Paula había llegado al departamento sin aliento. No podía pensar claramente.
Lo había tenido tan cerca. Todo su cuerpo le dolía por querer abrazarlo, contenerlo, besarlo.
Cómo había hecho todo ese tiempo, para vivir sin verlo?
Era como dar 20 pasos hacia atrás después de haber estado todo un mes entero para dar solo uno hacia delante.
Las lágrimas le caían por las mejillas.
Se acostó en la cama y se dejó llevar.
Tenía miles de sentimientos agolpados en el pecho, luchando por salir. Le había dicho que no había estado
con Rebeca. Para qué seguía mintiéndole?
Si ella le había importado tan poco como para mandar a la mierda la relación, para que se seguía tomando
esas molestias?
Hasta se lo veía angustiado.
Qué era todo eso? Una actuación?
Para qué?
No entendía, no le cerraba. De repente todo ese dolor, toda esa tristeza, se transformó en ira.
No iba a dejar que siguieran metiéndose con ella.
Si su ex David, tenía razón, ella tendría que despertarse, y dejar de ser tan ingenua.
Mañana sería un nuevo día.
Una nueva Paula.
Esa mañana se levantó mejor que de costumbre. No había tenido ningún sueño deprimente, y la llenaba una sensación de optimismo ante su nueva perspectiva. Se sentía bien.
Marcos no entrenaba ese día, y le propuso ir a pasear.Paula, se había negado al principio. La idea de salir a la calle, en donde podía encontrarse con Pedro la asustaba, pero finalmente tras la insistencia de su amigo, había aceptado.
Aprovechando que el día estaba caluroso, se cambiaron con la ropa de deporte, y trotaron por la costanera.
Cada tanto él la hacía llevarse un dedo al cuello y tomarse el pulso, o acelerar el paso. Era, en parte, como tener un personal trainer. Uno, que además de ser su mejor amigo, era un deportista reconocido. Y era sexy. Muy sexy.
Mientras corrían, había visto como todas las mujeres lo miraban.
Era todo un espectáculo, cada vez que flexionaba sus músculos, o se estiraba, o corría con cara de concentración. Realmente podía entender por que todas suspiraban, y se
quedaban babeando cuando pasaban cerca.
Habían encontrado unos bancos, y los estaban usando para seguir con el entrenamiento. Estiraban los músculos, y
hacían fuerza de brazos o abdominales.
Marcos, la ayudaba sujetándola por la cintura, mientras la alentaba a que hiciera más de lo que podía.
—Me voy a morir, morocho – le dijo cuando pensaba que todo su abdomen se estaba prendiendo fuego por el ejercicio.
—No rubia, para nada. Además si te morís quien me va a cocinar? – le dijo él acercando su cara a la de ella.
Paula se rió. Tomándolo por el rostro se acercó más hasta estar casi pegada a su boca.
—Sos un interesado… te gusto nada más porque se cocinar. – le dijo rosando sus labios.
El se rió, y asintió, mientras empezaba a besarla.
Paula se agarró a su cuello, y lo besó con ganas. La estaba pasando bien con él.
****
Le haría bien el aire libre.
Se paseó por la costanera, distraído en sus pensamientos. Qué estaría haciendo Paula ahora? Estaba de vacaciones en la productora, así que no estaba trabajando.
Pensaría en él? Lo extrañaría como él la extrañaba?
Ella era la protagonista de todos y cada uno de sus pensamientos. Por eso no le extrañó, cuando escucho su risa.
No sería la primera vez que la sentía en su mente. Sonrió.
Pero las risas se hicieron más fuertes. Levantó la vista, buscándola.
Estaría cerca?
Y entonces la vio. Había salido a entrenar. Estaba hermosa en ropa de deporte, nunca la había visto así.
Marcos la estaba ayudando a hacer abdominales, mientras decía algo que a ella le resultaba graciosísimo.
Pero entonces, vio algo que lo dejó con los ojos abiertos. No, no podía estar viendo bien.
Pero si.
Ella lo sujetaba del rostro y lo besaba. Su amigo, le devolvía el beso sonriéndole, y abrazándole la cintura.
Todo el cuerpo se le tensó. Dio un paso para atrás, y sintió como su corazón, se le partía en mil pedazos.
Sintió un nudo en la garganta, que le ardía.
Dio media vuelta, y se marchó.
****
Habían elegido un lugar de comida rápida, porque no estaban vestidos como para ir a un restaurante, y tampoco
tenían ganas de ir a uno.
Disfrutaron de una comida relajada, mientras charlaban.
Cuando terminaron, salieron, para dirigirse al departamento, pero no se les hizo fácil.
Aparentemente, alguien del local, había alertado a los medios de la presencia de Marcos, y ahora había miles
de periodistas y fotógrafos en la entrada, bloqueándola.
Su amigo, maldijo mirando a los encargados del negocio, que ahora se hacían los distraídos.
—Rubia, vos no digas nada. Yo te cuido. – le dijo y la tomó por la mano.
Marcos, la había casi rodeado con su cuerpo, empujando con sus manos a los que le acercaban algún micrófono. Y así, a duras penas, llegaron al edificio en donde una lluvia de flashes, habían tomado como ellos entraban juntos, y no
volvían a salir.
A la hora, ella se asomó por la ventana. Estaban ahí todavía, esperando que alguien apareciera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario