sábado, 14 de noviembre de 2015

CAPITULO 31




Marcos se había quedado serio, pero entendiendo, se fue con Flor.


Pedro se la llevó al otro extremo de la sala con cara de pocos amigos.


—Vos lo invitaste? — le preguntó.


—A quien? — le preguntó Paula desconcertada y molesta por como la miraba.


—A tu amiguito…


—Vino con Flor. Pero, cuál es tu problema?


—El. — le contestó — Es mi fiesta… es mi casa… y te fuiste a bailar con él.


—Te estás escuchando? — le preguntó ella enojada.


—Además te estaba mirando las piernas…


Paula se miró. El vestido le llegaba al piso. Lo miró levantando una ceja.


—Estoy bailando con mi amigo porque vos estas muy ocupado charlando con tu amiga…-soltó


—Ah, o sea que te fuiste para darme celos… —le dijo él entrecerrando los ojos.


—En serio? — le preguntó ella casi riéndose.


El la miró. Era imposible no contagiarse de su risa.


—No me hagas reír. Estoy enojado. — le dijo tratando de morderse los labios para no reírse.


La sonrisa de ella solo se ensanchó.


—No me pasa nada con Marcos. Solamente quiero estar con vos. — le dijo acariciándole la mejilla.


El la miró. Su mirada azul, seria. No expresaba nada.


Después cerrando los ojos, apoyó su cara contra la mano de ella.


—Y yo con vos, hermosa. — le dijo él, y la besó en los labios.


Después de un par de besos y palabras dulces, los dos volvieron a la fiesta tomados de la mano.


Marcos le había hecho señas de que se iba, y Flor estaba por ahí hablando con alguien.


Los proveedores a los que Pedro había invitado eran los más importantes del país. Y muchos estaban en la industria de la moda desde la producción. Así que Paula se sentía muy afortunada de estar ahí.


Tomándola de la cintura, la acercó a un grupo de personas que estaba mas adelante.


Una señora de unos 40 años, con cabello recogido en un moño tirante, saludó a Pedro.


Pedro, hola! Que hermosa fiesta — le dijo sonriendo con la barbilla alzada.


—Gracias Amanda. — dijo dándole un beso en la mejilla. Miró a Paula y le dijo — Amanda es la editora jefe de la revista Harper's Bazaar.


—Mucho gusto, un placer conocerla — dijo Paula, dándole la mano.


—Amanda, Paula trabaja en N Producciones, y es mi novia. — dijo sin dejar de mirarla.


—Mucho gusto, querida. — le dijo Amanda, soltándole la mano, para besarle la mejilla.


Paula sonreía. Estaba en frente de una de las personas más importantes en el mundo de la moda argentino, una de las personalidades más influyentes, alguien que podría impulsar su carrera, alguien con quien miles se morirían por tener el placer de hablar y ella solo escuchaba: Y es mi novia, Y es minovia, Mi novia, Novia…N O V I A… NO-VIA… MI-NOVIA…


Asi continuó la noche.


Pedro había hablado con todos los invitados, sin dejarla de lado otra vez. Y a todos, la había presentado igual.


Todos estaban impresionados, porque nunca habían conocido una novia del modelo.


Paula se daba cuenta de cómo la miraban. Pedro, la sujetaba por la cintura con naturalidad, o la tomaba de la mano, y le hablaba al oído.


De hecho se tomaron un par de fotos. Para la prensa. En donde, en todos lados diría. El modelo Pedro, y su novia. Novia. Su novia.


También notó la cara de Rebeca. Pedro, se había acercado al grupo en donde estaba la modelo, rodeada por otras tan bonitas como ellas, y sus ojos casi se salen de sus órbitas, cuando él, al presentarla, dijo que era su novia, y para colmo, le había dado un rápido beso en los labios mientras la
miraba a los ojos.


Paula pensó que la top model, la iba a despellejar en plena fiesta por como la miraba.


Pero le importaba poco. Solo tenía ojos para SU modelito. 


Había hablado de ella con orgullo y algo más en sus ojos, que no descifró.


Aunque, seguramente lo más llamativo hubiera sido su propia cara. Total y completamente embobada. Con una sonrisa que se le había instalado en el rostro desde hacía horas, y no se le iba a borrar.


Cuando los invitados se fueron, ellos se fueron a acostar, estaban agotados.


