domingo, 8 de noviembre de 2015

CAPITULO 10




Comieron una parrillada completa, que era el orgullo del lugar. Y la verdad, es que estaba deliciosa.


A todos parecía caerles muy bien Marcos.Paula, que ya lo conocía, estaba encantada.


En la mesa de al lado se habían juntado un par de hombres que miraban a la de ellos y señalaban.


Lo primero que pensó, fue que eran conocidos de alguien, así que miró y sonrío como era su costumbre.


Los hombres de la otra mesa, la saludaron con la mano, y aprovechando ese contacto, uno, se levantó y le fue a hablar.


La saludó y le pidió permiso para acercarse. Todos miraban con curiosidad al chico.


—Disculpen que moleste. Vos sos García? El delantero de Newells?


Todos miraron a Marcos. Y todos, significaba todo el restaurante. Estas cosas no sucedían en Buenos Aires, porque hasta ahora siempre habían ido a lugares donde ver un famoso era moneda corriente.


—Si amigo. Cómo te va?


—Bien, che te molesta una foto con los pibes?


—Para nada.


Paula muerta de risa de como Marcos, se había puesto rojo como un tomate se ofreció:
—Yo les saco!


Y agarró la cámara que le ofrecía el chico. Era una cámara compacta, así que lo único que tenía que hacer era apretar el botón, pero de todas formas, se esmeró en que el plano saliera bien.


Una vez que los de la foto se fueron, todos empezaron a reírse a carcajadas. Ya que estaban ahí, se sacaron ellos varias y Marcos se tuvo que sacar otras tantas con gente del lugar.


Más tarde, la familia de Paula se fue, y ellos se quedaron charlando y haciendo previa para salir.


El boliche al que fueron, era grande y tenía un restó adelante. Estaba decorado con sillones rojos de cuero y paredes con detalles dorados.


El DJ era conocido, así que Marcos tuvo que aceptar, que el lugar al que su amiga lo había llevado, tenía onda.


Tomaron unos tragos en el patio, mientras charlaban, y aunque era pleno febrero, en Córdoba, la temperatura de esa zona, bajaba bastante, así que Paula lo llevo adentro porque ya le estaba haciendo frío.


Empezaron a bailar como a ellos más le gustaba. Estaban, a esta altura, tan acostumbrados a bailar entre ellos, que les parecía totalmente natural.


Marcos, la tenía agarrada de la cintura como siempre y ella lo abrazaba por un hombro mientras con la otra mano sostenía su trago. Pudo darse cuenta como de a poco el alcohol la desinhibía y bailaba más libremente.


Marcos, también estaba empezando a “soltarse” y bailaban chocándose entre ellos, y riéndose y diciéndose pavadas al oído.


De la nada, apareció una chica que les dijo que pasaran al VIP y que lo que tomaran era gratis.


Otras de las atenciones de ser amiga de una celebrity, pensó Paula y entre risas cómplices, mientras se dirigían a la pista que quedaba detrás de los cordones rojos. Paula no podía caminar derecho, así que Marcos la tenía sujeta por la cintura, abrazándola desde atrás y guiándola.


—Dale rubia, la escalerita y estamos, guarda con la columna. — le decía al oído.


Pudo haber sido un efecto de lo que había tomado, pero justo cuando Marcos le hablaba, vió que alguien que estaba al frente de ella, la miraba.


David. 


No, no era el alcohol. Él estaba ahí. Había salido con unos amigos y ahora viéndola, parecía echar fuego por los ojos. La miró dos segundos y después llevó la mirada hacia las manos de Marcos ubicadas en la panza de Paula abrazándola, ella tenía una mano sujeta a ese agarre para reafirmarse.


Después lo miró a Marcos.


Casi pudo escuchar el click en sus pensamientos. Era el nuevo novio de Paula, y lo había traído a Córdoba.


—Hola, no? — le dijo David


—Hola, cómo estas? — dijo ella concentrada en pronunciar todas las letras de lo que decía.


