Paula, se sintió incomoda. Todavía tenía encima a Pedro, que no había dejado de besarla, y le acariciaba suavemente la cintura con una mano.
Que quería su ex un domingo? Se fijó la hora y eran las 2 y media de la tarde. En que momento se había hecho esa hora?
Sin pensarlo más, cortó. Al ratito volvió a sonar y volvió a cortar. Entonces volvía a sonar. Era ridículo. Molesta, apagó el celular y lo dejó en la mesa de luz de un golpe. Si tenía algo muy urgente para decirle, le podría dejar todos los mensajes que se le antojaran.
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Pedro, se había quedado quieto. Le quiso preguntar quien era la persona que la llamaba y no quería atender. Pero se contuvo. Eso era mezclar las cosas. Y no quería confusiones. Y menos aun cuando no le quedaba del todo claro que era lo que realmente quería Paula.
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Paula lo miró y le quiso contar quien la llamaba. Pero después pensó que quizá a él no le interesaba saber. No le había preguntado. No quería tomarse esas confianzas con él.
No sabía como se hacía en estos casos. Se estaba metiendo en una relación en la que no sabía las reglas. Iba a tener que hablar con Flor, o sus otras amigas, para preguntarle las dudas que tenía.
Si bien no habían hablado, el ambiente entre ellos, había cambiado. Se había roto el momento, y ahora estaban los dos distraídos cada uno en sus pensamientos.
Pedro, tratando de salvar la situación le sonrió y le dijo:
—Antes de ir a comer, querés que nos bañemos?
—Dale. — le dijo Paula devolviéndole la sonrisa.
No se había bañado nunca con David. Era algo nuevo para ella. Secretamente le encantaba que fuera con Pedro que lo iba a hacer por primera vez. No podía negar que el modelito le hacía sentir cosquillas en la panza y en todas partes.
Pedro la llevó al baño, que era igual de impresionante que el resto del departamento. Los pisos y las paredes eran de mármol, como todas las superficies.
Al final del baño, había una bañera en donde entraban por lo menos 4 personas, con hidromasaje y todo incluído. Estaba tenuemente iluminada por luces empotradas en tonos cálidos, que daban la sensación de ser luz de vela.
Pedro, tocó unos botones en un tablero digital que había en un costado, y en cuestión de segundos la tina se llenó.
Ella estaba parada en la puerta, viéndolo hacer.
Apretando otros botones enseguida se empezó a llenar de espuma. Una espuma blanca y esponjosa con perfume a jazmines.
El se dio vuelta y la tomo por las manos. De a poco la llevó al borde de la bañera y le hizo señas para que se metiera.
Una vez que estuvo ahí, cubierta hasta el pecho de burbujas, se metió él.
Ahora a la luz del día le había vuelto un poco la timidez por estar desnuda. Pero estar escondida tras las burbujas del jabón, la ayudaba a pensar en otras cosas. Como por ejemplo que Pedro también estaba desnudo.
Cada lugar de su cuerpo era perfecto para ella. Solo verlo, le secaba la boca. Le paseó la mirada por todos lados sin inhibiciones, ahora más que nunca. Ahora que sabía lo que ese cuerpo era capaz de hacerle sentir.
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Pedro, alcanzó a ver como ella lo escaneaba de arriba abajo.
Le encantaba como lo miraba.
Desvergonzadamente. Y después de que terminó con su cuerpo, lo miró directo a los ojos. Y le sostuvo la mirada.
Era tan poderosa, que Pedro por un segundo se sintió vulnerable. Sintió que esos ojos lo atravesaban.
Queriendo retomar el control de la situación, se sentó en frente de ella, entrelazando las piernas y tomándola de la cara la besó. Un beso que comenzó lento y sensual, y terminó como todos los otros.
Con los dos agitados, buscándose con las manos por debajo del agua.
Pedro sonrió y sacudió la cabeza.
—No puedo darte un beso, que terminamos mal
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Paula se rió y tratando de poner algo de distancia agarró una de las botellas que había encontrado a un costado de la bañera, una de shampoo, y le dijo.
—Yo te lavo a vos, vos me lavas a mi, querés?
Pedro sonrió divertido y asintió.
Paula se llenó una mano y juntando las dos, empezó a hacer espuma. Se las llevo a la cabeza de Pedro y empezó a masajear.
No había mas sonido que el que hacia el agua cuando se movían.
