viernes, 18 de diciembre de 2015

CAPITULO 101




Pedro tenía algunas costumbres distintas, y se suponía que una vez empezada la fiesta, y después de que comieran, la pareja de recién casados tenía que tener su primer baile, para invitar a los demás a bailar también. Si bien no le gustaba ser el centro de atención, y ya con toda la ceremonia había tenido suficiente, se dijo que esto pasaba una sola vez en la vida, y tenía que disfrutarlo. Suspiró y se agarró a la mano de él cuando se la ofreció.


La tomó por la cintura y sonriendo se empezaron a mover.


Reconoció la canción casi al instante. “Give me love” de Ed Sheeran.


Esa canción que les traía tantos recuerdos. Miró a Pedro, mientras lo besaba. El le sonrió y le acarició la mejilla cantándole al oído.


Tenía sentido que esa fuera su primera canción como casados.


A medida que fue transcurriendo la fiesta se dio el gusto de bailar con todos, incluso con su amigo Marcos.


Pedro no había tenido ni siquiera una mirada celosa para con ellos. Estaba en una nube. Y sus pies estaban matándola.


Se sacó los hermosos Manolo Blahnik con cristales, para ponerse sus cómodas chatitas. No quedaba igual de
glamorosa pero… qué bien se sentían!


Cuando fue hora de partir, Pedro le tomó la mano y se la llevó a una de las habitaciones de arriba en donde estaban
sus valijas, y la ropa con la que iban a viajar.


La fiesta abajo seguía animada como si recién comenzara, y estaba segura de que seguiría por horas después de que ellos se hubieran ido.


La alzó para pasar por la puerta, repitiendo lo que todos los novios hacen, y entre risas se quedaron solos.


Buscó a tientas el cierre del vestido sin dejar de besarla
desesperadamente mientras avanzaban por el cuarto hasta la cama.


—En serio? Acá? Ahora? – preguntó ella riéndose.


—Tenemos un rato antes de irnos. – le dijo besando su cuello. —Si.Ahora. Ya.


Le sacó el vestido rápidamente, aunque tratando de ser cuidadoso, y la miró.


Se había comprado ropa para ese día especial. Sabía que la lencería le gustaba, y más si era de La Perla, así que disfrutó de ver su rostro mientras la escaneaba de arriba abajo.


Era un pequeño corsé blanco, con ropa interior haciendo juego. Era de la colección diseñada especialmente para
bodas que jugaba con lo sexy sin dejar de ser fino y delicado. Casi inocente.



****


Todas sus fantasías acababan de cumplirse. Estaba completamente hipnotizado. Pasó la mano por el borde
de las medias de seda casi blancas que terminaban en el muslo de su novia.


Tenía la boca seca.


Volvió a mirar sus ojos, y ahí estaba ese brillo que había visto apenas sus miradas se habían cruzado en el
altar. Y su cuerpo reaccionó instintivamente ante ella.


Tomó su boca y la besó con dulzura primero. Acariciándole las mejillas, el pelo, trasmitiéndole todo el amor que sentía por ella.


Hubiera hecho cualquier cosa por esa mirada.


Lo haría.


Paula tomaba su rostro con ambas manos y le repartía besos por toda la cara lentamente.


La ternura de ese gesto hacía que su corazón latiera a toda velocidad. Le sujetó las manos y entrelazó los dedos
mientras se separaba de su boca y apoyaba su frente sobre la de ella para mirarla.


Tenía los ojos húmedos.


—No llores, mi amor. – le dijo volviendo a besarla.


—Es que te amo…tanto. – le contestó intentando tomar aire,
emocionada.


El la abrazó.


De alguna manera se sentía como la primera vez. Notó que el corazón de Paula también latía a toda carrera.


Sonrió.


—Te amo, Barbie.



****


Era como si solo ahora que estaban solos, podía realmente creer todo lo que había pasado ese día.


Ahora recién podía entender que estaba casada. Que se había casado con Pedro. Y ahí estaban. Los dos, de ahora
en más, como una unidad.


Tomó aire. Tenía mariposas en el estómago.


