El martes, fue un día que no existió. Lo único que había hecho era ir a la facultad, comer, dormir y recibir un llamado de David.
Ya había llegado a Córdoba, y le contaba de su viaje.
También le contó que le había mandado sus saludos a su familia y que tenían ganas de verla.
Flor, la fue a ver un rato por la tarde, y, aunque Paula no quiso hablar del tema, sabía que estaba mal por algo.
Sabía que por David no era, porque ella había estado ahí cuando la había llamado. Sería por el inglés. A su amiga no le gustaba para nada esa relación. No le gustaba verla sufrir.
El miércoles, apenas llegó a la productora, la llamaron de edición, así que se quedó unas horas en los laboratorios retocando fotos para la campaña de jeans.
De nuevo tener que ver esas benditas fotos, pensó.
Para las 9, pensaba irse, así que bajó al estudio para despedirse de Eduardo.
Se quedó helada, cuando vio a otra persona que no esperaba. Pedro.
Abrió los ojos como platos y no supo que decirle.
El, la miró y la saludó con una sonrisa.
—Barbie, como estas?
—Hola, que haces?
—Vine a hablar una cosa con Eduardo.
—Ah, debe estar por venir.
El silencio se hizo demasiado largo e incómodo para aguantarlo y Paula le dijo:
—Bueno, me voy. Que estés bien
Y bajando la mirada, salió casi corriendo del estudio.
****
No le gustó quedarse con las ganas. Era frustrante.
****
Que ganas había tenido de besarlo! Esos labios perfectos que besaban tan bien…
No es que ella tuviera mucha experiencia en este tipo de relaciones, pero se dio cuenta de que iba a ser un poco complicado ser amiga de Pedro.
Lo que se le estaba haciendo muy fácil con David, que la había llamado por teléfono y habían charlado de todo un poco. El la conocía, y sabía como pensaba y como se sentía. Y ahora se encontraban en igualdad de condiciones. No era como había sido antes, cuando ella estaba enamorada
de él, y él, no la correspondía.
Los dos eran amigos. Amigos que se gustaban, y si se daba la oportunidad, estaban juntos.
Paula, para empezar con un buen pie esa relación, le había contado de Pedro.
Las cosas con David eran claras, no se iban a reprochar nada, ni existirían celos.
Y hasta ahora, funcionaba a las mil maravillas.
David la había escuchado, incluso la había aconsejado. Le había dicho que tenía que hablar con el modelito, y buscarlo, si tenía ganas de estar con él.
Paula había ganado otro amigo.
Después de todo lo que había sufrido, de todo lo que había perdido, lo sola que se había sentido cuando dejó Córdoba, sentía que de a poco estaba recuperando su vida.
Lo único que no la dejaba disfrutar de esa felicidad, era lo ocurrido con Pedro.
Ya sus amigos le habían advertido de su forma de ser, él mismo le había dicho, pero ella aún así se había enganchado.
Y ahora que parecía que él se había cansado de ella, como desde un principio sabía que podía suceder, ella lo sentía, y le dolía.
Repasaba en su cabeza esa última noche que habían pasado juntos. Buscaba y buscaba a donde había estado su error, si es que había cometido alguno.
Que, de todo lo que había hecho o dicho, podía haberlo alejado.
Y aunque lo pensaba todos los días, no lo encontró.
Esa noche, sobretodo esa noche, había sido perfecta.
Como la había mirado, como la había besado, la manera en que sus cuerpos se habían conectado.
Casi, como si él hubiera tenido la misma necesidad que ella, de tenerlo cerca.
Le resultaba difícil, pensar que él no había sentido para nada aunque sea la mitad de cosas que le habían pasado a ella. Estaba tan claro, era casi palpable.
Su semana, por suerte, logró distraerla. Le habían dado trabajos prácticos en casi todas las materias, y no se había despegado de su cámara y su computadora.
En la agencia, estaban finalizando con la campaña, y estaban haciendo algunas tomas en las locaciones sin modelos. Ella había tenido pocas cosas que hacer, así que aprovechó para adelantar sus trabajos y poder estar al día con la facultad.
