domingo, 8 de noviembre de 2015

CAPITULO 12




Ahora sonaba una de esas típicas canciones de electrónica. 


Ella, solo podía percatarse de cómo todo parecía moverse en cámara lenta por las luces. Tenía mucho calor, las manos de Pedro paseaban por su espalda. Tenía las manos calientes también.


Suponía un gran esfuerzo ver algo en esa oscuridad y con esa multitud de gente a su alrededor. Le pareció ver a Flor a lo lejos, que le hacía algún gesto, sin entender porque estaba con el modelo, le pareció.


Ella cerró los ojos, porque le costaba pensar y las luces la mareaban.


Pedro, que a veces mientras bailaba, se tambaleaba y casi los hacía perder el equilibrio, se reía en su oído. Esto la hacia reír.


Cuando entreabrió los ojos, notó como Pedro le decía algo, pero no podía escucharlo. Entonces acercó su cabeza para preguntarle al oído.


El, al ver que ella acercaba la cabeza, se le adelantó y tomándola por los costados de la cara la besó.


Paula abrió los ojos y vio como Pedro la agarraba y la besaba. 


Estaba demasiado borracha, y no le importaba nada. Cerró los ojos y se apretó más a él.


Pedro, apenas caminando derecho, la agarró de la mano y empujando a todos los que estaban en su camino, la dirigió a una de las habitaciones.


Paula pensó que era así como había conocido a Marcos, y sonrió.


Pero ahora estaba yendo con Ken. Y él la había besado. La sangre se le subía a la cabeza y su corazón se le agolpaba en la garganta.


Al llegar al cuarto, Pedro trabó la puerta y abrazándola volvió a buscar sus labios.


Ella sin poder pensar en lo que hacía, lo agarraba por el cuello, enredaba sus dedos en su pelo. Un pelo suave y cuidado. Más cuidado que el de ella. Esto la hacia reír.


Pedro también se reía. Y entre tanto beso y risas no paraban de tropezarse y chocarse entre ellos.


De un tirón Pedro agarró la remera de Pau por el dobladillo y la hizo volar por la habitación. Esto los hizo estallar en carcajadas.



****

El, estaba confundido por el alcohol, pero no podía parar de besar a esta chica que se reía por todo.


No podía evitar contagiarse y reía, reía sin preocuparse por poses ni apariencias. Le daba lo mismo porque se sentía cómodo, como pocas veces. Como nunca.


De fondo llegaba la música que se escuchaba en la sala.



****


Ella, imitando lo que él había hecho antes, quiso sacarle la camisa por debajo. Pero obviamente no pudo porque tenía botones.


Tras hacer un puchero, miró de cerca los botones y de un certero tirón, le desprendió la camisa haciendo volar los botones. Tentados de la risa los dos, se seguían comiendo a besos.



****


El, la tiró en la cama y le seguía dando besos por el cuello, la mandíbula, el pecho. Ella era suave, y olía muy bien.



****


El, besaba tan bien. Y entre tanta risita, le hacia sentir cosquillas por todo el cuerpo.


Pedro se sacó el pantalón, los zapatos y buscó de nuevo su boca, mientras le sacaba el pantalón a ella.


Quería ponerse encima, pero se caía para un costado mareándose, y perdiendo el equilibrio. Era molesto y frustrante. Así que se rindió y se puso de costado a ella, mientras la seguía besando.


A Paula, le encantó sentirse en los brazos del modelito. Sus besos le hacían reaccionar hasta el mas mínimo nervio del cuerpo.


Pero al estar acostada, enseguida hizo que le entrara sueñito. Los dos hacían un esfuerzo por no caerse, y entre tanta risa, estaban agotados.


Cerrando los ojos, como venían haciendo, se abrazaron. 


Ella, apoyó la cabeza en el pecho de Pedro y de a poco los dos se quedaron dormidos.


Como si se hubiera apagado la tele, los dos quedaron total y profundamente dormidos.


El sol empezó a entrar por la ventana y les hizo achinar los ojos. El dolor de cabeza que tenían era comparable a un martillo hidráulico en las sienes.


Paula miró su celular, eran las 8 de la mañana. Se habían quedado dormidos.


La fiesta afuera seguía como si fueran las 2. De a poco se dio vuelta y vio que Pedro estaba tratando de abrir los ojos, pero le costaba horrores.


—Auu — decía.


Paula lo miró y no pudo contener la risa. Pero, que les había pasado? Se habían quedado dormidos como si les hubieran dado golpes hasta dejarlos inconscientes. Su cabeza le daba vueltas, y le dolía.


Pero aun así le parecía tristísima la situación. Cuando se empezaron a besar, parecía que se iban a comer el uno al otro. Y lo único que habían hecho era dormir abrazados.



****


El, que había logrado entreabrir un ojo, la miraba con curiosidad. Ella se peinaba con los dedos, poniéndose el pelo detrás de las orejas. Estaba hermosa con el maquillaje corrido y con esa sonrisa que no se le borraba, ni con la resaca que debía tener. Nunca había visto a alguien tan…natural.


La mayoría de las chicas con las que estaba, por no decir todas, estaban siempre tan preocupadas por su apariencia…estaba casi seguro que nunca las había visto sin maquillaje.



****


Paula, lo miraba y tuvo que romper el silencio. El la miraba como si fuera de otro planeta. Pobre chico, capaz no se acordaba de lo sucedido la noche anterior, y pensaba que había terminado haciendo quien sabe que, con esta chica que ahora estaba a su lado, con pelos de loca y sin poder parar de reírse.


—Hola — le dijo moviendo una mano.


—Hola — le contestó como pudo, con la voz muy ronca.


Pobre modelito, Pau rió e hizo un gesto de uhh con la boca, al escuchar la voz que tenía. Habían tomado mucho anoche.


—Y me siento igual que como sueno — dijo tapándose la cara.


—Querés que te traiga un café? Una aspirina?


—No no, gracias. Te invito a desayunar, blondie.


—Esta bien, no tenés que…no hicimos…yo estoy bien. Además te sentís mal y no…


De repente estaba nerviosa. No sabía como decirle que no había pasado nada esa noche. Y que no tenía ninguna obligación de invitarla, que era lo que seguro hacía con todas las chicas con las que estaba. No sabía como era el procedimiento en estos casos. Era nuevo para ella. Solo dos veces había pasado la noche con alguien que no fuera su novio. Una, con Marcos, y no habían dormido juntos si quiera. Y otra, con él. Pero ella se había ido casi corriendo del lugar. Pero también era diferente, porque ni un beso se habían dado.


Pedro se rió, aun tapado por su mano. Y suspiró mientras trataba de sentarse la abrazó por la cintura.


—Blondie, uno, se que no hicimos nada. Nos quedamos dormidos, estábamos…mal. — se volvieron a reír.
—Dos, perdón. Estaba mareado y me dormí. Perdón. — esta vez fue ella la que sonrió. El sonrió pero mirándola un poco avergonzado.
—Tres, te quiero invitar. Cuatro, me va a hacer bien comer algo.


Tuvo que creerle eso último. Le estaba costando mirar la ventana, se seguía apretando con el pulgar y el índice entre los ojos.


Asintió y sonrió. Tenerlo tan cerca, en esa situación, después de haber dormido con el por segunda vez, le nublaba la razón. Lo tenía tan cerca. Si él se hubiera sentido mejor, lo hubiera besado. Aunque no estaba segura de que eso a él le hubiera gustado.


Se estaban vistiendo, cuando Pedro poniéndose la camisa se la quiso cerrar y no pudo.


Cuando se fijó no le quedaba un botón en su lugar a la camisa. La miró confundido levantando una ceja.


—Bueno, eso era algo que no me imaginaba de vos, blondie.
Su comentario los hizo reír.


—Chelo tiene que tener ropa en esta habitación, busquemos algo y después le devolvés.


Encontraron unas remeras, en seguida se puso una de color gris.


Hacía que sus ojos parecieran de color azul oscuro.