Pedro sonriendo y con los ojos cerrados hizo un gesto de puro placer.
Divertida, Paula, se rió y le dijo:
—Te gusta?
—Mmm… me encanta… —dijo alargando las A.
—A mi también. — dijo Paula, pensando en él. Y lo mucho que él le encantaba.
Pedro abrió los ojos, y se encontró con los de ella que lo miraban. Inclinándose levemente para adelante le besó los labios. Con ternura. Casi una caricia con los labios.
Paula sintió como todos sus músculos se aflojaban. Eran este tipo de cosas que tenía que aprender a no malinterpretar. Ella podría haber pensado que era una forma de responderle que ella también le encantaba, pero eligió pensar que solamente se trataba de un beso. Un simple beso. Nada más. No tenía que hacer más lecturas.
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Pedro no podía evitar querer besarla cuando ella lo miraba así.
Cuando se volvió a enderezar, se dió cuenta de que ella aun cerraba los ojos y sonrió. Cada gesto de ella, era algo nuevo nunca antes visto para él. Nunca sabía que iba a hacer, que iba a decir. Le daba curiosidad seguir conociéndola.
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Paula abrió los ojos de a poco y lo vió sonriendo. Le devolvió la sonrisa, con ganas y le dijo:
—Ahora te toca a vos lavarme. — y le pasó la botella de shampoo
El repitiendo lo que ella había hecho, le masajeó la cabeza.
—Date vuelta, dame la espalda. Así te puedo lavar el largo del pelo.
—Ken peluquero. — dijo Paula divertida. Ambos rieron.
Le hizo caso y le empezó a lavar el pelo mientras le masajeaba lentamente el cuero cabelludo.
Mientras le lavaba, se le ocurrió preguntarle.
—Que pasó con tu jefe al final?
—Nada, porque no lo vi todavía. Este fin de semana no trabajé.
—Vos pensas que te va a decir algo porque no quisiste estar con él? — le preguntó Pedro, mientras inconscientemente se ponía rígido.
—No creo. Nunca me pidió hacer nada, ni me quiso besar. Se me estaba acercado mucho, eso si.
—Que incómodo.
—Si, bastante. Sobretodo, porque todavía no tenemos la confianza y…se puso todo raro.
—Menos mal que te vi.
Paula sonrió y tomando coraje le preguntó algo que la tenía intrigada.
—Mi amigo Marcos le escribió a un chico que se llama Nico para que me salvara de mi jefe… Por qué fuiste vos?
Se hizo una pausa. Un silencio. Y después de unas risitas, le contestó.
—Yo estaba con Nico cuando le llegó el mensaje de tu amigo. Y como tenía muchas ganas de estar con vos, le dije que iba yo. Que ya nos conocíamos.
Así de simple. No había mas que hablar. Le había dado la gana y lo había hecho, sin vueltas. Paula asintió. Casi la traicionan sus inseguridades y le estuvo por preguntar por que, de todas las chicas, inclusive Rebeca, había tenido ganas de estar con ella. Pero no lo hizo. Se lo calló.
****
Cuando terminaron de bañarse, salieron y Pedro le alcanzó una de las batas de toalla que colgaban en los costados. Fue agradable sentirla tibia. Seguramente las barras en donde estaban dispuestas, tenían algún sistema de calefacción para mantenerlas secas y tibias todo el tiempo.
—Que te gustaría comer? — le preguntó.
—Lo que tengas, está bien.
Salieron de la habitación, y se acordó vagamente de que él había cerrado con llave.
De repente una sensación de incertidumbre la invadió. Y si había quedado gente de la fiesta de anoche? Ella, estaba con una bata de baño. Le dió vergüenza.
Pero no había nadie. Estaban ellos solos. Y, de hecho no había rastros de la fiesta que había tenido lugar la noche anterior. Alguien tenía que haberlo limpiado. Y justo cuando estaba por preguntar, un hombre joven, vestido con uniforme pasó hacia la cocina llevando lo que parecía una bandeja de
frutas.
Ahí ella entendió que era el servicio doméstico. Nunca había estado en la casa de nadie que lo tuviera. Menos con uniforme. Era parecido a vivir en un hotel, pensó.
El hombre, salió a la sala, y se presentó como Gerard. Se notaba que hablaba poquísimo español así que fue poco lo que consiguió decir.
Pedro le pidió que le preparara tarta de vegetales y gaseosa light.
