La mañana siguiente, había sido terrible. Ella no había tomado tanto, pero lo suficiente, para tener un humor de perros y un dolor de cabeza que iba en aumento.
Miró hacia donde estaba Marcos, aun dormía. No se iba a levantar hasta la tarde. Le haría bien dormir.
No dudó en aceptar, cuando David le propuso juntarse a almorzar. De paso no le haría ruido a Marcos en el departamento.
Se encontraron en el hotel de él.
Eligieron el mismo lugar al que habían ido la primera vez, y decidieron comer una ensalada liviana. Los dos estaban un poco débiles por la noche anterior.
—Te volvés mañana para trabajar? — le preguntó ella
—Si. Además tengo como tres mil libros que leer. — dijo llevándose las manos para taparse la cara.
—No te entiendo… si no te gusta la carrera, por que la estudias?
—Porque no me voy a morir de hambre en un futuro Pau. — una respuesta muy propia de David.
—Pero no necesariamente tenés que ser abogado, podes estudiar algo que te guste. A vos siempre te gustó la música…
David la miró y soltó una risotada.
—Me gusta la música, pero se que no hay futuro para los músicos…los hippies. Son cosas que se hacen como hobbie. Yo quiero un título universitario.
Paula no pudo evitar sentirse muy tocada por eso que había dicho David.
—Y yo, por no tener una licenciatura o un doctorado, voy a ser menos que vos?
El se dio cuenta para donde estaba yendo la charla, pero no podía evitar sentirse ofuscado, por que ella quisiera darle consejos. Qué sabía ella sobre lo mejor para su vida? Nadie le iba a decir lo que tenía que hacer. El hecho de haber reconocido que no le gustaba lo que estudiaba, lo había dejado expuesto. Había mostrado una debilidad. Eso lo sacaba.
—Bueno, disculpame si prefiero buscar la excelencia en vez de la mediocridad.
—Me subestimas David. Como siempre lo hiciste, menosprecias lo que a mi me gusta. Mis sueños. Mis objetivos nunca te parecieron importantes.
—Tus objetivos? Paula acordáte, hasta hace unos meses no sabías que ibas a hacer de tu vida, por favor. Y ahora te crees con el poder de aconsejar?
—Pero es que no te das cuenta de que te lo dije con la mejor onda?
—No. Lo hiciste rebajándome. Y te olvidas que yo siempre supe lo que quise. Siempre. Y vos tenés una visión ingenua de la realidad. Alguien te tiene que despertar.
Ella se quedó muda. El siguió hablando. Estaba poseído.
Como la última pelea que habían tenido.
Ya era tarde. Ya decía cualquier cosa.
—Sos tan inocente que hasta tus amigas te subestimaron Paula. Mirá lo que te hizo Nadia. Y vos aun así, me buscabas. Sos tan insegura, que es tan fácil boludearte.
—Hijo de puta. — dijo ella mientras se levantaba de la mesa.
—Y ahora seguro que ese otro modelo de ojitos azules se te está riendo también. Como hicimos nosotros antes.
Paula sacó dinero de su billetera y lo dejó sobre su plato. Sin mirarlo siquiera salió disparada a su departamento. Estaba indignada.
Cada palabra que había salido de su boca rezumaba veneno, puro veneno. Cómo había creído que estaba arrepentido? Nunca le tendría que haber vuelto a hablar.
No podía evitar pensar que algo de razón tenía, para colmo.
Cuando llegó a su casa, se encerró en su pieza, se puso el pijama y se acostó a dormir la siesta con Marcos.
Más tarde se despertó sobresaltada por el portero de calle.
Al parecer habían estado tocando desde hace rato porque era un timbrazo tras otro.
Marcos, se removió a su lado tapándose la cabeza con la almohada.
—Rubiaaa….anda atendé que me va a explotar la cabeza…
—Y si es David? No, dejá. No pienso ir.
Sin decir nada más, Marcos agarró su pantalón y se lo calzó como venía.
Agarró la llave y salió a atender descalzo y con el pelo para cualquier lado. Paula tuvo que aguantarse la risa. Había salido con los ojos cerrados.
Al rato entró corriendo.
—Rubia, es el modelo. — dijo casi entre risas.
—No quiero verlo. De que te reis, tarado? — dijo contagiándose la risa de su amigo que estaba tentado.
—El flaco no entendía nada…me miró los pies descalzos, medio dormido y encima… —no podía terminar de hablar — encima tengo la bragueta abierta.