Así que cuando llegó el viernes, Paula estaba agotada y feliz de poder descansar.
Estaba cerrando sesión en la computadora de la agencia cuando le sonó el celular. Flor.
—Hola amiga!! — le dijo
—Hola Flor! Qué haces?
—Te estoy por invitar a una fiesta y no me digas que no, porque te mato. Estas re desaparecida.
—No te voy a decir que no. Me hace falta fiesta urgentemente.
—Así me gusta flaqui! Te busco en tu casa a las 12 con Marcos y Coty.
—Dale, nos vemos a esa hora.
Cortó el teléfono y terminó de juntar sus cosas para irse. En la puerta estaba Eduardo, su jefe, que al parecer había estado escuchando.
—Vas a la fiesta del productor de la agencia de tu amiga? — le preguntó
—Ehm si. Vamos a ir con unos amigos.
—Va tu novio?
—No se todavía, le tengo que preguntar. Acabo de quedar con mi amiga.
—Capaz nos veamos entonces. — le dijo guiñándole un ojo.
A Paula le hubiera gustado poder decirle que Pedro si iba, para que Eduardo decidiera no ir. Ya se iba dando cuenta lo pesado que su jefe se iba a poner.
Tendría que pegarse a sus amigos y tratar de evitarlo a toda costa. No es que le tuviera miedo.
Porque ese no era el caso.
Su jefe había tenido miles de oportunidades para propasarse con ella, si es que eso era lo que quería. Todas las noches que se había quedado con ella a solas trabajando, y jamás le había tocado un pelo.
Era profesional y respetaba su trabajo.
Pero el hecho de estar en una fiesta con él, hacía los límites borrosos, y ella se sentía incómoda.
No iba a saber sacárselo de encima de manera delicada. Y aunque nunca se había pasado, se notaba que Paula le gustaba, y tenía ganas de que pasara algo más.
Cuando llegaron a la fiesta, se encontraron con un escenario totalmente diferente al que Paula estaba acostumbrada.
El lugar estaba lleno de modelos, pero también de gente de afuera. De todo tipo. Como hubiera sido en un boliche.
Además, estaba el detalle de que había promotoras y promotores sirviendo bebidas a los asistentes vistiendo solo jeans los hombres, y jean y corpiño las mujeres.
Era temprano, pero la fiesta estaba totalmente fuera de control. Gente bailando por todos lados, bebiendo, algunos borrachos, otros que imitando a los promotores se sacaban las remeras.
Marcos la miró levantando una ceja.
—Tranquila la fiesta, por suerte. — le dijo
Todos se rieron.
Enseguida buscaron algunos tragos y empezaron a bailar.
Paula no lo estaba buscando, aunque sabía que iba a asistir, era el modelo de la bendita campaña. Y ahí estaba.
Como siempre rodeado de modelos, entre ellas, Rebeca. Los dos estaban tomándose algunas fotos con otros modelos del staff mientras sonreían y se decían cosas al oído.
Respiró profundo, y siguió bailando. A pesar de que le molestaba, y empezaba a sentir nauseas, había ido preparada para que algo así ocurriera. De hecho, en su imaginación, esos dos habían hecho cosas peores.
Por suerte, había ido con amigos. Así que no tardó en divertirse de las cosas que decían o las payasadas que hablaban mientras se iban entonando con los tragos.
Entonces sintió una mano que le pasaba por la cintura. Giró la cabeza para ver quien era, y casi suelta el vaso cuando ve que se trataba de Eduardo, su jefe.
—Hola Pau. — le dijo acercándole la boca al oído.
—Hola Eduardo. — dijo Paula tratando de pasarle una mano por el hombro y así tomar distancia.
Su cara era de fastidio absoluto. A medida que el le hablaba, ella se sentía peor y peor. El estaba algo pasado de copas y se le acercaba con su aliento apestando a alcohol.
Ella ya lo había empujado por los hombros tres veces, para alejarlo, pero él, que estaba borracho no se daba cuenta.
Y entonces sintió que alguien más la agarraba. La tenía sujeta por la mano. Paula miró y ahí estaba él. Pedro.
—Hola hermosa. — le dijo acercándose a su cara, casi rozándole los labios.
—Hola — era todo lo que había podido decir Paula mientras le sonreía.
Era la segunda vez que la salvaba de Eduardo, y como la primera, ella se había quedado congelada también.
Eduardo al verlos, tuvo que aceptar su derrota y se fue a buscar alguien más a quien molestar.
Cuando se quedaron solos, Pedro la agarró para bailar mientras miraba como Eduardo se iba.
Paula se acercó y le dijo.
—Gracias, otra vez. — sonriéndole
—De nada Barbie, para eso están los amigos.
****
Se había contenido de ir, agarrarla de un brazo y llevarla a su departamento, como quería hacer en ese momento.
Pero no podía. Esa chica no se merecía que nadie, ni siquiera él, la tratara así. No le gustaba la idea de lastimarla y ver esos ojos tristes otra vez.
Pero entonces su pesado jefe, la estaba molestando y tuvo que salir a su rescate.
Y ahora estaban juntos otra vez. Bailando. Sus cuerpos cerca, extrañándose.
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****
Así que con un breve saludo, se fue, dejándola con sus amigos.
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El ya no se sentía atraído por ella.
Después de un rato, uno de los promotores, se acercó y la sacó a bailar.
Ella aceptó, y tomada de su mano se empezó a mover. El, la miraba sorprendido de lo bien que lo hacía y la acercó más a su cuerpo.
El no tenía remera, así que ella apoyaba sus manos sobre sus hombros desnudos.
Había que reconocer que su cuerpo era impresionante. Ella no estaba de ánimos de estar con nadie, pero no lastimaba mirar un poquito, tampoco. Y ese chico, era muy agradable a la vista.
El chico la abrazó un poco más mientras bailaban, y ahora que sus cabezas habían quedado juntas, le decía cosas al oído.
Antes de que pudiera contestarle, sintió que tiraban de su brazo.
Para cuando se dio cuenta quien era, ya casi estaban fuera de la fiesta.
Pedro la tenía agarrada de la mano y avanzaban hasta llegar a la calle. La arrinconó contra la pared.
—Pero que…? — había empezado a decir ella.
—Para esto también están los amigos. — le dijo
Y la besó.
***
La tenía tomada por una mano, y la cintura mientras la besaba con desesperación. Como si hubiera estado esperando mucho por ese beso.
Ella le respondía con la misma fuerza, agarrándose como podía de su cintura también. Sin pensar en lo que hacía, le dijo.
—Vamos a mi casa, Ken.
El le contestó, con sus labios en los de ella.
—Vamos Barbie
****
Bailaba con uno de los promotores, y no llevaba remera. Ella lo tenía tomado de los hombros. No le gustaba lo que veía.
No le gustaba que estuviera tocando otro chico. Que estuviera tan cerca, casi estaban abrazados. Y ahora él le decía cosas al oído. Sabía como terminaba eso, estaba a punto de besarla. Sin saber por que, salió corriendo hacia donde estaban. Había dejado plantada a la modelo, y no le había importado. Ni siquiera había mirado atrás.
Tomo a Paula de la mano y se la llevó afuera. Cuando la estaba besando, pensó. Por qué había hecho una cosa así?
Estaba loco? Ella podía estar con quien se le diera la gana.
Por qué le había molestado tanto verla con otro? Por qué le importaba tanto? Estaba todavía molesto y la besaba con
furia. Ella le devolvía el beso, cuando debería haberlo rechazado, por desubicado. Lo volvía loco.
Podía darse cuenta de que tenía ganas de estar con él. Lo deseaba. Había dejado plantado al promotor y no le había importado.
Cuando le pidió que vayan a su casa no dudó. El también la deseaba.
Y ahora ahí estaban.
En el departamento de Paula, sin poder sacarse las manos de encima.
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Le agarró la mano y lo condujo a su habitación.
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Por todos lados podía sentir el perfume de Paula. Que seguramente se había puesto antes de salir, esa noche.
Había fotos enmarcadas en cada rincón. Una repisa tenía dos cámaras antiguas rodeadas de tubitos de rollos de distintos colores.
