martes, 17 de noviembre de 2015

CAPITULO 41




Después del boliche, dejaron a Flor, y se fueron al departamento de Marcos.


Apenas cerraron la puerta,Paula lo tomó por el cuello y siguió besándolo.


El la tenía sujeta por la cintura y la llevó al sillón.


Ella empezó a desprenderle los botones de la camisa, y se la sacó.


Su cuerpo, siempre la había impresionado. Era un deportista, y estaba bien formado y era ridículamente
sexy. El, le tomó las manos, frenándola.


Sin entender, retiró apenas su rostro para mirarlo.


—Rubia, habíamos dicho que íbamos a ir de a poco… – le dijo él apenas tomando distancia.


Paula sonrió, y asintió. Tratando de bromear sobre el asunto, le dijo: —Al final voy a pensar que no tenés ganas, morocho…o que no te gusto…


Marcos puso los ojos en blanco, y poniéndose de pie, tiró de su mano para que ella también se parara.


Tomó a Paula por la nuca, para atraerla y besarla casi con violencia. La acercó a él hasta que estuvieron casi pegados, y tomándole una mano, la llevó hasta su entrepierna, en donde ella podía sentirlo.


Apenas separando la boca, le preguntó.


—Seguís pensando que no tengo ganas y no me gustas? – le preguntó con la voz ronca, mientras sus cuerpos estaban en total contacto, solo separados por pocas capas de ropa.


Ella negó con la cabeza,


definitivamente no podía decir que no le provocaba cosas a su amigo. Era bastante evidente que si.


El soltó su mano, y se separó de ella agitado.


Ella también se apartó de a poco, y se fueron a dormir, cada uno por su lado. Paula respiró profundo. Otra vez se enfrentaba a dormir, y a todos los sueños a los que tanto les temía ahora.


No quería soñar. Le dolería demasiado.


Ella sabía que las distracciones que tenía con Marcos, duraban solo si él estaba a su lado, ahora estando sola, los
fantasmas volvían.


Cada vez que él se iba a entrenar, cada vez que se daba un baño, cada vez que caminaba por el puerto, cada vez
que miraba su cámara. Estaba ahí.


Pedro, en todas partes.


Por más que trataba de afrontar un día a la vez, siempre llegaba la noche.


Ahí donde en sus sueños, ella no podía controlar sus pensamientos.


Todo lo que se había pasado evitando pensar en un mes, de golpe y como si estuviera condensado, se le caía encima, aplastándola.


Y esa vez, no era la excepción.


Se despertó agitada, con el rostro bañado en lágrimas. Un dolor agudo en medio del pecho, y una sensación de vacío que la dejaba sin aliento.


Miró la hora, eran las 3:30 am. Muy tarde para estar despierta sin hacer nada, muy temprano para hacer algo
productivo.


Como era un día de semana, ni se le ocurrió despertar a su amigo. Este, se tenía que levantar temprano para
entrenar.


Así, que sin hacer ruido, se puso un abrigo y salió a caminar para aclarar su cabeza.


La costanera estaba llena de gente, como siempre.


Estaba algo fresco, pero no le importaba, el frío le despejaba la mente.


Se la limpiaba. Inhaló profundo. Era liberador.


Sus sueños con Pedro habían empezado a empeorar. Lo peor de todo, es que tampoco podía calificarlos de
pesadillas, porque eran hermosos.


Los sueños más lindos que había tenido en su vida.


Era el despertarse lo que dolía.


Era volver a recordar su mirada, su cuerpo, la manera en que la besaba. Lo que sentía estar entre sus brazos. Por
unos meses se había sentido afortunada.


Realmente se abrió con él, como con nadie antes.


Nada se comparaba con su manera de tocarla. Por más que ella no contara con la experiencia de otras personas, sabía que eso era algo único.


Cuando estaban juntos el mundo dejaba de existir.
Irse a dormir abrazados y despertarse juntos, era un dulce y
doloroso recuerdo.


El calor de su cuerpo entre sus brazos.


Su sonrisa al verla amanecer… la manera en que la saludaba cada mañana


— Buenos días, Barbie…


Una lágrima corrió por su mejilla.


Cómo había sido tan estúpida de creer que iba a cambiar? Hasta su ex David, le había advertido, en esa horrible pelea que habían tenido.


Era demasiado bueno para ser real.


Nunca pensó, realmente que iba a durar para siempre, pero lo que le sorprendía, era la manera en que había
terminado.


El sabía lo que había vivido en su relación anterior. Si quería estar con Rebeca, por qué no había terminado con ella antes? Qué necesidad tenía de llamarla su novia, y hacerla vivir las semanas más bonitas de toda su vida, para después engañarla de una manera tan ruin?


—Paula – alguien le gritaba desde una esquina alejada.


Ella levantó la mirada, buscando a la persona que la llamaba. Seguramente era a otra persona con su nombre, ya que ella no era de la ciudad. Cuáles eran las probabilidades que se tratara de ella?


Y más a esa hora.


Quién…? Y su hilo de pensamiento se cortó de golpe.


Pedro, la miraba desde lejos. Y levantaba una mano para saludarla.


Ella quiso levantar la mano, pero su cuerpo no respondía. Se dio la vuelta y empezó a caminar de regreso a la casa de Marcos.


A sus espaldas escuchó un estruendo de pasos que avanzaban a toda velocidad.


Antes de que pudiera reaccionar, lo tenía al lado, frenándola con una mano.


—Paula, esperá. – le dijo agitado.










1 comentario: