miércoles, 16 de diciembre de 2015

CAPITULO 93




Esa mañana, habían empezado con los preparativos para la boda.


Iba a ser en marzo y tenían solo un par de meses para organizarlo todo.


Paula recién estaba haciéndose a la idea de que estaba comprometida, y pronto sería una mujer casada.


Era difícil de creer. Más aún que su futuro marido, era un hombre como Pedro.


No habían tenido más noticias de Elizabeth. Seguramente al darse cuenta de que su plan por alejarla de su hijo no
había funcionado, se daba por vencida y los dejaba en paz.


Lo único que esperaba es que se presentara el día de la boda. Sería muy duro para él, que su madre no fuera.


Y no quería que nada opacara ese día. El estaba ansioso, y más dedicado que ella a encargarse de que hasta el
más mínimo detalle fuera perfecto.


A veces la desesperaba.


Ya había hablado con todos sus contactos, para que tuvieran el mejor decorador, el mejor catering, la mejor banda…estaba exagerando.


Justamente ahora estaban por ir a ver las invitaciones. Tenían que salir en dos semanas, y tenían que decidir lo más rápido posible.


Estaban saliendo del edificio, cuando fueron atacados por miles de flashes. Había fotógrafos hasta en los árboles.


Se apuró a subir al auto, pero no la dejaban. Dos hombres le mantenían la puerta abierta, y no la dejaban entrar.


Pedro, un poco cansado, la rodeó con un brazo, envolviéndola, tapándola y empujó las cámaras hacia atrás,
pidiendo por favor que se retiraran.


No estaban dando declaraciones, lo que hizo que los periodistas empezaran a gritarles las preguntas.


—Cuándo es el casamiento?


—Es verdad que ya se casaron en secreto?


—Ya están casados?


—Cómo se lo tomó Rebeca? Pedro!
Ella ayer salió a hablar. Dijo hace unas semanas habían estado a punto de retomar su relación. Qué tenés para
contestarle?


—García se fue del país por eso?


—Se casan porque Paula está embarazada?


—De cuánto estás Paula?


—El bebé es de Marcos García?


—Van a vivir acá o en Londres?


—Ya pensaron nombres para el bebé?


Aprovechando la distracción de algunos periodistas, Paula se metió al auto y cerró la puerta poniéndole seguro.


Pedro se abrió paso y entró también.


No podían arrancar. Les habían cerrado el paso. Incluso había gente en el capó del auto.


De buena manera les pidieron que se alejaran, pero nadie retrocedía.


Pedro, levantó el teléfono, y en unos diez minutos un vehículo negro, con vidrios polarizados estacionó cera, de
donde se bajaron dos hombres de traje.


Estos hablaron con los periodistas y los hicieron dispersarse. 


Según lo que decía Pedro, si no podían hacer nada
llamarían a la policía.


Por suerte no tuvieron que llegar a eso, y se pudieron marchar.


Ahora tenían guardaespaldas.


Los días siguientes habían sido igual de malos. Había tenido que hablar mil veces con amigos y familia para asegurarles que no estaba embarazada, y para decirles que todos esos rumores eran puras mentiras.


La foto de su anillo había salido publicada en todos los medios. Habían inventado todo tipo de historias alrededor de él. Que había pertenecido a la realeza de Inglaterra, de donde Pedro venía.


Otros habían dicho que le había dado el mismo anillo a Rebeca semanas antes pero ella lo había rechazado.


Era ridículo, y estaba empezando a cansarse. Sobretodo porque ya había salido a la calle la última revista
Harper's y la atención se había ido a cualquier lado, menos al que se proponía.


La edición se había vendido como pocas, eso sí.


Pero ahora nadie la veía como la fotógrafa que ella quería ser, si no como la novia y futura esposa de.


Había un solo detalle que no había previsto.


Toda esa repercusión, estaba teniendo alcance global. Y había alguien que aun no sabía nada.


Estaba terminando de editar unas fotos que se habían sacado con Pedro para el álbum de boda cuando su
teléfono sonó.


—Rubia?


Paula se quedó helada.


Marcos.





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