sábado, 14 de noviembre de 2015

CAPITULO 30





A las 10 de la noche, Pedro todavía no salía de su estudio, así que fue a golpearle la puerta para avisarle que la comida ya estaba lista.


Dio dos golpes, y él mismo le abrió. Estaba al teléfono.


—Y está todo listo para Londres?


Silencio.


—Este miércoles, hago la presentación de la campaña para los proveedores, en mi casa. Y va a ser un evento importante…


—Si, la presentación en Londres también es importante…


—Ok. Mañana te llamo por los detalles. Chau


Cortó.


Paula lo miraba, esperando una respuesta, pero él se acercó, la atrajo de golpe, y la besó en los labios.


Puso sus manos en su cintura, y empezó a moverlas en dirección a su trasero.


—Mmm… se enfría la cena — le dijo ella, como pudo.


—Te salvás porque tengo hambre, Barbie — le dijo — Pero todavía tenemos toda la noche.


Para la satisfacción de Paula, la comida estaba riquísima.


Se había reído cuando Pedro repetía plato.


—No Barbie, me vas a destruir la carrera. —dijo llevándose una mano a la panza —No puedo engordar, tengo la agenda complicada por 6 meses. Ni 100 gramos.


—Me alegra que te haya gustado — le dijo sonriendo sin poder disimular la felicidad.


El, se levantó, y la abrazó.


Cualquiera que hubiera visto el cuadro desde afuera, hubiera dado por sentado que eran una pareja de enamorados.


Paula lo sujetó con fuerza, mientras le besaba el cuello.


—Igual, ahora pienso hacerte responsable de que me hagas quemar un par de calorías.


Paula rió a carcajadas, pegándole un codazo suave, en forma de broma.


—No seas mal pensada, Barbie. — le dijo y se acercó al equipo de música del comedor.


Cuando empezó a sonar, Paula lo miró con una sonrisa.


—Mi radio favorita Ken. Siempre pasan clásicos de los 80 y 90.


—Si, la programé porque se que te gusta, vení a bailar, Barbie.


—Sos muy dulce cuando querés. — le dijo ella, mientras le agarraba las manos que le tendía para bailar.


El solamente sonrió. La agarró por la cintura, y se empezaron a mover. Sonaba Linger, de The Cranberries.


Como ya era una costumbre, cerraron los ojos, dejándose llevar por la canción.


El, que la sostenía, había empezado a tararear el tema.


Paula sonrió, se sabía la letra de la canción. Soltó una risita, y lo siguió.



But i'm in so deep
you know i'm such a fool for you
you've got me wrapped around your finger…
(Pero estoy tan metido
Sabes que estoy loco por ti?
Me tienes envuelto alrededor de tus dedos…)
Do you have to let it Linger?


Casi sin darse cuenta, llevó su boca a la de él, y comenzó a besarlo.


El no tardó en responderle. Sus manos viajando por todo su cuerpo. Ella sentía que se derretía. Sus besos eran apasionados, pero sumamente suaves. Le transmitían una ternura absoluta.


Le sacó el vestido, con delicadeza, mientras se desprendía la camisa.


Ella, se dejó mimar. Con los ojos cerrados, todavía hipnotizada por la canción.

El la seguía acariciando.


Muy despacio, fue sacándole la ropa interior, y lo que quedaba de su ropa, mientras repartía besos en su cuello, la mandíbula y las orejas.


Con un ronroneo, le dijo.


—Así me gusta bailar, Barbie


—Si, pero llamaríamos la atención en las fiestas, Ken.


Pedro se rió, mientras seguía acariciando su espalda.


Estaban totalmente desnudos, bailando.


Paula, de solo sentir como el cuerpo de Pedro se movía tan cerca del suyo, piel con piel, se quemaba.


Llevó sus manos a los brazos de él, después subiendo por sus hombros, al cuello, rosando su estrella, bajando, recorriéndole toda la espalda.


Pedro suspiraba de placer, mientras la agarraba por la cintura, subiendo por la curva de sus pechos.