De lo poco que conocía a esa chica, podía decir que no había rincón en ese departamento que no gritara Paula. Todos sus gustos, sus pasiones reflejadas en cada pequeño detalle. Se hubiera quedado todo el día mirándolos.
Paula le tomó la otra mano y le dijo.
—Hay un poco de lío, perdón. Esta semana tuve mucho que hacer para la facu y no tuve tiempo para ordenar.
Pedro miró confundido para todos lados. Tal vez había ropa en una silla, y dos apuntes abiertos en el escritorios.
—Esto es desordenado? Como se nota que no vivís con hombres
—Vos si? — dijo levantando una ceja, de manera sarcástica.
—Viví, en Europa. Con varios modelos. No teníamos nunca tiempo, pasábamos pocas horas en el departamento. Era un infierno.
—Pero yo estuve en tu casa, y está siempre impecable. Hasta cuando hay una fiesta llena de gente.
—Lo tengo a Gerard. El me ayuda.
—Me vendría bien. — le dijo ella entre risas.
—Cuando quieras te lo mando un rato.
—Es chiste. — dijo ella riendo.
****
Sin poder contenerse le dijo.
—Te puedo mostrar algo?
—Dale. — le dijo él.
Ella abrió la notebook y tras buscar en su bolso un pen drive, empezó a buscar en las carpetas. El se sentó en la cama, cerca del escritorio, mientras miraba por arriba de su hombro.
Entonces empezaron a aparecer fotos de la campaña.
—Estas son las que edité yo. Mirá. Esas son mis favoritas.
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Eran buenas fotos, sensuales, sugestivas, impecables.
—Mirá, en esta me acordé lo que me contáste de la marca. Los dos están en la alfombra, descalzos y se ve la ropa tirada al costado, da la impresión de desprolijo. Y también como la estás mirando…
Pedro la miraba.
—Están buenísimas las fotos Paula.
—En serio te gustan?
—Si, a la gente de la agencia y a los de la marca les van a encantar. Es justo lo que están buscando.
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Primero porque él sabía de lo que hablaba, y segundo, porque le encantaba gustarle, en lo que fuera.
—Tenés más fotos? Alguna que hayas sacado vos?
—Si, miles! Mirá acá tengo todas las que saqué desde que estoy en Buenos Aires. Como un diario de fotos.
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El se dio cuenta de que ella tenía talento. Las fotos tenían un increíble colorido, y transmitían todo tipo de cosas.
Había un par en donde aparecía gente que él conocía.
—Y esas?
—Esa es la carpeta de retratos. Son fotos de amigos, en situaciones… cotidianas.
Se rió.
—En realidad son fotos que les hago hacer. Y me hacen reír.
—Por ejemplo?
—Mirá acá hay una de Flor.
La modelo en la foto, posaba de ojotas, con un rodete despeinado, pero posando como si estuviera en una pasarela.
—Ahí Flor está como yo la veo. Es una chica normal, como cualquiera, con un increíble atractivo. Ni siquiera se tiene que esforzar. Le sale solo. Lo ves?
—Es verdad. — dijo Jamie Pedroapreciando la foto de cerca, sonriendo.
—Y esta otra, es Coty.
La modelo sale arrugando la nariz mientras se termina de comer una hamburguesa.
—Esa es Coty. Es el paradigma de la modelo promedio. Pero rebelde.
Pedro se reía.
—En esta, está Marcos…conmigo. Nos sacamos esta foto con el timer de la cámara. Me está haciendo cosquillas. No me imaginaba una foto de él estando solo. Siempre que pienso en él, sonrió.
Es un buen amigo. Siempre me hace sentir así como en la foto. Aunque le cueste, siempre se esfuerza en hacer que los demás se rían.
En la foto, los dos estaban tentados. Con esa confianza que él siempre había visto entre ellos. Se sintió levemente incómodo.
—Y él quién es? Me suena
—Esta foto es vieja. Es David.
En la foto se veía un chico rubio mirando por la ventana, la foto tomada desde adentro. Lo había reconocido de aquella noche que la había visto con él. Apretó su mandíbula. Ella siguió hablando.
