miércoles, 11 de noviembre de 2015

CAPITULO 20






Ella, no respondió al principio, pero después, no pudo más que devolverle el beso con la misma pasión.


Paula estaba enojada, pero una vez que Pedro se acercó, sabía que había perdido toda capacidad de resistencia.


El la abrazaba con desesperación, y ella se sujetaba para no perder el equilibrio, tomándolo del cuello con ambas manos.


Paula ya empezaba a sentir como su cuerpo le pedía más, y se frenó. Estaban en su trabajo.


—Nos van a ver.


—Que nos vean. — le respondió Pedro volviendo a buscarle la boca con la misma vehemencia.


—No no, espera. — le dijo ella y se separaron.


Respiraban con dificultad, y se miraban llenos de deseo. 


Paula recuperando la cordura, se acordó que estaba molesta por las cosas que había estado pensando.


Molesta con ella misma por ser tan estúpida. No con él. El había sido claro desde un principio.


—Nos va a ver tu amiga


—Y? Es mi amiga Paula, no se va a asustar


—No es tu amiga — dijo ella


—Paula, no quiero que nos confundamos. Yo no tengo novias. No me reclama nadie.


—No te estoy reclamando


—No, es verdad. Pero es mejor dejar todo claro.


—Me queda claro


—Si vos querés otra cosa, decime, si? Yo te voy a entender, no me va a molestar.


—Otra cosa?


—Si vos querés una relación, no te voy a hacer perder el tiempo Barbie. Conmigo no la vas a tener.


A Paula las palabras de Pedro la dejaron muda. Le había dicho lo mismo que le venía diciendo, pero esta vez sintió como si le pegaran en medio de la panza.


—No te hagas problema. No quiero una relación. Menos con vos. — le contestó con todo el veneno que venía cargando.


—Menos conmigo?


—Si. Menos con alguien con vos, que tiene tantas amigas.


—No pensé que fueras tan celosa Barbie…


—Paula, me llamo Paula — contestó enojada.


Pedro no le contestó. Se quedó mirándola como si tuviera dos cabezas. Estaba fuera de su territorio con este tipo de discusiones.


—No entiendo por que te enojas. No te estoy diciendo nada nuevo.


—Me enoja que seas tan… creído. Que pensas que me importa tanto lo que haces o dejás de hacer con quien sea? Que quiero ser tu novia? Que te pasa?



****

Pedro la miraba. No la reconocía. Ella siempre había sido tan risueña. Y ahora parecía que iba a golpearlo. Tuvo que morderse el labio para contener la risa. Cuando se enojaba, se ponía muy linda.


Además no entiendo, Paula — dijo, remarcando bien su nombre — Vos te pones celosa cuando me ves con Rebeca, pero yo te veo siempre con algún pibe y no digo nada de tus “amiguitos”. Hizo comillas con los dedos para decir amiguitos.
—Con tu super amigo, saliste en todos los medios de la Argentina, agarrada de la mano, abrazándote. Y después con el pibe que te fuiste anoche…


—David. Mi ex.


—Ese era tu ex!? — preguntó sorprendido.


Pedro también había empezado a subir el tono de voz.


—Ese no es tema tuyo


—Exactamente. No es tema mío.


Se quedaron en silencio, retándose con la mirada.


Pedro se acercó y se quedó pegado a su cara. Con la nariz le recorrió el mentón, las mejillas, las orejas. Paula cerró los ojos y llevó una de sus manos al cuello de él. Despacio movía la mano acariciándolo por el nacimiento del cabello.


A los dos segundos estaban de nuevo besándose desenfrenadamente.



****

Pedro ejercía un poder en ella, que por más que le costara admitir, era una de las cosas más fuertes que le habían pasado.


Acercándose a su oído le dijo:
—Vamos a casa, Pau


Paula no pudo decir que no. Y juntando sus cosas, se subió a su auto y se fue. Para sorpresa de una Rebeca indignada, que contaba con irse con Pedro esa noche.


Esta vez, a Paula no le importó que al otro día tuviera clases, quería estar con él. Sentirlo cerca.


Había soportado verlo con otra, y necesitaba sentir que era de ella. Aunque fuera mentira.



****


Llegaron al departamento de Pedro y se fueron directamente a su habitación.


El, la desvistió en minutos, dejándola en ropa interior y sin dejar de mirarla a los ojos.


Había estado días imaginando este momento. Había algo en ella, que siempre estaba huyendo de él, que lo atraía el doble. Lo hacía necesitarla y que estuviera todo el día pensando en cuando estarían juntos.