Paula lo vió mientras se la cerraba y se empezaron a reír los dos. Parecía a propósito. Era como estarle gritando en la cara que había pasado la noche con Marcos. Y había sido así. Pero nada había pasado.
Le daba igual lo que él pudiera pensar de esa situación. El había sido claro la noche anterior.
No se merecía ni siquiera que le aclarara que no era lo que se imaginaba. Frases trilladas, si las había.
—Te está esperado ahí abajo, rubia. Me dio pena el pibe, tiene carita de bueno. Hasta que me vió…
Paula sin darle muchas vueltas al asunto, se dijo que era peor si no bajaba. Estaría aceptando lo afectada que estaba por sus comentarios, y no quería hacerse cargo. No hoy.
Hoy no estaba para pavadas.
Bajó en pijama, después de tirarle un almohadón a su amigo en la cara, que no paraba de reírse.
Se quedó mirando a Pedro que estaba del otro lado del portón de abajo.
Tomando valor le abrió la puerta para que entrara al pasillo.
—Hola Barbie — le dijo mirándola
—Hola — le dijo ella apenas devolviéndole la mirada.
El se acercó un poco más y le agarró una mano.
—Perdonáme — le dijo cerca de su oído.
Ella se quedó muda. Lo miró. Había venido hasta su casa a pedirle disculpas. Algo tenía que importarle, después de todo.
Dispuesta a hacerle pagar un poco lo mucho que la había lastimado, se hizo la distraída.
—Por? — le preguntó
—Por varias cosas… primero por tratarte mal.
Le acarició la mejilla. Y siguió diciendo.
—Por decirte que iba a llamar a cualquiera…
Le costaba decir las cosas. Como si no pudiera. Su enojo de a poquito iba desapareciendo. Estaba haciendo un esfuerzo.
—Y perdonáme porque me puse celoso Barbie. — le dijo.
Sin mirarla.
—Celoso? — preguntó ella.
—Si, hice cualquiera. Me desubiqué. No tendría que haber hecho nada de eso.
—Estabas celoso? — le preguntó ella sin poder terminar de creérselo.
—Si.
La agarró con las dos manos por el rostro y le besó los labios. Despacio primero, probando, dándole oportunidad de rechazarlo.
Pero Paula no se movió. Lo dejó besarla, le devolvió el beso.
En su cabeza y en su corazón se empezaban a mezclar y confundir las ideas.
Ya no estaba segura de nada.
Imitando lo que había hecho ella la noche del miércoles, la abrazó. Fuerte. Hundiendo su cabeza en el cabello de ella.
Lo apretó aun más fuerte y le besó el pelo. Olía maravillosamente. Se hubiera quedado en ese abrazo para siempre.
—No me da lo mismo estar con cualquiera, que estar con vos Barbie…quiero que sepas eso.
Y se separó apenas para poder mirarla.
Qué le estaba diciendo con esto?
—A veces no te entiendo Pedro… —le dijo ella.
El sonrió sacudiendo la cabeza.
—Yo tampoco me entiendo. Ayer me desconocí. Es culpa tuya me parece.
Se rieron.
—Culpa mía? — le preguntó ella
—Me podés, Blondie… ayer quería irme a casa con vos, y te veo con tu ex. No me gustó.
—Pero vos me habías dicho que… eso de los celos, era sentirse dueño de otra persona… que había que pasarla bien y que… —él la interrumpió.
—Si, yo sé. Por eso te pido disculpas. Hagamos de cuenta que lo de ayer no pasó por favor. Nunca más te voy a hacer una escena de celos.
Ella lo miró. Estaba arrepentido de la escena de celos. De sentir celos. No quería sentirlos. Nada había cambiado, pensó tristemente.
—Es más, para que veas que cumplo, no te voy a preguntar que hacía tu amigo, medio desnudo saliendo de tu casa. — le dijo Pedro, mirando la puerta por donde antes había entrado Marcos.
Paula se rió.
—Te perdono, Ken. — le dijo ella dándole un beso.
—Vamos a casa? —le preguntó él.
A Paula le hubiera encantado, pero era muy pronto. Todavía le pesaban sus comentarios de la noche anterior. Y la última pelea con David, la habían dejado algo frágil.
Hoy necesitaba estar en su casa. Con su amigo. Nada más.
—Hoy no puedo. Otro día, si?
