Paula repasó las cosas que tenía en el bolso de ropa, y en el bolso de mano. No se olvidaba nada.
Miró en su celular. Había cambiado su fondo de pantalla por la fotografía que se habían tomado con Pedro.
Sonrió al ver el pantalón de conejitos.
Era temprano, y seguramente estaba durmiendo, pero ya lo extrañaba, así que no le importó, y le escribió.
Te voy a extrañar, Ken. Mucho.
Lo metió en su bolsillo y se fue a Retiro.
Horas más tardes, había llegado a Córdoba.
Como siempre, su familia la estaba esperando con los brazos abiertos, listos para agasajarla de la manera que les fuera posible.
Le hacían sus comidas favoritas, le lavaban la ropa, y hasta le habían comprado unos regalos.
Ella se sorprendió.
Su madre emocionada le daba uno de los paquetes más grandes.
—Esto es para felicitarte por el trabajo. Estoy tan orgullosa de vos, mi chiquita….—y la abrazaba fuerte, casi haciéndola perder el equilibrio.
—Ohh…gracias!! — respondió con lágrimas en los ojos.
Abrió los regalos y pegó un grito.
Tres tipos de lentes profesionales para su cámara, y un iPad para que use, entre otras cosas, también en su trabajo.
Ahora el que habló fue su padre.
—David nos contó que te hacían falta algunos lentes, y estuvimos averiguando.
Paula frunció el seño. Su mamá la miró con una sonrisa cómplice.
—Nos dijo que se habían visto un par de veces allá en Buenos Aires… que habían salido.
—Como amigos mamá. — dijo ella cerrando los regalos y levantándose.
—Bueno pero, se perdonaron, están hablando de nuevo…por ahí en un tiempo puedan…
—Te agradezco, pero no quiero hablar de él.
—Oy no. No me digas que se pelearon otra vez…
—No cambió. Nunca va a cambiar. Decime por favor que no perdiste la memoria, y que te acordás de todo lo que pasé por su culpa…
—Yo me acuerdo. — dijo Nico. — Y me parece mejor que no veas al idiota ese.
Paula lo miró. Cuanto extrañaba a su hermano. Como a nada del mundo. Lo miró agradecida, y el resto de la tarde no se habló del tema.
A la noche, habían reservado unas mesas en un lugar conocido por sus carnes y sus vinos, así que estaba contenta de haber empacado algunos de los vestidos que había comprado para salir.
El lugar era cálido, y había mucha gente.
Paula estaba feliz, de poder estar con su familia. Las charlas cotidianas, de cuando estaban en la mesa…no se había dado cuenta de cuanto las añoraba.
Ahora estaban hablando de las materias que seguramente, su hermano Nico, iba a tener que rendir en el verano para terminar la secundaria.
Era un personaje.
Uno de los chicos más inteligentes y suspicaces que conocía, y aun así, remaba todo el año en dulce de leche con las asignaturas que no tenían por que costarle. Paula sabía que se debía a que era un vago, que prefería pasársela de fiesta o con alguna que otra chica.
Ella se comprometió a encaminarlo, una vez que estuvieran juntos en Buenos Aires, a lo que él había rodado sus ojos.
Todos rieron.
Algo vibró en su bolsillo. Su celular. Lo sacó tan rápido como podía. Solo esperaba un mensaje.
Una respuesta al que ella había mandado más temprano.
Era Pedro.
Ya te estoy extrañando Barbie. Vos a mi?
Paula sonrió involuntariamente y se quedó pensando una respuesta. Obvio que lo extrañaba. Se habían visto hacía poco, pero tener tanta distancia entre ellos, la hacía querer salir corriendo a verlo.
Tipeó una respuesta.
Yo también Ken. Me encantaría estar con vos…esta noche
Se mordió el labio mientras sonreía nerviosa.
En la mesa, Nico se aclaró la garganta.
—Ah bueeeeeno… conociste a alguien hermanita? Tenés por ahí algún chonguito o es el jugador de Newells?
Paula se rió y le tiró con la servilleta, ganándose la mirada reprobatoria de su mamá.
—Mar? No, él es nada más mi amigo. No es nada, son las chicas, que me hacen reír nada más.
Su hermano la miró con cara de no creerle ni una sola palabra y ella le sacó la lengua.
Su mamá le preguntó, cambiando de tema.
—Tenés planes para esta noche? Vas a salir?
Paula volvía a sacar su celular que estaba vibrando, y contestó distraída.
