sábado, 7 de noviembre de 2015
CAPITULO 9
Esa mañana del viernes se levantó, y, ahora mas lúcida, pudo tomar dimensión de lo que iba a hacer ese día. Le entró pánico.
Ya no podía dar marcha atrás, él iría a buscarla a su casa si ella no iba.
Y la charla era necesaria. Pero cómo iba a poder?
Volver a verlo, tenerlo cerca. Seguramente él no se la iba a poner fácil.
Miró el celular y le mandó un mensaje a Marcos, contándole lo que iba a hacer.
A los 5 minutos el celular le sonó. Marcos.
—Rubia, que hiciste? Cómo que lo vas a ver a tu ex? No te puedo dejar ni dos segundos sola en Córdoba?
—No, no podes. Pero la idea no es verlo para volver con él. Es para explicarle que ya no quiero que me moleste.
—Además acordáte que estas de novia, rubia. No me vayas a engañar, eh?
Paula rió.
—Que lindo que me llamaste y me hiciste reír un rato. Me estaba poniendo histérica. Qué haces despierto tan temprano?
—Tranqui corazón. Salí a correr. Tengo el finde libre. Es más, tengo toda la semana libre.
—Que lindo, sacá muchas fotos por mí.
—Y si voy a visitarte? Y me haces vos de guía turística, para variar?
—En serio me decís? Mirá que ya estoy sacando el colchón para que te quedes, eh?
—Jajaja no te hagas drama, me quedaría en un hotel. Desde que soy chico no voy a Córdoba, y cuando fui, fui a las Sierras. Quiero conocer la capital.
—Y vení!! Yo me quedo hasta el domingo. Sabes como llegar en auto?
—Si, no te hagas drama. Mañana voy entonces y nos volvemos juntos el domingo.
—Ey, quédate en casa. No hay drama por mis viejos, eh? Es verano, no vas a encontrar ningún hotel en tan poco tiempo.
—No había pensado en eso, la verdad.
—Todo dicho, te quedas en casa. Avisame cuando salgas para acá.
Ahora, con mas alegría, se dispuso a preparar ropa para su encuentro de hoy, con David.
Cuando terminó, desayunó en familia. Y hasta que se hizo la hora de irse, no se movió de su casa.
Disfrutando de la rutina de un viernes de vacaciones.
Todos estaban en casa para estar con ella. Le prepararon sus comidas favoritas, y su mamá le ofreció lavarle toda la ropa que tenía sucia.
A cada rato, miraba el celular para ver la hora.
Una vez bañada, vestida y con el pelo arreglado, ya no le quedaba otra, que irse al encuentro con su ex.
Caminó esas pocas cuadras bajo el calor del sol del día de verano en plena Nueva Córdoba.
Se sentía segura de lo que tenía que decirle. Lo había ensayado todo el día. En cierta forma, se sentía segura de su aspecto también.
La ultima vez que lo había visto, era un lío. Su pelo estaba horrible, y estaba mas gorda, y se vestía como…como siempre se había vestido.
Gracias a la ayuda de Flor, su amiga modelo, había mejorado bastante. Ahora tenía el pelo con un corte de moda, y rubio platinado. Así, se había ganado el apodo de su nuevo amigo Marcos. La rubia.
Blondie.. Barbie… y así como así, su modelito, estuvo de nuevo en su mente.
Qué estaría haciendo? Que lejos estaban.
Se dio cuenta de que siempre daba por sentado que por más de que no sabía nada de él, contaba con que en las fiestas a las que iba, siempre lo veía.
Pero ahora, a kilómetros de distancia, era imposible. Notó la decepción que eso le hacia sentir.
Tenía ganas de verlo. Y seguir el jueguito que habían empezado. De mirarse. Se conformaba con eso
solamente.
Y mientras llegaba al punto de encuentro, se distrajo imaginando como sería verlo a su modelito nuevamente. Se imaginó como sería bailar con el de nuevo… despertarse en su cama. Su cara de dormido…
Pero entonces lo vió.