Cuando se sentaron a comer, puso música para que estuviera de fondo.
Kings of Leon. Uff. Pensó en los mensajes de David, para que fueran a verlos juntos. Y frunció el seño.
—No te gusta? Puedo cambiar si querés.
—No no. Me encanta. Pero me trae recuerdos feos.
Pedro se imaginó de que estaba hablando, y como había hecho antes, no hizo ningún comentario al respecto. Siguió comiendo. Y al rato, rompió el silencio con algo que nada tenía que ver.
—Esta semana tengo una producción en lo de Eduardo. Así que capaz te veo. — le dijo sonriendo.
Paula sonrió. La idea de volver a verlo pronto, la ponía contenta. No lo podía esconder.
—Cuándo vas?
—El miércoles a las 8 de la noche. Tenemos que hacer una publicidad de jeans, va a estar muy bueno.
—No entiendo mucho de moda todavía.
—Yo te puedo enseñar lo que necesites. Por ejemplo, en las publicidades de jeans los modelos suelen estar descalzos. Y esta marca, específicamente, siempre peina a los modelos de la manera mas natural que haya. Los despeina, sería. Le da una onda rebelde.
—Claro, para parecer desestructurados.
—Exactamente. Mirá.
Y se levantó de la mesa, y buscó lo que parecía una carpeta de folios.
Era su book.
Se quedó boquiabierta, mirándolo modelar. Era bellísimo.
Había fotos en donde no parecía él. Con el cabello rubio, negro, incluso había algunas en donde estaba rapado.
No. Decididamente era increíble pensar que ella había pasado la noche con ese chico. Un chico que no se hubiera extrañado de ver en revistas y afiches en la calle. Pero en la cama con ella? Increíble.
Pasaron lo que quedaba de la tarde charlando sobre los trabajos que había tenido que hacer Pedro.
Las diferentes historias que existían detrás de cada fotografía. Se reían, y a ella le encantaba hablar de estos temas con él. Gracias a todas las producciones en las que habían trabajado, sabía muchísimo de fotografía y conocía a un montón de profesionales, que ella amaba por ser fanática de sus trabajos.
****
Y a él, le encantaba hablar de lo que amaba hacer, con alguien que podía aportar algo interesante.
Era inteligente, y también le gustaba lo mismo que le gustaba él.
La única diferencia es que él se expresaba mejor en frente de una cámara, y ella lograba su expresión en sus composiciones fotográficas del otro lado de la cámara.
Cuando se fijaron la hora eran más de las 8. Afuera estaba empezando a oscurecer.
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Paula, le dijo que se tenía que levantar muy temprano al día siguiente, al margen de que necesitaba preparar cosas para sus clases, que no había hecho.
Y aunque él la invitó a pasar otra noche a su lado, y llevarla al otro día a la facultad, le dijo que no.
Cuando se terminaron de vestir, Pedro le dijo que la llevaría a su casa.
Paula estaba callada. Algo de tener que despedirse de Pedro la ponía triste. Por lo menos, sabía que se verían ese miércoles. Ya se iba dando cuenta de que era muy tarde para preocuparse por lo mucho que le gustaba. Lo asumía, y le asustaba. El ya le había dicho lo que quería. Habían hablado claro.
Casi. Ni siquiera sabía si iban a volver a pasar una noche juntos.
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Pedro había querido pasar otra noche con ella. Después de la noche anterior, y del día relajado que habían pasado hoy, tenía ganas de seguir charlando con ella, de seguir besándola…
Y ahora tenía que llevarla a su casa, y no la vería por días.
Pensó divertido que siempre estaba ansioso por llevar a otras chicas a su casa una vez que se despertaba. Inventaba alguna excusa, o algún trabajo le “surgía” justo. Con Paula nada de eso le hacía falta, era ella la que siempre se estaba yendo.
Bajaron al subsuelo del edificio y se subieron al auto de Pedro.
****
A Paula, nunca le interesaron demasiado los autos, ni sabía nada de ellos, pero por lo que había visto, este era uno muy lindo. Un Audi negro. Elegante y moderno. Por dentro era enorme.
—Que música te gusta? — le preguntó él distraído mientras manejaba.
—Escucho de todo un poco, pero tengo dos o tres bandas favoritas. Kings of Leon es una, Death cab for cutie, The kooks, The Bravery, Band of horses…y otros…
—Me encanta. — dijo sonriendo. — Tenemos hasta eso en común.