—Ehm…no sé..
Y no pudo seguir hablando. No daba crédito a lo que sus ojos estaban leyendo.
Entonces decime donde estás y te busco.
****
obligándose a no pensar en ella
Se fijó en el teléfono, y tenía un mensaje. Justamente la persona que no quería recordar.
Paula.
Lo había leído unas 10 veces para el mediodía. Sin poder seguir pensando se fue a la computadora, y sacó los pasajes de avión.
Estaba loco.
****
Sonó una vez, y atendió.
—Hola Ken…
—Barbie…hola…
Paula sin darse cuenta, empezó a caminar mientras jugaba con su pelo. Las cosquillas que sentía en su estómago, al escuchar su voz, se multiplicaban por mil.
—Y??… nos vemos?
—Estas en Córdoba? De verdad?
—Si Barbie…
****
—Si… obvio que te quiero ver… estoy con mi familia cenando.
—Mandame un texto con la dirección, en 10 estoy allá.
—Te espero — le dijo ella entre risas.
Pedro se rió con ella. Era una locura, y los dos se daban cuenta.
—Un beso, hermosa — y cortó.
****
Había dejado todo, y se había ido para estar con ella.
Le había dicho que la extrañaba…
Estaba desconcertada, pero más que eso estaba emocionada. No sabía que estaba pasando por la cabeza de Pedro, o por su corazón, pero le estaba pasando con ella.
Y lo iba a descubrir.
Justo cuando se estaba preocupando por la intensidad de sus sentimientos hacia él…
Ya no podía hacer nada. Estaba tan irremediablemente loca y enamorada.
No podía esperar ni un solo segundo más, quería verlo.
Qué le diría a su familia?
Ellos no sabían que se estaba “viendo” con alguien.
Pero bueno, ella ya era grande, se inventaría alguna excusa y se iría cuando él le avisara que estaba afuera.
Respiró profundo algo inquieta.
Los siguientes minutos había escuchado las charlas de la mesa como si estuvieran teniendo lugar bajo el agua. No podía distinguir ni una sola palabra que conociera.
Todo el mundo había pasado a un segundo, no, tercer plano.
Tenía una mano sobre el celular esperando que vibrara.
Y lo vió.
Parado en la puerta del lugar, buscándola con la mirada. Ella se paró, dispuesta a frenarlo, así podían irse, pero era muy tarde.
El, al verla, avanzó hacia donde se encontraba con su familia.
Paula estaba con los ojos y la boca abierta, incapaz de hablar.
****
Pedro se acercó, y se presentó.
—Hola, que tal… soy Pedro — dijo con una sonrisa, estirando la mano para apretarla con sus padres.
—Hola, mucho gusto — se presentó su papá.
—Ho-hola, mucho gusto — le dijo su mamá, que en ese momento podía ser una réplica exacta de la expresión de Paula.
—Hola, soy Nicolás. El hermano — le sonrió, dándole la mano.
—Hola, mucho gusto, tu hermana me habló mucho de vos.
Se sonrieron e intercambiaron bromas. Se habían caído bien.
Pedro miró a Paula sonriendo, y ya estando más cerca le habló casi al oído.
—Hola —
—Hola — le contestó ella, devolviéndole la sonrisa de a poco. No podía creer tenerlo tan cerca.
Su mamá lo invitó a sentarse con ellos, así que se acomodó al lado de Paula, mientras disimuladamente, bajo la mesa la tomaba de la mano.
Ella, lo notó, y mordiéndose el labio apretó su mano con fuerza.
Su hermano, se había dado cuenta y la miró levantando una ceja, pero por suerte, no dijo nada.
No tuvieron problemas para incluirlo en la charla, hasta le habían ofrecido comer algo, pero él ya había cenado.
No pudo rechazar cuando le ofrecieron una copa, así que la aceptó encantado.
Y entonces cuando pensaron que todo era perfecto, a la mamá de Paula le dieron ganas de empezar a hacer preguntas.
—Y de donde se conocen? — miró directamente a Pedro.
Este contestó con total naturalidad.
—Soy modelo. Ella trabaja en una productora para la que trabajé un par de veces, y además soy amigo de Flor.
—Ah si, si. A Flor la conocemos, es amorosa. — dijo su mamá con cariño.
—Y cuantos años tenés? — a Paula le hubiera gustado arrojarle algo.
—24 — dijo Pedro sonriendo.