Su ex, David. Sentado en uno de los bancos. Buscando a alguien con la mirada.
Ella tuvo que llegar a su lado para que la reconociera. Eso le gustó.
Pudo disfrutar desde cerca, de su cara mientras reaccionaba.
Los ojos se le abrieron, las cejas se le levantaron, y hasta se puso nervioso.
Así me gusta, pensó ella.
—Paula? Casi no te reconozco con… Qué te pasó…? Estas… Y no pareces…
—No parezco yo? — dijo sonriendo.
—Si, sos vos. Estas hermosa. Muy hermosa.
—Gracias, vos también. Estas mas flaco.
Estaba mas lindo que nunca. Se había afeitado. Y era raro verlo así en vacaciones. Se enterneció, pensando que se había tomado tantas molestias para verla a ella. Se lo imaginó vistiéndose, y arreglándose. Se le derritió un poquito el enojo.
Los dos, muy nerviosos e incómodos buscaron algún lugar con sombra para sentarse. Eligieron unos bancos de la galería que estaban frescos.
Después de que hablaron un rato de cosas triviales, como el clima, y como estaba Córdoba ahora que había vuelto, empezaron realmente a hablar.
—Por que te fuiste antes Pau? Podríamos haber hablado.
—Necesitaba irme. Me hizo bien. Tenés razón, podríamos haber hablado, pero no me contestabas.
Y así como así, Paula se olvido de los lindos pensamientos que estaba teniendo, y la inundó la bronca que había sentido esos meses. No quería pelear. No venía para eso.
—Mira David. No quiero pelear. Vine a que hablemos.
—Si, yo también quiero hablar. Se que es tarde, pero te quiero explicar… con Nadia no..
—No quiero saber nada de eso.
—Pero quiero explicarte para que me perdones.
—Ya estás perdonado.
—En serio, amor?
—En serio. Te perdoné, porque entendí que yo no soy tu dueña, vos sos como sos. Me equivoqué pensando que ibas a cambiar.
—Entonces…?
—Entonces, te perdono. Pero no me voy a olvidar nunca de lo que pasó. Y no puedo volver a confiar en vos.
—Si me das oportunidad, puedo ganar tu confianza de nuevo. Todos estos meses fueron los peores.
Fueron dos años y una sola metida de pata, de la cual me arrepiento, muchísimo.
—No me interesa. Perdonáme, pero no me interesa.
—Te extraño. Te juro que te sigo queriendo como siempre. Se que vos también. La pasábamos tan bien juntos. Extraño charlar con vos. Te conozco, Pau..
—Con el tiempo, capaz podamos ser amigos. Pero no me interesa nada más David.
—Es por tu novio? Estas enganchada? Lo querés?
—No vine a hablar de él.
—Pero es por eso que no querés estar conmigo. Por eso es que te olvidaste de mi. De todo lo que vivimos. Ya no me querés mas?
Los ojos de David estaban rojos, y la voz le temblaba. Lo había visto llorar solo dos veces, y no podía soportarlo. Eran más fuertes las ganas que tenía de abrazarlo, que de matarlo por todo lo que le había hecho sufrir.
Él, se tapaba la cara con las manos, y se las pasaba por el pelo. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo para no demostrarle ninguna debilidad.
Era tan orgulloso.
Paula no podía abrazarlo ahora, porque sabía que de ahí a que todo se arruinara, eran segundos.
Así que hizo algo que si podía hacer, y le agarró la mano.
—Nunca me voy a olvidar de vos. Sabes que te quiero.
—Entonces por que no podemos estar juntos Paula?
—Porque no quiero volver a sufrir.
—Pero no voy a volver a hacer nada que te haga mal.
Ahora él le apretaba su mano y se la ponía en su cara. Paula podía sentir como toda esa determinación se esfumaba.
Todos los recuerdos la atacaban ante ese contacto físico.
Cómo había hecho para estar tanto tiempo sin tocarlo?
Hipnotizada por los ojos verdes del que había sido su primer y único amor, se estaba dejando ir.
Le estaba ganando la batalla.
Suspiró. Tiró de su mano, liberándose de su agarre y negó con la cabeza.
—Me lastimaste David. Me gustaría creerte, pero no puedo.
Y atacó con algo que sabia que el no iba a poder discutir.
—Además, como vos dijiste, ahora estoy con alguien. Y no voy a arruinar eso. Me estoy adaptando a una vida nueva, en una provincia nueva, no quiero más cosas.
—Ok. Ahora soy yo el que no quiere saber nada de eso. No me cuentes.
—En un tiempo, podemos volver a hablar y ser amigos. Yo te quiero un montón y me importás un montón todavía. Como pareja, no somos buenos. Acordáte de todas las peleas. De como te sacabas.
—Si, me acuerdo. Pero si te puedo tener de nuevo a mi lado, me banco eso mil veces.
Lo miró como pidiéndole por favor que se callara.
—Ya sé. No te lo voy a pedir más. Ya entendí.
—Queda todo bien entre nosotros, entonces?
—Todo bien, Pau.
Ahora mas relajados, pudieron seguir hablando de las cosas que siempre hablaban. Después de todo seguían teniendo mucha gente y gustos en común.
Mucho compartido.
Mas tranquila, a las 8, se fue a su casa, con la sensación de haber cumplido una misión.
Pero a la vez, sintiendo que de verdad, había cerrado uno de los capítulos mas hermosos de su vida. Y que ya nunca más lo iba a recuperar.
Habló con sus padres sobre la llegada de Marcos. Y lógicamente, después de asegurarles que no era un novio, ni un amiguito especial, pudo convencerlos de que lo dejaran dormir en su cuarto.
El le escribió, contándole que llegaba a Córdoba a las 11 de la mañana del sábado. Así que le pareció lo mejor irse a dormir temprano. Por si él se perdía y necesitaba explicarle como llegar a su casa.
Todo el estrés de la tarde, se aflojó de golpe, y ya se le cerraban los ojos mientras cenaba.
Esa mañana, se sintió mejor. Se incorporó en la cama y por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba en el camino a olvidarse y dejar atrás todo lo malo. Ya había dado el primer paso, que era dejar atrás a su ex.
Tenía adelante una vida más interesante, en Buenos Aires, con gente que la quería. Se sintió optimista y hasta emocionada.
Pensó en sus amigas modelos y en Marcos. Y se puso de mejor humor, en unas horas lo vería.
Pensó en el modelito. Verlo también estaba en su futuro, una vez que volviera a su nuevo hogar.
Eso la hacía sentir rara. Llevaba dos días sin verlo. Habría estado con alguna modelo? Como hacía de costumbre. Pero sin ella para estar mirándolo. Habría notado su ausencia?
Tenía que aceptarlo, el modelito le quemaba la cabeza.
Su forma de hablar. Esos ojos azules…mmm…
Aunque si alguien le hubiera preguntado, hubiera dicho que el modelito era un jugador, que le gustaba demasiado la fiesta, que era mujeriego por estar con tantas chicas distintas. Pero la verdad, es que lo que más le molestaba del asunto, es que ninguna de todas esas chicas era ella. Ni una sola vez ella.
Y otra vez, como hacía desde hace mucho, se imaginó como sería estar con el, como estaba con las modelitos, mientras se preparaba para recibir a Marcos.
Para las 12 del mediodía, sonó el portero del edificio y ya había llegado.
Paula le presentó a toda su familia. Su hermano y su papá, obviamente, ya lo conocían. A los dos les gustaba mucho el fútbol, y estaban emocionados de tener en casa a este jugador de primera.
A su mamá, le pareció un chico “amoroso” como ella siempre decía. Les había caído bien a todos.
Además, ayudaba que había llegado con dos docenas de empanadas, que había comprado en el camino.