Le dijo mientras se quedaba pensando. A Paula le encantaba encontrar esas coincidencias con él. Se sentía mas cerca.
Llegaron a su casa y él se bajó y le abrió la puerta del auto.
Gesto tan anticuado, que los dos se miraron y se empezaron a reír.
Le agarró una mano y la llevó hasta la entrada del edificio.
Se quedo mirándola por un rato largo.
Ella casi tuvo la sensación de que él no se quería ir. Y ella no quería que él se fuera. Si hubiera sido por ella, lo invitaba a quedarse en su casa. Pero sabía que teniéndolo a su lado, no iba a hacer las cosas que tenía que hacer para el día siguiente, y probablemente se mantendría toda la noche
despierta. La pudo el sentido de la responsabilidad.
—Muchas gracias por traerme — le dijo bajito
—De nada Barbie, la pasé muy bien anoche. Gracias a vos.
Qué se suponía que uno tenía que responder a eso? Pensó ella.
Entre risas le dijo:
—Yo también. Gracias también…?
Pedro se rió y asintió. Se tenía que ir. Le soltó la mano, para agarrarle el rostro.
Avanzando rápidamente, la besó.
Paula respondiendo al beso, lo abrazó por la cintura. Antes de que el beso se pasara a más, Pedro se separó y apoyó la frente en la frente de Paula.
—Me hubiera gustado que te quedaras en casa hoy también.
—A mi también. Pero mañana me tengo que levantar muy temprano.
—Si, en realidad yo también. Pero igual, me hubiera gustado. — la miró y le sonrió.
Ella, contenta porque él quisiera pasar mas tiempo con ella, sonrió y se acercó para besarlo.
Se sujetó de su cuello y lo besó. Pensó que, capaz, esta era la última vez que podría estar así con él. Se verían, pero como Pedro siempre tenía una chica nueva, ella no estaba segura que tendría otra oportunidad de besarlo, así que la aprovechó.
Lo besó con desesperación, pegando su cuerpo al de él.
Pasó sus manos del cuello hacia el rostro de Pedro y ahí los dejó. El la tenía por la cintura, y le devolvía el beso con la misma intensidad.
Esta vez también fue ella la que rompió el contacto.
Se separaron, y ella, con un último chau, subió a su departamento.
****
Pedro se subió a su auto pensando en que el miércoles la vería, y se sacaría todas esas ganas que ahora prácticamente no lo dejaban marcharse.
Ella puso las manos en su pecho. Podía sentir sus músculos por debajo de la tela de la camisa. Ella ya lo había visto y sabía que tenía un cuerpo impresionante.
El, empezó a desvestirla mientras le daba besos a lo largo de la mandíbula, el cuello, detrás de las orejas.
A Paula, esos besos la obligaban a cerrar los ojos, y se apretaba más a él.
Como lo había hecho la noche anterior, Pedro le sacó la remera de un tirón. Ella, empezó a desprenderle la camisa a él. Mientras con cada botón que desprendía le daba un beso más y más profundo.
En el momento que se acercó a su pecho sin camisa, en contacto con su piel, Paula sintió el rose con tanto placer que soltó un gemido en la boca de Pedro.
El, al escucharla la deseó todavía más y gimiendo también, la agarró de la cola y la apretó contra él para que ella se diera cuenta de cómo estaba.
Ella, llevó las manos a la cintura del pantalón de Pedro para desprendérselo. El, hizo lo mismo, pero cuando desprendió el de ella, metió una de sus manos y la acarició por encima de la ropa interior.
Paula hacia la cabeza hacia atrás, mientras él la tocaba.
Nadie la había tocado de esa manera. Lo que más le gustaba era darse cuenta de que cada cosa que hacía ella, tenía una reacción en él.
Se sintió deseada. Y haciendo como hacía él, metió una de sus manos por dentro de su pantalón y empezó a tocarlo.
Las caricias de él, se hicieron mas rápidas, y su respiración se contuvo por unos segundos.
****
El miraba hacia abajo, mirando como ella lo tocaba, mientras la tocaba a ella. Era una de las cosas más sensuales que había visto. Y los dos no podían más.
Moviéndola despacio, la condujo hacia la cama, en donde la acostó.
Seguían tocándose, mientras él le abría las piernas con una rodilla.
