martes, 10 de noviembre de 2015

CAPITULO 18





Era David.


—Hola Pau.


—Hola nene, que haces?


—Estabas durmiendo?


—Si, puse la alarma y no la escuché


—Ah jaja. Ey, ya llegué a Buenos Aires, ya me instalé en el hotel. Te llamaba para saber si no tenías ningún plan para almorzar, por ahí nos podemos ver un rato.


—Dale, tipo 12 paso por el hotel y te busco.


—Buenísimo, te espero, un beso


—Beso, nos vemos.


Se levantó, duchó y preparó la ropa para juntarse con David. 


Le llamó la atención no tener novedades de Pedro todavía.


El no tenía su celular, pero si hubiera querido verla, hubiera tenido maneras…


Borrando ese pensamiento de un plumazo, se puso a limpiar el departamento.


A las 12, llegó al hotel y David la estaba esperando en la puerta.


—Hola


—Hola


Se dieron un rápido beso en la mejilla. Más incomodo que otra cosa, y algo nerviosos, se encaminaron a uno de los bares que Paula conocía y sabía que a él le iba a gustar.


—Todavía no me acostumbro a tu pelo, sos otra.


—Si, es un poco raro


—Te queda muy bien


—Gracias


Otro silencio incómodo.


—Tus cosas? Estas de vacaciones?


—No, sigo trabajando. Mi viejo necesitaba hacer firmar unos papeles por un colega que trabaja acá.


—Te quedas hasta el domingo?


—No, al final me quedo hasta el lunes. No conseguí pasaje para el domingo.


Llegaron al bar y se sentaron adentro porque el sol estaba infernal.


Estuvieron charlando y poniéndose al día un rato hasta que inevitablemente llegaron los temas espinosos.


—Se solucionó el tema con los fotógrafos? Pensé que íbamos a tener que escondernos en algún lado así no te veían conmigo y seguro inventaban algo…


—Si. Por suerte se solucionó todo.


David la miraba y asentía. Y pensando en que ya habían dejado atrás muchas cosas, decidió contarle la verdad.


—Marcos no es mi novio. No importa lo que digan las revistas. No es mi novio, nunca lo fue.


El no dijo nada. Se quedó con los ojos fijos en ella. Abrió la boca para decir algo, pero la volvió a cerrar.


—Estaba enojada con vos, por eso te dije que era mi novio. Para que no me llamaras más.


—Y cuando llamé a tu casa y me atendió? O en el boliche?


—Es mi amigo. Tenemos buena onda. Pero somos amigos y nada más. De hecho, sale con una amiga mía.


David la miraba como pensando en lo que le estaba contando y después de un rato le preguntó:
—Y por qué me contás ahora?


—Porque me parece que las cosas cambiaron. Quiero que seamos amigos y que sepas la verdad.


El asintió sin decir nada.


Comieron en silencio. Paula notaba como a medida que pasaba el tiempo, David se ponía más nervioso.


—Yo también te tendría que decir la verdad, Paula.


—Decime.


—Es verdad que me puse muy pesado, perdóname. Pero es que nunca pensé que te ibas a borrar así.


—Fuiste vos el que se borró, David. Después de lo que pasó con Nadia, desapareciste.


—Me sentía muy culpable. Íbamos muy en serio, me asusté y…me mandé un moco. Esa es la verdad.


Paula se lo imaginaba, pero escucharlo de él, había sido fuerte. Tuvo que bajar la mirada.


—Un fin de semana que vos viniste a inscribirte a Buenos Aires, yo estaba aburrido, así que llamé a Nadia para que me dijera si su hermano hacía algo.


Ella lo miraba sin decirle nada. Siempre le había dicho que no quería saber los detalles, pero ahora que había empezado, no podía ni hablar para frenarlo. Una parte pequeña de ella, era lo suficientemente morbosa para querer escuchar todos los pormenores.


—Ella me dijo que su hermano se juntaba en su casa e invitaba unos compañeros con los que yo antes jugaba al fútbol, así que fui. Tipo 11 los pibes salieron, y yo no tenía plata, ni ganas, así que me quedé con ella, que me dijo que íbamos a ver unas pelis.


—Que amorosa.


—Mientras veíamos la película, ella se me apoyó en el hombro, se me fue acercando de a poco. Yo había estado tomando con los pibes, y estaba medio mareado. Nos besamos.


Paula volvió a bajar la mirada. Muchas cosas habían cambiado desde el año pasado. Pero había heridas que todavía no cicatrizaban.


—Antes de que pasara algo más, le dije que estábamos haciendo cualquiera. Me fui caminando a mi casa.