Cuando Paula lo vió, fue corriendo a recibirlo. Marcos la abrazó como si hiciera tiempo que no se veían. La verdad es que ya estaba tan acostumbrada a verlo, que la idea de que había kilómetros separándolos, y todo lo sucedido el día anterior con su ex, le habían dejado una sensación amarga y lo extrañaba. Extrañaba su compañía. Y él se sentía protector de su amiga, podía presentir que ella lo
necesitaba.
Su familia que estaba presenciando ese saludo, intercambio algunas miradas perspicaces.
Ellos no conocían a Marcos, y no sabían que, por naturaleza, era sumamente cariñoso.
Después de que almorzaron, salieron solos a pasear. Así de paso se ponían al día.
Ella lo llevó al centro de Córdoba, que porque era sábado a la tarde, no había locales abiertos, más que bares. Pasearon por la zona colonial, y Paula, como una autentica guía, le contaba de los lugares que recorrían.
Cuando hicieron un descanso, se sentaron a tomar la merienda.
Ahí, Paula, le había podido contar lo que había sucedido con su ex.
—Que bueno, rubia. Fue lo mejor que podrías haber hecho.
—Si, pero casi caigo. Me estaba poniendo cara de sufrimiento y vos ya sabes.
—Pero aguantaste, ahora que se aguante él. Que embole no haber estado acá para verle la cara al gil ese.
—Jajaja la cara de cuando me vio al principio. Podes creer que no me reconoció?
—Que vea lo que se perdió. — le dijo guiñándole un ojo
Rieron.
Que bien le hacía hablar con su amigo. No le decía nada del otro mundo, pero el simple hecho de poder contarle todo, era tan liberador.
Aprovechó y le contó las cosas que le estaban pasando con el modelito.
—Uff…pero vos salís de un pirata, para engancharte con el rey de los piratas.
—Si, no?
—Si rubia. O sea, querés escuchar mi consejo?
—Por favor.
—Encáratelo, sacáte todas las ganas que tengas y aléjate rápido. Es más que evidente que el pibe de novio…nada.
—Pero mirá con las chicas que está. No se va a fijar en mi. Ni siquiera para estar una noche.
—Callaate Paula. Sos mas linda que muchas de esas modelos que están con él, y miles de veces más interesante. En todo caso, como te vas a fijar vos, en un huequito como él…
—Por algo nunca quiso nada. Oportunidades tuvo, varias. Estuve durmiendo con él. No hizo nada.
—Por ahí es muy caballero.
—Es hombre.
—Si, la verdad no se que decirte rubia. Si no te da bola, fue. Hay una fila de chabones con los que podes estar.
—Gracias.
—Coty lo conoce. Si querés te puedo sacar alguna información o hacerte la gamba.
—No, está bien. Me tendría que dejar de pensar en chicos así. Tenés razón.
—Salgamos a bailar hoy. Y si no encontras nada en Bs As, lo podes encontrar acá. O si no, nos divertimos y bailamos hasta que no demos mas.
—Siii, me hace falta todo eso que dijiste.
Y después de seguir paseando, se fueron a lo de Paula para prepararse para esa noche de sábado que se les presentaba con un calor infernal.
Paula, lo iba a llevar a conocer la zona del Chateau, porque sabía que le iba a gustar la música de esos lugares. No serían las fiestas súper exclusivas a las que iban en Buenos Aires, pero era un cambio de aire.
Marcos, llevó a Paula y a su familia a cenar a un restaurante donde hacían la mejor carne. Quedaba al frente de la cañada y eso hacía que comer afuera no los sofocara de calor.
El airecito que traía el río, era refrescante y la noche estaba divina. Vale se había cambiado de ropa, ya preparada para salir. Había llevado algunas cosas que había comprado con Flor, como una minifalda ajustada, con recortes de cuero y una remera sin espalda que antes, nunca se hubiera puesto.
Era impresionante, como un par de meses la habían cambiado tanto.
También ayudaba sentirse en confianza con la gente que la acompañaba.
Con su ex, todo era muy complicado. A ella siempre le había atraído lo inteligente que era, lo analítico. Pero ahora, pensándolo bien, siempre había sentido como también la analizaba a ella. Y nunca pudo soltarse, por miedo a su rechazo, o a que se burlara.
