—Hola Cotu, que hacés?
—Hola chicos, espero que me sirvan otro trago, porque me muero de calor.
Paula, le apretó la mano a Marcos para que hablara con Coty.
Marcos puso los ojos en blanco, pero después le pregunto:
—Querés que pidamos un champagne? Lo vamos a tomar afuera que está más fresco.
—Dale, pedite 3 copas de paso
Paula miró como Coty revoleaba las pestañas cuando le hablaba a Marcos y dijo:
—No, pidan 2 nomás. Yo me quedo acá, tengo que saludar un par de personas todavía, después, en un rato los busco.
Y se perdió rápido en la multitud. Coty le gustaba para Marcos.
Era una típica modelito, pero también era de Córdoba, y le parecía buena mina.
Paseó por la fiesta, hasta que encontró a sus otras amigas y se puso a bailar.
Cerró los ojos y se dejó llevar. Entre todos los que bailaban, era tan fácil olvidarse de donde estaba. No era como ir a un boliche. Acá nadie empujaba, ni molestaba, todos bailaban con todos y a veces ni se miraban. La gran mayoría tenía los ojos cerrados.
Así le gustaba bailar a ella. No sentía que nadie la estuviera mirando bailar. Se sentía libre.
No se sorprendió cuando vió al modelito entrar a la sala desde el patio. Siempre se encontraban en eventos como estos.
El celular le vibro en el bolsillo. Lo sacó y tenía un mensaje de Marcos.
“Rubia, mirá… llegó tu modelito. Querés que te saque de la duda? Te averiguo en un par de minutos.”
Levantó la mirada y vió que Marcos la miraba desde la otra punta de la sala, estaba con Coty arrinconados bailando solos. Lo que la puso contenta, porque no había tardado nada en juntar a esos dos.
“Jajaja no gracias, te veo muy entretenido.”
Le escribió y le guiñó el ojo.
“Muy entretenido, gracias. Ahora te toca a vos. Ya te despejo las dudas”
Paula sonrió y siguió bailando, mientras miraba al modelito castaño.
En un momento, vió que se le acercaba alguien que ella conocía. Y lo agarraba del cuello y le hablaba de cerca. La modelito, que había mirado a Marcos cuando bailaba con ella.
Esa chica era pura piernas con ese shortcito y esos tacos.
Era rubia, de ojos muy claritos, no parecía de Argentina tampoco.
Que pena que el modelito tenga amigas tan odiosas, pensó.
Pero entonces, pasó algo que la dejó congelada.
La chica le estaba besando el cuello. Y el modelo la tenía agarrada por las caderas mientras bailaban.
Ella pudo ver como empezaban a comerse a besos a pocos metros de donde estaba bailando.
Ella que pensó que Ken era gay.
Después de lo que estaba viendo, ya no podía seguir pensando eso. Era Ken y una versión mas linda de Barbie de la que ella podía ser.
Sintió algo feo en el estómago.
No le gustaba lo que veía.
Desvió la mirada y se encontró con los ojos de Marcos que estaban como dos platos.
El bolsillo le volvió a vibrar.
“Bueno, gay no es”
Vale le contestó:
“Nop. Y tampoco está solo. Le gustan las modelitos.”
Marcos se acercó hasta donde ella estaba, de la mano con Coty.
—Rubia, querés que nos vayamos? Podemos ir a tomar algo a otro lado los tres
—No, vayan ustedes. Yo me quedo. No vine a verlo a él. Gay o no gay, no se ni como se llama.
Marcos la miró poco convencido.
—Nos vamos a quedar un ratito mas. Les traigo algo para tomar chicas. Quedense bailando por acá.
Y se fue a la barra. Coty le bailaba y le daba vueltas, pero ella se había puesto de mal humor. Le habían arruinado la fiesta y no quería admitirlo. Se quedaba, para no ser tan patética, pero la verdad es que ya no tenía ganas de estar ahí. Le iba a amargar la fiesta a los que le hablaran.
