La sesión había sido todo un éxito.
Había durado horas. Ella había evitado cruzarse con Pedro, y casi lo había logrado.
No quería perder el foco, porque entonces arruinaría por completo su trabajo. Y en ese momento quería aferrarse a
ello. Qué hacía con esa modelo en la oficina? Había estado tan ocupada, con el trabajo, la facultad, lo había descuidado.
Casi no habían tenido tiempo para ellos, y cuando tenían,
estaban tan cansados, que solo dormían.
Y quien sabe? Tal vez, se había aburrido de ella.
Habían pasado un par de días en los que había estado más insoportable e intratable que de costumbre.
Claro que no trataba de excusarlo.
Tenía que tratarse de un malentendido.
Ella quería confiar en Pedro. Ya se había equivocado una vez, no volvería a ponerse en la misma situación.
Por el momento, estaban en el trabajo y eran dos profesionales, o bueno, él lo era, y ella aspiraba a serlo.
Un momento y un lugar para todo.
Justo cuando estaba por juntar sus cosas, la modelo que estaba con su novio antes, se le acercó.
—Tenemos que hablar. – le dijo.
—No me hace falta. – la cortó ella, yéndose.
—Por lo menos escuchame, después si querés andate.
La frenó con una mano, impidiéndole avanzar.
****
Nadie decía nada.
Hasta que Pedro rompió el silencio.
—Paula, lo que viste…no es lo que parece. – le dijo tratando de mirarla a los ojos.
—Si, tu amiga ya habló conmigo. No te hagas problema.
La miró. No había que ser un genio para darse cuenta de que ni por asomo, estaba todo solucionado.
—Entonces qué pasa? – le preguntó.
—Qué pasa? Que todas estas dos semanas fueron una pesadilla, Pedro. Mientras yo estaba estresada con todo,
vos estabas con esa amiguita tuya por ahí. No lo soporto.
—A mi, ella no me interesa.
—Ese no es el punto. Ahora es ella, pero después va a ser otra. Vos tenías esas amiguitas por todas partes. Estas
acostumbrado a que ellas sean así con vos.
—Paula, vos ya sabías a que me dedicaba cuando empezamos a salir.
—Si, y me enganché lo mismo. Soy masoquista. – le dijo mirando hacia arriba.
—Tenés razón. Estaba acostumbrado a otra cosa, a salir con quien yo quería, a abrazar a quien yo quería, hacía la mía
y no le daba explicaciones a nadie. Pero yo también me enganché. – suspiró. —Y así como yo cambié para poder estar con vos, me gustaría que vos también lo hicieras por mí. Que confíes un poco. En que yo no quiero estar con nadie que no seas vos.
Le rozó la mano con la punta de los dedos, inseguro de su humor.
Con una casi imperceptible sonrisa, le sujetó la mano cariñosamente.
Para cuando llegaron al departamento, estaban de mejores
ánimos. Lo peor había pasado.
Pedro se acercó al contestador, para ver si tenían algún mensaje de Amanda.
Últimamente estaba llamando a cualquier hora del día, o de la noche.
Efectivamente, había llamado para decir que las fotos habían quedado perfectas, y que al día siguiente iría para supervisar la post-producción también.
Ninguno de los clientes que habían tenido hasta el momento, habían estado tan presentes en el proceso.
En parte, porque entendían que si los contrataban, era para que se encargaran de todo en la productora. Pero con ella
hacían la excepción.
—Todavía nos quedan un par de días más de Amanda, no? – le preguntó suspirando.
—Estoy tachando los días en un calendario, Barbie. Dos semanas más, y vacaciones. Pensá en eso.
—Tengo tan poco tiempo para estudiar que no quiero. – dijo riendo amargamente.
Había otro mensaje.
—Rubia, hace un par de días que no sé de vos. Intenté al celular, pero no contestabas. Me pasaste este número nuevo, bueno…llamame cuando puedas. Te extraño, bonita. Un beso.
Pedro, la miró serio.
—Todavía no hablaste con tu amigo? – le preguntó.
Ella negó con la cabeza.
—Y te enojas porque una amiga es un poco cariñosa conmigo. Yo hablé con ella para que la corte, pero vos, seguís dándole lugar a que… – no terminó de hablar.
Se quedó mirándola esperando a que ella dijera algo, a que se lo discutiera, o se lo explicara. Pero no tenía nada que
decir. Tenía razón. No había hablado con Marcos.
Viendo que Paula no decía nada, Pedro se fue a su estudio, negando con la cabeza, y totalmente molesto.