Parte de ese encanto, era esa mirada crítica que tenía para todo. Para absolutamente todo.
Marcos y sus amigas de Buenos Aires, la habían aceptado y ayudado a sentirse cómoda consigo misma. Sonrió al pensarlo.
CAPITULO 8
—Hola Cotu, que hacés?
—Hola chicos, espero que me sirvan otro trago, porque me muero de calor.
Paula, le apretó la mano a Marcos para que hablara con Coty.
Marcos puso los ojos en blanco, pero después le pregunto:
—Querés que pidamos un champagne? Lo vamos a tomar afuera que está más fresco.
—Dale, pedite 3 copas de paso
Paula miró como Coty revoleaba las pestañas cuando le hablaba a Marcos y dijo:
—No, pidan 2 nomás. Yo me quedo acá, tengo que saludar un par de personas todavía, después, en un rato los busco.
Y se perdió rápido en la multitud. Coty le gustaba para Marcos.
Era una típica modelito, pero también era de Córdoba, y le parecía buena mina.
Paseó por la fiesta, hasta que encontró a sus otras amigas y se puso a bailar.
Cerró los ojos y se dejó llevar. Entre todos los que bailaban, era tan fácil olvidarse de donde estaba. No era como ir a un boliche. Acá nadie empujaba, ni molestaba, todos bailaban con todos y a veces ni se miraban. La gran mayoría tenía los ojos cerrados.
Así le gustaba bailar a ella. No sentía que nadie la estuviera mirando bailar. Se sentía libre.
No se sorprendió cuando vió al modelito entrar a la sala desde el patio. Siempre se encontraban en eventos como estos.
El celular le vibro en el bolsillo. Lo sacó y tenía un mensaje de Marcos.
“Rubia, mirá… llegó tu modelito. Querés que te saque de la duda? Te averiguo en un par de minutos.”
Levantó la mirada y vió que Marcos la miraba desde la otra punta de la sala, estaba con Coty arrinconados bailando solos. Lo que la puso contenta, porque no había tardado nada en juntar a esos dos.
“Jajaja no gracias, te veo muy entretenido.”
Le escribió y le guiñó el ojo.
“Muy entretenido, gracias. Ahora te toca a vos. Ya te despejo las dudas”
Paula sonrió y siguió bailando, mientras miraba al modelito castaño.
En un momento, vió que se le acercaba alguien que ella conocía. Y lo agarraba del cuello y le hablaba de cerca. La modelito, que había mirado a Marcos cuando bailaba con ella.
Esa chica era pura piernas con ese shortcito y esos tacos.
Era rubia, de ojos muy claritos, no parecía de Argentina tampoco.
Que pena que el modelito tenga amigas tan odiosas, pensó.
Pero entonces, pasó algo que la dejó congelada.
La chica le estaba besando el cuello. Y el modelo la tenía agarrada por las caderas mientras bailaban.
Ella pudo ver como empezaban a comerse a besos a pocos metros de donde estaba bailando.
Ella que pensó que Ken era gay.
Después de lo que estaba viendo, ya no podía seguir pensando eso. Era Ken y una versión mas linda de Barbie de la que ella podía ser.
Sintió algo feo en el estómago.
No le gustaba lo que veía.
Desvió la mirada y se encontró con los ojos de Marcos que estaban como dos platos.
El bolsillo le volvió a vibrar.
“Bueno, gay no es”
Vale le contestó:
“Nop. Y tampoco está solo. Le gustan las modelitos.”
Marcos se acercó hasta donde ella estaba, de la mano con Coty.
—Rubia, querés que nos vayamos? Podemos ir a tomar algo a otro lado los tres
—No, vayan ustedes. Yo me quedo. No vine a verlo a él. Gay o no gay, no se ni como se llama.
Marcos la miró poco convencido.
—Nos vamos a quedar un ratito mas. Les traigo algo para tomar chicas. Quedense bailando por acá.