Miró sus ojos, y lo vio tan emocionado, tan afectado… tan
enamorado… que ya no pudo seguir sujetando las lágrimas.


Eran lágrimas de felicidad. Desde lo más profundo de su corazón.


Sonrió. El corazón de Pedro galopaba como el suyo.


—Estoy un poco nervioso. – le dijo.


Ella se rió con él.


—Yo también. – le confesó. —No querés que mejor más tarde…? – empezó a decir ella, pero él la interrumpió pegando sus labios sobre los suyos repentinamente.


Vio como se sacaba la ropa apurado, y no se acordó ni lo que estaba por decir. Rozó su pecho con la punta de
los dedos y se mordió los labios. Nunca se acostumbraría a la imagen de Pedro desnudo. Aunque pasaran los años.


Años.


Iban a pasar años juntos.


La sujetó con fuerza y con un abrazó la acostó por debajo de él en la cama. La besó con tanta pasión que la obligó a volver a la realidad.


Ella enroscó sus piernas a su cintura, abrazándolo, acercándose a él tanto como podía, besando su cuello, sus
hombros, retorciéndose de impaciencia.


La agarró con fuerza, y se paró con ella a cuestas, yendo a parar a la pared que tenían más cerca. La sensación de
los paneles fríos contra su piel caliente le dio una descarga agradable que la hizo gemir y empezar a mover la cadera
en busca de él.


La agarró por atrás y poco a poco se fue hundiendo en ella, mientras cerraba los ojos y murmuraba su nombre, totalmente perdido.


Paula abrió los ojos y le clavó las uñas en la espalda a medida que aumentaba la presión.


Detrás de él había una cómoda con un hermoso espejo con bordes dorados que le permitía ver todo lo que estaba
pasando. El cuerpo de Pedro apretándose con fuerza con el suyo, rítmicamente, entre jadeos, y ella, con las piernas enroscadas, pidiendo más y más.


Su cabeza iba a explotar. Era lo más erótico que había visto.


Solo habían bastado unos cuantos movimientos para que los dos terminaran al mismo tiempo, dejándose ir. Ella le tenía el pelo con ambos puños, sin notarlo y él le tenía las piernas tomadas tan bruscamente que recién ahora se daba cuenta, de que le dolían. Aun así no dejaban de mirarse.


Articuló un “Te amo” con los labios, sin hablar en voz alta, pero ella lo entendió y llevada por la emoción más fuerte que había sentido en su vida, tomo su hermoso rostro entre sus manos y lo besó. Su pecho y garganta ardían y sus ojos picaban otra vez.


Volviendo a la normalidad, se masajeó las piernas con cuidado.


Esta vez por lo menos no se habían dejado ninguna marca visible. Estaba lleno de gente, y podía ser un poco
incómodo.


Una vez cambiados, y con las valijas en las manos, se dedicaron unos minutos más para besarse, antes de tener
que tener que compartirse con el resto de la gente.


Unos segundos más en que estaban solo ellos.


No podía esperar para subirse a ese avión de una vez.


La gente de la fiesta, casi no había notado su ausencia. 


Estaban muy en lo suyo, así que no tuvo que ponerse
colorada como un tomate pensando que todos estarían imaginándose que pasaba arriba.


Empezaron a despedirse y fue un nuevo revuelo de abrazos y fotos de aquí para allá. Estaba agotada. Apenas apoyara la cabeza en el asiento, se desmayaría hasta llegar.


Y así fue.


Habían viajado en primera, y aunque había sido su primera vez y tendría que haberlo disfrutado un poco más de la experiencia, no pudo hacer más que dormir.


Las dos veces que se había apenas despertado para ir al baño, Pedro, a su lado, roncaba abrazado a la pequeña
frazada, totalmente ajeno a todo. La tentación fue demasiado fuerte como para pelear contra ella, y le tuvo que sacar un par de fotos. Se veía tan guapo.








2 comentarios:

  1. Ayyyyyyyyyy, qué lindo, se casaron!!!!!!!!!!! Excelentes los 3 caps.

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  2. Que bueno que el amor triunfó a la maldad de la suegra. Emocionantes capitulos!!!

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