—Presentáme a tu amigo. — dijo entre risas, seguramente, queriendo aparentar desinterés.


—Marcos, este es David.


Los dos asintieron saludándose, y a la vez, confirmando lo que pensaban. Ese era el nuevo novio, pensó David, y ese era el ex que había hecho sufrir a su amiga, pensó Marcos.


—Si, hablamos una vez por teléfono. — dijo Marcos levantando una ceja y haciendo mala cara.


David no dijo nada. Esa vez, lo había insultado por estar con Paula. Pero ningúno dijo una palabra más. Solo se miraron mal. Muy mal.


Sin dudarlo, Marcos la atrajo más contra su cuerpo y le dijo algo al oído:
—No le gusta nada verte con otro.


Esto hizo sonreír a Pau. Aunque no lo iba a admitir, le gustaba eso.


David, que no había escuchado lo que le había dicho, pero estaba concentrado en el lenguaje corporal de los dos que tenía adelante. Hizo cara de haber tragado algo con muy mal sabor.


No pudo soportar más, y se fue, despidiéndose rápido.


Marcos y Paula, se fueron al VIP a seguir bailando y tomando como si nada hubiera pasado.


Estaban los dos en su burbuja, disfrutando de la noche como ellos más sabían. Cerraban los ojos, se dejaban llevar, y no les importaba quien los mirara, o que pensara la gente.


Marcos le pasaba las manos por la espalda desnuda, y eso la hacia sentir increíblemente bien.


En medio de su viaje, se imaginó que el que le hacia eso, era su modelito. Eso le hizo sentir un cosquilleo por todas partes y mucho, pero mucho calor.


Después, Marcos, la dio vuelta y la sujetó de las caderas, como lo había hecho el modelito. Cerró los ojos y ahora se imaginó como sería que el estuviera ahí, mirándola bailar con Marcos.


Sus ojos azules, mirándola bailar, mirándola disfrutar, mirándola en brazos de otro chico. Le encantaba.


Cuando estaba empezando a salir el sol, decidieron que era hora de volver.


No tardaron en conseguir un taxi que los llevara. Y haciendo mucho silencio, entraron a la casa.


Ella tenía los zapatos en la mano, para no pisar fuerte con los tacos, pero de todas formas al querer hacer menos lío, mas lío hacían.


Los dos se reían en silencio, y así fueron llegando.


Paula estaba cansada y todo se le hacía confuso y borroso. 


Se sacó la remera sin pensarlo y se puso una remera de tirantes con la que dormía.


Cuando se dio vuelta, Marcos la miraba con los ojos abiertos de par en par. Eso provoco que se tentaran aun peor y no pudieran dejar de reírse.


Se terminaron de cambiar como pudieron, y se fueron a dormir. Paula dormía en la cama, y Marcos en el colchón el piso.


Era gracioso, pensó Paula. Nunca se había quedado a dormir ningún chico. Ni su ex.


Nunca le hubieran permitido dejar dormir en su cuarto a ningún novio. Pero eso no importaba. Con Marcos, no podía pasar nada. Podían dormir en una misma cama y no iba a pasar nada.


Como con el modelito, pensó amargamente. No tenía chances con él. Y eso le estaba empezando a cambiar el humor. No tenía sentido irse de Córdoba, superar a su ex si se iba a enganchar de nuevo y pasarla mal.


Se rió de lo ridícula que toda esta situación le sonaba. Ni lo conocía! Como diría Flor, NEXT!


Marcos recién acababa de apoyar la cabeza en la almohada, y ya estaba profundamente dormido.


Paula, no tenía esa suerte, la cabeza no paraba de darle vueltas en torno a David, y para su vergüenza, en torno al modelo de Buenos Aires.


Pensó como esa noche se había encontrado con su ex, como la había mirado…como lo había mirado a Marcos. Su cara se había puesto roja de la furia. Ella lo conocía. Sabía que estaba tratando de hacerse el indiferente, pero en el fondo, y a pesar de que probablemente nunca la quiso, tampoco la quería con nadie más. Así era él y su orgullo.