Lentamente le sacó la mano de adentro del pantalón, para empezar a bajárselo junto con su ropa interior.
****
Como él se movía, ella también tuvo que sacar la mano.
No podía pensar en nada, lo quería ya mismo. Y quedo solamente en corpiño.
El se lo desprendió y se sacó el pantalón. Ella estaba desnuda, y él en bóxer.
Le acarició los pechos y se los besó mientras buscaba acomodarse entre sus piernas.
Buscó su boca, y siguieron besándose cada vez más fuerte, al mismo tiempo que él se pegaba más a su cuerpo y empujaba moviéndose como si no pudiera esperar más.
Paula cerraba los ojos disfrutando del roze y la fricción con la tela de su ropa interior.
En cada movimiento, ella sentía más y más placer.
Hasta que en un impulso fuerte ella no pudo más y se dejó ir, gimiendo fuerte.
El, excitado por lo que acababa de pasar, se sacó el bóxer sin poder seguir esperando, y después de ponerse un preservativo, le susurró al oído.
—Ready Barbie? (Lista Barbie?)
A lo que Paula, solamente pudo asentir. Ese gesto le encantó a Pedro, que le mordió el labio inferior mientras le daba más y más besos.
Antes de entrar en ella, se movía para seguir tentándola.
Sabía bien lo que hacía.
Era una caricia sexy, y que la llevaba al límite cada vez, estaba tan cerca, y solamente se quedaba afuera.
Ella llevaba la cabeza hacia atrás, cerraba los ojos, y le pareció que le pedía por favor, pero no estaba segura. Ya no era dueña de su cuerpo, ya no pensaba, era todo sensaciones.
Y él, dejándose llevar también, puso sus manos a los costados de la cabeza de ella y por fin la llenó. Muy despacio al principio, y cada vez más fuerte y rápido después.
Los dos gemían de placer y se repartían besos en donde podían.
El le agarró las rodillas queriendo que se abriera mas, y después de dos o tres embistes ella otra vez había estallado en mil pedazos. Era algo fuerte, tanto, que se estremecía en pequeñas convulsiones que de a poco se iban calmando.
El se sujetó fuerte de su cadera, y después de moverse un par de veces más, se dejó ir también.
Se recostó agitado y la abrazó de manera que ella apoyaba la cabeza en su pecho, como lo habían hecho esa última noche, en la que solo habían dormido. Y así, se quedaron un buen rato hasta que se calmaron.
Había sido el mejor sexo que Paula había tenido. Tenía poca experiencia, solamente había estado con su ex, y habían estado pocas veces, pero ella recordaba que estaba demasiado pendiente de estar haciendo las cosas bien, de estar viéndose bien mientras lo hacía. Era demasiado.
Con Pedro se había dejado ir por completo. Era casi como bailar.
****
Pedro, mientras volvía a respirar con normalidad, pensó que de ninguna manera esto iba a ser cosa de una sola noche.
Todavía no tenía suficiente de ella.
Quería conocerle cada rincón, besarle cada centímetro.
Hacerle todo lo que él sabia que era capaz de hacerle. La quería volver loca.
Ella era natural, y eso, mas que cualquier otra cosa, lo desarmaba. Sabía que ella no fingía, y eso lo excitaba como nada.
Después de tantas veces que la había visto, que la había deseado a la distancia. Siempre con otros.
Y ahora estaba ahí, con él. Y él la había tenido, la había sentido, había sido parte de ella. Se ponía a mil de nuevo de acordarse lo que habían vivido juntos.
****
Paula, se dio cuenta de que Pedro estaba recuperando las ganas y sonrió.
Haciendo como había hecho él un rato antes, le hablo en inglés:
—Again Ken? (De nuevo, Ken?) — le dijo mientras sonreía de manera pícara.
—Y todas las veces que quieras — le contestó él, contagiándose de su sonrisa como era imposible no hacerlo.
No tuvieron que decir nada más. El, volvió a subirse encima de ella, mientras le decía palabras al oído en castellano y en inglés, también le mordía las orejas. Algo que hacia que Pau arqueara la espalda y respondiera con suaves “mmm…“ de puro placer.
El, sin perder tiempo esta vez, y llevado por los sonidos dulces que Paula hacía, se puso un segundo preservativo y le tomó las manos por arriba de la cabeza.
Ella lo miró los ojos. Esa mirada azul, le dejaba la boca seca, y la hacían ser alguien que ella no conocía, pero que intuía era algo que había tenido siempre adentro.
