Paula miró por la ventana, mientras trataba de pensar que estaba pisando tierra firme. Pero era inútil. El movimiento del agua era insoportable. Cerró los ojos y los apretó con fuerza.
—Oh por Diosss… —dijo sin poder seguir fingiendo.
—Cuando estemos avanzando, no vas a sentir las olas. — le dijo él, agarrándole una mano.
Pero el barco arrancó, y ella no se sentía mejor. De hecho, se sentía peor. Todo ese mareo en la cabeza, empezaba a hacer estragos en su estómago.
Tenía todo dándole vueltas, con horribles ruidos.
Le hormigueaban la punta de los dedos.
El, había querido abrazarla, pero a ella, le molestaba el contacto físico en ese momentos. Iba a vomitar. Lo sentía.
Se llevó las manos algo temblorosas a la boca. Era inminente.
—Vamos, vamos Barbie. — le dijo Pedro rápidamente, tomándola de la mano, ayudándola a pararse y llevándola hacia dos puertitas.
Los baños.
Paula, se soltó de la mano del modelito y se encerró ahí.
Tuvo apenas tiempo de cerrar la puerta y se liberó.
Adiós al desayuno, que tan cariñosamente había preparado.
Después de un buen rato, se lavó la cara, se enjuagó la boca como pudo, y salió. Ya había recuperado un poco los colores, y se sentía mejor.
Pedro se paró del asiento que había cerca, y le tocó la frente, como chequeando su temperatura, y después se la besó.
—Mejor, bonita? — le dijo abrazándola apenas por la cintura.
Paula asintió, aun sintiéndose débil para hablar. El sonrió.
Por suerte, el viaje duraba menos de 30 minutos. Así que para cuando se volvieron a sentar, ya estaban llegando.
Cuando se bajaron, Paula, quiso besar la tierra. Ohh…ahora se sentía bien.
Acababan de arribar a lo que parecía ser un jardín inmenso, que se encontraba en las márgenes del río Sarmiento.
Rodeado de agua, parecía tener un microclima, que hacía que hacia donde mirara, fuera verde.
Le parecía imposible, que estuvieran tan cerca de la ciudad.
Era como un espejismo en medio del desierto.
—Esto es hermoso. — dijo, mientras inconscientemente llevaba una mano a su cartera, donde estaba su cámara.
—Y creo que acabamos de descartar el paseo en canoa… —dijo Pedro rascándose la cabeza pensativo.
Paula escuchó canoa, y se llevó la mano al estómago, que aun estaba frágil.
—No te hagas drama, tengo un plan B. — la tranquilizó, guiñándole un ojo.
Siguieron caminando a una casa blanca, cálidamente decorada, donde encontraron mapas del lugar, tomaron algo fresco, y les entregaron repelente de mosquitos.
Y una vez listos, se adentraron a la isla.
Había cientos de especies de plantas, de los más variados colores y formas. El perfume de las flores, era intenso, y sumamente estimulante.
Pedro, la llevaba de la mano, mientras leía en voz alta lo que ponía los folletos que habían retirado en la entrada. Todo era maravilloso.
Unas estructuras metálicas le llamaron la atención. Se llevó la cámara a los ojos, y empezó a disparar. Todo le llamaba la atención.
—Son obras de diferentes artistas. — le explicó él.
Ella se acercó a una que parecían barquitos de papel apilados. Y sonrió, tomando más fotos.
****
Era un espectáculo encantador.
Sin poder evitarlo, se imaginó viajando con ella a Europa.
Había tanto que quería mostrarle.
Se acercó a ella, que estaba quieta tomando una foto, y le besó suavemente el pelo.
Se sintió feliz.
****
Ahora que las miraba mejor, estaba claro. Eran sillas. Gigantes sillas, cuyos respaldos imitaban la forma de fideos que se alzaban al viento.
Tomó a Pedro por la mano y corrió hacia ellas.
Se sentaron y se sacaron cuanta foto pudieron, riendo y algún que otro beso robado para las cámaras.
Cuando se hizo mas tarde, cruzaron un puente que estaba totalmente envuelto de flores color pastel. Era majestuoso. La estructura era de madera, aunque solo se veían pequeñas partes. Como si el puente estuviera hecho de flores. Por donde mirara.
La clase de belleza que uno se imagina en los cuentos de hadas.
Era como estar en un túnel, casi a oscuras, comparado con el exterior soleado.
El aire era fresco y fragante.
Paula se acercó a Pedro, que estaba apoyado sobre una de las barandas, y lo abrazó por la cintura.
—Perdón. No sabía que te hacía mal navegar, Barbie. — dijo el mirándola con ojos tristes.