Y se fue a la barra. Coty le bailaba y le daba vueltas, pero ella se había puesto de mal humor. Le habían arruinado la fiesta y no quería admitirlo. Se quedaba, para no ser tan patética, pero la verdad es que ya no tenía ganas de estar ahí. Le iba a amargar la fiesta a los que le hablaran.
Cada tanto, miraba a donde estaba el modelito, y seguían igual que antes. Besándose y hablándose al oído.
La odiaba! No la conocía y la odiaba.
Era más fácil pensar que el chico era gay, a que pensar que ella no le gustaba para nada. La había tenido en su cama, y no había querido ni besarla.
Quién era? La novia? Por eso no había pasado nada con el modelito? O era que, como había pensado desde un comienzo, ella no era lo suficientemente linda, como para…
David en eso era mas básico. Si estaba con una chica, y encima, tan cerca como para compartir una cama, tenía que ser su madre o hermana para que no hiciera nada.
Si no le gustaba, eso lo pensaba después, y ya no la llamaba, o algo así.
La mayoría de los hombres que conocía eran así.
Miró de nuevo y la rubia le bailaba de manera provocativa, tanto que volvió a sentir la sensación en el estómago.
Parecida al asco.
Se dijo a si misma, que tenía un imán muy especial para los hombres que le gustaban. Hubiera sido tan fácil que le gustara Marcos de esa manera. El si era un hombre con el que se podía ver. Que no le iba a hacer ese tipo de desplantes, ese rechazo.
Se fue a bailar para otro lado con Coty hasta que Marcos las encontró.
Tomaron, brindaron, se rieron.
Un poco mas entonada y habiendo recuperado el ánimo gracias a sus amigos, se separó de ellos para darles espacio a que estuvieran solos y se fue a buscar alguien a quien besar, así como estaba besando el modelito.
No tenía bien en claro que es lo que quería probar, ni a quien, pero no podía quedarse quieta, mientras Ken estaba con esa Barbie besándose en su nariz.
Se le acercó un chico, que llevaba un rato mirándola desde cerca. Era alto, musculoso, tenía el pelo negro ondulado y ojos grises. Era lindo y tenía una sonrisa simpática. Le cayó bien.
Bailaron juntos, de a poco tomando confianza. Se preguntaron los nombres, se contaron medianamente que hacía cada uno, y como dominada por la bronca y ese sentimiento en la panza que tenía, tomó al chico lindo que tenía en frente y le dio un beso.
Al chico, pareció encantarle la actitud de Pau, porque la agarró mas fuerte de la cintura mientras le respondía el beso con la misma pasión que ella.
Seguían bailando como podían, aunque estaban muy pegadas, y eran todo besos y manos por todos lados.
Paula se separó para tomar aire, mientras su chico lindo le besaba el cuello, pudo ver que Marcos le levantaba el pulgar y seguía bailando con Coty.
Siguió mirando la sala y la gente que bailaba con ellos y se topó con los ojos azules del modelito que la miraba fijo.
Había desafío en su mirada. Y como si se tratara de un juego levantó las cejas y apartó los ojos de ella para besarle el cuello a la chica que estaba con él.
Paula, que estaba confundida por esto, pensó que se lo había imaginado y siguió bailando con el morocho que cada tanto, le daba besos y le decía cosas lindas al oído.
A la madrugada, Paula, le dijo que se tenía que levantar temprano al otro día. Y aunque no era cierto, y el chico se ofreció mil veces en llevarla a su casa, esta lo rechazó agradeciéndole. Ni él, que era simpático y hermosísimo, le habían podido despejar la cabeza y ese sentimiento en la panza que le había dejado ver al modelito con una chica, y en esa situación.
Se intercambiaron teléfonos y Paula se tomó un taxi. Al llegar a su casa, tenía varios mensajes en el celular.
*****
El primero era de Marcos:
“Rubia, te fuiste? Vi al pibe con el que estabas, yéndose solo.”