No tenía ninguna excusa. No había tenido el valor para hacerlo. Sentía que algo la frenaba. Aunque no sabía que era.
****
Su mente estaba llenándose con las preguntas que siempre lo atormentaban.
Ella había decidido estar con él.
Estaban juntos, eran una pareja, iban en serio, ella se había mudado. Pero, por qué entonces no había hablado con
Marcos? Ni siquiera le había dicho que vivían juntos. Qué estaba esperando?
Estaba a punto de ponerse los auriculares, por segunda vez en el día para olvidarse de todo, cuando la puerta se abrió.
Paula entró y se sentó en una de las sillas que estaban cerca.
—Voy a hablar con él, te lo prometo. – le dijo.
—Ok. – le dijo frío.
Ella frunció el ceño, y lo miró enojada.
—Vos a ella tampoco le habías dicho que yo era tu novia, solamente después de que intentó algo.
No estaban arreglando las cosas? No estaba reconociendo que había estado mal por no hablar con su amigo? Por qué
salía ahora con esto? Definitivamente estaba buscando una pelea.
—Y qué querés que haga, Paula? Que llame a todas las mujeres con las que estuve y les diga que estoy de novio? –
le dijo apretándose las sienes. De repente su cabeza dolía.
Ella levantó las cejas y contraatacó.
—Probablemente no te alcance el tiempo. Si es que sabés el nombre de la mayoría de todas formas. – dijo enojada.
—Forman parte de mi pasado y no tienen nada que ver con vos.
—Lo que pasó con Candice?
—Ya te expliqué como fue! Ella te explicó! Hasta cuando Paula!? – le dijo exasperado.
****
Tenía los ojos muy abiertos.
No tenía caso seguir peleando. Ella estaba enojada por cosas que él no podía controlar. Y eran sus inseguridades.
El siempre iba a ser él.
La misma persona de la que se enamoró.
El mismo que se había enamorado de ella, y ahora la miraba como si estuviera muy cansado.
Así es como todo con David había empezado a desmoronarse. Ella empezaba a hacer reclamos ridículos,
que terminaron por alejarlo. Terminaron por cansarlo, y por poco empujarlo a dejarla por otra.
—Por qué es todo tan complicado? Qué más tengo que hacer? No se ni que decir. Siempre hago todo mal. Alguna vez vas a confiar en mí, o vas a estar siempre intentando? – le preguntó agotado, levantando los brazos como si
estuviera resignado.
Ella se quedó callada. No sabía que decir. Estaba asustada.
No quería repetir su propia historia.
—Necesito tiempo,Pedro. Va a ser mejor que me vaya a mi departamento hasta que termine de rendir. No puedo
contestarte ahora. Tengo mucho en la cabeza. – le dijo al borde de las lágrimas.
—Era una pregunta muy fácil. La respuesta era si o no. – Negó con la cabeza. —Y ahora te vas? Te gusta que hablemos las cosas, entonces hablemos Paula. No queres contarle nada a Marcos. Estas esperando que esto se vaya a la mierda... Se me revienta la cabeza. – dijo tapándose la cara.
—No me estoy escapando. Necesito pensar en lo que me decís. Tenés razón en algunas cosas. No estoy esperando
que esto se termine, pero me da miedo. Confío en vos Pedro, pero siempre me van a molestar cosas como las que pasaron hoy.
—Bueno entonces tomate todo tu tiempo, y manéjalo todo vos, porque yo me cansé. – le dijo.
—Ok. – le dijo ella, mientras se iba.
Fue a la habitación, juntó un poco de ropa, sus libros y se fue a su casa.
Estaba haciendo lo correcto. Los dos estaban al borde de estallar, el espacio les vendría bien.
Para mantenerse ocupada, sacó sus apuntes y empezó a estudiar.
****
impotencia.
El quería estar con Paula, pero quería estar bien con ella. Y cuando todas sus dudas e inseguridades se ponían en
medio, era como remar contracorriente.
Y estaba agotado. Esos días en el trabajo, habían sido terribles.
Había terminado por perder la paciencia y el control. Se tapó el rostro molesto.
Le había gritado. El nunca le gritaba a nadie. Menos a ella.
Se había dejado llevar por el momento, y había sido producto de tanta bronca, pero nada lo justificaba. Quería
pedirle disculpas, pero se había ido necesitando tiempo para ella sola. No quería seguir embarrando el terreno.
Su teléfono empezó a sonar.
Sin pensarlo, lo atendió pensando que podía ser ella. Pero no, era alguien más.— Pedro? – Rebeca. Justo lo que
necesitaba en ese momento…pensó sarcásticamente.
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