Solamente con mirarlo se le secaba la boca. Todavía tenía los labios hinchados por los besos de ayer. 


Inconscientemente se paso un dedo por la boca. Quería que la besara.



****


El también la miraba. Miraba primero sus ojos, y después a los labios. Estaría pensando lo mismo?


Se obligó a recordar con quien estaba. El modelito que cada noche tenía una nueva chica. Ella era una más. No tenía que hacerse ilusiones. De todas formas, ella ahora solamente quería divertirse. Y él quería lo mismo. No?


Se sintió confundida y ofuscada, se acordó de la charla que había tenido con Marcos. Cuando sufría por David, y después le había confesado que le gustaba Pedro. El le había dicho que salía de un pirata, para estar con uno peor. Si hasta su amiga Flor, que conocía gente como él, se lo había dicho.


Así que miró para otro lado, terminándose de cambiar y se dispuso a salir de la habitación para no darle mas vueltas al asunto. Se tenía que relajar.


Cuando estaban a punto de destrabar la puerta, Pedro se acercó a ella, y tomándola de la cintura, acercó su boca a la de ella y la besó. Un beso tierno y lento.


Paula, que se había quedado quieta por la sorpresa, levantó las manos y pasó los brazos por el cuello de él, acercándolo y disfrutando de esa boca que había estado admirando antes.


El beso fue cambiando y se volvió mas profundo. Sus respiraciones mas rápidas. Como si quisieran más. Que de hecho, querían.


Pedro le pasaba las manos por debajo de la remera en la espalda, y buscaba a tientas, desprenderle el corpiño.


Pero no sabía por que, Paula lo frenó. Se separó de a poco de él.


—Creo que nos haría bien desayunar.


—Si. Es verdad.



****


Aunque él estaba de acuerdo, estaba confundido. Tampoco estaba acostumbrado a que lo rechazaran. Seguramente, pensó, ella se sentía mal, o tenía resaca. No se lo iba a tomar como algo personal. Después de todo, él había sentido como ella respondía a sus besos y a sus caricias.



****


Salieron del departamento sin saludar a nadie, Paula notó de todas formas, que sus amigas ya no estaban. Caminaron dos cuadras y eligieron sentarse en un bar chiquito que quedaba cerca para desayunar.


La charla era tranquila, de cosas triviales, como la noche anterior. Ningúno hizo mención a lo que casi pasa entre ellos, ni sobre el hecho de que habían pasado la noche juntos, otra vez. Era como el gran elefante en la sala. No hablaban de ello, pero estaba ahí.


—Yo te conté anoche porque vine a vivir a Bs As, ahora estaría bueno, que me cuentes vos porque estás acá.


—Para estudiar fotografía.


—Y para eso te mudaste a otra provincia…?


Pedro le preguntó eso ladeando la cabeza hacia un costado.


 No era suficiente explicación.


—Y porque necesitaba distancia de muchas cosas que me pasaron…de mucha gente…


—Un novio. — dijo él, y no era una pregunta.


—Si. Un ex novio. — le contestó, y sin saber por que, desvió la mirada.


Se hizo un silencio incómodo que se interrumpió con el celular de Paula que empezó a sonar.


Era Marcos.


—Hola morocho.


—Hola rubia. Cómo estás? Cómo te fue anoche con el pesado de tu jefe?


—Bien, gracias. Después te cuento bien. — le contestó incomoda porque Pedro la miraba.


—No podés hablar? No me digas que te fuiste con el pibe que…—empezó a decir su amigo, pero ella lo cortó antes de que Pedro escuchara.


—Después hablamos, besito. — del otro lado se escucharon unas risotadas antes de cortar.


Paula sonrió, como si nada y se llevó la taza de café a la boca, para disimular lo colorada que se había puesto. Ya sabía lo que le esperaba más tarde cuando viera a su amigo.


Pedro hizo lo mismo, y se quedaron los dos con la mirada perdida y de nuevo en silencio hasta que él habló.


—Y seguís en contacto con él? Las cosas quedaron bien?