—Y estas estudiando algo o solamente modelas?
Paula se llevó una mano a la frente. Si su madre supiera.
Pero algo le decía que era mejor que no lo hiciera.
Justo cuando estaba por intervenir, Pedro tomó la palabra.
—Modelo, y hago otros trabajos para mi agencia.
—Ah, que bueno. No se nada del mundo de la moda, pero Flor dice que es lindo…
Pedro sonrió.
—Y estás en Córdoba por trabajo? — contraatacó.
—No. — sonrió — Vine a ver a Paula.
Silencio. Nadie decía nada.
Nico, interrumpió el incómodo momento.
—Bueno, antes de venir, les dije a Paula que había una fiesta en Molino, y me los llevo a pasear. Hace mucho que no salimos hermana, y de paso, le hacemos conocer a Pedro la noche cordobesa. Vamos?
Pedro y Paula se miraron, y fue ella la que contestó.
—Vamos.
Despidiéndose de sus padres, se encaminaron a la salida.
Cuando llegaron a la parada de taxis, Nico los miró.
—Bueno, yo los dejo, me voy a visitar a una amiga. — les dijo guiñando un ojo
—Amiga. — le dijo Paula.
—Obvio. — le dijo riéndose
Y saludándolos, se subió en un taxi.
—Me cayó muy bien tu familia, blondie. — le dijo mientras la abrazaba por la cintura.
—Si? — sonrió. — Vos a ellos también.
El se rió.
—Ah si? A tu mamá también? — le preguntó mientras le mordisqueaba el cuello, la mandíbula…
—Si. Se pone pesada porque no le conté que había conocido a alguien… —y se frenó ahí
—Y por qué no le contáste?
Paula soltó una carcajada.
—Y qué le decía? Mamá, conocí un modelo, que trabaja conmigo y por ahí cuando pinta… — guiñó el ojo golpeándolo despacio con el codo.
—Sutil. — dijo sonriendo.
—Muy!
Paula rió, pegando más su cuerpo con el de Pedro.
Realmente estaba ahí.
****
Rosó su nariz con la de ella.
—Vamos Barbie, tengo muchas ganas de estar con vos. — le dijo sujetándola mas cerca de su cuerpo.
****
Estaba alojado en una de las suites mas lindas que ella había visto.
Tenía mesa de comedor, y una sala de estar. Era como un mini departamento. Si lo pensaba, era tal vez mas grande que el suyo.
Pero antes de que pudiera seguir haciendo un tour de la habitación, Pedro la tomó de la cintura y la alzó hasta depositarla en la cama.
La besaba con urgencia. Con desesperación.
—Mmm…tenía tantas ganas de estar así con vos…—le dijo sin dejar de besarla.
—Yo también… —le dijo ella, agitada y a punto de estallar del deseo. — Te necesito ya.
—Ya — repitió él.
Y le sacó el vestido, mientras ella tiraba de su remera.
El, se la sacó de una vez, seguida por sus pantalones y ropa interior.
Mirándola, le sacó la ropa interior, dejándole besos por todas partes.
Se detuvo en su ombligo y plantó un suave beso, que hizo que ella arqueara la espalda.
—Me encanta tu perfume — le dijo. — Sos tan hermosa…
Paula sentía como sus palabras, sumadas a sus caricias la hacían retorcerse.
—No te das cuenta…lo hermosa que sos… —le decía mientras empezaba a subir, besándole el pecho, el cuello, la boca. Devorándola.
Bajó una de sus manos, ubicándola en la entrepierna de ella, moviendo un dedo, luego dos.
Cuando la sintió, dejó escapar un gemido en lo bajo de su garganta.
Se hizo lugar, abriéndola más por las rodillas, y entró en ella.
Muy despacio.
La miró a los ojos.
A ella la abrumó lo que veía. Era tan fuerte. Se sentía suya.
En todo sentido. Lo amaba.
En sus ojos encontraba el sentido de todo.
El, sin dejar de mirarla, como hipnotizado, comenzó a moverse.
—Las cosas que me haces sentir…yo… —dijo él, mientras seguía con sus arremetidas.
Paula buscaba en sus ojos. Se sentía atrapada en ese azul profundo, que le llegaba al alma. La atravesaba.
Sus ojos empezaron a picar. Eran demasiadas emociones.
—No tenés idea como me haces sentir… —dijo él por lo bajo.
Su tono de voz muy bajo, no estaba segura de si él tenía intención de que las escuchara. Pero las respondió.
