Pedro se rió.
—Sigue en pie la oferta de contratarte como despertador.
—Podemos turnarnos. A mi también me gusta como me despertás… —hizo una sonrisa pícara, recordando como la había despertado la primera vez que estuvieron juntos.
—Mmm…me encantaría…
—No te cansarías, Ken?
—De esto? — dijo acercando la cadera a la de ella. — No. Creo que nunca.
Ella sonrió.
—Ya vamos a ver — le dijo ella, dándole a entender que no le creía.
—No me desafíes, Barbie. Si hay algo que no permito, además de que me digan que no, es perder.
Yo no pierdo.
—Vamos a ver — le repitió ella, mientras le besaba los labios.
Terminaron de bañarse, y se fueron a desayunar.
—Sigue en pie nuestro almuerzo? —le preguntó él
—Ehm… si. Aunque me gustaría ir a mi casa, no tengo plata encima y quiero dejar mis cosas.
—Yo te estoy invitando, no necesitas plata. Y si querés, podés dejar las cosas acá. Así tenés ropa, cuando te quedás a dormir.
Paula se rió, y bromeando le preguntó.
—Me vas a dar un cajón para la ropa?
—Cajón no, porque tengo vestidor. Pero estante te da lo mismo? — le preguntó él, mientras la miraba divertido, disimulando una sonrisa.
Ella lo miró, incrédula. Que fuerte… —pensó. Pero, tratando de quitarle importancia, le dijo.
—Entonces, tenés suerte de que haya traído el pantalón de los conejitos.
—Mi favorito. Mirá. —le dijo, y sacó su celular.
El fondo de pantalla, esa foto. No pudo evitar sonreír ante la coincidencia. Le mostró él de ella, y los dos rieron haciendo bromas.
Que significaba aquello?
Después de una hermosa mañana, él la dejó en la universidad, entre besos y arrumacos.
La cabeza de Paula no paraba de darle vueltas. El era una contradicción tras otra. Le costaba seguirle el paso.
Por momentos hubiera podido jurar que él sentía lo mismo que ella. Pero decía lo opuesto.
Sería ese su juego? Con todas habría sido igual?
Enamorándolas, y después, dejándolas?
Pero él le había dicho, era la primera vez que estaba así, con alguien. Así como? La necesitaba, no podía estar lejos de ella…
Paula se abrazaba con todas sus fuerzas a la posibilidad de que algo en él estuviera cambiando.
Que pudiera quererla.
Había estado tan resignada a que nunca existiría eso entre ellos, y ahora… la ilusionaba.
Se dijo, que si quería no volver a romperse en pedazos, iba a tener que averiguar que es lo que él sentía y dejar de engañarse.
Pero, si él no sentía nada? Si él solo se sentía atraído por ella, y solo le interesaba el sexo? Iba a poder seguir adelante? Seguir viéndolo, como si nada?
****
Estaba demasiado distraído.
Con Paula cerca, no había podido pensar con claridad.
Había algo en ella, que lo volvía loco. Su naturalidad, su inocencia, su manera de hablar. Solo pensar en ella, lo hacía sonreír.
El, pensó que era porque nunca había llegado a conocer a ninguna mujer, de verdad. Realmente conocerla. Tampoco tenía muchas amigas. Ninguna. Pero había estado tan ciego.
No podía ni pensar en conformarse con una amistad. Quería más.
Pensó en sus ojos azules, enrojecidos por las lágrimas, y el corazón se le encogió.
Quería borrar sus miedos, su tristeza. Quería cuidarla.
Negó con la cabeza, sin poder creerlo.
****
Algunas chicas que salían se le quedaban mirando. Hacían bromas entre ellas, y le sonreían.
El, no prestaba atención. La estaba mirando a ella.
Caminó hasta su encuentro, dándole un abrazo la besó.
—Hola Barbie
—Hola — le dijo ella abrazándose más. Le dio un beso en el cuello y le dijo — Que lindo verte Ken.
El le sonrió.
Se subieron al auto.
—Podemos ir a mi casa? Necesito buscar el cargador del celular. — le dijo mostrándole el teléfono. — acaba de morir.
—Dale, vamos. Después podemos comer cerca del puerto.
Paula asintió. El manejaba en silencio, mientras la música sonaba de fondo. No sabía por que, pero estaba nerviosa.
Subió un poco el volumen. Era la radio que a ella le gustaba.