Las preguntas la confundieron, porque ya se había olvidado que habían estado hablando de David.


Casi estuvo a punto de preguntar ¿Con quién?


—Ehm… si. En realidad no habían quedado bien. Pero hace unos días viajé a Córdoba, lo vi…y… —pero Pedro no la dejó terminar de hablar.


Como si nada le cambió de tema.


—Y te gusta la facu?


—Si, es hermosa. Y además me tocaron profesores que son, los mejores. Yo había leído de ellos, o había visto sus trabajos en revistas, o en muestras, y ahora aprender de ellos es…



****


Pedro la miraba y la escuchaba prestándole mucha atención. Realmente se notaba que le apasionaba de verdad la fotografía. No pudo evitar preguntarse, si era así de apasionada para todo…


Ella hablaba, y sin darse cuenta se mordía los labios, hacía gestos con las manos, abría los ojos como una niña pequeña. Era muy graciosa.


El tenía por costumbre conocer a una chica, hasta el nombre, con suerte. Y ahora estaba charlando con ella de temas íntimos, y no había pasado nada entre ellos.


El tenía ganas de que eso cambiara. De hecho, estaba decidido a cambiarlo. Desde que ella esa mañana le había dicho que no, se había tornado un desafío. Se sentía atraído.


Ya la había visto muchas veces, en eventos, por la calle, y siempre le gustaba como ella se movía, como bailaba.


Se daba cuenta también de que no era como las modelitos como las que el salía. Era igual o mas hermosa que ellas, pero era otro tipo de chica. Era interesante. El tipo de chica que tiene novios, no… cosas de una noche. Que era lo que él hacía.


Por eso es que no se le había acercado nunca.


Hasta que la empezó a observar, con un chico distinto en cada fiesta. Eso le hizo pensar que tal vez, la había prejuzgado.


Y anoche se había divertido como hacía mucho que no se divertía.


Pensó que, siguiendo sus reglas, después de estar con ella, ya no volvería a salir con ella. Torció el gesto. Bueno, capaz podía ser algo de varias noches.



****


Paula hablaba, y le contaba todas las cosas que había hecho hasta ahora en el campo de la fotografía, en Bs As, y en Córdoba. Le contó de su escuela, él le preguntaba de todo y la dejaba hablar todo a ella mientras él la miraba sin acotar nada.


Cuando terminaron de desayunar se levantaron y se fueron caminando aprovechando que el día estaba fresquito y el sol ya brillaba.


—Esta noche hago una fiesta en mi casa. Uno de mis amigos se vuelve a Londres y le hacemos la despedida. Estaría bueno que vengan. — le dijo.


A Paula, le sorprendió la invitación, sobretodo la manera en la que el había dicho “vengan“, refiriéndose no solo a ella, si no a sus amigas también.


—Dale, Flor va seguro. Y con las chicas tengo que hablar. Marcos, si le digo, va también.


—Marcos es el chico que sale con Coty?


—Si, ese.


Silencio.


—Cuando te conocí, pensé que era tu novio.


—Si, me lo dicen mucho. No, es mi amigo nada más.


Y siguieron caminando, hasta que llegaron al departamento de Paula.


—Te veo esta noche. — le dijo Pedro


—Dale, nos vemos.


Y cuando Paula se acercó para darle un beso en la mejilla para despedirse, Pedro la tomó del rostro y le besó los labios.


Un beso fuerte y rápido que la dejó acalorada.


Pedro, sabiendo perfectamente lo que hacía, y lo que le hacía a ella, levantó una ceja, sonrió y se fue.






CAPITULO 11




Repasó nuevamente lo que se iba a poner. Quería lucir desestructurada, moderna y a la moda, estaba yendo a un lugar donde todo eso, era más que importante. También, quería parecer profesional, así que se puso sus mejores calzas y borcegos con una remera con recortes que había comprado con Flor.


En el pelo, se ató una colita alta y se la sujetó con un moño.


Cámara en mano, se dispuso a salir. No le hacía falta, pero de todas formas, siempre estaba con ella. Dándole fuerzas.


