viernes, 1 de enero de 2016
CAPITULO 145
Dos días después su amiga Ana y su amigo Mateo, fueron a visitarla. Y llegaban con algunas novedades.
Ella los miraba con los ojos abiertos de par en par sin saber si gritar o estallar en carcajadas.
—Se casaron? – trataba de entenderlo, pero por más que lo repetía, las palabras sonaban raras.
Su amigo le mostró el dedo con una alianza dorada asintiendo sonriente con orgullo. Miró a su amiga en busca de más explicaciones y esta se rió sin poder seguir aguantando.
—Estábamos en Las Vegas, habíamos tomado como para 20 y bueno… pasó. – se encogió de hombros restándole importancia.
—Pero y…están seguros? – se rió nerviosa. No sabía muy bien que decirles.
Se miraron entre ellos por un segundo con una sonrisa tímida y no le quedaron dudas.
Se rió y los abrazó con fuerza a las dos.
—Los felicito. Están locos. – los miró a los ojos. —Me encanta.
—Fue todo tu culpa. – la cargó su amigo. —Vos nos presentaste, y … bueno, ella me encantó.
Ana, roja como un tomate se rió y dándose aire con la mano, comentó.
—Estamos locos, y nuestras familias nos quieren matar. Pero… – levantó los hombros un poquito y lo miró con cariño. No, con amor.
Los entendía. Para ella también había sido así.
Había sentido esa seguridad apenas Pedro se lo propuso.
Aún teniendo en cuenta las circunstancias de la propuesta, ella no había tenido dudas.
Se volvió a abrazar a ellos.
Horas más tarde, cuando se lo contó a su esposo tampoco lo podía creer.
—Así, sin decirle a nadie? – le preguntó.
—A nadie! – sonrió. —Estaban felices.
La abrazó por la cintura besándola en el cuello.
—Me gusta la pareja. – sonrió mordiéndose el labio. —Y ahora tu amigo Mateo me cae mejor.
Se rió negando con la cabeza.
Siempre había sentido unos celos irracionales hacia él. Tal vez se debiera a que justo cuando tenía que viajar y no
podía estar cerca, el modelo podía hacerlo, y para colmo de males, tenía que estar todo el día pegado a ella.
Lo encontraba atractivo, y quizá por eso también se sentía amenazado.
Después de todo la competencia no era algo exclusivo de las mujeres.
Lo tomó por el cuello y acercándose lo besó lenta y
sensualmente mientras se pegaba a su cuerpo.
Era su manera de decirle sin palabras que él era su hombre.
No había nadie más. Nunca lo habría.
La sujetó por la cintura y se la llevó a la habitación que ya no
compartían con la pequeña Eva y sin perder más tiempo se acomodó sobre ella para besarla como más le gustaba.
Haciendo que todas sus terminaciones nerviosas entraran en
cortocircuito.
En la productora las cosas estaban yendo cada vez mejor, lo que significaba también más trabajo.
Cada tanto, cuando el tiempo se lo permitía, se hacía cargo de sacar las fotos de alguna producción, pero si no, por lo general estaba encargada del área directamente. Aprobando bocetos, y dirigiéndolo todo.
Para ella era toda una revelación.
Desde hacía años había perseguido el sueño de ser fotógrafa, y la verdad es que cuando empezó se imaginaba en un lugar totalmente diferente.
La fotografía de moda era probablemente la que menos le gustaba, o la que menos le interesaba. Tal vez por algún prejuicio, o por ignorancia.
Pero ahora que sabía lo que era, no tenía ninguna intención de hacer otra cosa.
Se había enamorado de su profesión.
De la producción de moda. Todo ese mundo que le era desconocido antes, y que ahora formaba parte de su vida
cotidiana.
Se sorprendía pensando todo el día en el tema, observando en la calle a la gente, reconociendo tendencias, valorando de una manera nueva.
Su visión había cambiado.
Su imagen también lo había hecho.
Respetando siempre su estilo relajado, ahora se veía más como alguien que se dedica a ese ambiente, estaba casada con un modelo y estaba a cargo de una productora.
Pedro, por su parte, estaba encargándose de los desfiles, y había sido contratado por los organizadores de la BAF week, la semana de la moda de Buenos Aires.
Había empleado a todo su equipo de trabajo, y ahora era una parte independiente de la productora que se ocupaba exclusivamente a eso. Los desfiles.
Eduardo había ido un par de veces, pero como no le interesaba volver a instalarse en la Argentina, la mayoría de
los trámites los hacía a distancia. Le había dejado todo el control, y toda la responsabilidad a Pedro. Y aunque era
demasiado para afrontar, estaba siendo un gran avance.
Para N producciones, había significado un crecimiento increíble, y para su esposo, la posibilidad de probarse en nuevos ámbitos que le gustaban más.
Finalmente, resultó que tenía talento para esa actividad, porque el trabajo solo empezó a acumularse.
Francisco y Catherine, estaban hasta arriba de trabajo, así que también habían tenido que contratar más empleados en
esa área.
De a poco, lo que era una pequeña productora con un estudio de fotos, se convirtió en una de las productoras más
importantes del país, con cedes en las ciudades de las provincias más importantes.
Mateo, todavía modelaba cada tanto, pero su principal labor era en la agencia de Walter, justamente como agente. La noticia de su boda había sido tapa de muchas revistas por semanas.
Nadie podía creerlo. Sobretodo porque a Ana no la conocían y no era más que una chica común.
A ella parecía no hacerle ni un poco de gracia, aunque no había sufrido su inesperada “fama” como Paula. Por su
personalidad tímida y retraída estaba bastante mortificada por todo el asunto, pero era tal la felicidad que esos dos
transmitían, que todo lo demás pasaba a un segundo plano.
Ana, era feliz con Mateo y ahora no le interesaba esconderlo para nada.
Aparecían tomados de la mano en las fotos e incluso había algunas en donde se estaban besando o abrazando.
Flor y Nico, después de pensarlo mucho y dar mil vueltas, decidieron irse de viaje a Europa. El seguiría sus estudios en la universidad de Barcelona mientras ella trabajaba como modelo ahí.
Le dolía el corazón y se le rompía en pedacitos cada vez que lo pensaba, pero también sabía que era una excelente oportunidad para ellos. Iba a ser un semestre. Seis meses enteros, y ya los extrañaba antes de que se fueran.
Apenas tuvieran un descanso del trabajo hablaría con Jamie para ir a visitarlos.
Y justo cuando estaba acostumbrándose a la idea, acababan de soltarle otra bomba.
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