—No. No tengo idea — dijo entre jadeos.
El, le tomó el rostro con las dos manos, y la besó. Con pasión.
Dando una respuesta a todas las dudas de Paula. El sentía algo más. Ese beso, le transmitió tanto anhelo, tanta ternura. Tanta adoración, que había sido más de lo que podía soportar.
Apretándose más, y explotó a su alrededor. Un orgasmo que le había dejado el cuerpo exhausto y las emociones revueltas.
Fue apenas consciente, que él se le unía, gimiendo mientras decía su nombre.
Las lágrimas que habían picado antes, ahora corrían libres por su rostro.
Se abrazó a él, con fuerza.
Todo su cuerpo aflojándose, mientras seguía estremeciéndose, sin parar de llorar. No podía.
Era como si se hubieran abierto las compuertas, y todo lo que venía conteniendo, todas sus dudas, sus inseguridades, sus miedos, todo lo que la hacía sufrir, estuviera saliendo de una sola vez.
Pedro se incorporó levemente, y la besó la mejilla, solo para darse cuenta de que estaba húmeda.
Apenas se dio cuenta, se separó su rostro, buscándole la mirada. Llevó una mano hacia su rostro, acariciándola.
—Ey…Barbie…que pasa? — preguntó preocupado.
—Nada — dijo ella entre sollozos.
—Te hice mal? Te hice doler? — dijo él, separándose de ella, con miedo de hacerle peor.
Pero ella no lo dejó y se aferró con más fuerza.
—Por que llorás, bonita? — preguntó rosando su nariz con la de ella.
Ella negó con la cabeza. No quería decirle.
—Decime Paula — le rogó él, mientras la acunaba contra su pecho. — No te puedo ver llorar.
—No te quiero decir, ya sabés. Me gustas mucho, esto es demasiado.
—A mi también me gustas, Paula… —ella lo interrumpió
—Nunca me había pasado. Y me da …miedo. Porque no quiero salir lastimada cuando vos te canses de esto.
—No me voy a ir a ningún lado Barbie. — le dijo él, sujetándola por el mentón mientras la miraba directo a los ojos. — A mi me pasa lo mismo.
—Lo mismo? No. Pensamos distinto, vos…
—No puedo darte lo que vos querés…—le dijo interrumpiéndola, asintiendo, resignado.
—A esta charla ya la tuvimos muchas veces Pedro. Nada cambió.
—No sé hacerlo de otra manera, Paula. — le dijo como si estuviera sopesando lo que le decía.
—Ya sé. — dijo ella mientras se llevaba las manos a los ojos.
Se sentó en la cama. Quería lavarse la cara. La sentía húmeda, y caliente, después de tanto llorar.
Pedro, malinterpretó lo que hacía. Pensó que se estaba yendo, y un frío corrió por su columna.
Sintió pánico. Auténtico miedo.
La tomó por el brazo antes de que pudiera irse.
—Esperá, no te vayas Paula.
La acercó, y acariciando su mejilla le dijo.
—No puedo estar sin vos, Barbie. Para mi también es nuevo. No me voy a ir a ningún lado. No te voy a dejar. No me podés dejar.
—No entiendo. Podés estar con cualquier chica. La que se te ocurra. La más linda. Con una distinta, cada noche si querés. No entiendo que hacés ahora, conmigo, secándome las lágrimas.
El negó con la cabeza.
—Es más fuerte que yo Paula. Te necesito. — sonrió. — me tenés comiendo de tu mano. Totalmente embrujado… —dijo riéndose.
Ella también se rió.
—Me estas diciendo bruja?
—Si. — sonrió —Hago cosas que nunca hubiera hecho, por nadie. Para mí que tenés poderes. — dijo pensativo.
—Vos a mi me hacés lo mismo. — negó con la cabeza. — Mis amigos me habían advertido. No me tenía que involucrar de más, y mírame. No aprendo.
—Y mírame a mi Paula. — le dijo él, señalando la habitación con las manos abiertas. — Un mensaje tuyo y me tomo el primer avión.
Se rieron.
—Qué vamos a hacer? — le preguntó ella.
—Ahora? Te voy a dar un beso, después vemos.
Y la acercó a su cuerpo, buscando su boca. Paula lo abrazó por el cuello mientras lo empujaba de nuevo a la cama.
Pedro la sentó a horcajadas, por encima de él, y volvieron a perderse en el otro.
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