El estudio, quedaba a 3 cuadras de su departamento. La verdad es que era por donde se lo mirara, una estupenda oportunidad.


Su amiga Flor, iba a ir mas tarde, tenía que pasar a retocarse las uñas, antes de las fotos.


Así que Paula, entró sola. El lugar, parecía una fabrica vieja, de ladrillo visto y muchos ventanales.


Por dentro, era despojado y estaba lleno de elementos y materiales de un estudio profesional.


Paula estaba alucinada. El solo hecho de estar allí, ya era magnífico. Iba a aprender si o si.


Todos parecían estar ocupados en algo. Y ella, no sabía a quien dirigirse. Así que se acerco a donde estaban las luces, y se puso a mirar el resto de las pantallas que servían para reflectarlas.


Nunca había visto estas cosas de cerca.


Un hombre alto y moreno se le acercó. Llevaba una remera negra y chupines del mismo color, su pelo tenía un corte de moda, un poco hipster, pensó.


Este se presentó como Eduardo, y le indicó, lo que tenía que hacer hoy. Básicamente sostener las pantallas y ayudarle a definir la iluminación de reflectores y flashes.


Ella estaba un poco asustada, porque todo era muy en serio. 


No un trabajo práctico de la facultad, ni las sesiones que hacia de manera amateur, aquí, era un trabajo de verdad. Donde mucha gente estaba dependiendo del resultado.


Eduardo, el fotógrafo, la tranquilizó dándose cuenta de su estado y le dijo que él la iba a ayudar y le iba a enseñar lo que necesitara. Porque él, necesitaba su asistencia. Era una época donde todos estaban de vacaciones, pero el trabajo no paraba.


Cuando le explicó la modalidad de las fotos, y le mostró bocetos de lo quería lograr, Paula sintió que estaba en el cielo.


Con un par de fotos, tenían que reflejar la imagen de una empresa de indumentaria femenina que estaba renovando su imagen. La compañía pretendía abarcar otros públicos y era fundamental refrescar la gráfica.


Ella nunca se hubiera imaginado lo complejas que eran las producciones de moda. Había subestimado, de alguna manera el rubro. Y la verdad, es que se dio cuenta de que lo que el fotógrafo hacía, podía compararse con lo que hace un escritor, o los pintores. Era arte.


A la hora, llegaron las modelos y las maquillaron. Eduardo sugirió algunos tips, porque nadie sabía más que él, como necesitaba que la piel de las modelos luciera.


Paula, vió llegar a Flor, que la saludó rápido mientras se terminaba una manzana.


Cuando las modelos estuvieron listas, se realizaron miles de pruebas de luz, en donde Paula, encantada, cambiaba de pantalla a pantalla, para ver que resultados y efectos se lograban con una y con otra.


Cuando le tocó posar a Flor, Paula, se sorprendió de cómo su amiga, se tomaba en serio su trabajo.


Cambió totalmente su actitud. No parecía la Flor que ella conocía. Esta chica, era super segura y sexy.


Miraba la cámara, separaba los labios, los hinchaba para las fotos, marcaba los huesos.


Ninguna foto era mala. No sabía sinceramente como iba a hacer Eduardo luego, para elegir entre las mejores para la campaña. Desde donde ella lo veía, todas las fotos eran perfectas.


A las 2 horas, ya habían terminado las tomas que querían hacer ese día. Todavía faltaban otro par, pero querían hacerlo en exteriores, y era muy tarde para eso ahora. Las necesitaban de día.


Eduardo felicitó a Paula por su colaboración, aunque de verdad, no había hecho mucho, pero agradeció los cumplidos y le aseguró que para ella, estar ahí, significaba muchísimo.


Sonriendo, Eduardo, les dijo a ella y a las modelos que si querían ir a lo de su amigo Chelo, hoy daba una de sus fiestas conocidas.


Todas aceptaron al instante, pero Pau, tuvo que decir que no.


Conocía las fiestas de Chelo, y ella tenía clases los jueves. 


Imposible.