****
El la miraba, no quería perderse ningún gesto de ella cuando estuviera en su interior.
Mientras no rompían ese contacto visual, comenzaron otra vez. Esta vez, ella se movía con él. Lo encontraba, moviendo su cadera y acompañándolo en un ritmo que después de pocos intentos fue perfecto.
El hecho de que se estuvieran mirando a los ojos, lo hacía todo cien veces mas intenso.
Ella lo miraba con tanta fuerza, que el pensó que iba a explotar. Se apretó a su cuerpo.
Ella soltó el aire y se mordió el labio entrecerrando los ojos.
El la miraba fascinado, era la experiencia mas sexy que había vivido. Mantener así la mirada era algo tan íntimo, que siempre lo evitaba. Pero esta vez, él no quería perderse detalle. Cada cosa que ella hacía, lo sorprendía, y lo excitaba aun más.
De un movimiento rápido la levantó, quedándose los dos sentados, ella por encima de él.
Manteniendo todo el contacto que habían logrado.
****
Ella, teniendo un poco más de control, y mientras seguían mirándose, puso las manos sobre sus hombros y empezó a subir y a bajar en él lentamente. Sintiendo como entraba, centímetro a centímetro y deleitándose con cada gruñido que él hacía.
****
El, llevado por lo que veía, la tomaba de la cola y se hundía más y más fuerte mientras hacía toda clases de ruidos y gemidos. Era demasiado fuerte. El peso de su mirada, con todo el placer que transmitían, y algo más. Era poderoso.
Era como un hambre, en su forma de mirar. Deseo. Lo miraba con deseo. Nunca la había visto de esa manera, era como conocer una faceta totalmente nueva de ella, que como todas las otras, le encantaba.
****
Ella, se sentía poderosa viendo todo lo que le provocaba a su modelito.
Cuando se sintió cerca de terminar, lo tomó por el pelo y se lo tiró casi de manera salvaje.
El dándose cuenta de que ella estaba cerca, se apuró en moverse mientras se le tensaban todos los músculos del cuerpo.
Así, mirándose a los ojos, los dos terminaron en un fuerte orgasmo, en el que gritaron al mismo tiempo.
Se besaron al tiempo que sus corazones volvían a latir casi normalmente.
Había sido algo genial.
****
Seguían los dos abrazados, sentados en la cama mientras todo volvía a su lugar.
—Paula, eso fue…
—Si, ya sé. Muy.
Era todo lo que podían decir en ese momento, pero se entendieron. Había sido algo fuerte, que los había unido por un momento. Había sido intenso, los había agotado a ambos. Y había sido sexy. Ella sabía que cada vez que lo viera a los ojos, se acordaría de lo que acababan de vivir.
****
El, sabía que pocas veces había tenido una conexión así con alguien. El sexo con Paula, era excelente. Pensó que si recordaba alguna vez lo anterior, seria suficiente para querer más, y siempre más.
****
Estaban totalmente cansados y despeinados, los dos.
Aun así, Paula, con su mente volviendo a la normalidad, le preguntó.
—No tendrías que volver a tu fiesta?
—No, ni loco. Me quedo acá.
Y la abrazó, esta vez como cucharita y descansó un brazo por debajo del cuello de ella.
Ella queriendo sentirlo cerca, se pegó todo lo que pudo a su cuerpo y respiró profundamente. Le encantaba sentir su olor.
Era un perfume fresco, pero sumamente seductor.
El acariciándola desde su lugar, tomó con sus manos los pechos de ella y se los masajeó hasta que sus pezones estuvieran duros debajo de sus manos.
—Vos tenés ganas de ir a la fiesta? — le preguntó algo inseguro, después de pensar un rato.
Paula, revolviéndose con el placer que sus caricias le ocasionaba, se movió presionándole los pechos contra sus manos y tras un largo “mmm”…
—No tengo ganas de ir a la fiesta ahora.
—Mmm…no me digas así, ni te sigas moviendo de esa forma Paula, porque si no, no salimos nunca más de esta habitación, te juro.
—Mmm… —dijo ella y después se rieron.
—Pero si querés algo de afuera, decime. Estás bien? Querés algo, Pau?
No se le escapó el detalle de que era la segunda vez que la había llamado por su nombre, y no blondie ni Barbie. Y el hecho de que le preguntara si estaba bien, la derretía.