—No pasó nada más? David ya no importa, me podés contar.


—Nada Paula. Te lo juro. Me arrepentí en el momento. Me odié. Todo el camino a mi casa estuve pensando.


—Pensando en mi? — preguntó Pau irónicamente.


—Si. Pensé que me había mandado una cagada. Pero que era mi excusa para cortar.


—Por qué necesitabas una excusa?


—Porque estaba asustado. En realidad te quería, te amaba, pero estaba asustado.


—Te querías escapar.


—Si


Ella podía entender ese sentimiento. Ella había querido hacer lo mismo.


Paula levantó la mirada. David la estaba mirando. Estaba triste y se lo notaba arrepentido.


—Me lo podrías haber dicho. Nos podríamos haber tomado un tiempo, o bajar un cambio si estabas tan mal.


—Si, eso lo pensé después. En el momento me sentí asfixiado.


—Era mi mejor amiga. No podías hacer eso con otra, por lo menos? — dijo de mala manera.


—No lo busqué, Pau. Pasó. Además me dió lo mismo. Nunca me pasaron cosas con ella. Nunca.


—Me lastimaste mucho.


David miró para abajo.


—Perdón.


—Ya te perdoné.


—Los meses que siguieron te quise olvidar. Salí, conocí gente nueva. Pero no pude. Te extrañaba.


—Te insistí. Me acuerdo de que era capaz de bancármela y estar con vos, y me rechazaste.


—No me daba la cara, Paula. Estaba en otra.


—Volviste a ver a Nadia?


—No. Me llamó cuando se enteró que cortamos. Pero no le atendí.


Paula asintió. Por fin sabía como eran las cosas. Había estado esperando meses por verlo así, arrepentido, pidiéndole perdón.


—Esa era la verdad que me querías decir?


—En parte si.


—Que más?


—Cuando te vi con otro, pensé que me moría. Tenía una sensación en el estómago horrible. Nauseas.


Paula sabia de lo que hablaba. Era la misma sensación que había experimentado con Pedro y la modelito. No así con David y Nadia, cuando había sentido dolor, enojo, y muchísima decepción.


—Te lo cuento ahora, porque me daba vergüenza contártelo antes. Pero ahora siento que podemos hablar.


—Si. Es gracioso, pero me parece que ahora nos llevamos mejor.


Se rieron los dos, cortando con el momento tenso que habían vivido, decididos a dejarlo todo atrás.


Olvidados los viejos rencores podían empezar desde cero.


Se conocían mejor que a nadie, y tenían tanta historia que no les costó encontrar temas de charla.



****


Se pasaron paseando por Puerto Madero toda la siesta, y a la tarde Paula, lo invitó a conocer su departamento. Tomaron unos mates y vieron tele. Como en las viejas épocas, pensó.


Cerca de las 6 de la tarde, su amiga Flor la fue a visitar, y ella le presentó a David.


Le dio gracia ver como lo miraba y lo trataba de forma cortante. Ella sabía por todo lo que había pasado Pau, y estaba en plan protectora.


Pero después se distendieron, porque llegaron sus otras amigas, y empezaron la típica previa de los sábados. Vale lo invitó a la fiesta a la que estaban por ir, y David aceptó, mas que encantado.


Llegaron al que era, en uno de los mejores hoteles de la zona. Era un edificio de varios pisos, y tolditos en la entrada, como en las mejores tiendas de Nueva York.


En su interior, todo era de mármol con detalles en oro. Los techos altos con ventanales dejaban ver las mejores vistas de la ciudad.


Había distintos salones, cada uno con una temática distinta.


El personal, les dijo a donde tenían que dirigirse. La fiesta, se realizaba en la terraza.


Que estaba ambientada para la fiesta, y en donde ya se veía que la concurrencia iba a ser importante.


Los empresarios más importantes de la provincia iban a asistir. David, ya había reconocido un par de caras famosas. Le repetía todo el tiempo que no podía creer estar en un lugar así.


Paula se había puesto lo mejor que tenía, un vestido color negro con escote pronunciado en el pecho y la espalda, y los mejores zapatos de taco que Flor le había prestado. Y aun así, se sentía mal vestida, o que desentonaba con el lugar.


David se había puesto unos chupines negros, una camisa celeste y un blazer de saco azul. Paula pensó que nunca lo había visto tan lindo.


Ella pensó que arrastrarlo a una fiesta plagada de modelos, iba a ser como llevar a un niño a una juguetería. Pero no, él no parecía impresionado por la compañía femenina. Estaba super atento con Paula, y todo lo que ella decía.


