Paula, se sintió incomoda. Todavía tenía encima a Pedro, que no había dejado de besarla, y le acariciaba suavemente la cintura con una mano.
Que quería su ex un domingo? Se fijó la hora y eran las 2 y media de la tarde. En que momento se había hecho esa hora?
Sin pensarlo más, cortó. Al ratito volvió a sonar y volvió a cortar. Entonces volvía a sonar. Era ridículo. Molesta, apagó el celular y lo dejó en la mesa de luz de un golpe. Si tenía algo muy urgente para decirle, le podría dejar todos los mensajes que se le antojaran.
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No sabía como se hacía en estos casos. Se estaba metiendo en una relación en la que no sabía las reglas. Iba a tener que hablar con Flor, o sus otras amigas, para preguntarle las dudas que tenía.
Si bien no habían hablado, el ambiente entre ellos, había cambiado. Se había roto el momento, y ahora estaban los dos distraídos cada uno en sus pensamientos.
Pedro, tratando de salvar la situación le sonrió y le dijo:
—Antes de ir a comer, querés que nos bañemos?
—Dale. — le dijo Paula devolviéndole la sonrisa.
No se había bañado nunca con David. Era algo nuevo para ella. Secretamente le encantaba que fuera con Pedro que lo iba a hacer por primera vez. No podía negar que el modelito le hacía sentir cosquillas en la panza y en todas partes.
Pedro la llevó al baño, que era igual de impresionante que el resto del departamento. Los pisos y las paredes eran de mármol, como todas las superficies.
Al final del baño, había una bañera en donde entraban por lo menos 4 personas, con hidromasaje y todo incluído. Estaba tenuemente iluminada por luces empotradas en tonos cálidos, que daban la sensación de ser luz de vela.
Pedro, tocó unos botones en un tablero digital que había en un costado, y en cuestión de segundos la tina se llenó.
Ella estaba parada en la puerta, viéndolo hacer.
Apretando otros botones enseguida se empezó a llenar de espuma. Una espuma blanca y esponjosa con perfume a jazmines.
El se dio vuelta y la tomo por las manos. De a poco la llevó al borde de la bañera y le hizo señas para que se metiera.
Una vez que estuvo ahí, cubierta hasta el pecho de burbujas, se metió él.
Ahora a la luz del día le había vuelto un poco la timidez por estar desnuda. Pero estar escondida tras las burbujas del jabón, la ayudaba a pensar en otras cosas. Como por ejemplo que Pedro también estaba desnudo.
Cada lugar de su cuerpo era perfecto para ella. Solo verlo, le secaba la boca. Le paseó la mirada por todos lados sin inhibiciones, ahora más que nunca. Ahora que sabía lo que ese cuerpo era capaz de hacerle sentir.
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Le encantaba como lo miraba.
Desvergonzadamente. Y después de que terminó con su cuerpo, lo miró directo a los ojos. Y le sostuvo la mirada.
Era tan poderosa, que Pedro por un segundo se sintió vulnerable. Sintió que esos ojos lo atravesaban.
Queriendo retomar el control de la situación, se sentó en frente de ella, entrelazando las piernas y tomándola de la cara la besó. Un beso que comenzó lento y sensual, y terminó como todos los otros.
Con los dos agitados, buscándose con las manos por debajo del agua.
Pedro sonrió y sacudió la cabeza.
—No puedo darte un beso, que terminamos mal
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—Yo te lavo a vos, vos me lavas a mi, querés?
Pedro sonrió divertido y asintió.
Paula se llenó una mano y juntando las dos, empezó a hacer espuma. Se las llevo a la cabeza de Pedro y empezó a masajear.
No había mas sonido que el que hacia el agua cuando se movían.
Pedro sonriendo y con los ojos cerrados hizo un gesto de puro placer.
Divertida, Paula, se rió y le dijo:
—Te gusta?
—Mmm… me encanta… —dijo alargando las A.
—A mi también. — dijo Paula, pensando en él. Y lo mucho que él le encantaba.
Pedro abrió los ojos, y se encontró con los de ella que lo miraban. Inclinándose levemente para adelante le besó los labios. Con ternura. Casi una caricia con los labios.
Paula sintió como todos sus músculos se aflojaban. Eran este tipo de cosas que tenía que aprender a no malinterpretar. Ella podría haber pensado que era una forma de responderle que ella también le encantaba, pero eligió pensar que solamente se trataba de un beso. Un simple beso. Nada más. No tenía que hacer más lecturas.
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Cuando se volvió a enderezar, se dió cuenta de que ella aun cerraba los ojos y sonrió. Cada gesto de ella, era algo nuevo nunca antes visto para él. Nunca sabía que iba a hacer, que iba a decir. Le daba curiosidad seguir conociéndola.