Pero las cosas, supuestamente entre ellos estaban bien, encaminadas para ser amigos. Ella nunca quiso pasarle por las narices una nueva relación. Cosa que, de hecho, no hizo. Marcos era solo un amigo. Pero de todas formas, sabía como la situación se veía para David.


Le gustaba que la celara, hasta cierto punto. No le gustaba lastimarlo. Le dolía su dolor.


Todavía lo quería, y sabía que siempre lo iba a querer.


Cuando por fin se pudo dormir, soñó con su ex. El estaba solo y tenía una tristeza que le partía el corazón. El la miraba y le sonreía, pero su cara cambiaba cuando veía que la acompañaba alguien.


No estaba enojado, ni molesto, estaba dolido. Ella tenía que ver que era lo que tanto dolor le causaba, y entonces cuando miró a su lado esperando ver a su amigo Marcos, ahí estaba el modelito.


Sonriente e impecable como siempre.


Pero cuando sus ojos se encontraron, él la miró de arriba abajo y se fue. Dejándola con su ex, tan triste como éste.



****


Se despertó angustiada y no le gustó. El soñar con David, siempre le dejaba esa sensación.


Se empezó a preparar, consciente de que era hora de volver a Buenos Aires. Se cambiaron rápidamente y desayunaron con la familia de Paula, mientras contaban como les había ido la noche anterior.


Decidieron pasar las últimas horas en Córdoba, tomando algo fresco en el parque. Hacía calor, pero había viento, así que se podían sentar cerca del lago a disfrutar del aire libre.


Paula, había llevado la cámara, y se divirtió sacando fotos con Marcos, de patos, gente haciendo deporte, perros de todo tipo. Era un día hermoso, perfecto para despejar la mente de problemas y preocupaciones.


Cuando fue la hora de irse, se detuvieron en despedidas, y promesas de comunicarse apenas llegaran. Paula, cargó su bolso y toda la comida que le había preparado su mamá para llevarse, en el auto de Marcos. Y se fueron.


La despedida de Córdoba, esta vez no había sido tan triste como su primera. Y pensó que tal vez, con el tiempo, dolería cada vez menos. Sobretodo, porque ahora tenía a donde ir. 


Un hogar, que cada vez se llenaba más de amigos, y lugares preciosos para conocer y lo que más le atraía, lejano a todo lo que otra vez dejaba atrás.


Cuando llegaron, era muy tarde, y Marcos estaba agotado para manejar así que se quedó a dormir en lo de Paula.


Al otro día, el despertador la despertó inusualmente temprano para su costumbre. Eran las 7 de la mañana.


Vió a su amigo, que estaba dormido y roncando, y le dieron ganas de volverse a acostar. Pero no.


Hoy era su primer día de clases.


Salió mas temprano, para ir paseando y aclarando la cabeza antes de entrar.


Los alrededores de la facultad eran tranquilos, cerca de la costanera, y verde por donde se mirara.


El edificio era de ladrillo visto, con letras en dorado en la fachada.


El interior, era todavía mas impresionante. Era un instituto privado, uno de los mas exclusivos de la zona. Sus padres habían ahorrado para que ella estuviera ahora ahí, y era todo lo que prometía ser, y más.


Se respiraba un ambiente relajado, creativo y activo. Los pasillos estaban llenos de gente joven, charlando por todos lados.


Sin molestarse en fingir que no era nueva, paseo por todos los espacios boquiabierta, buscando la oficina principal para ver a donde tenía que dirigirse. Su primera clase era taller fotográfico.


Se apuró a buscar el aula, y así comenzó su vida universitaria.


Para el mediodía, ya conocía a algunos de sus compañeros, todos muy agradables, y algunos profesores, algunos más agradables que otros.