Ella lo miró con la misma intensidad que siempre hacia y tomándole el rostro lo besó.



****

Como si en ese beso, pudiera desahogar todo lo que le estaba pasando con él. Como si pudiera hacerle sentir todo lo que ella lo deseaba, como ella se estaba enamorando de él. Cada uno de sus besos era el más importante.


No importa cuantos labios hubiera besado, sus besos significaban más.


Y fue entonces cuando ella bajó las barreras que todavía la retenían de amarlo como lo estaba amando. Y se liberó.



****

Pedro, pudo sentir como cambiaban los besos de Paula, y se hacían más profundos. Con ella podía ser como era.


Empezó a desvestirse él también y la recostó en su cama.


Cuando la tuvo ahí, le pasó el dorso de su mano por la mejilla.



****


Ella, con esa caricia delicada, cerraba los ojos y se imaginaba que él estaba sintiendo lo mismo que ella.


Se puso encima de ella agarrándole ambas manos por encima de su cabeza y la besó. Con todas las ganas contenidas, haciendo que ella soltara suspiros de placer.


Fue bajando sus manos, acariciándola por los costados de los brazos, se detuvo unos minutos a los costados de su rostro mientras la seguía besando, y así hacia abajo. Hasta llegar a sus pechos.


—Sos hermosa…Sos…tan hermosa.


Le dijo en la boca mientras la seguía besando. Sus manos siguieron bajando, por la cintura, la cadera, los muslos, hasta que llegó a las rodillas. Las agarró con fuerza y ubicándose entre sus piernas las abrió sin dejar de besarla.


El solo contacto había vuelto loca a Paula, que ahora lo miraba con ganas de más.


Pedro abriendo apenas la boca, sacó su lengua y se la pasó por los labios. Primero el de arriba, después el de abajo, al que mordió con fuerza.


Pau, que no podía aguantar, se empezó a mover debajo de él.


Sus caderas se mecían buscando placer. Estaba lista para él.


El también había empezado a moverse suavemente. Se podía dar cuenta de lo excitada que estaba ella, con cada rose. Agarró un preservativo de la mesita de luz.


Ella se lo sacó de las manos y fue ella, la que lentamente se lo colocó, mientras lo tocaba.


El ahora mas agitado, le corrió a un costado la ropa interior, y sin poder esperar, la tomó.


Se quedó quieto disfrutando de tenerla así. Movió sus caderas hacia los costados, haciéndola gemir. La podía sentir en todas partes.


Despacio empezaron a moverse. Se acoplaban coordinados mientras se besaban y hablaban al oído.


—Mmm…me encanta… —dijo Pedro.


Se tomaron su tiempo para darse placer con mas suavidad que otras veces. Para Paula, estaba haciendo el amor con él. 


Quería estar para siempre así. Amándolo.


Se besaban lenta y apasionadamente, mientras él la sujetaba con una mano la cadera, y la otra en la nuca. Ella, sabía que no iba a aguantar mucho tiempo más. Después de tantos días sin tenerlo cerca, su cuerpo reaccionaba con urgencia.


Y así fue como tras aumentar la cadencia de sus movimientos, los dos habían terminado por llegar juntos a un orgasmo que los dejó a los dos respirando áspera y entrecortadamente.


Se miraron a los ojos en ese momento, y a Paula le gustó lo que vió.Pedro la miraba como si ella fuera la más hermosa criatura que había visto. No se dijeron nada, las palabras sobraban.


El, apoyado en sus codos, buscó las manos de ella y entrelazó sus dedos mientras se miraban.


Paula, pensó que este era el momento más perfecto que había vivido. Su corazón se hinchó de un sentimiento cálido, lleno de ilusiones.


—Me gusta mucho estar con vos, Paula.


Ella lo miró y le sonrió.


—Y a mi estar con vos.


—En unos días, capaz semanas, me tengo que ir a Londres.


Paula no pudo disimular su cara de sorpresa, y tristeza.


—Para siempre?


—No. Es por un tiempo nada más.


Se hizo un silencio.



****

—Me vas a extrañar? — le preguntó él, sabiendo que se estaba pasando.


—Si. — le contestó ella, confundida por la pregunta, pero siendo totalmente sincera con la respuesta.


El la miró. Los ojos de Paula lo desarmaban. Era tan transparente. Todo se le notaba ahí. No podía escaparse cuando él lograba verlos.


La volvió a besar, esta vez con ternura.