—Así me sentía cuando pensaba en él. El soñaba con viajar por todo el mundo. Siempre le había quedado chico Córdoba, su realidad. El siempre había soñado con más. Es la persona más ambiciosa que conozco. Pero así también marcaba las distancias. Y nadie era lo suficientemente bueno para ser su igual.
—Y vos estabas enamorada de él… —le dijo Pedro. Casi una pregunta.
—Lo admiraba sobretodo. Siempre supo lo que quería. Y todo lo que quería, era de él..
—Lo seguís queriendo?
Pedro sin darse cuenta se había acercado a la pantalla y lo miraba. Tratando de descifrar por que ella veía tantas cosas en ese chico. Trató de imaginarse una Paula más chica, enamorada. Totalmente cautivada, por alguien que la había hecho sufrir. Algo en él se rompió. Necesitaba una respuesta para su pregunta, y ella estaba tardando en dársela, así que
la miró.
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Ella quería decirle que no, que estaba enamorada y no era de su ex. Pero no podía. Se había quedado quieta y en silencio. No podía mentirle a esos ojos.
—Siempre lo voy a querer.
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—Pero ya no estoy enamorada de él. —
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Se quedaron callados. Paula sabía que no tenía que hablar de estos temas con Pedro. Era mezclar y confundir las cosas. Era algo íntimo. Pero él le había preguntado.
—Si me tuvieras que sacar una foto a mí como sería?
Paula se quedó pensando. Sonrió.
—Sería una foto en donde te rodearan modelos lindísimas. O mejor, una foto en donde estuvieras sentado en un sillón, y las modelos hicieran fila al lado.
Los dos se rieron. Paula se acordó de cuando lo había conocido. Y se rió más fuerte.
—Aunque cuando apenas te conocí, te hubiera sacado una foto vestido de Ken, de la mano con tu amigo, el que se disfrazó de marinero. —
—Pensaste que era gay? — le dijo él, riendo.
—No te hagas problema…que poco después pude ver que no lo eras.
El, todavía sonriendo, se acercó y la besó en los labios, fuerte, profundo.
—Si, es lo primero que se piensa de los modelos masculinos…creo. A mi no me importa. — dijo encogiendo los hombros.
Ella le sonrió.
Luego, mirándolo coqueta, le preguntó.
—Vos a mi como me sacarías una foto? —
—Bailando, con los ojos cerrados. — le contestó él. Mirándola fijo.
Se paró de la cama y fue a prender el equipo de Paula.
Empezó a sonar la música. Give me love, de Ed Sheeran.
Le tomó una mano y la acercó para bailar. Era un ritmo lento, pero continuo, así que bailaron como si fuera un vals.
Paula no sabía bailar eso, y se reía mientras se equivocaba de pasos. El trataba de guiarla, pero era inútil. Los dos terminaban chocándose y tentados de la risa. Así que solo se limitaron a balancearse a los costados, mientras ella recostaba la cabeza en el pecho de él.
De a poco Pedro la fue soltando y se sentó de nuevo en la cama. Le hizo señas con la mano de que siguiera bailando, y él tomó la cámara que estaba en la mesa de luz.
Paula, bailaba y bailaba. Movía la cabeza y levantaba a veces las manos, mientras el la miraba atento.
Empezó a escuchar la letra de la canción.
All I want is the taste that your lips allow…(Todo lo que quiero es el sabor, que tus labios permiten).
Y pensó en como se sentía ella por él. Give me love, lover…
Cerró los ojos y se dejó llevar. Podía sentir las palabras de la canción en todo su cuerpo. Se dejó llenar por ese sentimiento.
Give me love like never before, (Dame amor, como nunca antes)
'Cause lately I've been craving more, (Porque últimamente, lo he estado anhelando más).
Pensó en todas las veces que había besado a Pedro, y como se había sentido.
Give me love, lover…
Se llevó una mano a la mejilla, sin querer repitiendo para ella misma la letra de la canción.
Empezó a dar pequeñas vueltas mientras movía la cabeza y tenía los ojos cerrados.
Cuando terminó la canción, abrió los ojos, como si se hubiera despertado. Estaba rodeándose con los brazos como si se estuviera abrazando.
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