sábado, 21 de noviembre de 2015

CAPITULO 54




Una vez afuera, localizaron un banco que estaba vacío y se sentaron.


Paula, se mordió apenas el labio antes de empezar a hablar.


—El otro día me encontré con Pedro. En el trabajo. Era tarde, yo pensé que no había nadie en la productora. Y
pasó…pasó algo. Y te lo quiero contar porque vos fuiste conmigo siempre de frente, Mar.


Su amigo la miraba callado.


Esperando que ella terminara de hablar.


En su gesto se notaba que había entendido perfectamente que había pasado. Pero de todas maneras se quedó
en silencio.


—Y lo besé. – Paula se puso roja. — No se porque lo hice, estábamos ahí, solos. Y nada más lo hice.


Marcos asintió pensativo. Miró para abajo, y mirando el vaso que tenía en la mano, le preguntó lo que ella estaba
esperando.


—Fue solamente un beso? – su voz casi un susurro.


—No. – ella trató de buscarle la mirada, pero él seguía mirando hacia abajo.— Tarde o temprano iba a pasar,
rubia. – se encogió de hombros.


Ella suspiró. Le hubiera gustado poder negárselo. Pero era verdad. Pedro la volvía loca. Se sintió débil por no poder controlarse. Después de todos esos meses sufriendo por él, había caído.—Van a volver? – le preguntó otra vez, sin mirarla.


Ella no contestó. Sabía que la respuesta era “no”, pero no podía decirlo en voz alta.


El tomó aire y miró hacia arriba, pensativo.


—Yo también te tengo que contar algo. – le dijo.


—Decime. – le dijo ella, mirándolo.


—Hace unos días, estuvieron preguntando por mí en el club. Gente de otro equipo que me quiere comprar.


—Ey, te felicito, morocho! Por qué no me habías dicho nada?


—Porque recién hoy me dieron todos los detalles. – dijo mirándola.


—Para que equipo es?


—El Inter, en Italia. –


Paula se quedó helada. No sabía que decir. Era una oportunidad gigante para su amigo, y ella no podía dejar de
pensar en que él se iba, y la dejaba tirada.


Era una de las pocas personas que la mantenía cuerda.


Era su mejor amigo.


—Ya es seguro? – le preguntó con la voz quebrada.


—Si. Entre la semana que viene y la otra me firman el pase.


Ella se llevó las manos a la boca, y algunas lágrimas asomaron de sus ojos.


—Tan rápido?... Perdón. – dijo tomando aire. —Te felicito Mar. – y lo abrazó con fuerza. —Pero te voy a extrañar tanto.


Su amigo la abrazó acariciándole el pelo. —Y vení conmigo, rubia. Podes seguir estudiando allá. A mi me van a pagar lo suficiente para que vivamos muy bien. Y podes trabajar, si queres. Milán es una de las capitales de la moda.


Paula se rió.


—Desde cuando sabes tanto de moda?


—Estuve averiguando… – le dijo un poco avergonzado.


No estaba bromeando. En realidad le había propuesto irse con él. Pudo sentir como los colores abandonaban su cara.


—Mira Paula, yo no te mentí cuando te dije que me pasan cosas con vos. Y a veces, a mí me parece que te pasan
cosas conmigo también.


Ella había querido interrumpirlo, pero él le hizo seña levantando una mano para seguir hablando.


—Se que todavía seguís enganchada con Pedro. Pero estoy dispuesto a darte el tiempo que necesites. No te estoy
diciendo que vayas ya a Italia. Yo tengo contrato por 5 años. Vos podes venir cuando estés lista para empezar de
nuevo.


Ella no decía nada. Irse a Italia con Marcos. Dejar todo atrás. 


Su trabajo, su carrera, su familia, sus amigos, a Pedro


—Yo estoy muy seguro de lo que siento. Y eso no va a cambiar. Se que quiero estar con vos. Te voy a esperar, Paula. Todo lo que haga falta.


—Mar, yo… – él negó con la cabeza.


—Pensalo nada más. – y después de darle un beso rápido en los labios, la tomó de la mano para que volvieran adentro.


Lo que siguió de la noche habían bailado casi abrazados.


Era algo muy fuerte para asimilarlo todo de una sola vez.


Estudiar en una universidad de Milán, para luego trabajar y vivir en Europa. Era su sueño. Amaba Italia aunque nunca había ido, desde pequeña estaba enamorada de esa cultura.


Era una oportunidad enorme que la llenaba de vértigo, y nervios.


No había que decidir ya. Ahora lo importante era que su amigo se estaba por ir, y por un tiempo no lo vería.


Se abrazó más fuerte.


Por meses se había abrigado en esos brazos. Alejando todo el dolor.


Ahuyentando todos los fantasmas. Juntos.


Mas tarde, decidieron que ya era hora de marcharse. No veía por ningún lado a nadie de las personas con las que
había ido a esa fiesta.


Marcos la llevó a su casa, y se fue a la suya.


Paula se habría preocupado por su hermano, de que no supiera ubicarse en la ciudad y se perdiera. Pero lo conocía.


Seguramente se había ido con una chica.


Así que se acostó en el sillón del living.


Le había dejado a él la cama, porque era bastante más alto, y no entraba en otro lado.


A las 10 de la mañana se escuchó algo en el pasillo.


Ella, sigilosamente, sin hacer ruido, se acercó a la mirilla de la puerta.


Nico salía de la casa del lado acomodándose la remera.


Volvió al sillón y se hizo la dormida.


El entró y se dirigió directamente al cuarto.


Esa había sido una noche intensa para todos.


Paula dejó que su hermano durmiera, y se puso a adelantar trabajo. Con suerte, esa semana ya tendría todas las
muestras necesarias para ver si la campaña era aprobada.


Se preguntó si en ese entonces, volvería a ver a Pedro


Parecía haberse esfumado de repente.


Recordó la última charla que habían tenido. El le había prometido, no, jurado, que ya no iba a molestarla ni insistirle. 


Una sensación de inquietud le hizo un nudo en el estómago.


Las manos le empezaron a temblar.


Era eso exactamente lo que hacía. Se estaba apartando, finalmente. Lo que ella había querido desde un principio.


Pero ahora, extrañamente la llenaba de miedo.


Sabía que no tenía sentido. Ella tenía que dejar atrás esa relación. Pero todas las células de su cuerpo le decían lo
contrario.


Justo cuando estaba por apagar la computadora, el sonido de alerta del correo electrónico saltó.


Cuando se fijó en su bandeja de entrada, su estómago se estremeció.


Pedro.


El mail tenía pocas palabras escritas, así que se animó a leer lo que ponía.


“Paula: estoy cumpliendo con mi palabra, y ya no voy a volver a molestarte.
Como te prometí una vez, me abro definitivamente para que hagas tu vida.
Me vuelvo a Inglaterra. De hecho, ya estoy en Londres. Mi despedida está en el video que te adjunté. Un beso.
Pedro


Lo que tanto había temido desde un principio. El se había ido. Y esta vez para siempre. Había empezado a trabajar en la productora, por ella. Se había vuelto días antes de la gira de promoción, por ella. Y ahora, ya no tenía por que quedarse.


Todo su cuerpo se había quedado congelado en el lugar. 


Tenía terror de abrir el video.


Ya le había costado demasiado tener que leer esas palabras. Verle la cara, iba a ser insoportable ahora que sabía que ya no volverían a estar juntos.


Lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, mientras con sus dedos temblorosos hacían clic en el reproductor.


La imagen era nítida.






No hay comentarios:

Publicar un comentario