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—Ahora te toca a vos lavarme. — y le pasó la botella de shampoo
El repitiendo lo que ella había hecho, le masajeó la cabeza.
—Date vuelta, dame la espalda. Así te puedo lavar el largo del pelo.
—Ken peluquero. — dijo Paula divertida. Ambos rieron.
Le hizo caso y le empezó a lavar el pelo mientras le masajeaba lentamente el cuero cabelludo.
Mientras le lavaba, se le ocurrió preguntarle.
—Que pasó con tu jefe al final?
—Nada, porque no lo vi todavía. Este fin de semana no trabajé.
—Vos pensas que te va a decir algo porque no quisiste estar con él? — le preguntó Pedro, mientras inconscientemente se ponía rígido.
—No creo. Nunca me pidió hacer nada, ni me quiso besar. Se me estaba acercado mucho, eso si.
—Que incómodo.
—Si, bastante. Sobretodo, porque todavía no tenemos la confianza y…se puso todo raro.
—Menos mal que te vi.
Paula sonrió y tomando coraje le preguntó algo que la tenía intrigada.
—Mi amigo Marcos le escribió a un chico que se llama Nico para que me salvara de mi jefe… Por qué fuiste vos?
Se hizo una pausa. Un silencio. Y después de unas risitas, le contestó.
—Yo estaba con Nico cuando le llegó el mensaje de tu amigo. Y como tenía muchas ganas de estar con vos, le dije que iba yo. Que ya nos conocíamos.
Así de simple. No había mas que hablar. Le había dado la gana y lo había hecho, sin vueltas. Paula asintió. Casi la traicionan sus inseguridades y le estuvo por preguntar por que, de todas las chicas, inclusive Rebeca, había tenido ganas de estar con ella. Pero no lo hizo. Se lo calló.
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Cuando terminaron de bañarse, salieron y Pedro le alcanzó una de las batas de toalla que colgaban en los costados. Fue agradable sentirla tibia. Seguramente las barras en donde estaban dispuestas, tenían algún sistema de calefacción para mantenerlas secas y tibias todo el tiempo.
—Que te gustaría comer? — le preguntó.
—Lo que tengas, está bien.
Salieron de la habitación, y se acordó vagamente de que él había cerrado con llave.
De repente una sensación de incertidumbre la invadió. Y si había quedado gente de la fiesta de anoche? Ella, estaba con una bata de baño. Le dió vergüenza.
Pero no había nadie. Estaban ellos solos. Y, de hecho no había rastros de la fiesta que había tenido lugar la noche anterior. Alguien tenía que haberlo limpiado. Y justo cuando estaba por preguntar, un hombre joven, vestido con uniforme pasó hacia la cocina llevando lo que parecía una bandeja de
frutas.
Ahí ella entendió que era el servicio doméstico. Nunca había estado en la casa de nadie que lo tuviera. Menos con uniforme. Era parecido a vivir en un hotel, pensó.
El hombre, salió a la sala, y se presentó como Gerard. Se notaba que hablaba poquísimo español así que fue poco lo que consiguió decir.
Pedro le pidió que le preparara tarta de vegetales y gaseosa light.
Cuando se sentaron a comer, puso música para que estuviera de fondo.
Kings of Leon. Uff. Pensó en los mensajes de David, para que fueran a verlos juntos. Y frunció el seño.
—No te gusta? Puedo cambiar si querés.
—No no. Me encanta. Pero me trae recuerdos feos.
Pedro se imaginó de que estaba hablando, y como había hecho antes, no hizo ningún comentario al respecto. Siguió comiendo. Y al rato, rompió el silencio con algo que nada tenía que ver.
—Esta semana tengo una producción en lo de Eduardo. Así que capaz te veo. — le dijo sonriendo.
Paula sonrió. La idea de volver a verlo pronto, la ponía contenta. No lo podía esconder.
—Cuándo vas?
—El miércoles a las 8 de la noche. Tenemos que hacer una publicidad de jeans, va a estar muy bueno.
—No entiendo mucho de moda todavía.
—Yo te puedo enseñar lo que necesites. Por ejemplo, en las publicidades de jeans los modelos suelen estar descalzos. Y esta marca, específicamente, siempre peina a los modelos de la manera mas natural que haya. Los despeina, sería. Le da una onda rebelde.
—Claro, para parecer desestructurados.
—Exactamente. Mirá.
Y se levantó de la mesa, y buscó lo que parecía una carpeta de folios.
Era su book.
Se quedó boquiabierta, mirándolo modelar. Era bellísimo.
Había fotos en donde no parecía él. Con el cabello rubio, negro, incluso había algunas en donde estaba rapado.