Más arriba, tomándolos, acariciándolos con suavidad, su pecho, su cuello.


Le sostuvo todo su pelo con una mano, y liberándole el cuello, se lo besó. Primero rosándola con los labios, suave, casi de manera imperceptible, y luego con la lengua.


Soplando por donde ahora estaba húmedo.


Paula gimió y se sujetó con más fuerza a Pedro.


No podía resistirlo más. Bajó sus manos, por el abdomen de él. El sonrió, y tomándole las manos, la alzó despacio y la recostó sobre la alfombra.


Siguió torturándola con sus besos, que ahora iban camino al sur desde su cuello, hacia su ombligo, de su ombligo a su… entrepierna. Ohh… por favor — pensó ella.


El se detuvo, para moverse más lento aun. Esa noche no tenía ninguna prisa. Se iba dedicar a darle placer.


Y eso fue exactamente lo que hizo.


Paula se retorcía, arqueando la espalda, sujetando a Pedro por la cabeza, incitándolo a mover más y más su boca.


Y se dejó ir, entre gritos incoherentes.


Sintió como él, con cuidado, se subía encima de ella, y tras murmurarle al oído:
—Hermosa, mi hermosa Barbie…


Se hundió en ella.


Se quedó quieto, esperando que ella lo mirara.


Y solo entonces, comenzó a moverse. Siempre mirando a sus ojos. Sin romper ese contacto.


Ella, entre jadeos, empezaba a moverse también. Era perfecto. Se sentía tan bien. Se complementaban. Era de esa forma, que el mundo desaparecía. Los problemas, los miedos, las inseguridades. Pedro se las borraba a todas.


Su corazón iba a mil.


Estaba cerca.


El, también.


Aceleraron los movimientos, y se vinieron juntos, atrapados en la mirada del otro. Siendo parte del otro.


Y entonces, las palabras se precipitaron impulsivamente por la boca de Pau. Sin pensarlo. Ahí estaban.


—Te amo, Pedro.


El mundo entero se congeló. Dejaron de girar las agujas del reloj.



****


Pedro, se había quedado mirando a los ojos de Paula por medio segundo más, para después cerrarlos y mirar a otro lado.


Se giró sobre su cuerpo, quedando acostado sobre su espalda, al lado de Paula.


El momento se había roto en mil pedazos.


Ella estaba demasiado asustada para mirarlo.


El tiempo seguía pasando.


Ningúno abría la boca.


A Paula le estaban picando los ojos, en cualquier momento se pondría a llorar. Lo sentía a 10 mil kilómetros. Como había sido tan estúpida de decirle eso? Como había podido arruinarlo todo?


El, se había quedado quieto. No movía ni un músculo. Paula pensó, que tranquilamente, se podría haber congelado, petrificado, o probablemente, se había quedado duro de un infarto. Muy a su pesar, se le escapó una risa.


Se tapó la boca. No era el momento de reírse.


Pero no pudo, y se volvió a reír.


Apretaba los labios, pero era inútil. Estaba tan tentada, por lo estúpida y patética de la situación.


En serio, de lo mas trillada.


Ya no podía parar.


Pedro, la miró de reojo como si se le hubiera salido el último tornillo que le quedaba.


Esta chica, que ahora tenía los ojos enrojecidos, de llorar, pero de las risotadas. Se sentó a su lado.


Lo miró.


—No digas nada, Pedro. Me voy a dormir —le dijo tratando de componerse y ofreciéndole una sonrisa antes de irse a la habitación.


Se dijo que no tenía sentido quedarse en ese lugar. 


Agobiarlo con su presencia, sería una presión que no quería ejercerle. Después de todo quedaba bastante claro que él no sentía lo mismo.


Había sido un error decirlo. El estaba haciendo un esfuerzo por ella. Intentando algo distinto. Y ella le largaba semejante bomba?


Le hubiera pedido disculpas, pero no podía hablar. Estaba demasiado afectada.


Nada que hubiera dicho podía mejorar la situación. Menos después de reírse como una desquiciada.