—No sabías… de todas formas la pase muy bien. — le dijo dándole un beso.
—Yo también.
—Gracias por traerme… es hermoso… —dijo suspirando.
El, se dio vuelta, sin soltarse de su agarre, y tomándole la barbilla, le dijo.
—Vos sos hermosa. — Y la besó.
Y fue el momento más romántico de su vida.
Sobraban las palabras. Todo el mundo dejó de existir y estaban solo ellos. Nada más.
Al atardecer, era hora de regresar, y Paula empezó a ponerse algo ansiosa, anticipándose a lo que sería otro viaje de 30 minutos en ese infierno de barco.
Pedro, la miró casi conteniendo la risa.
—Fue bueno descartar también la merienda programada que tiene el paseo. Por lo menos no tenés el estómago lleno esta vez.
—Alguna posibilidad de que nos podamos ir nadando? — dijo ella, haciendo un gesto de dolor.
El se rió, mientras la ayudaba a embarcar.
Paula, se pasó todo el viaje sintiéndose terrible, con la cabeza entre las piernas, mientras respiraba sujetándose firmemente el estómago.
Una señora, que se había preocupado, se había acercado a Pedro y le había preguntado.
—Su mujer se siente mal?
—Si, le hace mal el barco. Tiene el estómago frágil.
—No estará embarazada, no? — preguntó bromeando el señor que viajaba junto a ella.
—No. — contestó Pedro rápidamente. Demasiado rápido.
Paula levantó la mirada de a poco, respondió negándole con la cabeza. Y su mirada se relajó visiblemente. Se mordió para no reírse.
Ahora el que había perdido los colores en el rostro, era él.
****
Fueron al departamento de Pedro. Paula fue a trabajar, y él se había quedado mirando las fotos que habían sacado ese día.
Cargó unas cuantas al celular, se las llevaría con él a Londres. Y luego más tarde, fue a buscar a Paula a la productora.
Gerard los estaba esperando con la comida preparada, así que cenaron temprano.
Paula había recibido mensajes de sus amigos para salir, pero no había tenido ganas.
Se fueron a la cama, y se acurrucaron mientras veían una película.
De más está decir, que casi no la vieron. Habían pasado 10 minutos, y él, ya la estaba besando en el cuello haciéndola enloquecer.
Y con la película de fondo, se dejaron llevar.
El sábado, los dos tenían mucho que hacer.
Pedro, tenía que ponerse al día con el trabajo, y con los preparativos de su viaje. Y Paula, tenía que estudiar para los exámenes.
De todas formas, no habían querido separarse todavía.
Así que Pedro trabajaba con su notebook en la mesa del comedor, mientras tomaba café, y Paula, era un lío de resaltadores y apuntes en la alfombra a su lado.
—No entiendo como podés concentrarte, con todos esos colores en la hoja. — le había dicho él mirando sus resúmenes.
—Justamente. Tengo un sistema. — le había explicado.
A la noche, Paula levantó la cabeza para mirarlo trabajar, pero casi se muere de la risa.
Se había quedado dormido frente a la pantalla.
Tenía un codo en la mesa, y la cabeza apoyada en esa mano.
Sonriendo, le sacó una foto sin hacer ruido con el obturador.
Pero su celular empezó a sonar, y él pegó un salto.
Paula entre risas, lo atendió. Era Flor, que la invitaba a una fiesta, en un boliche que quedaba cerca de la casa de Pedro.
El, que estaba escuchando lo que Paula le explicaba, le levantó el pulgar y le dijo que quería salir para despejarse.
Asi que después de bañarse, se vistieron para salir.
La previa era en el departamento de Flor.
No se le pasó por alto, como todas la miraban con los ojos abiertos, mientras ella, entraba a lo de su amiga, con Pedro, tomado de la mano.
Este, saludó a todas las modelos, conocía a la mayoría.
****
Miró a Paula, y esta le había clavado los ojos a una de las chicas que tenía una minifalda negra, que lo estaba mirando a él.
Estaba celosa! —pensó. Sonrió.
Secretamente, le gustaba. Esas chicas podían ver todo lo que quisieran. Ninguna le hacía sentir, ni la mitad de las cosas que Paula le hacía sentir.
La abrazó a la cintura y le alcanzó una copa, mientras le besaba detrás de la oreja.
Paula le acarició la mejilla y lo miró sonriente.
****
Ahora que estaba con Pedro, no le quedaba otra que participar en todas esas charlas en donde se hacía sociales.
Para su alegría, vió de lejos a Marcos. Este la saludaba desde lejos. Sin dudarlo, se excusó para ir a hablar con él.