Se quedaron abrazados hasta que el cansancio pudo con ellos, y se durmieron.



***


Cuando Paula abrió los ojos, Pedro ya estaba despierto. 


Estaba quieto a su lado, con la mirada perdida, mirando el techo. Parecía haber estado pensando, y estaba algo serio.


Ella se movió y le besó el pecho. El apenas la miró y le sonrió.


—Buenos días, Barbie


—Buenos días.


—Que querés para desayunar?


Paula miró la hora, y se dio cuenta de que no tenía mucho tiempo, tenía clases en menos de una hora.


—En realidad no puedo, tengo que ir a clases.


—Ni café?


Paula sonrió.


—Si, para café tengo tiempo


—Vamos.


Se levantó rápidamente de la cama, mientras en el camino se ponía un pantalón, la dejó sola y confundida.


Algo nerviosa, sin saber por que, se vistió y fue a la cocina.


Ahí estaba él, sirviendo dos tazas de café. Olía deliciosamente.


El le acercó una taza, y empezó a tomar de la suya.


Paula no pudo evitar pensar que la estaban echando. Dio dos tragos de café y frunciendo el gesto, dejó la taza en la encimera.


—Me voy yendo.


El no respondió, solamente asintió apenas mirándola.


A Paula le entraron ganas de llorar. Que había hecho mal? 


Anoche todo había sido maravilloso.


Nunca se hubiera imaginado que ahora las cosas estuvieran tan diferentes.


Sin animarse a preguntarle, y apabullada por su rechazo, tal vez temiendo uno peor, se fue.


En la portería del edificio se pidió un taxi.


Una vez que estuvo adentro pudo soltar las lágrimas que había estado aguantando.



****


Pedro, no entendía que había pasado. Por que había sido así con ella?


Pero la verdad es que la noche anterior se había ido a dormir pensando en lo mal que hacia por meterse con una chica como ella.


Y esa mañana había llegado a la conclusión de que cortaría con eso antes de lastimarla.


El mismo, había visto el dolor en esos ojos enormes, cuando por poco, la había echado de su casa.


No podía dejar que esto siguiera. No se lo merecía. Ella era linda, inteligente, sensible, y tenía que tener alguien que pudiera corresponderle.


Ahora que se había ido, él no podía parar de pensar en la noche que habían pasado. Cada beso de Paula, todavía los sentía en sus labios.


Iba a ser muy difícil mantenerse alejado. El no estaba acostumbrado a hacer sacrificios. Si quería estar con alguien, estaba.


Pero por alguna razón, ahora pensaba en alguien más que no fuera él.



****


Paula, había aguantado toda su jornada de clases, y ahora volvía a su casa. Se fue directo a la cama y se durmió.


Estaba agotada, pero además tenía en el pecho una sensación de vacío que la dejaba sin ganas de moverse.


Intentó no pensar en Pedro, pero una vez dormida, soñó con él.


Cuando se despertó, no sabía ni que hora, ni que día era.


Consultó su celular, y eran las 9 de la noche. Sus ojos fueron del reloj a la barra de notificaciones del celular. Un pequeño sobrecito verde.


Tenía un mensaje de texto.


Se fijó y no conocía el remitente.


Pensó en David, pero no podía ser él. Al haber hecho las paces con, lo había agregado, y ahora lo tenía en la agenda.


Lo abrió.


“Perdonáme. Soy un hdp. Seamos amigos, Barbie. P”.


Pedro. Paula se quedó mirando el mensaje como si de esas palabras escritas, fueran a salir otras nuevas, que le explicaran mejor.


Le respondió.


“Estas enojado? Fue algo que dije? Pensé que anoche la habíamos pasado bien, y esta mañana…”


Apretó enviar, sin querer seguir escribiendo. Por algo no quería que Pedro se diera cuenta de lo mucho que le dolía su actitud.


“No! No me enojé, Barbie… Pero me parece mejor que lo dejemos en amigos. Si?”


Las lágrimas empezaban a picarle en los ojos. El seguramente se habría aburrido de verla. O algo de ella no le había gustado. Su cuerpo, sus besos.


Cerró los ojos y un par de lágrimas le corrieron por las mejillas.


Contestó:
“Si. No hay problema. Un beso.”


Al segundo le llegó su respuesta.


“Un beso, Barbie”


No podía volver a sentirse así. Se tragó el bollo de emociones que se le juntaban en la garganta y respiró profundamente para dejar de llorar.


Se puso a hacer unas actividades para la facultad, y por esa noche, se obligó a no pensar más en él.






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