De tanto pensar se quedó profundamente dormida.


Cuando despertó, sintió que no podía moverse. Pedro estaba abrazándola. Seguramente, en medio de la noche había ido a acostarse con ella.


Ella pasó su mano por el pelo, acariciándolo, y le dio un beso en la frente.


Se levantó sin hacer ruido, y tras vestirse, se fue.



****


Cuando Pedro se despertó, estaba solo en la cama.


Esa noche, después de escuchar a Paula, su mundo se había desmoronado.


Después de tratar de poner sus ideas en orden, lo único que parecía ser verdad, era que necesitaba estar cerca de ella. Y se acostó a su lado, mientras olía su pelo, y se dormía abrazado.


Ahora, la había buscado por todas partes, pero no estaba. 


Solamente una nota.


Me voy a la universidad. Dejé la cafetera con café.
P


Tomó su móvil, para escribirle. Pero ninguna palabra le vino a la mente, así que lo dejó.



****


Paula volvió a su casa tarde. Había tenido que hacer unos trabajos. En el correo, estaba la invitación al evento de Pedro el miércoles. Aun iría?


También había una carta de David. La rompió, sin siquiera leerla.


Ese día fue tan tremendo como se lo temía. Pedro no había tratado de verla, ni de comunicarse con ella.


El martes, fue igual.


Con la diferencia que, por lo menos, ese día tuvo la compañía de su amigo Marcos. Que al escucharla triste al teléfono, había ido a visitarla con media docena de facturas y masitas.


Cada vez que le contaba a sus amigos lo que había pasado, todos tenían la misma reacción. Abrían los ojos, y se tapaban la cara después de regañarla.


Cuando amaneció el miércoles, estaba algo aliviada. Ese día no iba a tener que pensar tanto en el asunto. Después de la universidad tenía que estudiar, y más tarde, el trabajo.


Era mejor que estar en su casa, con la cabeza metida en el pote de helados, escuchando música de los 80 que había escuchado con él.


Pero estaba equivocada.


Apenas entró en la productora se topó de frente, con, nada más y nada menos, Pedro.


Lo saludó sin querer mirarlo a los ojos, haciendo de cuenta que estaba super ocupada.


Aprovechó que su jefe estaba hablando con el, y lo entretenía, así podía marcharse de ahí.


Pasaron las horas, y ya no sabía que hacer. Había terminado de hacer todos los storyboards para su primera producción, y aun le quedaban 15 largos y tortuosos minutos para marcharse.


Estaría todavía con Eduardo?


Lo dudaba, después de todo, hoy tenía un evento.


Cuando por fin se hizo la hora, tomó sus cosas y como una bala pasó, sin saludar a nadie, hacia fuera de la productora.


—Ey… —escuchó a sus espaldas


Mierda. Pedro. Pensó.


Se dio vuelta, y lo enfrentó. El, estaba apoyado en su auto, pero cuando ella lo miró, se acercó.


—Ey. Cómo estás? — le dijo ella, aparentando despreocupación. Y fallando, horrorosamente.


—Mal. Pau, perdón por no llamar… necesitaba… tiempo.


—No te hagas drama. Me equivoqué. Me desubiqué. Te quería pedir disculpas.


—Te equivocaste en …decírmelo o es que no es lo que…? — pero Paula lo interrumpió.


—Lo dejemos así, Pedro. Nunca pasó.


—Ok — dijo él confundido. — Te acerco a tu casa o te paso a buscar cuando estés para ir a la fiesta?


—A tu fiesta? No iba a ir…—dijo dudando.


El bajó la mirada, con pesar.


—No querés seguir viéndome, Paula? Es eso?


—Qué? No! En realidad no sabía si vos todavía querías que fuera… —le dijo


El le sonrió, ahora más confiado, pero con la mirada triste todavía. La tomó por el rostro y se acercó a ella. Buscó en sus ojos aprobación, y solo después de eso, la besó.


Y ahí estaba de nuevo, metida en ese subibaja de emociones que era estar con Pedro.