Pedro, al lado suyo, la abrazaba por la espalda, mientras le daba besitos en el cuello.


—Asi que soy tu novia, Ken? — le preguntó sonriendo.


—Yo digo que si — se rió. — Aunque no tengo ni idea de que se trata, Barbie.


Ella se dio vuelta, y le besó los labios.


—Vamos a probar esto, Barbie…si no funciona, prometeme que no me vas a odiar.


—Te lo prometo. — le dijo ella mientras le daba otro beso.


—El lunes, cuando estaba hablando en el estudio me dijeron que se adelanta mi viaje a Londres.


—Me imaginé. Por qué no me dijiste nada?


—Te iba a decir, pero después…


—Se complicó todo. — dijo Paula, recordando.


—Si.


—Cuándo te vas?


—La semana que viene. — le dijo él, pegando su frente a la de ella mientras cerraba los ojos. — no me quiero ir…


—Cuándo volvés?


—Me tengo que quedar 15 días, capaz más….


—Mmm…Ken…te voy a extrañar… —le dijo cerrando los ojos.


—Yo más — le contestó mientras la besaba. — Y vení conmigo, entonces…


—Qué?


—Que viajes conmigo… —le dijo él, apoyándose en un codo.


Ella abrió los ojos, y se olvidó de respirar por un momento.
Cuando pudo, respondió.


—No puedo. Tengo exámenes…


Pedro la abrazó con más fuerza, haciendo un sonido ronco con la garganta.


—Bueno Barbie, entonces prepárate, porque ahora… te voy a mostrar lo mucho….—la apretó más contra el colchón. — muuuuucho que te voy a extrañar.


—Pensé que estabas cansado — le dijo ella, haciendo la cabeza hacia atrás, mientras sentía que él se abría paso entre sus piernas.


—Mmm….para algunas cosas, nunca Barbie. Nunca.


Y esa noche hicieron el amor, como si fuera la ultima vez. 


Deteniéndose en cada detalle, en cada caricia, en cada gesto. Besándose. Adorándose. Amándose.


Al otro día, Paula se levantó temprano, y preparó el desayuno. 


Quería sorprenderlo.


Miró el reloj, y estaba llegando tarde a la facultad.


Bueno, podía faltar un día. De todas formas, no se perdería de mucho. Solo eran clases repaso para los parciales. Y ahora, ella no podía concentrarse en otra cosa que no fuera su novio.


Fue a la habitación, donde Pedro todavía dormía.


Estaba estirado con la espalda apoyada a la cama, la cabeza hacia un costado, tapado con la sábana hasta la cadera. Aunque con una pierna afuera. Sonrió.


Haciendo el menor ruido posible, se sentó a su lado y dejó la bandeja en la mesa de luz.


Empezó a acariciar su rostro, acercándose, para después darle besos.


El se movió apenas, sonriendo y buscándola con el brazo para abrazarla.


—Buen día, Ken.


—Mmm…Barbie, pensé que te habías ido — dijo sonriendo mientras abría los ojos con dificultad.


Ella negó con la cabeza y buscó sus labios para besarlo. El, respondió el beso, mientras la atraía a la cama y la acostaba a su lado.


—Te hice el desayuno —


—Qué hora es?


—Las 9.


El abrió los ojos de golpe y la miró.


—No vas a clases, hoy? — le preguntó


—No, hoy no. — y eso fue lo único que pudo decir.


Pedro empezó a besarla, ahora en serio. Dejándola sin aliento. Le sacó la remera que se había puesto para dormir, y sus manos empezaron a buscar su propia ropa interior para sacársela también.


No paraba de besarla, devorando sus labios, mordiéndolos. 


Mientras llevaba una mano a su entrepierna, tocándola, acariciándola.


Paula gimió, y cerró los ojos.


El la dio vuelta, dejándola por encima, mientras le pasaba las manos por la espalda.


—Hola hermosa. — le dijo cuando ella se sentó por arriba de él, y lo miró


—Hola, hermoso. — le dijo ella, y se movió de forma que despacio. Muy despacio, comenzó a entrar en ella.


El hizo la cabeza para atrás, con un gemido profundo.


Ella, lo miró, desarmada, excitada por todo lo que le hacía sentir. Por todo lo que le provocaba.


Movía sus caderas, acelerando, después más lento, tentándolo, haciéndolo jadear, haciendo que le pida más y más.