Cada tanto, miraba a donde estaba el modelito, y seguían igual que antes. Besándose y hablándose al oído.
La odiaba! No la conocía y la odiaba.
Era más fácil pensar que el chico era gay, a que pensar que ella no le gustaba para nada. La había tenido en su cama, y no había querido ni besarla.
Quién era? La novia? Por eso no había pasado nada con el modelito? O era que, como había pensado desde un comienzo, ella no era lo suficientemente linda, como para…
David en eso era mas básico. Si estaba con una chica, y encima, tan cerca como para compartir una cama, tenía que ser su madre o hermana para que no hiciera nada.
Si no le gustaba, eso lo pensaba después, y ya no la llamaba, o algo así.
La mayoría de los hombres que conocía eran así.
Miró de nuevo y la rubia le bailaba de manera provocativa, tanto que volvió a sentir la sensación en el estómago.
Parecida al asco.
Se dijo a si misma, que tenía un imán muy especial para los hombres que le gustaban. Hubiera sido tan fácil que le gustara Marcos de esa manera. El si era un hombre con el que se podía ver. Que no le iba a hacer ese tipo de desplantes, ese rechazo.
Se fue a bailar para otro lado con Coty hasta que Marcos las encontró.
Tomaron, brindaron, se rieron.
Un poco mas entonada y habiendo recuperado el ánimo gracias a sus amigos, se separó de ellos para darles espacio a que estuvieran solos y se fue a buscar alguien a quien besar, así como estaba besando el modelito.
No tenía bien en claro que es lo que quería probar, ni a quien, pero no podía quedarse quieta, mientras Ken estaba con esa Barbie besándose en su nariz.
Se le acercó un chico, que llevaba un rato mirándola desde cerca. Era alto, musculoso, tenía el pelo negro ondulado y ojos grises. Era lindo y tenía una sonrisa simpática. Le cayó bien.
Bailaron juntos, de a poco tomando confianza. Se preguntaron los nombres, se contaron medianamente que hacía cada uno, y como dominada por la bronca y ese sentimiento en la panza que tenía, tomó al chico lindo que tenía en frente y le dio un beso.
Al chico, pareció encantarle la actitud de Pau, porque la agarró mas fuerte de la cintura mientras le respondía el beso con la misma pasión que ella.
Seguían bailando como podían, aunque estaban muy pegadas, y eran todo besos y manos por todos lados.
Paula se separó para tomar aire, mientras su chico lindo le besaba el cuello, pudo ver que Marcos le levantaba el pulgar y seguía bailando con Coty.
Siguió mirando la sala y la gente que bailaba con ellos y se topó con los ojos azules del modelito que la miraba fijo.
Había desafío en su mirada. Y como si se tratara de un juego levantó las cejas y apartó los ojos de ella para besarle el cuello a la chica que estaba con él.
Paula, que estaba confundida por esto, pensó que se lo había imaginado y siguió bailando con el morocho que cada tanto, le daba besos y le decía cosas lindas al oído.
A la madrugada, Paula, le dijo que se tenía que levantar temprano al otro día. Y aunque no era cierto, y el chico se ofreció mil veces en llevarla a su casa, esta lo rechazó agradeciéndole. Ni él, que era simpático y hermosísimo, le habían podido despejar la cabeza y ese sentimiento en la panza que le había dejado ver al modelito con una chica, y en esa situación.
Se intercambiaron teléfonos y Paula se tomó un taxi. Al llegar a su casa, tenía varios mensajes en el celular.
*****
El primero era de Marcos:
“Rubia, te fuiste? Vi al pibe con el que estabas, yéndose solo.”
Le contestó rápido, para que no se preocupara que se había ido porque estaba cansada y no le dijo para no molestarlo, y para que, de paso, se pudiera ir con Coty.