****
La noche anterior, no había podido ni besar a la chica rubia con la que bailaba. Le recordaba demasiado a Paula. Y todas las chicas del boliche. De repente todas se parecían en algo.
Un lunar, el pelo, los ojos… estaba en todas partes.
Ese día se había aguantado hasta la tarde para ir a verla.
Necesitaba disculparse. No soportaba ser el culpable de que ella se sintiera mal. De que llorara.
Se había comportado pesimamente.
Y ahora, después de disculparse, ella no había querido ir a su casa. Ese era el precio que tenía que pagar. Y le parecía bien.
A él, que nadie le decía que no.
Ella era la primera. Y la única.
Verla, le había afectado diez veces más de lo que se imaginaba. De la última imagen que tenía de ella, entrando al baño de mujeres del boliche con lágrimas en los ojos, y ese día, con su pijama de conejitos. El mismo que él se había puesto.
Tan inocente. Tan devastadoramente hermosa. Entre sus brazos por un momento.
Qué iba a hacer con todo lo que estaba pasando? Se le estaba yendo de las manos. Estaba entrando a un terreno que no conocía.
Por un momento pasó por su cabeza… pero rápido lo descarto.
Era posible?
Era ella capaz de lastimarlo?
****
Esa noche, Marcos se quedó a ver películas con ella, mientras se hacían compañía y se llenaban con comida chatarra.
Habían pedido helado, y comprado suficiente chocolate y frituras como para una semana, pero no iba a durar.
Marcos había bromeado con que su dieta se iba al diablo, pero ella sabía que en una semana de entrenamiento, quemaría todas las calorías de más. Ella la tenía más difícil, pero nunca le había preocupado.
Ya entrada la noche, habían hablado de temas mas profundos, y él le había contado todos los detalles de su pelea con Coty.
Ella, por su parte, le había contado lo que le había dicho David cuando se pelearon en el bar.
Tuvo que frenar a su amigo, que al escucharla, quiso ir a buscarlo para ponerlo en su lugar.
—Rubia por favor, ni lo escuches. Vos valés mucho. Sos mucho para él, y él lo sabe. Es un resentido.
—En algunas cosas tiene un poco de razón, fui muy ingenua. Soy muy ingenua. Siempre con la cabeza en las nubes…
Marcos le sujetó las manos.
—No sos ingenua. Esperás lo mejor de las personas. Y quienes no están a la altura, no se lo merecen. Son ellos los que tienen el problema.
—Mis inseguridades…
—Si rubia, en eso si tengo que darle la razón. No te das cuenta de que sos una genia en lo que haces… tenés talento, sos linda. No ves todo eso.
Paula solo pudo sonreír y abrazar a su amigo. Sabía que decirle. No la defraudaba. Realmente pensaba todo eso de ella? Cómo era posible que él creyera más en ella, que ella misma?
Marcos se había ido tarde, y ella, agotada se había ido a dormir.
Tenía un domingo pesado por afrontar. Tenía muchos trabajos prácticos de la facultad. Se acordó de que se acercaban las fechas de sus exámenes parciales, y que si no se iba el fin de semana siguiente a Córdoba, probablemente después la próxima fecha disponible sería en las vacaciones de julio.
Tendría que planear algo.
Esa semana había sido una de las más bizarras desde que había empezado a trabajar.
Toda la gente de la productora la había felicitado por su trabajo en la campaña de los jeans, y Eduardo, ya estaba anunciando su ascenso como una fotógrafa más del staff.
Eso significaba también un aumento de sueldo.
Ahora, se la consultaba en asuntos de edición, y estaba a cargo de una publicidad menor, en donde se haría una sesión de fotos al aire libre.
Era para una marca de ropa independiente de bajo presupuesto. Pero igual, ella lo recordaría siempre en su corazón como su primer trabajo real.
Ella sacaría las fotos.
El contarle la noticia a su familia, fue lo mejor. Su madre estaba que daba saltos de alegría. Su padre había ventilado la noticia por la mitad de la provincia, y conocidos incluso la habían llamado, para congratularla por semejante logro en tan poquísimo tiempo.
Ese jueves, cuando estaba guardando las cosas para irse a su casa, vió llegar a Pedro.
Paula le sonrió.
Había estado deseando verlo toda la semana. Sus ojos reflejaban eso. Estaba emocionada.
El llegó a su lado, y sin importar en donde estaban, la tomó por el rostro y le besó los labios.