Ella tenía el control, y se sentía una diosa. El la hacía sentir así.


Sin poder aguantar, empezó a aumentar el ritmo, cerrando los ojos, llevando la cabeza hacia atrás también.


El, se sostenía de sus caderas, mientras todo su cuerpo empezaba a tensarse.


Paula gimió, mientras se dejaba ir, apretándose más al cuerpo de Pedro, mientras todo su cuerpo latía.


El la siguió, apenas un momento después, soltando todo el aire entre los dientes.


Ella quedó acostada sobre su pecho, a la vez que se relajaban, y él le acariciaba el pelo.


—Una novia que sabe hacer todo eso, y encima me trae el desayuno… —le dijo al oído.


—No te acostumbres, Ken…—le dijo sonriendo traviesa.


—Tenía planes para hoy, Barbie. Y ya que no vas a ir a clases, podríamos salir más temprano. A que hora tenés que estar en el trabajo?


—A las 9:30.


—Tan tarde te hace ir tu jefe? — preguntó frunciendo el seño.


—Los viernes nada más. — dijo ella pensativa.


—Ahora que sos parte del staff eso debería haber cambiado. Ya voy a hablar con él.


—No. No hables. A mí no me molesta. Pedro, hace muy poco que estoy en la productora, y no me quiero tomar más libertades. Ya demasiado con… —él la interrumpió.


—Estás donde tenés que estar. Ahora vamos a desayunemos, así nos bañamos. Que se nos hace tarde — dijo saltando de la cama, emocionado.


Paula lo miraba sonriendo. Había un cambio en su actitud con respecto a la de la noche anterior, cuando antes de la fiesta, lo había visto tan nervioso. Se preguntó a que se debía.


Cuando estuvieron listos, Pedro, buscó su auto y se condujeron directo al puerto.


El día estaba soleado, y ventoso. Como era viernes, había mucha gente paseando, y comiendo afuera en los restaurantes.


El no había querido decirle a donde iban, era una sorpresa.


Aunque, cuanto más se acercaban, bordeando el puerto a Paula, empezó a retorcérsele el estómago.


Empezaba a imaginar hacia donde se conducían.


Pero cuando Pedro finalmente lo dijo, ella sintió un frío en todo el cuerpo.


—Vamos a navegar hasta la Isla el Descanso. — le sonrió él, con los ojos brillantes.


Oh Dios. Ella no podía decepcionarlo. Estaba ilusionado. 


Nunca lo había visto así.


Había querido hacer algo lindo, romántico por ella. 


Realmente se estaba esforzando.


No tenía el valor de decirle que odiaba navegar. La ponía tan enferma, que ningún medicamento para los mareos, podían evitar que la pasara mal.


Se acercaron, tomados de la mano a un grupo de personas que estaba esperando para subirse, a lo que parecía una lancha. Era enorme, y ancha. Tenía algo escrito en los costados, pero no había podido leerlo, porque se mecía de una forma, que empezaba a cruzarle los ojos.


Tomó aire con fuerza, y pensó en cosas más bellas. Como era el hecho de que Pedro, la tenía sujeta en un abrazo desde su cintura, pegándose a su espalda, y diciéndole cosas dulces al oído.


Ella podía hacer eso.


Claro que podía.


Iba a subirse a un barco.


Apenas sus pies estuvieron a bordo del barco, fue otra cosa.


Sentía su cabeza liviana, como si fuera un globo, que flotaba a la deriva. Tenía toda la frente cubierta por una capa de sudor frío. Oh mierda.


Pedro la dio vuelta, y mirándola a los ojos, para decirle algo.


Cuando su expresión cambió. De sonrisa, a preocupación.


—Estás bien, Barbie?


—Perfecta. — dijo ella apretando los dientes.


—Estás muy pálida. Te hace mal el barco?


—No, no. Ya se me pasa. No te hagas drama. Mejor nos sentemos. — dijo disimulando, mientras buscaba una superficie sólida para dejarse caer.



****


Pedro, no le había creído. Estaba blanca como un papel, y había empezado a sudar.


Se sentaron, pero él, la seguía atento con la mirada.


No se le ocurrió preguntarle antes, porque quería sorprenderla. Pero ahora se daba cuenta de que había sido un error. Se la veía a punto de enfermarse.







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