Le contestó rápido, para que no se preocupara que se había ido porque estaba cansada y no le dijo para no molestarlo, y para que, de paso, se pudiera ir con Coty.
Marcos le agradeció, y le dijo que se cuidara. Que no se hiciera drama por la chica con la que estaba Ken, porque era una cualquiera, y además el modelito se había ido solo, y ella seguía dando vueltas por ahí.
Paula se sintió rara. Estaba aliviada. No pensaba que tuviera alguna posibilidad con él, pero se sentía tan atraída. No habían hablado mucho. Solo un par de palabras, pero siempre se encontraban con la mirada. En todas partes y eso la dejaba confundida y ofuscada. Se sacó los tacos y los revoleó por el departamento.
Tenía mucha puntería con los hombres a los que miraba.
Odió tener que admitirlo, pero también se sentía algo aliviada porque no fuera gay. Aunque hubiera estado con esa zorra.
Queriendo pensar en otra cosa, vió los otros mensajes que tenía. Y como no, tenía mensajes del número de Córdoba. Los borró, sin dedicarle más de un minuto a pensar en su ex.
Se fue a dormir enseguida.
Los días pasaron, así todo el mes siguiente. Durante la semana se veía con Flor o Marcos y aprovechaba para experimentar con la fotografía.
Con Flor se iban de compras, tomaban mate y cada dos o tres días, asistían a fiestas exclusivas donde veía a Ken, y ella conocía a algún chico, pero nunca llegaba a nada más que unos besos y puro histeriqueo. Siempre se encontraba con el modelito y su mirada azul, pero nunca hablaban.
Después de que había pasado la noche en su casa, en su cama, nunca más habían hablado. Ningúno se había
acercado al otro. Solamente, seguían comiéndose con la mirada cuando estaban en un mismo lugar.
Lo único que cambiaba era que cada vez que lo veía, él estaba con una chica diferente. Todas modelos, todas perfectas. Ella solo era una voyeur, que no podía sacarle el ojo de encima.
Cuando se juntaba con Marcos, se desahogaba, y le contaba las cosas que no compartía con nadie.
Era un buen amigo, un buen oído. Él le repetía que tenía que ser ella la que se acercara apenas lo viera solo. Y no es que no lo hubiera pensado, pero no se atrevía. Y al cabo que él nunca estaba solo, de todas formas.
Cuando hablaba con su familia, se relajaba, y parecía que nunca tenía mucho para contarles.
Le hicieron prometer, que al terminaran las vacaciones de verano ella tenía que volver a visitarlos antes de empezar la facultad. Y tenía ganas de verlos. Muchas ganas. Pero iba a tener que cuidarse de no cruzarse con nadie que no tenía ganas de ver.
Se le hacía difícil, aun con la distancia afrontar el dolor que esos últimos dos meses en Córdoba le habían dejado.
Estaba empezando de cero acá, y era muy pronto para volver. No se sentía lista, tenía miedo.
Pero si ella no iba, ellos iban a querer venir, y no tenía ganas de modificar sus rutinas. Además, extrañaba su casa, con sus olores y su cama.
Y entonces, un jueves a la mañana se levantó y había llegado el día.
Partía a Córdoba. No le había avisado a nadie más que a su familia, así que pensó que eso iba a ser suficiente para viajar tranquila. Iban a ser pocos días. Ese lunes empezaban las clases y el domingo tenía que viajar otra vez.
Terminó de ordenar el caos que era su bolso y se tomó un taxi a retiro.
Se estaba yendo temprano así que calculó que estaría en su casa para cenar.
Y así fue.
No les había avisado que llegaba el jueves, ellos la esperaban el viernes a primera hora. Así que todos se sorprendieron al verla llegar con un bolso ese día.
Entre abrazos y gritos, se dio cuenta de como le hacían falta los mimos de su familia.
Su padre, que al verla empezó a lagrimear, en seguida se ofreció para ir a comprar las cosas para hacer un asado y festejar que ella estuviera con ellos. No era un hombre al que se le dieran bien las expresiones de cariño, ni de ningún tipo, pero era de lágrima fácil, y la quería con todo el corazón.
