viernes, 25 de diciembre de 2015

CAPITULO 122





Habían conseguido los modelos que necesitaban, y para la tarde ya tenían casi todo listo. La producción iba a ser algo simple, minimalista. Solo un retrato de uno de ellos por mes.


La idea era darle una vuelta al concepto y en vez de fotografiarlos mostrando piel, todo lo contrario.


Llevaban todos una remera con el nombre del mes que les había tocado.


Era una manera irónica de recrear lo original.


Si tenían suerte no estarían mucho tiempo.


Pedro y Mateo fueron a pararse donde estaban los demás para sacar una foto grupal.


Estaban guapísimos.


Los amigos de su esposo siempre le habían parecido hermosos. Recordó como en otras épocas ella pensaba que
uno de ellos, uno morocho, era pareja de Pedro. Sonrió.


Los chicos que había llevado su compañero, tampoco se quedaban atrás.


Eran todos del mismo estilo que él.


Musculosos, llenos de tatuajes y con peinados originales. Y era esa diversidad lo que hacía que la producción general fuera más interesante.


Habían puesto música como siempre, y todos parecían estar
divirtiéndose. Menos ellas que estaban ocupadas y preocupadas por todo. Captó en varias oportunidades como Mateo miraba a su amiga, pero ella no le prestaba atención. 


¿Qué había pasado entre esos dos?


Podía imaginárselo, pero justamente porque lo hacía, le costaba entender cómo ahora se mostraban tan fríos con el otro.


Se acercó a Ana y le dijo por lo bajo.


—¿Qué te pasa? – miró a su compañero. —¿Se pelearon?


Su amiga se puso el dedo índice en los labios pidiéndole silencio y le contestó.


—No, pero shh. No pasa nada. Nunca pasó nada.


—Pero, por qué? Qué pasó? – se indignó. —Qué hizo? Qué te dijo?


—Nada. En serio, nada. Fue algo de una noche nada más.. no importa. 


Estaba impresionada. 


Hubiera esperado esa respuesta de el mismo Mateo, pero no de ella.


Siempre había sido tan romántica, y dulce…


—Eso te dijo él?


—Eso le dije yo. – sacudió la cabeza. —Basta, Paula. Ahora tenemos que hacer el trabajo. No quiero hablar.


Ella estaba por decir algo pero la interrumpió.


—No, Paula. Por favor. Después lo hablamos.


Ella asintió confundida, y volvió a su puesto desde donde indicaba a los modelos hacia donde mirar y que hacer
mientras Ana disparaba una y otra vez con la cámara.


Cuando fue el momento de fotografiar a su esposo, no hizo falta que le indicara nada. Sus ojos se movían buscando el objetivo, y sabía perfectamente las poses en las que salía
mejor. Era tan profesional… y era tan lindo, que era imposible ver a los otros cuando él estaba presente.


Las luces y sombras se marcaban en las líneas de su rostro remarcando sus mejores rasgos. Sus ojos azules brillaban y entre foto y foto buscaban los suyos para sonreírle.


Ponía sus manos en sus bolsillos o en la pretina de sus pantalones, haciendo que los músculos de sus brazos se
flexionaran. Mmm…


Cómo hacía su amiga para concentrarse y solo sacar fotos? 


Ella apenas podía hilvanar sus pensamientos.


Sonrió. Y ya hacía meses que estaba casada con él, lo veía a diario. Por Dios, dormía con él! Cómo es que no superaba el hecho de que fuera así?


El embarazo estaba haciendo de ella una persona que no reconocía… Era una suerte que a él no le molestara. De
hecho estaba encantado con los cambios hormonales. Volvió a sonreír mordiéndose el labio mientras recordaba la noche anterior.


Pedro captó su expresión y levantó una ceja con gesto divertido.


Un par de fotos más y terminaron.



****


Se estaba divirtiendo. Hacía mucho que no modelaba, y por años eso era lo único que había hecho. De cierta forma,
lo único que sabía hacer.


Cuánto había cambiado su vida…


Miró a Paula, que entre fotos lo había estado mirando intensamente. La conocía, y sabía lo que estaba pensando.


O por lo menos hacia donde iba el rumbo de sus pensamientos. La forma en que se mordía los labios…


Todavía le costaba trabajo creer que estaba embarazada. 


Estaba todos los días un poco más linda. Eso sí.


No podía contenerse, sus curvas se habían acentuado, y su rostro brillaba.


Preciosa. No sabía si se trataba de un instinto, pero nunca se había sentido tan atraído por su mujer como ahora. Y era
mucho decir para ellos.


Estuvo días sin poder tocarle un pelo. Estaba tan incómoda, sintiéndose enferma y sin parar de vomitar. Odiaba verla mal. Era algo que no soportaba. Y más aun si pensaba que era en parte por su culpa.


La noche anterior lo había vuelto loco. Habían pasado horas, y todavía seguía pensando en lo mismo. Quería que la sesión terminara de una vez para llevársela y estar los dos solos otra vez… Podía notar, por su mirada, que ella quería lo mismo.