Marcos le agradeció, y le dijo que se cuidara. Que no se hiciera drama por la chica con la que estaba Ken, porque era una cualquiera, y además el modelito se había ido solo, y ella seguía dando vueltas por ahí.
Paula se sintió rara. Estaba aliviada. No pensaba que tuviera alguna posibilidad con él, pero se sentía tan atraída. No habían hablado mucho. Solo un par de palabras, pero siempre se encontraban con la mirada. En todas partes y eso la dejaba confundida y ofuscada. Se sacó los tacos y los revoleó por el departamento.
Tenía mucha puntería con los hombres a los que miraba.
Odió tener que admitirlo, pero también se sentía algo aliviada porque no fuera gay. Aunque hubiera estado con esa zorra.
Queriendo pensar en otra cosa, vió los otros mensajes que tenía. Y como no, tenía mensajes del número de Córdoba. Los borró, sin dedicarle más de un minuto a pensar en su ex.
Se fue a dormir enseguida.
Los días pasaron, así todo el mes siguiente. Durante la semana se veía con Flor o Marcos y aprovechaba para experimentar con la fotografía.
Con Flor se iban de compras, tomaban mate y cada dos o tres días, asistían a fiestas exclusivas donde veía a Ken, y ella conocía a algún chico, pero nunca llegaba a nada más que unos besos y puro histeriqueo. Siempre se encontraba con el modelito y su mirada azul, pero nunca hablaban.
Después de que había pasado la noche en su casa, en su cama, nunca más habían hablado. Ningúno se había
acercado al otro. Solamente, seguían comiéndose con la mirada cuando estaban en un mismo lugar.
Lo único que cambiaba era que cada vez que lo veía, él estaba con una chica diferente. Todas modelos, todas perfectas. Ella solo era una voyeur, que no podía sacarle el ojo de encima.
Cuando se juntaba con Marcos, se desahogaba, y le contaba las cosas que no compartía con nadie.
Era un buen amigo, un buen oído. Él le repetía que tenía que ser ella la que se acercara apenas lo viera solo. Y no es que no lo hubiera pensado, pero no se atrevía. Y al cabo que él nunca estaba solo, de todas formas.
Cuando hablaba con su familia, se relajaba, y parecía que nunca tenía mucho para contarles.
Le hicieron prometer, que al terminaran las vacaciones de verano ella tenía que volver a visitarlos antes de empezar la facultad. Y tenía ganas de verlos. Muchas ganas. Pero iba a tener que cuidarse de no cruzarse con nadie que no tenía ganas de ver.
Se le hacía difícil, aun con la distancia afrontar el dolor que esos últimos dos meses en Córdoba le habían dejado.
Estaba empezando de cero acá, y era muy pronto para volver. No se sentía lista, tenía miedo.
Pero si ella no iba, ellos iban a querer venir, y no tenía ganas de modificar sus rutinas. Además, extrañaba su casa, con sus olores y su cama.
Y entonces, un jueves a la mañana se levantó y había llegado el día.
Partía a Córdoba. No le había avisado a nadie más que a su familia, así que pensó que eso iba a ser suficiente para viajar tranquila. Iban a ser pocos días. Ese lunes empezaban las clases y el domingo tenía que viajar otra vez.
Terminó de ordenar el caos que era su bolso y se tomó un taxi a retiro.
Se estaba yendo temprano así que calculó que estaría en su casa para cenar.
Y así fue.
No les había avisado que llegaba el jueves, ellos la esperaban el viernes a primera hora. Así que todos se sorprendieron al verla llegar con un bolso ese día.
Entre abrazos y gritos, se dio cuenta de como le hacían falta los mimos de su familia.
Su padre, que al verla empezó a lagrimear, en seguida se ofreció para ir a comprar las cosas para hacer un asado y festejar que ella estuviera con ellos. No era un hombre al que se le dieran bien las expresiones de cariño, ni de ningún tipo, pero era de lágrima fácil, y la quería con todo el corazón.
Para él, ella todavía era una niñita.
