaje antes de leerlo. Pero sentí que tenía que escribírtelo.
Quería contarte que corté mi relación con David. Me di cuenta de que es una basura, y no vale la pena quererlo...
Vaya novedad, pensó ella.
...No me va a alcanzar esta vida para pedirte disculpas. Estuve muy equivocada.
Me enamoré.
Estaba ciega, y fui capaz de hacer algo horrible. Traicioné a mi mejor amiga.
Me alejé de todo. Hasta de mi familia. Estoy tan arrepentida. Se que por mi culpa sufriste, y no espero que me perdones. Porque yo no lo haría.
Pero si quiero que sepas que lo siento.
Y siempre lo voy a sentir.
Fuiste como mi hermana desde que teníamos 6 años, y espero de todo corazón que todo lo que sueñes se cumpla, y tengas una vida genial.
Siempre te voy a querer, Pau.
Un beso grande, grande hasta el cielo ida y vuelta jaja.
Nadia.”
Sin poder evitarlo, unas lágrimas habían caído por sus mejillas. Esa última frase, la habían usado tantas veces, que era imposible no recordar momentos mejores. Era un código que tenían en común, desde niñas. Cómo es que eso se había ido al diablo por un chico? Tantos años de amistad.
Eso le había hecho a ella el amor. Sintió algo de pena.
Tal vez se debió a que estaba algo sensible porque a ella el amor le hacía sentir otras cosas, pero decidió responderle.
“Nadia, me alegro saber que por fin estas viendo las cosas como son con respecto a David. Siento mucho que estés sufriendo. Pero si te sirve de algo, no lo vale. Ni un segundo de nuestro tiempo hablando de él.
Por lo que te tengo que decir que lo que a mi me duele todavía es tu traición y no tanto la de él. Esa la superé, entendiendo que no se puede esperar más de un burro que una patada.
De nuestra amistad esperaba más.
No te guardo rencor. Con el tiempo, tengo fe, vamos a poder dejar todo de lado, y encontrarnos a charlar en persona. Para mí también fuiste como una hermana, y hay cosas que no van a cambiar nunca en mi corazón.
Besos, pecas, hasta el cielo ida y vuelta jaja.
Pau.”
Dio enviar y sonrió.
Por fin sentía que le daba un cierre a todo. Suspiró. Se sintió incluso, mas liviana.
El hecho de saber que quien había sido alguna vez su mejor amiga, se sentía arrepentida, la hacía pensar que no había estado tan ciega. No había sido tan ingenua.
Existía un vínculo. Había existido una gran historia de amistad.
Cerró la notebook, y ese capítulo de su vida.
Era hora de solo mirar hacia delante.
Sonó su celular.
Tenía un mensaje de su hermano, contándole que ese fin de semana iba a visitarla.
Se sobresaltó, ni siquiera estaba en su casa. Redactó un rápido mensaje, contándole su nueva situación. Solo
estuvo contento de tener el departamento para él solo, y prometió no contarle aun a sus padres.
Quedaron en verse ese sábado a la noche para salir de fiesta.
Cuando Pedro llegó, la abrazó por la cintura y la besó.
—Hola mi amor. – le dijo.
—Hola, mi amor. – repitió ella besándolo.
****
Durante todo ese día se había estado imaginando a Paula en su casa, bañándose en su baño, durmiendo en su cama.
Las horas se le habían hecho eternas.
Lo único que quería era volver para poder estar con ella.
Quién lo hubiera dicho? pensó.
La rutina de comer juntos, contándose lo que habían hecho durante el día, era lo segundo mejor después de estar en la cama con ella.
El no paraba de reírse por su forma de hablar, exagerando los gestos, y poniéndole a todo color que antes no tenía. Ahora le contaba que su hermano, Nico, iba a viajar a Buenos Aires para verla, y que el día siguiente, tenían que
salir con él.
Se le ocurrió proponer ir a la fiesta de Chelo. Seguramente a Nico, que le gustaba bastante la noche, le iba a gustar.
****
—Ni se te ocurra. – lo señaló con un dedo.
—Sos celosa con tu hermano, Barbie.
Ella se echó a reír.
—Cierto, vos no sabías. Está saliendo con Flor.
—Qué Flor? Tu amiga? – le preguntó sorprendido.
—La misma. – dijo ella riendo.
—Mirá vos el pendejo. No me lo esperaba… – dijo impresionado.
—Ella tampoco. – agregó Paula riendo.
Comieron tranquilos, mientras charlaban de temas alegres. Pedro, había hablado con Paula, y le había dado
detalles de cómo iba a ser la producción en la que Paula iba a trabajar, para una de las revistas de moda con más
prestigio del mundo. Todavía no podía creerlo.
Sabía que se lo debía a él, y eso la hacía sentir emocionada, nerviosa, y un poco presionada también. La reputación de Pedro y de la productora estaban en juego.
Como siempre, sus inseguridades ganaban terreno y terminaban por dejarla aterrorizada. Pero esta vez lo utilizaría a su favor. Era hora de crecer.
Y no importaba como había llegado a donde estaba, pondría lo mejor de ella y no defraudaría a su modelito. Ni se
defraudaría ella misma.
Ese sábado se levantó con una sonrisa enorme en el rostro. Y no solo porque había tenido una noche hermosa, y una mañana que no había estado nada mal, con quien era el amor de su vida, pero también porque en unas horas vería
a su hermano. Y eso siempre la ponía de buen humor.
En unos meses más, Nico se mudaría a Buenos Aires, para vivir con ella, pero hasta entonces, se tenía que conformar con estos viajes visitas que de vez en cuando hacía.
Suspiró. Tal vez, si ella se decidía, no viviría exactamente con él, pero estarían cerca.
Pedro tenía trabajo que hacer, así que quedó en encontrarse directamente en la fiesta con ella y su grupo de amigos. Así que eso, le dejaba el día libre para ponerse a adelantar cosas de la facultad.
El viaje relámpago a Londres, no la habían afectado para nada en ese sentido. Ya se había puesto al día, y
salvo por algunos trabajos que entregaría más tarde que el resto, no había tenido mayores complicaciones.
Para una de las materias, tenía que llevar los pasos del proceso para una producción de fotos, y aprovechó que
estaba justamente trabajando en una, para poder hacerlo con datos verdaderos. Le había dicho a Anabela que podían hacer ese trabajo juntas, porque sabía que podía aportar
muchísimo para una buena nota. Y así, le devolvería el favor que le había hecho de ayudarla en los otros prácticos mientras ella no estaba en el país.
A la tarde recibió una llamada de Amanda. Quería reunirse con ella a hablar cuanto antes. Acordaron un día de la semana siguiente.
La idea era incluir a las mayores marcas en una producción fotográfica, con una temática llamativa. Ese número particular de la revista, estaba orientada, a las fábulas clásicas de la literatura. Amanda hablaba a toda
velocidad, pero le había parecido escuchar algo de Alicia en el país de las maravillas, Los viajes de Gulliver, y Las habichuelas mágicas. También iban a agregar el factor fantástico, y bizarro, desde un punto de vista creativo, y
adaptándose a las tendencias actuales.
Cuando cortó el teléfono, la cabeza de Paula no paraba de dar vueltas. Era un torbellino de ideas. Se fue a buscar un
cuaderno, para hacer dibujos, bocetos, y anotaciones de todo lo que se le ocurría.
No esperaban una propuesta tan pronto, pero ella ya quería a ponerse a trabajar.
Hizo una investigación rápida en Google, de las marcas con las que trabajarían y se quedó impresionada.
Todas eran de primer nivel.
Una sensación parecida al vértigo se le instaló en el estómago.
Se pasó lo que quedaba del día trabajando.
****
Cuando Pedro llegó, Paula todavía estaba con la cabeza metida en la computadora, y hecha un lío entre papeles y paneles de iluminación que había desparramado en la sala, pero estaba hermosa.
Le hizo gracia. Así sería cuando se mudaran juntos? Tenía que pensar en ponerle un estudio para que trabajara
más cómoda. Un lugar en donde ella pudiera poner diferentes luces, y experimentar con la cámara.
Le encantaba verla haciendo lo que le gustaba.
—Hola Barbie – le dijo.
Ella pegó un leve salto. Estaba tan concentrada que no había escuchado la puerta.
—Hola – le contestó sonriendo, mientras se levantaba para darle un beso.
—Estas trabajando?
—Si, estaba probando unas cosas… – dijo mirando el lío que había dejado.— Ahora voy a ordenar este desastre.
****
espacio con alguien. Ya casi se había acostumbrado a vivir sola. Iba a tener que tener mucho cuidado, porque cuando
estaba concentrada o lo que era peor, inspirada, podía ser un caos total.
—A qué hora tenemos que estar en la fiesta? – le preguntó sujetándola por la cintura.
—A las 11 de la noche en casa de Flor. – contestó.
—En ese caso, todavía tenemos un ratito, no? – le preguntó él, besándole el cuello.
Ella sonrió y se dio vuelta para besarlo.
—Si, todavía tenemos tiempo. – dijo inocentemente.
El la alzó, y se la llevó a la habitación, sin decir nada más.
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