No. Decididamente era increíble pensar que ella había pasado la noche con ese chico. Un chico que no se hubiera extrañado de ver en revistas y afiches en la calle. Pero en la cama con ella? Increíble.
Pasaron lo que quedaba de la tarde charlando sobre los trabajos que había tenido que hacer Pedro.
Las diferentes historias que existían detrás de cada fotografía. Se reían, y a ella le encantaba hablar de estos temas con él. Gracias a todas las producciones en las que habían trabajado, sabía muchísimo de fotografía y conocía a un montón de profesionales, que ella amaba por ser fanática de sus trabajos.
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Era inteligente, y también le gustaba lo mismo que le gustaba él.
La única diferencia es que él se expresaba mejor en frente de una cámara, y ella lograba su expresión en sus composiciones fotográficas del otro lado de la cámara.
Cuando se fijaron la hora eran más de las 8. Afuera estaba empezando a oscurecer.
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Y aunque él la invitó a pasar otra noche a su lado, y llevarla al otro día a la facultad, le dijo que no.
Cuando se terminaron de vestir, Pedro le dijo que la llevaría a su casa.
Paula estaba callada. Algo de tener que despedirse de Pedro la ponía triste. Por lo menos, sabía que se verían ese miércoles. Ya se iba dando cuenta de que era muy tarde para preocuparse por lo mucho que le gustaba. Lo asumía, y le asustaba. El ya le había dicho lo que quería. Habían hablado claro.
Casi. Ni siquiera sabía si iban a volver a pasar una noche juntos.
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Y ahora tenía que llevarla a su casa, y no la vería por días.
Pensó divertido que siempre estaba ansioso por llevar a otras chicas a su casa una vez que se despertaba. Inventaba alguna excusa, o algún trabajo le “surgía” justo. Con Paula nada de eso le hacía falta, era ella la que siempre se estaba yendo.
Bajaron al subsuelo del edificio y se subieron al auto de Pedro.
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—Que música te gusta? — le preguntó él distraído mientras manejaba.
—Escucho de todo un poco, pero tengo dos o tres bandas favoritas. Kings of Leon es una, Death cab for cutie, The kooks, The Bravery, Band of horses…y otros…
—Me encanta. — dijo sonriendo. — Tenemos hasta eso en común.
Le dijo mientras se quedaba pensando. A Paula le encantaba encontrar esas coincidencias con él. Se sentía mas cerca.
Llegaron a su casa y él se bajó y le abrió la puerta del auto.
Gesto tan anticuado, que los dos se miraron y se empezaron a reír.
Le agarró una mano y la llevó hasta la entrada del edificio.
Se quedo mirándola por un rato largo.
Ella casi tuvo la sensación de que él no se quería ir. Y ella no quería que él se fuera. Si hubiera sido por ella, lo invitaba a quedarse en su casa. Pero sabía que teniéndolo a su lado, no iba a hacer las cosas que tenía que hacer para el día siguiente, y probablemente se mantendría toda la noche
despierta. La pudo el sentido de la responsabilidad.
—Muchas gracias por traerme — le dijo bajito
—De nada Barbie, la pasé muy bien anoche. Gracias a vos.
Qué se suponía que uno tenía que responder a eso? Pensó ella.
Entre risas le dijo:
—Yo también. Gracias también…?
Pedro se rió y asintió. Se tenía que ir. Le soltó la mano, para agarrarle el rostro.
Avanzando rápidamente, la besó.
Paula respondiendo al beso, lo abrazó por la cintura. Antes de que el beso se pasara a más, Pedro se separó y apoyó la frente en la frente de Paula.
—Me hubiera gustado que te quedaras en casa hoy también.
—A mi también. Pero mañana me tengo que levantar muy temprano.
—Si, en realidad yo también. Pero igual, me hubiera gustado. — la miró y le sonrió.
Ella, contenta porque él quisiera pasar mas tiempo con ella, sonrió y se acercó para besarlo.
Se sujetó de su cuello y lo besó. Pensó que, capaz, esta era la última vez que podría estar así con él. Se verían, pero como Pedro siempre tenía una chica nueva, ella no estaba segura que tendría otra oportunidad de besarlo, así que la aprovechó.
Lo besó con desesperación, pegando su cuerpo al de él.
Pasó sus manos del cuello hacia el rostro de Pedro y ahí los dejó. El la tenía por la cintura, y le devolvía el beso con la misma intensidad.
Esta vez también fue ella la que rompió el contacto.
Se separaron, y ella, con un último chau, subió a su departamento.
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Ayyyyyyyyyyy, qué lindo!!!!!!! Buenísimos los 3 caps
ResponderEliminarMuy buenos capítulos! Se están re enganchando los 2!!!
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