En la clase de introducción, en seguida se dio cuenta de que su cámara no estaba del todo a la altura de las exigencias, y que ya en la lista de materiales que ponían, iba a tener que gastar más de mil pesos, esa misma primera semana de clases.


Hizo un cálculo mental, y esto le iba a significar un par de sacrificios a la hora de administrar los gastos. Después de todo, ¿Quién necesita cable? ¿Quién necesita…luz?…


Iba a tener que buscarse un trabajo. Cosa que había previsto hacer, pero a partir del segundo semestre, cuando estuviera más instalada.


Bueno, un pequeño cambio de planes, iba a tener que hacerlo antes. Pedirle a sus padres, quedaba descartado. 


Ellos ya habían hecho mucho. Además, si seguía por ese camino era probable que sus padres, la convencieran de que era demasiado costoso, y le convenía estudiar en Córdoba, donde por lo menos no iba a tener que pagar alquiler. Y ese si, que era un lujo que no se podía dar.


Ya no podía volver atrás.


Y así, se fue caminando hasta su departamento, un poco mas desanimada.


La esperaba Marcos, que al tener la semana libre, se había quedado y le estaba preparando la comida.


—Rubia, en 5 comemos.


—Ohh… gracias morochoo…que bueno que te quedaste.


Marcos, se dio cuenta al instante del ánimo de su amiga, e invitó a Flor y a su amiga Coty a comer, (así de paso la veía, también).


Ya entre risas y el pollo al horno con papas doradas, que había cocinado su amigo, Paula les contó como había sido su día y del problema que estaba teniendo de dinero.


Flor, sin dudarlo, tomó su celular y marcó un número. Les hizo señas a todos de que se iba a hablar dos minutos al balcón.


Al rato vino dando saltitos hasta la mesa.


—Ya tenés trabajo, Paula.


—Ah?? — se apuró a decir esta, y todos miraron a Flor, con cara de no entender nada.


—Si, si. — dijo. — Vas a ser la ayudante de fotógrafo en la productora para la que mi agencia ha hecho un par de trabajos.


—Pero cómo? No se lo suficiente… Cómo hicis…? Con quién ha..? — dijo Paula entre risas, sin entender si su amiga estaba haciéndole un chiste.


—Ey, muy copado flaca, pero cómo hiciste? Que sos la dueña de la agencia? — dijo Marcos, entre las risas de todos.


—No. Pero tengo un amigo productor…


—Amigo. — Dijo Marcos marcando comillas con los dedos.


—Bueno si, además estoy saliendo con él, desde hace poquito y bueno, si. Sabía que hacía falta alguien para ese trabajo en la productora, y se como trabaja Paula, además es mi amiga…


—Uff Flor…pero mira que no tengo experiencia profesional… te voy a traer problemas con tu amigo, o con la agencia, podes quedar re mal…y… —Se empezó a angustiar Pau.


—Sos buena, y tampoco te estoy largando a la boca del lobo, empezarías como asistente nomás. No vas a ganar mucho, eso si. Pero algo es algo.


—No, no te hagas problemas por eso, gracias!! — Paula se levantó y abrazó a su amiga. — Además, me sirve para aprender y ver como se trabaja… aunque no sea el campo al que me quiero dedicar.


—Que sabes? Por ahí terminas trabajando para la Harper’s. — le dijo Flor.


Su amiga, le explicó que el empleo era a la tarde, y algunas veces se extendía un rato a la noche.


Se trabajaba los días miércoles, jueves, viernes y algún que otro sábado. Ella no tenía que llevar nada.


Ese mismo miércoles, iba a tener que ir porque había una producción en interiores, para ayudar, y encima, iba a tener la suerte de que en esa producción, estaba Flor. Así que iba a tener una cara amiga, para no sentirse tan nerviosa.


Todo parecía perfecto.


El día había llegado, y después de una jornada cargada de nuevos libros y apuntes en la facultad, se fue a su casa para relajar hasta que fuera la hora de irse a trabajar.










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