Ella se pasó lo que le quedaba de vacaciones, encerrada en el departamento de Marcos. No tenía ganas de volver al suyo y que montaran otra guardia periodística ahí.
El salía a entrenar, a trabajar, y hacía todas las compras.
Sus abogados estaban haciendo lo posible para solucionar el problema, pero aparentemente, alguien los había fotografiado dándose un beso, y eso hacía que ninguno de los medios quisieran dar un paso atrás.
Eran la pareja más caliente del momento.
Irónicamente, ellos, se habían acercado poco más de lo que mostraban las fotos.
Seguían con la filosofía de ir de a poco. Había explicado la situación a su familia, así que entendían que ella no
quisiera viajar. El solo hecho de imaginarse la terminal llena de fotógrafos y ningún lugar a donde escapar, le daba escalofríos.
Dos días antes de que ella tuviera que volver al trabajo, tras varias cartas documentos y repetidas denuncias, lograron que los dejaran tranquilos.
—No van a estar en la puerta, rubia, pero que no te sorprenda verlos por ahí cada tanto. – le dijo Marcos un día.
—Vos no te hagas problema.Mañana tenés un partido importante. No quiero que esto te afecte. Con el tiempo se aburrirán y no nos van a perseguir más. En serio, ya no me molesta. – le dijo Paula sonriendo.
El se acercó y le dio un rápido beso en los labios antes de acostarse a dormir.
Ella se había quedado levantada. No tenía ganas de dormir.
El día siguiente, volvería a la productora. En donde Pedro, iba regularmente. Un sentimiento de vértigo se instaló en su estómago. Lo vería?
Desbloqueó su iPad, y se concentró en su itinerario de las próximas semanas.
Los preparativos y la producción de la campaña que ella tenía a cargo. Su primera producción.
Trabajó hasta que el sueño la venció.
****
Marcos. La pareja del momento.
Ya era demasiado con recrear el momento en que él mismo los había visto, una y otra vez en su cabeza. Tener que verlos en fotos ampliadas por toda la ciudad, era una verdadera tortura.
Dio un sorbo rápido a su whisky, sin dejar de mirar su celular.
Estaba borracho, y no era, ni por lejos, el mejor momento para tomar ese tipo de decisiones, pero se le estaban
acabando las opciones.
En un acto de desesperación, llamó a la productora N, y habló con el director general.
Era hora de hacer algunos cambios.
****
se sentía lista de dejar el departamento.
No le había dicho a su amigo, que su miedo no se debía a los periodistas, ni a los fotógrafos. Tenía miedo de ver a
Pedro.
Ese último mes y medio, se había refugiado en los brazos de su amigo, era su nuevo hogar y le aterrorizaba dejarlo.
—Vamos rubia, no te angusties. En unas horas, voy, te busco y nos vamos a comer. Querés?
—Si. – le dijo ella soltándose de a poco.
Buscó sus cosas y se dirigió a su trabajo. Su amigo no había podido llevarla, porque tenía el partido, así que se tomó un taxi.
No quedaba lejos, pero no podía arriesgarse a que caminando, se lo encontrara.
Cuando llegó a la productora, algo había cambiado. Los técnicos, estaban reunidos en la sala de post producción.
Encontró a Martín, con el único que había hablado en esos meses de trabajo, y este le hizo seña para que se acercara.
—Hola Paula. Qué tal las vacaciones?
—No viste las noticias? – preguntó ella levantando una ceja.
Su compañero se rió, pero después hizo un gesto de disculpa, y la sujetó del hombro, como queriendo expresarle que lamentaba lo que le estaba pasando.
—Bueno, qué es todo esto? Qué hacemos reunidos acá? – dijo ella cambiando de tema.
—El jefe quiere decirnos unas palabras antes de empezar.
Ambos encogieron los hombros y esperaron a que llegara.
Entonces apareció. Eduardo, estaba con unas carpetas en la mano, y a su lado, él.
Pedro.
Mierda.
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