Llegó a Buenos Aires después del peor vuelo de su vida. Se le había hecho malditamente eterno. Y para colmo de males, había querido tomarse un taxi en la puerta de Ezeiza, pero estaban de paro.
Tuvo que llamar un chofer para que lo buscara.
Abrió la puerta de su casa y se quedó helado.
No había nadie.
La buscó por todas partes. Y nada.
No había rastros de Paula. Tenía el corazón desbocado, podía escucharlo.
En su pecho y su garganta.
Se había ido.
Sin aliento, entró a su habitación y se encontró una nota en su almohada.
Con manos temblorosas la abrió.
“No me estoy escapando. Necesito un tiempo para entender… todo.
Pensar las cosas. Me gustaría decirte
que no vamos a terminar como me
dijiste, pero no puedo. De verdad, no
estoy segura.
Lo único que te puedo jurar es que
te dije la verdad. Esto es una sorpresa
para mí también, y también fue difícil
enterarme.
Me hubiera gustado hablarlo en
persona. No te lo tendría que haber
dicho por teléfono. Perdón. Pero ahora
no puedo verte.
Dame unos días.
Te voy a llamar cuando esté lista
para hablar.
Sé que no estoy haciendo lo mejor,
pero es lo que me sale.
Te amo. P.”
No era la primera vez que le pedía un tiempo. Hacía apenas unos meses también lo había hecho, justo después de
mudarse. Fueron solo unos días, que fueron de ayuda para ambos. Fue de hecho, la mejor decisión en ese momento, y en lugar de separarlos, solo los había unido más.
Había hecho que él se diera cuenta que Paula era con quien quería pasar toda su vida. Despejando cualquier duda que
pudieran tener.
El principio de su relación había sido intensa y habían ido a toda velocidad, frenar había sido sano.
Pero estas circunstancias eran distintas.
Para empezar, estaban casados.
Habían superado todas esas cuestiones, supuestamente.
Ahora más que nunca tenía que estar con ella. La necesitaba cerca.
Pero…Y si lo que le había dicho por teléfono le había generado dudas?
Sobre él? Sobre el matrimonio? El mismo le había dicho que iban a terminar odiándose. Por qué le había dicho eso? Y si ella se quería separar?
Y si no lo quería más?
Tenía la boca seca.
Había sido finalmente él, el que había mandado todo a la mierda. Se lo había buscado.
Y si ella se iba?
Y si criaba sola a su hijo?
Su cabeza iba a mil por hora.
Por qué sola? Si después de todo, ella era hermosa, y podía hacer feliz a cualquier hombre. Enamorarlo y enloquecerlo como le pasaba a él.
Apretó los ojos y sacudió la cabeza queriendo alejar esos pensamientos.
Era su hijo y no estaba listo para eso.
Pero por qué asumía que ella si lo estaría?
Probablemente estaría aterrada y sola, vaya a saber Dios a dónde. Y con quien. Se habría ido a Córdoba? Con Flor? Con su hermano? A un hotel?
Y si al estar asustada tomaba una decisión de la que después se arrepentía? Si por lo que él le había dicho quería terminar con ese embarazo?
Un inesperado terror lo inundó.
Qué estaba haciendo?
Tenía que ir a buscarla.
****
Y era curioso, porque siempre le había ocasionado lo contrario.
Mateo la había estado mirando por un rato con los ojos abiertos.
Le había pedido si podía quedarse unos días con él. Vivía en la otra punta de Buenos Aires, y le venía genial la distancia.
Su compañero había aceptado de inmediato. Después de todo, era su manera de devolverle el favor. El ya se había quedado en su casa dos veces.
—Te estás escapando. Sabías? – le dijo alcanzándole la fuente, para que se sirviera más ensalada.
—No. No me estoy escapando. Necesito pensar… necesito reflexionar. Entender lo que me está pasando.
Dijo convencida.
—Lejos de tu esposo. – dijo levantando una ceja. —Con él que te peleaste.
—Mmm… – dijo pensativa. —No me peleé. El me dijo de todo.
—Y vos saliste corriendo.
—Ni siquiera está en Argentina. – se encogió de hombros. —Qué sabés? Por ahí ni vuelve. Capáz me deja… – suspiró. —Mi suegra va a estar chocha.
Mateo negó y la miró.
—Te estás escapando.
—Me voy de mi casa unos días… él no está. No veo que tiene de malo. Y si llega a volver, le dejé una notita.
Mateo se rió.
—Una “notita”? – se tapó la cara con ambas manos. —Y qué le pusiste?: “Eh amor, me voy de casa. Pero es por unos días nada más, quiero reflexionar”?
No pudo evitar reírse también. La situación si uno la miraba desde afuera era ridícula.
—Casi con las mismas palabras. – confesó.