Quería comérselo a besos.
—No gracias. Estoy muy bien. — le contestó.
—Yo también —dijo él, pegando su cuerpo al de ella.
Paula se rió, pero notó también que Pedro, muy de a poco volvía a estar listo para seguir.
La noche siguió así, hasta que se quedaron dormidos. Paula, había notado que empezaba a aclarar.
Seguramente sus amigos la habían buscado, pero ella estaba tan cómoda en los brazos de Pedro que no se quería mover ni un milímetro.
Cuando se despertó, notó que él todavía dormía.
Tenía los ojos cerrados, y la boca levemente abierta.
Respiraba con tanta calma. Se estaba metiendo en un terreno peligroso. Le gustaba demasiado. No podía encariñarse, y ya lo estaba haciendo. Después de la noche que habían compartido, y después de haber dormido juntos por tercera vez, ella sintió como de solo mirarlo se le aceleraba el corazón.
Sin poder contenerse, se acercó muy despacio y le besó los labios.
El, no despertó, pero se removió apenas y sonrió. Paula también sonrió y se pregunto que estaría soñando.
Aun no podía creer estar así con él. Todavía no podía creer que habían estado juntos, y que había sido de esa manera.
No se acordaba de haber tenido nada como eso.
Se preguntó si volverían a verse, o si las cosas cambiarían mucho a partir de ahora.
Esperaría a que él hablara del tema, o lo sacaría ella?
En medio de tantas reflexiones, se volvió a quedar dormida.
Se despertó lo que parecieron horas después, sobresaltada y agitada. Tuvo que mirar hacia donde estaba Pedro para darse cuenta el porque.
Estaba despierto, y le acariciaba la entrepierna mientras besaba uno de sus pechos a un ritmo lento y desesperante.
Cuando él se dio cuenta de que se había despertado, levantó su cabeza y le buscó la boca para besarla.
Ella lo recibió sin dudarlo. No sabía desde cuando la estaba tocando y besando mientras dormía, pero sabía que había sido el tiempo suficiente para que ella estuviera al límite.
Agarró al modelito por la espalda queriendo pegarse más a él.
****
Pedro, se había despertado un rato antes, y al verla dormir y sonreír no había podido contenerse.
Apenas rosó sus pechos ella empezó a gemir y moverse entre sueños. A Pedro, se le tensaba todo el cuerpo cuando la escuchaba. Quería más y más.
Y ahora, estaban ahí los dos, despiertos y besándose desesperadamente, con las respiraciones desacompasadas.
Pedro estiró la mano a su mesa de luz para buscar un preservativo y sin tardar se lo puso.
****
Paula, no podía aguantar más. El modelito la tocaba y la hacía gritar de placer.
Llevó su mano hacia abajo, y tomándolo, de a poco se lo llevó a su interior.
Pedro, ante esto, hizo la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por una ola de placer que lo hizo gruñir.
Le encantaba que ella se sintiera cómoda con él. Parecía mentira que esto había empezado la noche anterior. Sus
cuerpos se movían como si se conocieran de toda una vida.
Decir que encajaban a la perfección, era quedarse cortos.
El ritmo era lento, y muy, muy profundo.
Paula se había despertado tan acalorada, que quería ya liberar todo lo que él le había provocado. Sin pensar en la timidez, o en nada más, le susurró al oído con la voz ronca y entrecortada.
—Más rápido Pedro.
El, por solo escuchar esa manera de hablarle mientras estaba en su interior, pensó que iba a estallar en ese mismo momento, pero se aguantó buscando la velocidad que ella quería. Concentrándose en que ella encontrara el placer, en hacer que se volviera loca.
—Mmm…así…
Volvió a decir ella, y ningúno de los dos pudo mucho más.
Ella le ajustó las piernas en la cadera, gritó y todos sus músculos se tensaron.
El, al sentirlo no pudo hacer otra cosa que dejarse ir, soltando el aire con fuerza.
Pegó su cara en el cuello de ella.
Así se quedaron unos minutos, hasta que él, lentamente mientras salía, la besaba con ternura y mimo.
Los dos estaban sin aliento, pero eran como imanes que no podían separarse.
Abrazados siguieron besándose, hasta que el celular de Paula empezó a sonar.
Pedro hizo un sonido ronco con la garganta, como quejándose, que hizo reír a Paula, que aprovechó para ver quien la llamaba.
David.