La madre, la tenía agarrada y no la soltaba. Ella que era mas sensible y de modos mas cariñosos, no podía creer el tenerla de vuelta. Ella la había consolado cuando no tenía en quien apoyarse esos dos meses antes de irse a Córdoba, y Pau podía leer en su mirada que todavía estaba muy preocupara por su hija. No hablaban de ello por teléfono, era doloroso y al no estar cerca para abrazarse, no parecía lo
adecuado.
Su hermano, que era más compinche con ella, la recibió como cualquier día. Con él, parecía que nunca se había ido a ninguna parte. Se mantenían tan comunicados todo el tiempo, así que se sentía de lo más normal en su presencia.
De todas formas, hizo algo que desde que eran pequeños no hacía, y la abrazó.
Pau aprovechando estos momentos tan raros, se aferró con fuerza a ese abrazo. Si hubiera sido por ella se llevaba a su hermano menor en la valija ese domingo.
Después de comer el asado, se quedaron por horas hablando en el comedor mientras tomaban algo.
Era cerca de la 1 de la mañana, y ya estaba empezando a sentirse cansada, con tanto viaje y emociones, así que les dijo a todos buenas noches, y se encerró en su habitación.
Estuvo un buen rato abrazando a su almohada y estirándose en su colchón. Le parecían años no meses los que había pasado lejos.
Desarmó su bolso en la silla, y sacó unas toallas para darse un baño rápido.
Cuando salió, se fijo en su celular, que lo había dejado cargando y sonrío.
Tenía mensajes de todos sus nuevos amigos.
Flor y Marcos le preguntaban como había llegado, y si estaba bien. Mica, le pedía con desesperación que le trajera algún alfajor cordobés, y Coty, le decía que se estaba por perder una de las fiestas del año.
Unas horas, y ya extrañaba a toda esa gente loca.
Les contestó como pudo y se durmió.
A media noche, se despertó con el celular sonando. Siempre lo ponía en silencio cuando descansaba, pero tenía tanto sueño, que lo olvidó.
Todavía dormida, desbloqueó la pantalla y se acercó el auricular al oído.
—Hola Pau.
Su ex.
—Ey no me cortes, quiero charlar nada más. Te extraño, Salí…y estoy re borracho y no paro de pensar en vos. Yo se que estás lejos, pero necesito escucharte aunque sea. No te quiero molestar Paula, pero extraño charlar con vos.
La voz de David se cortaba, como si le costara hablar, como si estuviera muy triste. A pesar de todo el autocontrol que había tenido estos meses, se quebró y no pudo no contestarle otra cosa.
—Es tarde David. No podemos hablar en otro momento?
Este le contestó:
—Sii, cuando quieras. Es más, llamáme vos. Ya se que estas enojada y no me vas a perdonar, pero si alguna vez me quisiste, charlemos. La estoy pasando mal.
Ella no podía resistirse. No debería haber tomado esta decisión estando dormida, pero aun así lo hizo.
—Mira, estoy en Córdoba este fin de semana, capaz mañana nos podemos juntar un rato a la tarde.
Hubo un silencio del otro lado de la línea.
—En serio?
Ella contestó:
—Si, en serio. Hablemos así ya aclaramos todo de una vez y listo.
Y eso era cierto. Era mejor hablar con él cuanto antes. Ya no quería que la molestara más. Quería empezar una vida nueva, y si él la había querido un poquito alguna vez, iba a tener que entender eso.
Era una oportunidad para sacarse del cuerpo todo eso que había pensado desde que la engañó.
Se pusieron de acuerdo para verse en el Paseo del Buen Pastor. Un lugar público, siempre lleno de gente en el verano, a las 6 de la tarde.
Cuando cortó, se quedó dormida al instante. Mas tranquila de que todo el tema con David estaba a punto de quedar en el pasado. Por más que le doliera el corazón. Era lo mejor. Se lo debía a ella.
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