Ella lo miraba. No tenía sentido correr, la alcanzaría. Ahora que lo había visto en persona después de pensarlo
tanto, todas sus fuerzas se desvanecían.
—Te extraño, Paula. Por favor te pido, dejame hablar dos segundos, te cuento como fueron las cosas y después si querés te vas. – Le decía él, suplicante.
—Tenés 2 segundos y después me voy a ir. – le dijo ella sin mirarlo.
El suspiro, tratando de recuperar el aire tras la carrera de recién.
—Paula yo nunca estuve con Rebeca. Ella entró a mi cuarto, se puso mi camisa. Yo no estaba ahí, era otra persona, un productor de hecho. Cuando Flor me contó lo que habías visto, la enfrenté. No trabaja más para la agencia.
—No tiene sentido. Cómo sabía Rebeca cuando conectarse a Skype desde tu computadora y hacer todo ese numerito? No tiene sentido, Pedro. Por favor, no me hagas pasar por tonta.
—Paula, te juro que no sé, pero voy a averiguar. Como sea.
Paula no terminaba de creerle, aunque le hubiera gustado.
Todo hubiera sido tan simple.
No podía dejarse engañar. Por mucho amor que sintiera, ella se tenía que querer más.
—De todas formas, Pedro. Así fuera cierto. Cuánto tiempo va a pasar para que algo más nos separe? Vos mismo me
dijiste que ibas a arruinar todo…que no tenías novias, que no sabías nada de esto…Era cuestión de tiempo.
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dijo, bajando la voz.
—Me prometiste que si arruinaba las cosas, no me ibas a odiar.
Paula se quedó callada, mirándolo.
Una tentativa de sonrisa, tirando de la comisura de sus labios.
—Y no te odio. Nunca te voy a odiar. – dijo evitando su mirada.
—Seguís sintiendo lo mismo por mi? – contraatacó.
Ella suspiró, y ahora más segura, lo miró.—Ni siquiera podés decir las palabras, Pedro. Ves? A eso me refiero. No te voy a responder, no te lo mereces. No te odio. Y con el tiempo, te voy a perdonar. Igual que perdoné a David.
Pedro hizo un gesto de disgusto. Lo estaba comparando con ese idiota?
Tensó la mandíbula.
—Yo no soy como él. – le dijo entre dientes.
—No. Sos peor. – y con esa última palabra que quedó resonando en su cabeza, ella se marchó.
El, se había quedado parado en plena calle. No le parecía justa la comparación.
El no era una basura. Jamás haría nada para dañar a Paula.
Desde un principio, había querido protegerla. Ella ahora no podía verlo, estaba demasiado enojada, había perdido su confianza.
Pero él no se daría por vencido. La iba a volver a ganar.
Ese último mes había sido una tortura. Cada pequeño detalle de su vida, le recordaba a Paula. Había ido a buscarla a su casa por días, solo para darse cuenta de que ella no estaba allí.
Pensó que se habría vuelto a Córdoba, pero después de ir, y hablar con su hermano Nico, se dio cuenta de que tampoco estaba con su familia.
Antes de irse le hizo prometer que no diría nada a Paula. No quería que se enojara más.
Flor, no le atendía el teléfono, y las veces que había ido a buscar a Paula, se la había encontrado sola, o con algún
chico desconocido. Pero nunca con ella.
Se estaba volviendo loco. Había considerado la posibilidad de que hubiera vuelto con David. O que estuviera viendo a alguien más. Pero no había rastro de ella.
Una noche, él estaba caminando por el puerto, porque no podía dormirse, y la había visto tomarse un taxi con su
amigo Marcos. Sin dudarlo, los siguió, entraban en su departamento.
Después de todo, ella siempre se refugiaba en su amigo. Era lógico que se estuviera “escondiendo” en su casa.
Esa noche, había estado paseando, como siempre hacía ahora, hasta que la vio.
Allí estaba, parada. Tan cerca de él, después de tanto tiempo. Ohh Dios… – pensó. Cuanto la había extrañado.
Solo mirarla, era como volver a ver luz en un túnel oscuro.
La necesitaba.
Sabía que no iba a ser fácil, pero lucharía por ella.
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