La que pasaban clásicos de los 80, o de los 90. Sonrió.
—No tenías que ir a la agencia hoy? —le preguntó
—No, hoy no. — le dijo un poco cortante.
Ella lo miró. Estaba raro. Algo le sucedía.
Se había puesto distante. Y estaba serio.
Su nivel de ansiedad solo fue en ascenso. Por un momento, se preguntó si estaba pensando en dejar de verla, después de todo. El le había dicho que no iría a ningún lado. Pero si se había arrepentido? Sus emociones iban y venían. Ya no sabía que pensar. No le gustaba sentirse así.
Había estado tan feliz unas horas antes, para ahora estar al borde del ataque de nervios. Con Pedro, nunca se sabía.
Se mordió el labio.
Se concentró en la música, para no escuchar como su corazón había empezado a latir desbocadamente.
En la radio, sonaba Crazy de Aerosmith. Lo tarareó distraída.
Por el rabillo del ojo, vió que Pedro se daba vueltas cada tanto, y la miraba cuando pensaba que ella no lo veía.
Sonrió.
Entonces, para hacerlo reír, volvió a agarrar su celular, y como había hecho una vez, lo uso de micrófono. Mientras bailaba, meciéndose de manera sensual, con el ritmo de la música, cantaba.
Lo miró, se estaba riendo.
Estaba dando resultado, pensó. Ella también rió y se soltó el pelo como Alicia Silverstone en el video. Sin el mismo resultado, porque no iban en un descapotable, pero lo suficientemente gracioso para que Pedro se riera con más ganas.
—Esa canción te queda perfecta, blondie — dijo él.
—Lo mismo pienso. — dijo mordiéndose el labio.
Llegaron al edificio de Paula, y dejaron el auto en la puerta para ir a comer después.
Algo llamó la atención de Paula en la puerta. Algo blanco en el piso. Se acercó. Eran flores.
Rosas blancas.
Sin leer la tarjeta, sabía quien se las enviaba.
David.
Las levantó, y sin decir nada, y entraron.
****
Quien se las enviaba? Ella no había dicho nada, y él no se había animado a preguntar. Pero sentía como un calor parecido al fuego iba subiéndole desde el medio del estómago hasta el cuello.
Tenía ganas de romper algo.
Paula, fue a su habitación a buscar el cargador del celular, y lo dejó solo con las flores en el comedor. Las había dejado en la mesa, sin siquiera leer la tarjeta. O sea que ella sabía quien se las enviaba, pensó.
No había parecido sorprendida.
No podía estarse quieto.
Entonces, asomándose por el pasillo, viendo que ella estaba muy entretenida, tomó la tarjeta sin arrancarla de donde estaba, para ver si alcanzaba a leer algún nombre, alguna pista.
De un lado del papel había una firma, en grandes letras imprentas. Sus ojos se abrieron como platos. David.
Sintió como su ira iba en ascenso. No necesitaba seguir leyendo. Ya podía imaginarse las cosas que él escribía, después de haber leído por accidente una conversación de Facebook.
Ese idiota de su ex. Quien se pensaba que era para mandarle flores? El nunca le había mandado flores a ninguna chica.
Tal vez, David, le mandaba todos los meses, para los aniversarios, o porque si.
Maldijo.
Tenía ganas de patear algo.
****
Iba a tirar esa tarjeta lejos. Las flores, no tenían la culpa, ya les buscaría algún sitio. Pero ahora había algo más importante.
Pedro.
Iban a comer juntos. Rápidamente, se cambió de ropa, por un vestido más bonito, se peino como pudo, y se puso perfume.
Cuando lo vió en la sala, le sonrió. El estaba sentado, con los brazos cruzados, mirando un punto.
—Vamos? — le dijo ella.
El levantó la mirada, y abrió más los ojos.
—Estas preciosa. — le dijo él. Ella sonrió y le guiñó un ojo.
—Pau, podemos hablar antes?
Ella palideció. En el fondo, estaba esperando oír esas palabras.
—Si, claro. Estas raro. Te pasa algo?
—Si, me pasa. Sentate.
Paula se sentó, a su lado, y lo miró, preocupada, y muerta de miedo.
—Te siguen pasando cosas con tu ex?
Ah? Eso no era lo que esperaba que dijera. En lo más mínimo.
—No. Ya no. Por? — dijo confundida
—Porque te manda flores…
—Cómo sabés que me las mandó él?