Les dijo que otro día, encantada. Y aunque Eduardo, la miró un poco decepcionado, la dejó ir. Paula le había caído bien, y tenía ganas de seguir charlando con ella. Era una esponja, que no paraba de aprender cosas nuevas, y ese entusiasmo le gustaba.


Llegó a su casa, sintiendo que volaba.


Había encontrado su lugar en el mundo.


Cenó mientras veía tele sin mirar, y se conectaba a Facebook. Le sorprendió ver que tenía una solicitud de amistad de David. Y ahora este que se proponía? Ella dudó.


Debía aceptarlo? Habían quedado las cosas bien. Habían hablado, ella le dijo que con el tiempo podrían ser amigos. Pero le pareció muy pronto.


A riesgo de que el se molestara, declinó la invitación y cerró su computadora.


Vió en su celular, que todos le habían deseado buena suerte en su trabajo. Tenía uno nuevo de Flor, que le decía que la fiesta de Chelo estaba buenísima. Incluso Marcos había ido. 


Tenía la semana libre y quería ver a Coty. Se rió. Esos dos iban a terminar juntos, y la idea le encantaba. El era su amigo, y le gustaba que se sintiera feliz.


Esa noche, se durmió con una sonrisa en los labios.


Su siguiente jornada laboral, fue igual de satisfactoria. 


Habían hecho las fotos en un parque que quedaba a unas cuadras del estudio y de su departamento, y ella, orgullosa, podía decir que se había encargado en gran medida del traslado del material.


Ese día, si aceptó salir a tomar algo con el equipo. Después de todo los viernes rara vez cursaba, así que podía levantarse a la hora que quisiera.


Se encaminaron a la fiesta que esa noche era EL dato. Ahí había que estar, porque iban a estar TODOS. A Paula siempre le daba risa esa manera de expresarse de sus amigas modelos, y la verdad es que siempre terminaba pasándosela muy bien.


No se sorprendió en encontrar a toda la misma gente que siempre se encontraba, en ese tipo de eventos. Todos modelos, todos productores, todos agentes, gente del palo.


Marcos, que estaba, para sorpresa de Paula, de la mano de Coty, la vió y rápidamente se acercó para darle un cálido abrazo. El gesto no molesto a Coty, que conocía la relación de ellos dos, pero si atrajo alguna que otra mirada en la sala. 


En especial, de su nuevo jefe Eduardo.


Todos se acercaron a las barras y entre trago y trago, la fiesta empezó a ponerse mejor.


Como ya era costumbre, Paula bailó con Marcos dos o tres canciones, de esa manera que más les gustaba.


Eduardo, al ver como se movía su asistente, no pudo evitar sonreír. Parecía tan tímida en el trabajo, pero bailaba tan libremente. Se sabía mover.


Se sintió atraído por esa chica rubia.


Sin pensarlo más, la agarró por la mano y empezó a bailar con ella, también. Sonaba una canción de Flor Rida y Pitbull, que tenía un ritmo pegajoso, y hacía que ella moviera sus caderas y cerrara los ojos.


La noche fue avanzando y Paula se dio cuenta, que como siempre le pasaba si no cenaba, sentía la cabeza mas liviana.


Ese era su primer llamado de atención, a partir de ahora no tomaba más.


De todas formas, ya estaba desinhibida, y con algunas burbujitas de más, que la hacían sonreír.


Su jefe estaba igual, o peor que ella. El ambiente de la moda era mas informal que otros, y por eso era de lo más normal que ella estuviera bailando con él, aunque fuera su jefe.


La tenía sujeta de las manos y bailaba haciéndole chistes.


Ella también sabía, por lo que le habían contado sus amigas modelos, que era casi una costumbre los romances laborales. Casi una regla. Después de todo, pasaban tanto tiempo juntos, y toda esa gente linda, todo el tiempo…


Paula podía entenderlo, pero no lo compartía. Para ella, su trabajo y su carrera eran algo sagrado que no estaba dispuesta a arruinar.


Por eso, sabía que si llegaba el momento, iba a tener que frenar a su mas que amistoso fotógrafo, que ahora se acercaba y la tomaba por la cintura.


Ella sintió como toda la sangre le subía por la cabeza. No era un buen comienzo, y trabajar con él, se iba a poner muy incómodo si lo rechazaba directamente, y él quedaba en evidencia.


Así que, como pudo se separo de él, diciéndole que necesitaba ir al baño, y salió huyendo de ahí.



****


Sin dudarlo, agarró su celular cuando llegó al baño. Le mandó un mensaje a Marcos, su amigo, para que la salvara.


“Necesito que me saques de encima a mi jefe, morocho. No quiero que me echen, y se esta poniendo pesadito”


No pasaron ni dos minutos y el celular le vibró con la respuesta.


“Pau, con Coty nos fuimos de la fiesta. Querés que te vaya a buscar?”


Paula sonrió pensando a donde se habían ido esos dos, y no le dio el corazón para arruinarle sus planes, así que mintió.


“No me puedo ir. Me tengo que quedar porque me tienen que presentar un fotógrafo re importante, y los contactos sirven“.


Tendría que buscar un taxi. A esa hora. Difícil.


Y le mandó otro así se quedaba tranquilo.


“Me voy a quedar con las modelos sentada, así no tengo que bailar con él y en un rato me voy”


El, poco convencido con lo que su amiga le contaba y un poco preocupado, le dijo:
“Rubia, vos seguí bailando como hacías, ya te lo soluciono. Confiá en mi. ”


Pensó en contestarle, pero no quería seguir molestándolos.


Así que salió del baño y se dispuso a seguir bailando.


Su jefe, ni lerdo ni perezoso, se le acercó y de nuevo la tenía donde el quería.


En ese momento, vio que alguien se acercaba y se quedó de piedra cuando vio a su modelito, Ken parado a su lado.


El no parecía sorprendido como ella. De hecho la miró con gesto dulce, tiró de su mano y tras pasarle el brazo por los hombros con confianza, dijo en un perfecto español:
—Hola hermosa, disculpá que llegue tarde, tenía trabajo. — miró a quien la acompañaba que se había quedado con los ojos abiertos como platos.


Paula, pensó en que Ken era amigo de Coty, que estaba con su amigo Marcos en este momento. Lo habían mandado al modelito, nada menos, para salvarla.


Ella le siguió el juego y no lo soltó. Pero estaba tan impactada por sus modos cariñosos y su familiaridad que se bloqueó y no pudo decir nada.


Miraba a Ken, después a Eduardo, y de nuevo a Ken.


Después de un silencio, Eduardo se presentó. El se había quedado bloqueado, y a pesar que se disgustó porque su asistente estuviera con alguien, tenía que ser amable. El conocía a ese modelo, y sabía que no podía ser grosero con él.


—Eduardo, trabajo con Paula.


—Pedro, el novio de Paula. — se apuró a decir su Ken.


Pedro. Era la primera vez que ella escuchaba su nombre. Le encantó. Era otra de las cosas de él que la hechizaba.


Entendiendo lo que el novio de su asistente le daba a entender, por la manera en la que la tenía tomada, y por como había dicho “el novio”, a Eduardo le quedó claro, que tenía que irse. Los saludó y con una sonrisa desapareció.


Paula, que todavía estaba tratando de acordarse como respirar, miraba al modelito alucinada.


Novio. Era como si la palabra perdiera significado a medida que se la repetía más y más en la cabeza.


Si hubiera tenido la boca abierta, estaría babeando.


La canción cambió, ahora sonaba Feel so close, de Calvin Harris, que a ella le encantaba.


El modelo, que todavía la tenía agarrada, la hizo dar una vuelta y la agarro por la cintura. Se movieron despacio, siguiendo el ritmo de la música. Paula se sentía tan bien en ese momento, que ya no se acordaba de nada ni de nadie.


Cuando vio para arriba, vio que Pedro cerraba los ojos y se dejaba llevar cuando bailaba. Sonrió pensando que ella hacia exactamente lo mismo.