Para él, ella todavía era una niñita.
La madre, la tenía agarrada y no la soltaba. Ella que era mas sensible y de modos mas cariñosos, no podía creer el tenerla de vuelta. Ella la había consolado cuando no tenía en quien apoyarse esos dos meses antes de irse a Córdoba, y Pau podía leer en su mirada que todavía estaba muy preocupara por su hija. No hablaban de ello por teléfono, era doloroso y al no estar cerca para abrazarse, no parecía lo
adecuado.
Su hermano, que era más compinche con ella, la recibió como cualquier día. Con él, parecía que nunca se había ido a ninguna parte. Se mantenían tan comunicados todo el tiempo, así que se sentía de lo más normal en su presencia.
De todas formas, hizo algo que desde que eran pequeños no hacía, y la abrazó.
Pau aprovechando estos momentos tan raros, se aferró con fuerza a ese abrazo. Si hubiera sido por ella se llevaba a su hermano menor en la valija ese domingo.
Después de comer el asado, se quedaron por horas hablando en el comedor mientras tomaban algo.
Era cerca de la 1 de la mañana, y ya estaba empezando a sentirse cansada, con tanto viaje y emociones, así que les dijo a todos buenas noches, y se encerró en su habitación.
Estuvo un buen rato abrazando a su almohada y estirándose en su colchón. Le parecían años no meses los que había pasado lejos.
Desarmó su bolso en la silla, y sacó unas toallas para darse un baño rápido.
Cuando salió, se fijo en su celular, que lo había dejado cargando y sonrío.
Tenía mensajes de todos sus nuevos amigos.
Flor y Marcos le preguntaban como había llegado, y si estaba bien. Mica, le pedía con desesperación que le trajera algún alfajor cordobés, y Coty, le decía que se estaba por perder una de las fiestas del año.
Unas horas, y ya extrañaba a toda esa gente loca.
Les contestó como pudo y se durmió.
A media noche, se despertó con el celular sonando. Siempre lo ponía en silencio cuando descansaba, pero tenía tanto sueño, que lo olvidó.
Todavía dormida, desbloqueó la pantalla y se acercó el auricular al oído.
—Hola Pau.
Su ex.
—Ey no me cortes, quiero charlar nada más. Te extraño, Salí…y estoy re borracho y no paro de pensar en vos. Yo se que estás lejos, pero necesito escucharte aunque sea. No te quiero molestar Paula, pero extraño charlar con vos.
La voz de David se cortaba, como si le costara hablar, como si estuviera muy triste. A pesar de todo el autocontrol que había tenido estos meses, se quebró y no pudo no contestarle otra cosa.
—Es tarde David. No podemos hablar en otro momento?
Este le contestó:
—Sii, cuando quieras. Es más, llamáme vos. Ya se que estas enojada y no me vas a perdonar, pero si alguna vez me quisiste, charlemos. La estoy pasando mal.
Ella no podía resistirse. No debería haber tomado esta decisión estando dormida, pero aun así lo hizo.
—Mira, estoy en Córdoba este fin de semana, capaz mañana nos podemos juntar un rato a la tarde.
Hubo un silencio del otro lado de la línea.
—En serio?
Ella contestó:
—Si, en serio. Hablemos así ya aclaramos todo de una vez y listo.
Y eso era cierto. Era mejor hablar con él cuanto antes. Ya no quería que la molestara más. Quería empezar una vida nueva, y si él la había querido un poquito alguna vez, iba a tener que entender eso.
Era una oportunidad para sacarse del cuerpo todo eso que había pensado desde que la engañó.
Se pusieron de acuerdo para verse en el Paseo del Buen Pastor. Un lugar público, siempre lleno de gente en el verano, a las 6 de la tarde.
Cuando cortó, se quedó dormida al instante. Mas tranquila de que todo el tema con David estaba a punto de quedar en el pasado. Por más que le doliera el corazón. Era lo mejor. Se lo debía a ella.
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