Cómo sería cuando naciera su hijo?


Tendrían el tiempo que tienen ahora para dedicarse al otro? Bueno, la respuesta parecía fácil. No. Y eso un poco lo asustaba. El la necesitaba.


Pero también, de alguna manera, en estos últimos días un nuevo sentimiento comenzaba a aflorar. Estaba ansioso.


Quería que los meses pasaran y poder conocer a ese bebé. 


Enterarse de cómo se iban a arreglar para adaptarse. Estaba
curioso. Sería parecido a Paula? Tendría sus ojos?


Había tenido miedo también cuando se casó. Dejar la vida que conocía, estar con una sola mujer… pero todo había salido mejor de lo que nunca pudo haber imaginado. Esto no
tenía por qué no ser así. Sabía que a ese niño no le faltaría nada. Iba a darle lo mejor.


Ya había estado buscando colegios, y tenía por lo menos 3 en vista.


También había estado viendo autos más familiares donde poner una sillita. Quién hubiera dicho?


Tendrían la misma relación que él tiene con Francisco? 


Pensó en todas las veces en que había ido a la cancha con
su padre antes de empezar a modelar, o cuando le había enseñado a manejar y sonrió.


Paula se dedicaría a mimar a ese bebé todos los días de su vida. Casi podía verlo. Ella sentada, con un pequeñito en sus brazos, cantándole bajito alguna de esas canciones que
tanto le gustan, meciéndose tranquila, mientras le acaricia la mejilla. La visión apretó su garganta y le hizo saltar el pulso. 


Era como una luz que alejaba todos los fantasmas de sus miedos. Paula siempre hacía eso.


Pero siempre había sombras.


Cuanto más se convencía de que ella sería la mejor mamá para su bebé, más terror tenía de no estar a la altura.


Apenas le dijeron que ya podía irse, se movió en busca de su esposa y con suave beso en los labios la abrazó.


—Te amo. – le dijo al oído.


Ella lo miró con ternura y algo sorprendida le contestó.


—Yo más, mi amor.



****


Luego fue el turno de Mateo. No podía parar de reírse. Ya se conocían tanto en ese sentido, que conocía todas sus caras, todas sus poses y sabía que estaba presumiendo. Negó con la cabeza. Algo pasaba con Anabela. Miró a su amiga, y esta indiferente le indicaba como pararse o hacia donde mirar sin
mostrarse para nada afectada. Su compañero se desvivía dando lo mejor de él y estaba siendo rechazado. Wow.


Era la primera vez que se lo hacían.


Cuando terminó pasó por su lado y sin importarle que estaba casi abrazada Pedro, que se quedó con los ojos como
platos, la tomó del brazo y la llevó a la sala del lado donde nadie los escuchara.


—Qué te pasa? – dijo descolocada.


—Me vas a arrancar un brazo.


El casi puso los ojos en blanco.


—Qué me pasa a mí? Qué le pasa a ella? – se cruzó de brazos. —Vos y todas tus amigas son así de locas?


Recién ahí iba entendiendo.


—No sé de que me estás hablando. – le sonrió inocente.


—Ana… estaba todo bien, hasta esta mañana. Por poco no me saca a patadas de su casa.


—Esta mañana!? – se estaba divirtiendo.


—Dejá de hacerte la boluda, Paula.


Se rió.


—Ok. No sé que le pasa. – dijo sinceramente. —Le pregunté y no me dijo.


—A mí me dijo algunas cosas. – hizo el gesto de enumerar con los dedos.


—Me dijo gracias, porque la había pasado bien, me dijo que había sido cosa de una sola noche y no se iba a repetir, y que no le interesaba tener ni siquiera una amistad conmigo.


Paula lo miró con la boca abierta sin poder creerlo.


—Y vos qué le dijiste?


—No sabía que decirle. – parándose derecho de nuevo y con gesto de superación agregó. —En realidad, se me adelantó, yo le iba a decir eso mismo. Pero me sorprendió! Era como otra persona. Anoche… – sacudió la cabeza y sin querer dar más detalles se calló.


—Y nunca te habían dicho eso a vos…? – quiso saber.


El negó con la cabeza realmente confundido.


—Me usó. – concluyó.


Paula sonrió. Sintió un poco de pena por su amigo. Se lo veía descolocado.


Totalmente fuera de su terreno.


—Y eso te molesta?


Pudo ver la duda en sus ojos antes de contestarle con una risa forzada.


—Para nada. Es la primera vez que me pasa, nada más.


—Y por qué decís que está loca? Por qué no muere de amor por vos como todos los gatos con los que salís? – ahora rió ella, algo molesta por tanta soberbia.


No supo que contestar. Se quedó parado odiándola. No tenía una respuesta para darle. Estaba quedando
totalmente en evidencia. Le había afectado.


Paula, se encogió de hombros sonriendo y volvió al set.


No podía negar que estaba sorprendida por la actitud de su amiga.


Tenía un concepto muy distinto de ella, y ahora que la miraba hablando con otros modelos de manera casual empezó a mirarla con otros ojos.


La conocía realmente?











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