Así que sin dudarlo se entregó al momento, y lo siguió. Con los ojos cerrados y disfrutando de cómo se movían.


Pedro, la había sujetado por la cintura, pero a medida que la canción sonaba, sus manos se movían con confianza por su cuerpo. Acercaba su cara al cuello de Paula, y le tocaba el pelo.


Nadie hubiera dudado, que entre ellos existía cierta intimidad. Si Eduardo los estaba viendo, creería eso de que era el novio.


Por su cabeza pasó que esa noche él no estaba acompañado. Ella era la chica con la que él estaba, esa noche. Siguió sonriendo.


Cuando la canción volvió a cambiar, se separó un poco de él y le buscó los ojos. Se acercó a su oído y le dijo:
—Gracias.


—Por? — le preguntó


—Por salvarme, y por lo de la otra noche…


El le respondió con una sonrisa. Una sonrisa que la hizo derretir. Rápidamente, y para disimular, le cambió de tema.


—Me habías dicho que hablabas poquito español, pero lo hablas y pronuncias perfecto.


El se rió antes de responder.


—Viví en España dos años. Y la familia de mi papá, es argentina. Así que si, hablo muy bien español.


Esta vez fue ella la que sonrió. No habían dejado de bailar, aunque Eduardo ya no estaba por ningún lado. Sabía que Marcos, lo había mandado para que le sacara el pesado de encima, pero ahora que ya no estaba, no tenía por que estar con ella.


No tenía ganas de decirle nada, ni hacerle notar eso de lo que acababa de darse cuenta, no quería que se fuera.


El parecía estar pasándola bien.


Siguieron bailando un par de canciones mas, hasta que Pedro, tomándola de la mano la acercó a una de las barras. 


No se le escapó como todas las miradas iban hacia ellos.


Lo cierto, es que no era raro que el estuviera acompañado, pero nunca había sido con una chica… normal. Siempre modelos.


Compró un champagne para los dos, con dos copas y la siguió guiando por el lugar hasta los sillones.


Una vez ahí, le hizo señas para que se sentara a su lado y le sirvió la bebida.


—De donde conoces a Eduardo? — le preguntó Pedro de repente.


—Es mi jefe. Soy su asistente. — le contestó Pau mientras lo miraba tomar de su copa. Como había hecho ese día en el café.


—Y veo que no te gusta mucho… —dijo, mirándola divertido.


—Si. O sea, es muy buen fotógrafo. Estoy aprendiendo mucho con él, estoy re agradecida. Además es simpático.


—Pero no te gusta…gusta. — le dijo levantando una ceja.


—No me gusta…gusta. — le dijo ella — Además valoro mi trabajo y no voy a mezclarlo con…— y se frenó ahí pensando que había sido bastante clara.


El asintió como entendiendo y siguieron tomando. De a poco, la charla, se fue haciendo más fluida, y más relajada. Pedro le contó como había viajado por todo el mundo con su trabajo. Había empezado a modelar a los 14, y ahora tenía 24. Le contó por todas las pasarelas que había estado. Y
Paula no podía entender por que si podía trabajar para las primeras marcas mundiales, estaba en Argentina.


Le encantaba su país, pero en cuanto al mundo de la moda, tenía que reconocer que, estaban a años de ser lo que es, en otros países. Entonces le preguntó.


—Pero y qué haces en Argentina?


El pareció sorprenderse por la pregunta, pero aun así respondió.


—Por empezar, me encanta este país. Parte de mi familia vive acá. Y también, la agencia para la que trabajo, organiza intercambios. Como tengo experiencia, les estoy enseñando lo que se, a otros modelos que recién empiezan de Argentina, y de otros países. Es una buena oportunidad.


Paula asintió, mirándolo a los ojos. Esos ojos azules que la miraban, a pesar de su color, con mucha calidez. Se sentía cada vez mas cómoda con él.


Después de esa botella, le siguieron dos mas.


Paula y Pedro, ya no sabían muy bien de que estaban charlando, y la verdad era que les costaba tanto terminar las frases, que volvieron a bailar.