Esa semana había pasado a toda velocidad, y sentía que no había tenido tiempo para nada. A Pedro lo veía en la
productora, pero estaban tan ocupados todo el tiempo, que no podían ni pasar un segundo juntos. En casa, cenaban y se iban derecho a dormir.
No quedaban energías para nada más. El le había prometido que una vez que pasaran las fechas de exámenes, se
irían de viaje. De nuevo a Londres. Iban a descansar, iban a poder estar solos.
Suspiró. Eso era exactamente lo que necesitaba en ese momento.
Le había contado de la propuesta de Amanda, y él le había dado confianza para que lo hiciera, no parecía sorprendido, y hasta estaba entusiasmado. Había querido compartirle, todo tipo de consejos sobre modelaje, pero la verdad es que no le
interesaba. Nunca había querido ser una modelo. No tenía idea que iba a hacer cuando estuviera frente a las cámaras.
Ella pertenecía detrás de ellas.
Y, finalmente, cuando el día de la prueba en estudios llego, su sesión, estaba que caminaba por las paredes.
Un chico delgado, alto, con cabello rubio platino, la peinaba sus ondas naturales agregándole volumen. Y una chica con grandes gafas color rosa chicle, la maquillaba a toda velocidad.
Amanda, miraba toda la escena a cierta distancia, dando indicaciones.
—Estas quedando perfecta, Paula. No entiendo como nunca se te ocurrió ser modelo. Más estando en la industria de la moda. – le dijo.
—Nunca pensé que alguien pudiera decirme algo así. – dijo riendo.
—Yo en estas cosas no me equivoco nunca. – le dijo con una sonrisa fría. — Bueno, no suelo equivocarme en nada. –
agregó dándose vuelta con gesto orgulloso, antes de irse.
Paula frunció el ceño.
—Es un poco intensa. – le dijo su peluquero. —Pero tiene razón, tiene un buen ojo. Por eso está donde está. – dijo
encogiéndose de hombros.
Ella miró desconcertada su reflejo en el espejo. El cambio era impresionante. El cabello le brillaba y se ondulaba con gracia enmarcando su rostro, ahora sin imperfecciones, de
manera sutil.
Sus ojos parecían más grandes, más celestes. Lo más impactante, es que no parecía maquillada, solo, bella.
Como era solo una prueba, no se cambió de atuendo. Pasó al estudio como estaba.
Una remera sin mangas blanca, y un jean oscuro ajustado.
Sabiendo que ese día le sacarían fotos, había llevado unos
zapatos de tacón. No se podía decir que iba muy producida, pero algo es algo.
Amanda le dijo donde tenía que pararse y como, y las cámaras empezaron a disparar.
Estaba muerta de nervios. Nunca se había puesto a pensar en lo difícil que debía ser para las modelos su trabajo.
Era el centro de atención. Todos mirándola, todos juzgándola.
Su peor pesadilla. No podía mover los músculos de su rostro para intentar hacer una sonrisa. Sentía como si estuviera enyesada de pies a cabeza.
Pedro, se había acercado y estaba mirando todo desde atrás. Como si necesitara algo más para inhibirse.
Vio que le decía algo a uno de los técnicos, y estos bajaron las luces un poco, y pusieron música. Ella suspiró.
Bueno, por lo menos ahora se sentía más cómoda. El le sonrió y se acercó a Amanda.
Ahora él la reemplazaba. Se había parado en frente de Pau, y mirándola fijo a los ojos, le iba diciendo lo que tenía que hacer.
—Levantá más el mentón. Esa mano, llevala a la cintura, esa pierna más adelante. Perfecta.
La cámara empezó a disparar nuevamente de manera violenta.
—Mirame Paula. – le dijo con voz profunda.
Había algo en la manera en que se lo había dicho. En la manera en que la miraba en ese momento. Los ojos le
ardían. Estaban a metros de distancia, en un estudio lleno de gente, pero por alguna razón se sentía algo íntimo, y
sensual.
A partir de ese momento no tuvo que concentrarse en las poses, ni en las órdenes de nadie. Se dejó llevar por
completo. Era como si los ojos de Pedro, la guiaran sin necesidad de decir nada. Se lo veía tan guapo. Siempre
vestía de traje en la productora, pero ahora para trabajar, se había sacado el saco. Y tenía arremangadas las mangas
de la camisa. Podía notar los músculos de sus brazos a través de la tela. Su respiración se agitaba.
El la miraba con una media sonrisa, y las manos enganchadas en el cinturón de su pantalón.
Cuando la sesión terminó, lo único que quería era irse a casa con su modelito. No le importaba para nada como habían salido las fotos, ni si había hecho el ridículo. Ni siquiera le interesaba la opinión de Amanda.