****
No había querido presionarla, después de lo que había pasado el viernes a la noche.
Necesitaba saber si estaban bien. Y el solo hecho de ver la mirada de Paula, esos ojos azules que brillaron contentos de verlo, lo habían llevado a besarla con ganas.
****
—Vamos Barbie? — le dijo dudando, como si ella pudiera decirle que no
—Vamos. — le dijo ella, pensando que la cara se le rompería de tanto sonreír.
Llegaron al departamento de él, que la sorprendió con la comida preparada.
—Gerard? — preguntó señalando la fuente de lasaña que había en la mesa
—Pedro! — dijo ofendido, señalándose. — Yo te cociné, Barbie.
—No sabía que podías cocinar.
—Te hice el desayuno el otro día.
—Es verdad. — le dijo ella besándole la mejilla mientras pasaba por su lado, para sentarse en la mesa.
—Espero que te guste.
Paula le sonrió.
Otro gesto que la desestabilizaba. No entendía por que decía que no podía tener novia… sería sin dudas el mejor novio del mundo si el quisiera.
Lo miró, mientras servía lo que había cocinado en los platos, y vino en las copas. Muy concentrado. Era adorable.
Se sintió increíblemente afortunada. Si tan solo compartían unos días, o unos meses juntos, habría valido la pena. El lo hacía.
Mientras comían, Pedro tocó los botones de un control remoto que tenía al costado de la mesa y empezó a sonar una música de fondo. Reconoció que cantaba Ed Sheeran, pero no sabía que canción era.
Pedro, le había preguntado por el trabajo, sabiendo el éxito que habían tenido sus fotos, y ella le había contado con todos los pormenores lo que le habían dicho, su nuevo puesto de trabajo, el material, la campaña que se le había asignado.
Estaba tan feliz, y tan compenetrada, que no se había dado cuenta de que él no había abierto la boca para nada. Ella llevaba hablando por casi media hora sin descanso.
****
Ella amaba su trabajo, de la misma manera que él amaba el suyo. Era raro, pero genial, ver a alguien tan comprometida y tan dedicada en la industria. Ella todavía conservaba la frescura de ser tan nueva, que se maravillaba, y lo maravillaba a él.
No la interrumpió mientras se detenía en contarle cada cosa que podía.
Ella, cuando terminó de hablar, le pidió consejos para su próximo trabajo. Lo enternecía, porque en sus ojos veía genuino interés. Realmente iba a tener en cuenta lo que él tenía para decirle. Eso lo hizo sentir raro.
El, recordando sus primeras sesiones, le dio algunos tips con los errores más comunes, y se ofreció a recomendarle maquilladores y equipo técnico que no se iban del presupuesto. Ella estaba super emocionada. No paraba de anotar en su celular lo que Pedro le decía.
Después de comer, la tomó de la mano y la llevó hacia la habitación.
—Nos damos una ducha Barbie?
—No traje ropa para ponerme después…
—Ese no es un problema en mi casa, eh? —dijo Pedro sonriendo.
Paula sonrió y lo empujó despacio con su codo.
La llevó al baño, y empezó a desvestirla, hasta dejarla desnuda. El hizo lo mismo con su ropa, y juntándola, la sacó a lo que parecía una puertita a un costado.
—Es el servicio de lavandería. Mañana a primera hora, tenés tu ropa limpia.
—Obvio — Paula había levantado las cejas, sorprendida. Y al mismo tiempo, riéndose. Ya era ridículo.
—Te parece gracioso Barbie? Si te muestro lo que pagué por este piso, no te daría tanta risa.
—Es que es como vivir en un hotel, no?
—Si, mas o menos. — dijo él, pensándolo.
—Es también como la casa de los Supersónicos.
Y ahora fue Pedro el que se rió.
—Tal cual. — le dijo
—Yo los veía cuando era más chica
—Yo también. — le dijo él acercándose a ella y besándole el cuello.
****
Encantada por esto, agarró a Pedro por la cintura, y pegándose a él, empezó a besarlo en los labios.
****
Estaba en su ropa, en su pelo, en su piel, quedaba impregnado en sus sábanas, horas después de que
ella se iba de su casa.
Adoraba eso.
De a poco, con mucho cuidado, él la condujo a la ducha. El agua estaba caliente y hacia que el baño se llenara de vapor. Por todos lados se podía oler el perfume del jabón líquido que Pedro usaba.