Había ido con otros jugadores, en plan de conocer alguna chica. Paula se rió, pero se alegró de que su amigo se estuviera recuperando de la ruptura.
Pero su amigo estaba serio. Acababa de ver a alguien que no tenía ganas de ver. Se estaba conteniendo de ir a pegarle. Pero era una figura pública y no podía hacer escándalos.
David.
En la otra punta del boliche, bailando con una chica rubia.
Mierda. Esa era Nadia.
Apenas su ex la vió, dejó plantada a su acompañante y fue a su encuentro. Paula había querido escapar, pero él la sostenía del brazo.
Se quería disculpar, se lo rogaba. Estaba borracho, no dejaba de decir que la quería. No tenía sentido.
****
Este, movía los brazos, señalando un extremo del lugar.
Miró y se quedó helado con la escena.
David, borracho, la sujetaba a Paula por el brazo, dándole tirones. Ella quería escaparse de su agarre y no podía.
Todo su cuerpo entró en calor, de golpe.
Salió casi corriendo a su encuentro.
****
Todo sucedió rápido después.
De repente, a ella la sujetaba Marcos por los brazos, y Pedro le estampaba un golpe en la nariz a su ex.
Este, por su estado, solo había caído como una bolsa de papas al piso. Se levantó de a poco, haciéndole frente a Pedro.
Marcos la soltó, y se fue a separarlos, no sin antes patear a David en el estómago, cuando estaba en el piso.
Dos guardias de seguridad, se llevaron al chico borracho.
Todos en el boliche habían sido testigos de su ataque.
Nadia, que había ido con él, salió corriendo a su encuentro, dándole a Paula una mirada asesina.
Pedro la abrazó, llevándosela de ahí.
Ella se sentía aturdida. Después de tanto tiempo, ver a su ex con ella… Quien había sido su mejor amiga.
David, la había llevado a Buenos Aires deliberadamente.
Sabiendo que Paula iría a esa jodida fiesta.
No entendía porque hacía las cosas que hacía. Era como si buscara herir sus sentimientos. Como si su misión en la vida fuera esa. Eran patéticos.
Se sintió mal por ellos.
Decidieron irse temprano, ya no les quedaban ganas de festejar nada.
En el departamento de Pedro, todavía estaban sus cosas, así que directamente se fueron ahí.
****
Todavía seguiría sintiendo algo por ese idiota? Ella misma le había dicho que siempre lo querría.
Frenando sus pensamientos, después de todo, ahora no se trataba de él, se trataba de ella… prendió el equipo de música, mientras la arrastraba al sillón de la sala.
La música había empezado a sonar, y ella cerraba los ojos.
El, despacio, le sacó un zapato. Luego el otro. Y comenzó a hacerle masajes en los pies.
Ella sonrió, y gimió suave.
—Que lindo… —dijo disfrutándolo.
Quería que se sintiera mejor, que estuviera bien. No le gustaba verla triste.
****
Le tomaba cada pie, haciendo círculos, desde la planta hasta el talón. Todo su cuerpo se aflojaba.
Abrió un poco los ojos. El la estaba mirando.
Su mirada azul. Tan fuerte. Le hacía despertar todos los sentidos.
Llevada por un impulso, se sentó sobre él a horcajadas.
Cada pierna descansando a un lado del sillón.
Buscó su boca y lo besó. Con deseo, con posesión.
Cuanto lo necesitaba en ese momento. Ella sabía que él era su cura. Lo único que podía hacer que se sintiera mejor.
El, sonrió encantado, y llevó sus manos a la cola de Paula.
Ella, sonriendo también, se movió sobre él, de manera provocativa, arrancándole un jadeo ronco.
Lo notaba a través de la ropa. Se apretó más aún, en busca de más rose. Más fricción.
El, siguiéndole el juego, profundizó su beso y se acomodó para sentirla mejor.
Era insoportable. Todo su cuerpo estaba prendido fuego. Se sentó de otra manera, ahora rodeándolo con las piernas, mientras seguían moviéndose con desesperación.
Cuando Pedro no pudo más, se bajó el cierre del pantalón, y, sin cambiar de posición, le corrió la ropa interior. Se hundió en ella de golpe.
Los dos gimieron, y abrazados, empezaron a moverse con rapidez.
El, le rozaba el cuello, besando, chupando, mordisqueando.
Ella estaba cerca, muy cerca.
Pedro, dejándose llevar, agarró sus manos, y entrelazando los dedos, empezó a marcar un ritmo más fuerte, más rudo.
Y, acabaron juntos, pegando sus frentes, entre jadeos.
Unidos por todos lados.
Espectaculares los 3 caps!!!!!!!!!
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