Le indicaron que ya había terminado, Pedro la tomó de la mano y se la llevó a su oficina. Había trabado la puerta, y sin
decirle mucho más, la tomó por la cintura y la besó ansioso.
Le pasaba las manos por la espalda, mientras le subía
la remera por encima de la cabeza.
—Pedro, acá no, estamos en el trabajo, afuera está lleno de gente. – le dijo agitada.
—Si, afuera está lleno de gente. – le dijo besando su cuello.
Levantó una de sus piernas, y la colocó rodeándolo por la cintura. Lo sentía en cada célula de su cuerpo.
Dando grandes pasos, la aplastó contra la pared, haciendo fuerza con su cadera.
Ella gimió.
Estaba bajándose el cierre del pantalón cuando el interno sonó una vez antes de conectarse el altavoz.
—Pedro, necesito que me acerques el presupuesto de la agencia de modelos, por favor. – Amanda.
Ambos saltaron, separándose. Entre risas, se arreglaron, y a los diez minutos, salieron más calmados.
Se habían acomodado la ropa arrugada, y el cabello, un tanto despeinado, y habían salido de la oficina, como si nada hubiera sucedido.
Cuando Amanda los vio, levantó una ceja. No había hecho comentarios, pero era obvio que lo estaba pensando. Pau
se puso roja como un tomate.
Aparentemente le habían gustado las fotos, porque después de verlas, no quiso repetir ninguna. Era eso, o ella era tan mala modelo, que ya le había bastado con lo hecho para probar su punto.
No quiso verlas, no tenía sentido.
Seguramente se sentiría mal, tendría críticas para hacerse, y nada le gustaría.
Salir en fotos, para ella era como escuchar una grabación de su voz. Le producía dolor físico.
La prueba también había salido bien.
Estaban todos conformes con las luces, y los efectos para la producción. Ya no faltaba nada. Bueno, si. Poner en escena
a modelos reales, que pudieran salir bien en las fotos.
Anabela había ayudado en casi todas las áreas. A la pobre la tenían de acá para allá, pero en vez de quejarse, tenía
casi tatuada una sonrisa en el rostro.
Estaba en su elemento.
****
Las modelos habían llegado a tiempo, y ahora se estaban cambiando. Quiso aprovechar que tenían media hora de
descanso, para estar con Paula, pero ella estaba haciendo un trabajo con Anabela para la universidad.
Ofuscado, se había encerrado en su oficina, con los auriculares de su iPod a todo volumen.
Cerró los ojos, y se reclinó en el asiento.
Sintió como alguien se sentaba en su regazo y comenzaba a desprenderle la camisa. Pensó que tal vez, su novia había terminado antes con el práctico, y la rodeó por la cintura, acercándola más a su cuerpo. Estaba en ropa interior.
Pero por qué? Y, en qué momento se había sacado la ropa?
Abrió los ojos, para encontrarse con Candice a centímetros de su boca, y con las manos forcejeando con su cinturón.
—Qué estas…? – le gritó. Pero ella le estampó un beso en los labios.
El reaccionó en ese mismo momento, poniéndose de pie, dejando distancia entre ellos. Lucía un poco confundida, y
rechazada, pero se le seguía acercando, aunque él trataba de empujarla.
La puerta se abrió y Paula los miró.
Sin decir nada, volvió a cerrar la puerta.
Maldijo.
—Esa chica que acaba de salir, es mi novia. Y me metiste en un problema Candice. – le dijo muy serio.
Algo debe haberle hecho click en la cabeza a su supuesta amiga, porque se agarró la cara con ambas manos
tapándosela.
—No me digas. –dijo cerrando los ojos – No sabía nada. Pedro perdón. Ni siquiera quería hacer esto, es que me siento mal, mi ex, …lo vi con una chica. Estaba tan desesperada, no sé por qué hice eso.
Pedro no le respondió, pero la miró muy serio.
—Yo voy a arreglar todo. Voy a hablar con ella, no te hagas problema. No sabía que era tu novia. Nunca me hubiera acercado a vos… pero es que nosotros antes… – él la interrumpió
—Antes. Ahora tengo novia, estamos bien, vivimos juntos. Es un poco celosa. – dijo recordando los meses que habían
pasado hasta que dejaran atrás lo de Rebeca.
— Ahora voy a hablar con ella. – le dijo y se fue corriendo.
El se quedó solo en la oficina.
También tendría que hablar con ella, y probablemente rogarle para que le creyera. El tampoco se hubiera creído.
Lo había visto encerrado con una modelo en ropa interior. El forcejeo, se podía ver de otra manera, y sabiendo como pensaba Paula…
Inhaló con fuerza por la nariz.
El antes solía sentirse muy solo, y amaba a Paula, pero su vida era mucho mas simple cuando no tenía que dar
explicaciones.
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