Sin poder esperar la alzó, sosteniéndole las piernas alrededor de su cintura y llevándole la boca al oído le preguntó.
—Te cuidás, Barbie?
****
A Paula le costó algunos segundos entender de que estaba hablando. Estaba demasiado concentrada en como algunas zonas de sus cuerpos en particular, estaban en contacto y ansiando estar más cerca aun.
—Si. Tomo pastillas. — contestó ella, pensando en los anticonceptivos que llevaba tomando desde hacía 4 años.
—Mmm…que bien… —le dijo él.
Y sin tardar, la llenó. Piel con piel. Ella gritó mientras se dejaba llevar por ese sentimiento de alivio. Allí quería estar. Necesitaba eso. Lo necesitaba a él. No podía pensar en nada más.
—Mmm…—repitió él, hundiéndose aun más.
Ella lo sujetaba por los hombros, rodeándolo de todas maneras posibles, y dejaba que él, de a poco, embiste tras embiste la llevara más y más cerca…
El, la miró a los ojos mientras la apoyaba contra una de las paredes. Una vez ahí, empezó moverse realmente.
Su respiración se agitó, se volvió áspera, con cada arremetida, soltando el aire entre los dientes, sus manos acariciando todo el cuerpo de ella. Buscando poseerlo completamente.
Ella llevaba la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, y perdiendo por completo el control, entre gemidos y gritos incoherentes.
Ayudada por él, subía y bajaba acelerando el ritmo, hasta que no pudieron más y se dejaron ir.
Pedro siguió sujetándola fuerte, mientras apoyaba su cabeza en los azulejos del baño, recuperándose de a poco.
Después de eso, se terminaron de bañar y salieron del baño.
Apenas tuvieron tiempo de secarse con las toallas, que ya estaban de nuevo encima del otro, besándose con desesperación.
****
Necesitaba sentir que, aunque sea por un momento, era suya, y de nadie más.
Paula, se despertó todavía agotada. Le dolían los músculos de todo el cuerpo. Sonrió al pensar a que se debía. Miró hacia su izquierda y ahí estaba. Estirado durmiendo.
La boca levemente abierta. Despeinado. Desnudo. Era un cuadro digno de mirar.
Sonrió.
Se acercó despacio y lo besó.
El, se removió un poco y respondió al beso entre un jadeo suave de su garganta.
—Buenos días Barbie… —le dijo mientras la besaba.
—Buenos días Ken. — le dijo ella mientras llevaba una de sus manos entre las piernas de él.
El todavía estaba dormido, pero su cuerpo reaccionaba inmediatamente a sus caricias.
Ella, lo había notado, así que aprovechando que lo tenía donde quería, empezó a mover la mano cada vez mas rápido, reforzando su agarre. Hacia arriba y hacia abajo.
El, manteniendo los ojos cerrados, había llevado su cabeza hacia atrás, mordiendo su labio y dejando escapar el aire por la nariz con fuerza.
Paula, se metió entre las sábanas, y suavemente empezó a besarlo en donde estaban sus manos.
Sin esperar, se lo llevó a la boca, mientras lo provocaba con su lengua.
El se agarraba con fuerza de un extremo de la almohada, mientras con la otra mano tomaba el cabello de Paula alentándola con movimientos ondulantes.
Ella, había comenzado a acariciarlo, con fuerza, lo sentía tan cerca…
Pedro había perdido el control, jadeaba, mientras arqueaba su cadera en busca de más placer.
Pero antes de que pudiera terminar, él la frenó y la alzó colocándola por debajo de él.
Una vez que la tuvo ahí, se hundió en ella. Alzó la cadera de Paula a tal punto que todo su interior estaba en contacto con él. Era una sensación fuerte. Respiraba entrecortadamente.
Podía sentir sus movimientos en todo el cuerpo.
Ella clavó sus uñas en la espalda de él, y empezó a moverse. Llevaba su cadera a su encuentro una y otra vez.
El, le besaba la boca, ahogando gemidos y jadeos.
En un fuerte movimiento, Paula sintió que explotaba y se liberó. Fue un orgasmo fuerte, poderoso.
Que la dejó aturdida.
El, mordió su labio inferior, y tras un gruñido que sonó como un “mmm“…contra su boca, se dejo ir también.
Se quedaron abrazados por un instante mientras volvían a la realidad.
Pedro la acarició por los hombros, y bajó buscándole las manos. Las agarró, entrelazando los dedos.
