sábado, 21 de noviembre de 2015
CAPITULO 53
Nico!!! Su hermano.
—Abrime la puerta, Pau! – le gritó. Ella buscó las llaves y abrió a toda velocidad y se colgó del cuello de él.
—Nico!! No sabía que venías!! – le dijo emocionada.
—Te quería dar una sorpresa. –
—Oh, no sabes lo mucho que te estaba extrañando. – se abrazó con más fuerza.
El, le sonrió.
Este era probablemente el momento en que más había necesitado a su familia.
A principios de las vacaciones había evitado viajar, para que no le preguntaran porque estaba tan mal, era sin ir a Córdoba.
Su hermano, se iba a quedar una semana. Una semana entera con ella.
Tenía vacaciones en la escuela, y las iba a aprovechar con su hermana.
—Bueno, Pau, es viernes. Dónde se sale? – le preguntó cuando terminó de dejar todas sus pertenencias desparramadas por el departamento.
—De hecho, si. Hay una fiesta. Va a estar llena de modelos…– dijo ella, haciendo un gesto con la mano,
restándole importancia.
—Entonces ahí es donde tenemos que ir.
Rieron.
Se la pasaron todo el día charlando, viendo tele y comentando lo que veían, como habrían hecho cualquier fin de semana cuando vivían juntos.
Nico tenía la capacidad de hacer reír a Paula, como nadie.
Tenían un código propio.
Se miraban, y eso bastaba para entenderse. Tal vez se trataba de que se llevaban pocos años de diferencia, y
compartían muchos intereses.
O a que durante toda su infancia y adolescencia, habían pasado horas, días, semanas, meses, años juntos.
Su hermano era, quien sin decirle nada, más la había ayudado a recuperarse por lo de David.
Con él no tenía que hablar, ni ponerse sentimental.
El solo la distraía, y la hacía sonreír.
Lo había extrañado, y era maravilloso tenerlo cerca.
Cuando se hizo de noche, cenaron y compraron bebidas para ir empezando la previa.
Cerca de las 12 tocaron la puerta.
Flor. Paula se apuró a abrir.
—Hola amiga!! – le dijo dándole un abrazo.
—Hola Florcita, este es mi hermano, Nico – le dijo señalando a un chico que acababa de quedarse con la boca abierta.
Su vecina era hermosa, ella lo sabía.
Y aparentemente, su querido Nico, se había dado cuenta también.
—H-hola… – le dijo ella, que parecía igual de impresionada.
Bueno, esto no se lo esperaba. Es decir, su hermano era muy bonito. Sus ojos azules, pero morocho, alto, y cara
de sinvergüenza. Sonrió.
—Hola. Cómo estas? – le dijo él, dándole un beso en la mejilla.
El intercambio fue de lo más incómodo. Los dos se saludaron rápido, y se separaron, quedándose
descolocados.
Oh por Dios. Se habían gustado, pensó.
La velada, se fue poniendo cada vez más interesante.
Más tarde habían llegado Marcos, Mica, y otras dos amigas modelos, que eran tan lindas como ella.
Pero, mirando a su hermano, se dio cuenta de que solo miraba a Flor y esto le gustó.
Y su vez, Flor, lo miraba con disimulo, cuando pensaba que nadie la miraba.
Ahora que eran más, los juegos eran más divertidos. Habían prendido la radio, y la palabra para tomar, era justamente, “radio”.
Era temprano, pero ya habían terminado con todo el alcohol, y hacían tanto ruido, entre gritos, risas, aplausos, que los vecinos les habían tocado la puerta para que bajaran el volumen.
Entre carcajadas, partieron al boliche.
En Córdoba, ella no salía mucho con su hermano, y era divertidísimo.
La fiesta, era la presentación de algo, que no tenía ni la menor idea, en el local de moda.
Todas las personas que había conocido en Buenos Aires, de la industria estaban ahí.
Y no había podido evitar mirar para todos lados buscándolo.
Pero no había señales de Pedro.
Marcos la tomó por la mano y se la llevó a bailar. Justo a tiempo, pensó ella. Ya empezaba a dolerle el pecho.
Un poco más lejos, Nico, bailaba con Flor y esta reía mientras él le decía cosas al oído.
—Me parece que al pendejo le gusta tu amiga. – le dijo Marcos riendo.
—Si, y me parece que a ella le gusta él también.
—Me encanta la parejita, eh? – le dijo torciendo la cabeza.
—A mi también! – le sonrió. Siguieron bailando.
Marcos, cada tanto, le corría el pelo de la cara, o le rozaba la mejilla con los nudillos.
Ella, como nunca antes le había sucedido, se sintió incómoda.
No le había contado a su amigo de lo sucedido con Pedro en el trabajo.
Debería hacerlo?
Después de todo, ellos no eran pareja.
Pero era su amigo. Y había sido tan sincero, y sentía cosas por ella.
Tomó aire.
—Tengo que decirte algo. – y lo miró a los ojos.
—Decime, rubia.
—Acá no, vamos afuera. Hay mucho ruido. – y lo agarró de la mano para sacarlo al patio.
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