El se tapó la cara con las manos. Y como si pudiera esconderse ahí, le contestó.
—Vi la tarjeta…sin querer. Mentira. Queriendo. Perdón.
Se destapó la cara, buscando sus ojos. Pau lo miraba, conteniendo la risa.
—Esta bien, te perdono. Y no es lo que parece. Seguramente me las manda para pedirme disculpas.
—Por?
Paula dudó. Realmente quería contarle a Pedro por todas las cosas que había pasado los últimos años?
Si.
Era lo mas importante en su vida, ahora. Quería compartir con él, todo, hasta el dolor.
—Antes de que te cuente, me podés responder algo? — le dijo ella
—Si, decime.
—Por que me preguntaste si me pasaba algo con mi ex? Qué es lo que venías a hablar conmigo?
Se enderezó en la silla, algo nervioso.
—Te pregunté, porque no me cae bien. Porque no quiero que estés con él. — dijo, y esperó una respuesta.
—Que no esté con él? — dijo Paula con los ojos como platos. — ahogó una risita nerviosa. — Ya te había dicho esto, Ken. Me confundís.
El volvió a taparse la cara.
—Y viniste a decirme que no esté con él?
—No. Y si. Esta conversación esta yendo para cualquier lado menos al que yo quería. — Yo ya contesté tu pregunta, ahora contéstame la mía. Por qué te pide disculpas? Qué te hizo? — preguntó clavando la mirada en los ojos de Paula.
Ella tomó aire, y comenzó a contarle la historia. Con todo el detalle que había podido. La traición de su ex, de sus amigos, como había estado después. Cual era realmente el motivo, por el que ella había huido de Córdoba dos meses antes. Le contó todo.
Ni siquiera se guardó las últimas palabras de David.
****
Pedro, sintió como todo el cuerpo se le tensaba. Tenía la necesidad de ir a buscar a ese idiota y pegarle hasta dejarlo inconsciente.
Pero se mantuvo en su lugar, viendo como los ojos de Paula se empezaban a enrojecer. Ella se culpaba por todo, decía que algunas de las palabras que su ex le había dicho, eran verdad.
La tomó por los hombros, y la hizo callar.
Tomó aire y la miró.
—Paula, nada de lo que te dijo es verdad. Vos sos la chica más linda e interesante que conozco. Desde que te ví no puedo parar de pensar en vos. Sos mucho más… No entiendo que no puedas verlo… Mirá en tu trabajo, como te reconocen, tus amigos de acá. Ellos te adoran.
Ella ahora estaba llorando.
El la abrazó, calmándola.
—Es muy lindo eso que decís — le dijo ella mientras se secaba las lágrimas.
—Es muy cierto, Barbie. — le dijo besándola.
Suspirando, le terminó de contestar lo que ella anteriormente le había cuestionado.
—No quiero que estés con él, ni con ningún otro. No soporto pensar que alguien más te besa…te toca. — negó sacudiendo la cabeza, como queriendo sacarse una imagen de la mente.
—Pero que significa esto, Pedro? — le preguntó entornando los ojos.
—No sé. Soy nuevo en esto de los celos. Ya no quiero que estés con nadie más.
—Y ya no te preocupa que me gustes mucho? Tanto que me podés lastimar?…—dijo bajando la voz.
—Vos a mi también me gustas así, Paula. No sé que es, pero es así. Y te quiero para mi solo — le dijo agarrándole las manos.
Ella lo miraba callada, y el siguió diciendo.
—Me siento cómodo con vos. La paso bien, me divierto, sos… sos hermosa. Inteligente, dulce… te quiero conocer mejor.
—Y yo a vos. Y tampoco me gusta que estés con otras. — dijo mirando el piso.
El la arrastró hasta sentarla en su regazo.
—No tengo ganas de estar con nadie más, Barbie. Solamente nosotros dos.
—Eso fue siempre lo que me hizo dudar. Estuve muchas veces a punto de decirte que no nos viéramos más. Por eso. No se estar de otra forma que no sea así, Pedro. Cuando empezamos a vernos, no tenía ni idea que hacer…ni que decir.
El sonrió.
—Bueno, ahora es al revés. Yo no se que hacer ni decir. Pero soy capaz de probar, por vos.
Se quedó mirándola a los ojos, mientras le tomaba una mano y se la besaba.
—Mirá Barbie, no te voy a mentir, es muy probable que arruine todo. Esto no es, para nada, mi terreno. — le dijo mientras miraba como calculando la reacción de Paula.
—Pero, serías capaz de…cambiar. De dejar de hacer..? De…cambiar tus hábitos… Por mi? Por qué?
—Ya te dije, Barbie, porque me volvés loco.
—Y vos me volvés loca a mi, Ken. — le dijo sonriendo.
Ella tomó su rostro y lo besó. Un beso profundo, de amor. El, realmente quería intentar estar con ella.
****
Solo le importaba abrazar ese instante, con el corazón, con el alma, con todo el cuerpo.
Pedro pasó sus manos por el rostro de ella, dispersando todas sus dudas y miedos.
Habían ido a almorzar a un restaurante de comida rápida.
Podían comer afuera, aprovechando que el clima era ideal, y el paisaje bellísimo.
Paula había llevado su cámara, y apenas podía sacaba alguna que otra foto.
Quería recordarlo todo sobre ese día.
Pedro, disfrutaba charlando con ella. Le contaba historias de su vida en Londres, que a ella la fascinaban más y más. Y cada tanto, rozaba su mano, su antebrazo, su mejilla. Como si necesitara el contacto de su piel.
—Cuándo supiste que querías ser modelo? — le preguntó ella, mientras lo miraba a través del lente de la cámara.
—En realidad, no lo decidí yo. Tenía 14 años, y mi mamá me anotó en cuanto casting encontró.
—A vos no te gustaba?
—En realidad, en esa época estaba más enfocado a mi música. — se rió
—Tu música?
—Tenía una banda, cantaba y tocaba el piano. Pero entonces me llamaron de uno de los castings.
El dinero que ofrecían era…Y lo dejé. Dejé todo. Al año siguiente ni siquiera vivía en la misma ciudad.
—Eras tan chico…—pensó Paula.
—Si. Los primeros años, mi familia me acompañó. Después con el divorcio…todo cambió, y tuve que encontrar mi propio rumbo.
—Debió ser difícil — Paula lo miró pensativa. Pensando en lo mucho que su familia la apoyaba, y lo mucho que sufrían al tenerla tan lejos, ella también lo sufría, de hecho.
—No. Cuando mis padres se separaron, cambiaron. A mi mamá lo único que le importaba es que yo no dejara mi carrera, y me alentaba para viajar. Mi papá, me quería en casa. El nunca aprobó lo que hago. Así que irme, fue positivo para mí.
—Tu papá no quiere que seas modelo?
—No. Preferiría que fuera abogado, o médico.
Paula frunció el seño. Odiaba ese tipo de prejuicios. Ella creía con todo el corazón, que uno tiene que dedicarse a lo que le gusta.
—El futuro es incierto, estudies lo que estudies, o trabajes de lo que trabajes. Pero mientras amas lo que haces… Ser feliz es lo que importa. — le dijo.
—Eso mismo pienso yo, Barbie. Tu familia siempre te apoyó con la fotografía?
—Si. Con la fotografía, con Bellas Artes, Psicología, hasta con Medicina. No me decidía…
Pedro rió mirándola.
—Todo eso querías estudiar?
—Tuve etapas raras. Pero en el fondo, fotografía fue siempre una parte de mi.
—Y por que dudabas?
—Por lo mismo que dudan muchos. Por el futuro.
Pedro asintió. Después de que terminaron de comer, fueron a su departamento.
El, esperaba unas llamadas, y como no había ido a la agencia, pensó en hacer algo de trabajo desde su casa. Pero no quería separarse de ella todavía.
Así que Paula se ofreció en cocinarle la cena, mientras él estaba ocupado.
A él le había encantado la idea, más aun cuando Gerard, iba a estar ocupado preparando un evento que iba a dar ese miércoles.
Paula, había buscado en la cocina de Pedro, y vió, que Gerard mantenía la heladera y la despensa llena de comida fresca. Así, que se decidió en preparar pastas.
Sabía, porque se lo habían dicho muchas veces, que tenía buena mano para preparar salsas. Sonrió.
Tenía tomates, cebollas, pimientos, hojas de laurel, albahaca, vino blanco…perfecto.
Era temprano para ponerse a cocinar, así que, mientras él se encerraba en su estudio a trabajar, ella se había conectado a internet desde la notebook, que estaba en el living.
Llamó a su familia por Skype, y todos le habían preguntado por Pedro, así que tuvo que terminar por decir que estaban saliendo, o conociéndose… ni ella lo sabía.
Habían estado mordiéndose la lengua el domingo cuando lo vieron llegar. No querían ponerla incómoda, y no le habían dicho nada en ese momento, pero ahora querían saberlo todo.
Paula sonrió. Eran maravillosos.
A los 5 minutos, tenía un mensaje privado de Flor. Que raro, pensó.
Estas en tu casa, flaqui? Te quiero contar algo, pero intenté al celular, y lo tenés apagado. Y por las dudas, no quería interrumpir.; -)
Ella había dejado su celular cargando apagado. Así que lo prendió y llamó a su amiga.
—Hola Flor — le dijo
—Hola Paula. Cómo estás? Estás en tu casa, así paso un ratito?
—No, no estoy en casa.
—A que hora volvés?
—Calculo que mañana… —dijo Paula mordiéndose el labio
—Eyy!! En lo de Ken?
—Si. Estoy en la casa de Pedro. Contáme, qué pasa? No me estas interrumpiendo, está trabajando.
—Ok. Hablaste con Coty últimamente?
—No, por?
—Porque hoy le dije que el miércoles hay un evento en lo de tu modelito, y quería saber si iba…y me preguntó si ibas vos. Yo le dije, que suponía que si. Y ella me dijo que entonces no iba. Se pelearon ustedes?
—No. Debe ser por todo lo de Marcos. Cortaron.
—No!! En serio? Sabía que se habían peleado…pero no tanto. Y vos que tenés que ver?
—Celos. Ella piensa que Marcos…tiene ganas de estar conmigo.
Justo en ese momento, Pedro había entrado a la sala y la miraba desde lejos, haciéndose el distraído.
—Y es cierto — le contestó su amiga al teléfono.
—No. Somos amigos nada mas.
—Bue, Paula. No voy a discutir eso. Pero tratá de hablar con Coty. Decile que nada que ver…
—Si, ya voy a hablar con ella.
—Bueno, te dejo. Me voy a trabajar. Un besito, rubia.
—Besito, morocha. Cuidate
—Vos más, querida.
Cortó el teléfono, y se quedó pensando.
Pedro, que había escuchado parte de la conversación, le preguntó.
—Todo bien, Barbie?
—Mas o menos… —le dijo ella acercándose a él, abrazándose a su cintura.
—Qué pasó?
—Coty cortó con Marcos, mi amigo. Y piensa que él tiene onda conmigo.
El se mordió el labio y la miró.
—Y la tiene… —dijo
—El es mi amigo.
—Paula, yo lo veo. Como te mira, como bailan.
—Eso no tiene nada que ver. A mi me gusta bailar.
—Es hombre, Barbie. Yo también lo soy. Me doy cuenta que te mira con ganas de comerte la boca cuando te habla. — le dijo entornando los ojos.
—No. Entre nosotros no hay nada más que una amistad. Cuando nos conocimos, capaz, podría haber pasado algo más. Pero no pasó.
—Cuándo se conocieron?
—La misma noche que te conocí a vos.
—Si, estabas con él. Bailé con ustedes. Después yo me fui.
—Y nosotros nos fuimos a la casa de tu amigo. Tomamos, bailamos…-dudó. Pero no tenía sentido ocultárselo, así que siguió contando. — nos dimos un beso… pero nada más.
—Un beso? — preguntó Pedro, mirándola serio.
—Un par de besos. Pero no pasó nada…
—Entonces es cierto… —dijo él haciendo memoria. — mi amigo, el dueño de casa me dijo que el jugador de fútbol García, había estado en su fiesta con una minita, y habían terminado en su cuarto.
Paula rió.
—Si, yo soy la minita.
Pero Pedro no reía. Se había separado apenas de ella, y no decía nada.
—No pasó nada, Pedro — lo miró a los ojos. — te lo juro.
—No me tenés que jurar. En ese momento, no nos conocíamos. — dijo él mirando hacia otro lado.
Como si hubiera querido quitarle importancia, se levantó, y volvió a su estudio sin decirle nada más.
Paula se había quedado mirando la puerta por donde él había desaparecido.
No quería que dudara de ella, eso la entristecía. Pero por otro lado, le parecía irreal, que un hombre como él pudiera tener celos. Justamente celarla a ella. No tenía sentido.
Sacudió su cabeza, y se puso a cocinar.