—Te podría contratar de despertador, si no se te da eso de la fotografía… —le dijo él.
Ella se rió.
—Mmm….Barbie…había extrañado esto… —le dijo moviéndose cerca de su cuerpo
—Mmm… yo también — le dijo ella, mientras reforzaba el agarre de sus manos.
Como parte de una rutina, que de a poco estaban adquiriendo, se bañaron, desayunaron juntos y Pedro la había llevado en auto hasta la universidad.
Algunos de los compañeros de Paula se habían quedado con la boca abierta al verla llegar con el reconocido modelo. Obviamente porque parecía sacado de la portada de GQ, y estaba con ella.
Le abría la puerta del auto, le tomaba la mano y la despedía entre besos cariñosos.
Sin dudas, todos pensarían que eran novios.
Ella no pensaba corregirlos.
Menos, cuando la situación traía miles de mariposas volando en su estómago, y una sensación dulce y cálida crecía en ella más y más.
Ese día había sido pesado, cada vez tenía mas libros para estudiar, pero se dijo que en pocas horas iba a poder estar en su casa, rodeada por su familia. Como necesitaba eso.
Si bien, su pelea con David, casi hace que desistiera de sus planes de regresar a Córdoba por el fin de semana, se dijo que él no valía la pena. Necesitaba ver a los suyos, David se podía ir al infierno.
No le había dicho a Pedro que se iba. En realidad, lo había pensado desde que sacó el pasaje. Pero dudaba. Era el tipo de relación en donde se tenían que decir esas cosas?
Dar explicaciones? No. De hecho no habían quedado en verse…
Pero algo la hacía pensar que las cosas entre ellos habían cambiado.
Sin dar más vueltas, apenas llegó del trabajo, buscó al modelito en su celular, y lo llamó.
—Barbie? —
—Hola, cómo estas? — le dijo ella con la voz bajita.
—Bien, vos? Todo bien? — preguntó extrañado, tratando de hacer memoria por si había quedado en llamarla, pero no. Se acordaría.
—Si, disculpá que te moleste. — le dijo ella, nerviosa.
—No me molestas. Me sorprendió tu llamada nomás.
—Mmm…en realidad te llamaba para contarte que este fin de semana me voy a Córdoba. Y, nada…quería que supieras, nada más…—se daba golpes en la cabeza con el marco de la puerta.
Y ahora se daba cuenta de que había sido una pavada llamarlo. Qué le importaba a él? No es que le hubiera preguntado que iba a hacer… ohh…Dios…que hable, que diga algo…—pensó.
Pedro, del otro lado de la línea rió apenas.
—Gracias por avisarme, hermosa. La verdad es que me hubiera encantado verte este fin de semana. Pero bueno, nos podemos ver en otro momento.
Paula sonrió y dejó de golpearse.
—Si, me voy dos días, vuelvo el lunes para ir directamente a clases.
—Si querés, después de clases, te puedo buscar para almorzar. — dijo él.
****
Había sido un impulso, y había quedado como un desesperado. Qué le pasaba? Respiró profundo, esperando que ella le contestara de una vez.
—Me parece bien. Te veo ahí, entonces. Salgo a la 1.
—Dale, que tengas buen viaje Barbie. — le dijo bajando un poco la voz.
—Gracias, Pedro… — le respondió ella mordiéndose los labios. De repente le habían dado muchas ganas de estar con él.
—Chau, nos vemos. Un beso..
—Un beso..
Pedro se rió.
—Cortá, Barbie…
Ella también se rió.
—Cortá vos…
—No quiero.
—Yo tampoco.
Silencio.
—Te tenés que levantar muy temprano? Porque si no, nos podemos ver un rato Barbie…
El ya no sabía ni que hacía. Lo único que sabía es que tenía ganas de verla, aunque fuera para darle un beso.
—No hice la valija todavía — dijo ella lamentándose.
—Son casi las 10 de la noche, Barbie. No vas a dormir nada, anda a hacerla. No te entretengo más.
—Mmm…bueno. Besos Ken.
—Besos Barbie…portate bien en Córdoba. — le dijo, y cortó.
Puso los ojos en blanco. Se hubiera dado cachetadas por ese último comentario.
Pero estaba demasiado inquieto. Ella se iba a Córdoba. A ver a su ex. Los celos amenazaban con volver a aparecer.
Le había prometido que se comportaría…pero ya sabía por adelantado, que no dormiría tranquilo hasta el lunes.