jueves, 19 de noviembre de 2015

CAPITULO 48





Este, se sujetó la cara sin entender, y ahora enojadísimo, le devolvía el golpe.


Los dos se habían empezado a pelear.


Ella salió del auto como pudo, y gritó para que se separaran.


Marcos tiraba trompadas, mientras Pedro, se defendía dando puñetazos y patadas.


Se iban a matar.


Se empujaban, gritaban, decían cosas terribles.


Los técnicos que estaban trabajando, salieron, y los sujetaron para que dejaran de pegarse.


Marcos tenía la ceja cortada, y estaba hinchándose.


Pedro, tenía la boca llena de sangre.


Era horrible.


Tomó a Marcos por la mano, sacándole la llave.


Sentó a su amigo en el asiento del lado y antes de irse, pasó por el lado de su ex.— Estas bien? – le preguntó preocupada.


El asintió, limpiándose el labio con la mano. Y cuando volvió a mirarla, sus labios formaron una pequeña sonrisa.



****


Se la veía preocupada. Todavía seguía sintiendo cosas por él. Si un par de golpes habían sido necesarios para
comprobarlo, él los recibía con gusto.


La realidad, es que se había comportado como un idiota con el jugador de fútbol.


Pero es que tenerlo cerca, hablando como si ella fuera su responsabilidad, lo había llenado de bronca. El, no quería
ver sufrir a Paula. Por eso la defendía.


Y él, solo podía hacerla sufrir.


Le entristeció ese pensamiento.


Todavía no estaba listo para rendirse.



****


Se llevó a su amigo a su casa. Le limpió las heridas, y le puso hielo.


—Perdón, rubia. No tendría que haber hecho eso. – dijo Marcos angustiado.


—El te pegó, morocho. Estas bien? Te duele mucho? – le preguntó ella.


—No, ya se me pasa.


Esa noche, decidió quedarse a cuidarlo. El le había dicho que estaba bien, que no hacía falta. Pero la verdad es que a ella sí. No podía estar sola.


Todavía temblaba.


Marcos no le había hablado más del tema, porque no quería ponerla peor, y tampoco había intentado acercarse, ni
darle un beso.


No creía que fuera el momento.


Durmieron como tantas noches, cada uno por su lado.



Antes de que amaneciera, había regresado a su departamento para cambiarse y buscar los libros para ir a
clases.


Había una bandeja en la puerta.


Envuelta con papel transparente, y un gran moño rojo.


Lo recogió, lo llevó a la mesa y lo revisó.


Tenía el café que a ella tanto le gustaba, una cajita de chocolates importados, y mini-muffins.


Y una nota que decía:
“Buenos días hermosa"


Era de Pedro.


Su pulso se disparó y siguió leyendo.


Perdón por lo de anoche, lo que
hice estuvo muy mal. No se va a
repetir, y voy a buscar la manera de
disculparme con tu novio.
Te extraño. P


Dejó el desayuno a un costado, y agarró su bolso.


En la facultad, Anabela la había notado rara, y le había preguntado que le pasaba.


Paula le contó todo.


Siempre le hacía bien hablar las cosas. Era como sacarse un peso de encima.


Y su nueva amiga, era muy buena escuchando.


—A mi me parece que deberías ir a hablar con la chica esta, la modelo. Rebeca. Y sacarte las dudas.


—No. Quiero dejar todo esto atrás. Ahora estoy con Marcos. Bah, no estamos, pero…


Anabela rió y negó con la cabeza.


—No estás con Marcos. El es tu amigo. Y vos, seguís enganchada con Pedro.


—Si, pero no puedo volver, perdonarlo. Sería muy difícil. Ni
siquiera se como voy a hacer para volver al trabajo.


—Bueno, pero no tenés que ir hasta la sesión de fotos, no? – le dijo Anabela.


—No, no hace falta que vaya hasta ese día. Y sabés que? Vos podes venir conmigo.


—Ir con vos? A donde?


—A la sesión. Voy a necesitar ayuda. No te gustaría?


—Me encantaría! – le dijo emocionada.


Su amiga lo veía como una oportunidad de aprender cosas nuevas y a ella la ayuda, le sería sumamente útil.











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