Después de dos días, sus labios se encontraban, se reconocían, se demostraban lo mucho que se necesitaban.


—Llevame a casa. Estoy lista en 10 minutos — le dijo con una sonrisa pícara.


Y así fue.


En 10 minutos, se había cambiado el jean y la remera, por un vestido azul marino largo, con espalda descubierta y drapeado al frente que insinuaba sus curvas. Se había subido a unos tacos altísimos, y se había recogido el pelo, de forma desprolija y sexy.


Tenía que aceptarlo, tener una amiga modelo, tenía sus beneficios.


El maquillaje, lo había dejado simple. Los ojos con un leve ahumado en grises y negros que hacían sobresalir su color natural azul, un poco de rubor, y los labios nude.


Pedro se había quedado con la boca abierta.


—Barbie, serías re buena modelo. No tardaste nada en producirte…y mirá lo que sos… —le dijo haciéndola dar la vuelta.


Ella sonrió.


Pedro llevaba con él, un traje que se cambió rápido.


Era la primera vez que lo veía vestirse de gala y si no hubieran estado llegando casi tarde, se le abalanzaba hasta arrancarle ese hermoso saco, esa elegante camisa blanca…y ese moñito…que hacía que se le acelerara la respiración.


Se subieron al auto y llegaron a la casa de Pedro en tiempo record.


No habían hablado de las palabras de Paula, y el silencio entre ellos era inmenso. Sería por eso que él estaba tan nervioso?


Se acomodaba las mangas de la camisa, se retocaba el moño, se pasaba las manos por el cabello.


No se estaba quieto.


Por un momento, se odió por provocarle esa sensación angustiosa. Por qué le había tenido que decirle que lo amaba? Cuánto hacía que se conocían? 


Mierda.


Apenas llegaron, él la tomó por la cintura y la condujo al salón en donde estaban los recién llegado invitados.


Estaba decorado de manera lujosa, en colores claros, mozos y catering por donde se mirara.


Había una pequeña orquesta en un costado que estaba tocando música en vivo.


Parecía una película.


Se sirvieron unas copas, y pasearon por ahí, reconociendo y saludando a algunas de sus amigas modelos.


Y la vió. Despampanante como siempre. Rebeca.


Había visto a Pedro, y se acercaba moviendo la mano en señal de saludo.


—Hi, sweety! — le dijo cariñosamente, rodeándolo por el cuello. Ignorando a Paula por completo.


—Hi, princess. — le contestó él.


Paula de a poco se soltó del modelito, y dejándolos solos, sin que se dieran cuenta de su ausencia, caminó entre la gente. Cada tanto se daba vuelta y miraba como esa top model preciosa, coqueteaba con él. Y él se lo permitía. O es que no se daba cuenta?


—Eu flaqui!!


—Flor!! Que suerte que te encuentro! Estaba sola…


—Estas hermosa!! Por qué sola?


Paula le señaló a Pedro.


—Mmm…esa no se le despega nunca. Una pesada la inglesa.


Y ahí se quedaron las dos, destrozando a la modelo rubia, mientras esta no se daba cuenta, ni escuchaba, pero se abrazaba a Pedro con descaro.


—Epa rubia…mmm… esa espalda…-


—Mar!!! — Vale se abrazó a su amigo.


—Vine con Flor, me obligó a ponerme traje, dice que vos estabas triste todavía, y te veníamos a hacer apoyo moral. Igual, me quedo un ratito porque mañana entreno.


Ella miró como los modelitos se sonreían y decían cosas al oído.


—Bueno, el traje te queda divino, morocho. Un bombón… —le dijo ella sonriendo


—Vamos a bailar, rubia. Sabes bailar Frank Sinatra? Ya si sabes eso, me retiro…te bailás todo…


—Si. Y me gusta, de hecho.


Los dos, empezaron a bailar, Fly me to the moon, entre risas y bromas. Paula no solo sabía bailarlo, era muy buena.


Cuando el tema terminó, ella sintió que una mano la tomaba del brazo.







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