—Le dijiste a donde te ibas? – preguntó más alarmado.
Ella negó.
—Vos entendes que cuando el chabón se entere me va a venir a buscar para colgarme de las bolas, no?
Se rieron.
—No. – entornó los ojos. —Bueno, no creo.
—Me debes un favor muy grande. Muy grande.
—Ya sé. – dijo ella más seria.
Claro que lo sabía.
—Bueno, basta. Vamos a la agencia que Walter nos debe estar esperando. – dijo quitándole la tensión al momento.
Solo le quedaba un mes trabajando como modelo, por lo que consideró que no tenía sentido contarles de su embarazo. La razón real era que todavía no podía creérselo ella misma, mucho menos empezar a decirlo en voz alta.
Sabía que tarde o temprano iba a tener que hacerlo. Tenía un contrato con ellos.
Pero no ahora.
Ese día su jefe no estaba, y habían hecho fotos en una locación al aire libre, así que tampoco había tenido que lidiar
con la culpa que le generaba no decirle.
No había vuelto a sentir nauseas, cosa que agradecía, y acompañada de su nuevo amigo, Mateo, pidió un turno en el
obstetra y otro para la ecografía que le había quedado pendiente.
El corazón se le estrujó al darse cuenta de que iba a tener que ir sola.
Como todo de ahora en más. Se iba a tener que acostumbrar.
Su amigo, se había ofrecido a llevarla, pero ella se había negado. El no era el que tenía que estar ahí. Era Pedro.
Todo se había puesto tan raro de un día para el otro. Le habían dado los dos turnos para el día siguiente.
Suspiró.
Necesitaban asistentes en la producción, así que ella no dudó en llamar a su amiga Anabela para que ayudara aunque sea en sostener los elementos de trabajo. Sabía que ella estaría dispuesta a hacer cualquier cosa que le pidieran, que le permitiera estar ahí.
Además, sospechaba que tratándose de una sesión de fotos con Mateo en ropa interior, era más que motivo suficiente para que estuviera en 15 minutos lista.
Y así fue.
—Muchas gracias por venir, Ana. – le dijo apenas la vio llegar.
—Gracias a vos, Pau. – le dijo mientras disimuladamente buscaba con la mirada a su compañero.
El llegó por atrás de donde estaban paradas, sorprendiéndola tanto que había pegado un pequeño salto y se había puesta roja como un tomate.
—Hola. Anabela, no? – la saludó con un beso en la mejilla.
Ella asintió, tan tímida como siempre. Por Dios, Ana, pensó.
Se le notaba tanto que le gustaba. Sintió un poco de pena por su amiga.
Estaba impresionada por lo que veía, pero si llegara a conocerlo… Eran tan diferentes. Con el tiempo que habían
pasado juntos, y con el vínculo que se había formado entre ellos por sus confesiones, había crecido algo parecido a la amistad. Y como su amiga, sabía que Mateo era superficial, y antipático cuando quería serlo. Anabela era un polo opuesto.
Justo interrumpiendo sus pensamientos, una de las maquilladoras se acercó a hablarle a su compañero.
—Uh flaca, que tarde que llegaste. Hace media hora que estamos, yo ya tendría que estar maquillado. – la miró
de arriba abajo. —Y no me dejes anaranjado como la ultima vez, si?
La chica estaba pálida. La acababa de regañar en frente de todo el mundo y había sido humillante.
Paula se mordió el labio y lo miró de mala manera. Se había desubicado.
Esa chica estaba trabajando como todos, por igual. El no estaba a cargo. Era un idiota a veces.
Miró ahora a su amiga, y esta tenía la boca abierta de par en par. Se había quedado impactada por lo que acababa de presenciar. No hace falta decir que desde ese momento en adelante, dejó de mirarlo con ojitos brillantes. Más bien lo hacía con cierto recelo. El se había acercado algunas veces cuando estaba con Paula, haciendo algún chiste, pero Ana no se reía.
Antes de irse, la frenó en la puerta y le comentó.
—Que estúpido tu compañero. – lucía enojada. —Estaba comiéndome una medialuna y me dijo que estaban llenas de calorías y que el azúcar era veneno. Me dijo gorda el pelotudo este!
Paula estalló en carcajadas. Sonaba exactamente como algo que él diría.
Y así de fácil, el encanto se había roto, y ya no le gustaba más.
Había sido otro día agotador, y todavía les quedaba todo el viaje hasta la casa de Mateo. Bostezó. Estaba tan cansada por estos días…
Su amigo se reunió con ella en la salida, y tras saludar a Ana con una sonrisa que no fue correspondida, se fueron.
Wowwwwwww, re intensos los 5 caps Carme Pedro se va a desesperar si no la encuentra rápido a Pau, que se joda x bocón.
ResponderEliminar