Flor, había notado esto, y lo miraba con cara de pocos amigos.


Si bien la fiesta era en un lugar elegante, al que probablemente, le hubiera pegado la música clásica, sus asistentes, le daban el toque moderno que necesitaba el evento.


Además, la música era electrónica, y estaba puesta a un volumen en que era bastante difícil hablar.


A Paula le dio gracia encontrar esos contrastes.


Se fueron todos a bailar mientras les servían copas de champagne.


David no solía bailar, pero esa noche estaba haciendo una excepción por estar con ella, y eso le daba ternura, y un poco de risa también.


Lo agarró de la mano y le enseño uno de sus movimientos. 


De a poco, fue agarrando más confianza, y con ayudita de lo que estaba tomando, se relajó y bailó con más soltura.


En una de las vueltas, Paula levantó la mirada y se encontró con él. Pedro. En quien había estado pensando, todos estos días.


Pero este la vió, miró a David, y la saludó con un movimiento de cabeza, sin acercarse siquiera.


Como el día de la producción, la había ignorado completamente. Paula se sintió dolida y muy rechazada.


Y entonces la vio, Rebeca, le alcanzaba una copa y se le colgaba al cuello.


Pedro le sonreía y le decía cosas al oído.


Paula volvió a tener la sensación de nauseas que había sentido antes. Hizo un gesto de disgusto y vació lo que había en su copa de un trago.


—Voy a necesitar otra copa, porque esta se me acabó.


David la miraba sorprendido. Nunca la había visto tomar. Se fue a buscar otras copas sin darse cuenta de lo que le pasaba a ella.


Paula, se tomó la siguiente copa en dos o tres tragos, y siguió bailando con David. Al rato los dos estaban un poco borrachos y sonrientes.


David la había pisado un par de veces, y se disculpaba a cada rato.


Paula no se daba cuenta de las pisadas, ni de nada. Buscaba por toda la fiesta al modelito, y no lo veía. David se le aceró al oído y rozándole la oreja con los labios le dijo:
—Nunca te había visto borracha, Paulaa.


—Yo a vos tampoco, David. —le dijo ella pegándole la boca al oído, imitando de forma graciosa lo que el hacia.


Los dos se rieron. A ella, se le volcó un poco de champagne en el vestido, lo que los hizo reír aun más fuerte.


Entonces vió algo, que la dejó sin ganas de reír.


Casi en frente de ella, Pedro se estaba comiendo a besos con Rebeca. Ella, tenía las manos apoyadas en el rostro de él, y él la agarraba por la cintura. Como lo había hecho con Paula.


Se le doblaron las rodillas. Tuvo que sostenerse de David. 


Nunca se había sentido tan celosa en toda su vida. Desde el estómago le surgió una oleada de ira, que la dejo con ganas de venganza.


Miró a David a los ojos, y le dijo al oído.


—Después de esta noche seguimos siendo amigos, ok?


No le dio tiempo a contestar. Lo agarró del cuello y lo besó. 


David, se quedó quieto un segundo en el que pudo reaccionar. Cuando lo hizo, le pasó las manos por la cintura para acercarla más.


Sus besos eran exactamente como Paula los recordaba. Suaves, y sensuales. Y todavía tenían el mismo efecto sobre ella.


Apenas sus labios se apoyaron en los suyos, ella recordó su cuerpo, como la tocaba, todo lo que había hecho con él.


El era probablemente, él que le había enseñado todo lo que sabía, y la conocía. Le conocía cada centímetro de la piel.


No tenía nada que ver con los sentimientos, ni con nada de lo que había habido estos últimos meses entre ellos. Esto era mas básico, mas primario.


Paula, dejándose llevar por lo que le estaba pasando, se apretó más a él.


Sabía que pasaba, y en que pensaba David, cuando empezaba a respirar con fuerza.


Se fueron adentro, entre besos y empujones de la multitud que probablemente ni se hubiera percatado de su presencia. Era una fiesta, y todos estaban en cualquiera.


David la llevó contra una pared y le agarró las manos. 


Entrelazaron los dedos, y él la besó con fuerza.


—Quiero estar con vos Paula. Aunque sea la última vez. Por favor, no me digas que no.


Paula lo miró y pensó que podía hacerlo. Ya estaba todo aclarado. Ella no tenía ningún compromiso con nadie. 


Pedro, se iría a su casa con la modelo, de todas formas.


Eso, aunque la avergonzara, era lo que la había hecho tomar la decisión.


—Vamos a tu hotel? — le dijo


David asintió y se fueron.






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