jueves, 12 de noviembre de 2015

CAPITULO 25




Así, llegó el viernes. No sabía si Pedro tenía planes, porque no se había comunicado con ella. Así que si los tenía, no la incluían.


Había esperado hasta ese momento para responderle a David, que le venía preguntando que iban a hacer cuando el estuviera en Buenos Aires.


Se sintió mal por hacerlo, pero no podía mentirse. El modelito era su primera opción.


Las modelos sabían de una fiesta en un boliche de moda, así que invitó a su ex a que fuera con ellos. En plan de amigos, después de todo, no tenía ganas de nada más.


Marcos llegó más temprano que de costumbre. A la tarde. Al parecer se había peleado con Coty, y habían decidido dejar de verse.


A Paula la puso triste la noticia. Esta vez parecía que no había vuelta atrás. Y su amigo había ido porque necesitaba su oído.


—Pero no entiendo. Estaban re bien cuando volvió de Mar del Plata.


—Si, pero desconfía mucho rubia, te juro. Yo aguanté todo lo que pude, pero me cansó.


—Querés que yo hable con ella, a ver que le puedo sacar?


—No, ni se te ocurra. Ya fue. Es mejor así. Hoy pienso salir de fiesta y olvidarme de todo.


Paula se levantó y se fue a abrazar a su amigo. Odiaba verlo triste. Marcos la abrazó fuerte y le besó la cabeza.


—Conocerte fue lo mas lindo que me pasó, rubia. Cualquier cosa que necesites, siempre, estoy acá. Ok?


—Ok morocho. — le dijo ella devolviéndole el beso en la cabeza. — Y yo estoy acá para vos.


—Bueno, basta. Hoy se festeja. — dijo él.


—Me voy a dar una ducha rápido. Si vienen las chicas, abriles.


—Dale, andá tranquila. Me quedo viendo tele.


Cuando salió, se encontró con Marcos mirando el teléfono.


—Ahora si me vas a matar. — le dijo


—Por? Quién llamó? David? Está todo bien con él. De hecho, esta por venir.


Pero Marcos levantó una mano interrumpiéndola, mientras negaba con la cabeza.


—Ehm…era Pedro.


Paula se puso pálida.


—Ok… qué… le dijiste?


—El no me dijo al principio quien era, directamente me preguntó por vos. Le dije que te estabas bañando. Y después me preguntó quien era…le dije Marcos..


—Ah… bueno, él te conoce. Sabe que somos amigos. 
Además, dudo que le importe.


—Parece que le importó… porque me dijo que te dijera que él había llamado y cortó… enojado, sin decir ni chau.


El pobre Marcos miraba culpable. Como si acabara de hacer algo terrible. La hizo reír.


—Ya fue, morocho. A él no le importa. Me pidió que saliera con otros. Por que se va a enojar? Te pareció, capaz.


Marcos no discutió. Pero él lo había escuchado. Si que le importaba. Pedro estaba molesto. Pensó en Coty. Que también había tenido inseguridades. No quería que su amiga pasara lo mismo que él. Se iba mantener alejado de Paula cuando estuvieran cerca del modelo inglés. No quería hacer sufrir a su amiga.


Paula se preguntó si tendría que llamar a Pedro. Ya había quedado con sus amigos y con David.


Pero tampoco quería hacerse la indiferente con él. Había estado dos días esperando noticias de su parte.


Un termino medio fue mandarle un mensaje de texto.


Me estaba bañando Ken. Esta noche vamos con amigos a la fiesta de la agencia de Flor, en el boliche del amigo de Chelo. Si querés, nos vemos allá. Besos. Muchos ;)


No tuvo que esperar casi nada para la respuesta.


Nos vemos allá Barbie ;)


Paula miró el mensaje y dio saltitos de felicidad. Iba a poner más esmero en su apariencia entonces.


Se decidió por un vestido super cortito de color azul Francia que iba muy bien con su cabello rubio. Y unos tacones de infarto.


Se planchó el cabello, pero se lo llevó a un costado, dejándose un hombro libre.


Tuvo que esperar a que llegara Flor para encargarse de su maquillaje, pero estaba conforme con el resultado.


Casi se parte de la risa cuando Marcos la vió. El pobre estaba tan acostumbrado a verla vestida con remerones rotos o ropa de gimnasia que usaba en su casa, que tuvo que admitir que de las veces que la había visto producida, esta era la mejor.


Ahora con una opinión masculina,Paula se sentía más confiada.


David era otra cosa.


No le sacaba la mirada de las piernas. No había sido su intención, pero lo había impresionado.


Ojalá tuviera aunque sea la mitad de ese mismo efecto en Pedro.


Sus amigas la felicitaron porque estaba muy bien, y según le habían dicho, había combinado el color de su pelo, su piel y el vestido de manera armónica y a la moda.


Y como lo que le decían sus amigas modelos, eran palabras certificadas, les creía.


Como era una costumbre entre sus amigos, cenaron y prepararon tragos para hacer la previa. Y si bien todos estaban algo tomados, Marcos, se podía decir que estaba borracho. Al punto que había bailado con todas sus amigas, y había tratado de bailar con David también. A lo que todos, incluyendo al mismo David, se habían reído histéricamente.


Llegaron al boliche un poco más tarde de la hora en la que habían quedado, pero llegaron.


Entre chistes y bailes, su grupo se fue integrando a la fiesta.


Marcos había encontrado a una chica bonita que lo había reconocido, y lo arrastraba para que bailara con ella. Una botinera de pie a cabeza. Y Paula que pensó que eran un mito urbano.


Marcos no necesitaba esos problemas, en este momento precisamente, pero lo iba a dejar que se divirtiera. Un poco de botinera le vendría bien para levantarle el ánimo.


Se concentró en pasarla bien, mientras de a poco se dejaba llevar por la música.


Sonaba una cumbia que al parecer todos en el boliche conocían. David la tenía de la cintura y la hacía bailar como lo hacen las bailarinas de la bailanta. Se reían, y se hacían bromas al oído.


Entonces lo vió.


Pedro, en una esquina de la barra. Tenía los ojos clavados en ella. No podía verlo con nitidez, porque las luces, y el alcohol empezaban a confundirla, pero hubiera podido asegurar que se encontraba enojado. Tenía el seño fruncido.


Se encogió de hombros. Ni idea que le pasaba. Esto era exactamente lo que él quería.


Viendo si podía provocarlo, se dio vuelta, dándole la espalda a David, mientras llevaba las manos de él a las caderas, y bailaba de manera sugestiva mientras miraba a Pedro con una ceja levantada.


Desafiante. Ese juego que habían empezado hace un tiempo atrás.


Pero él no le sonrió.


Ni cambió la cara. Estaba furioso.


Pero qué le pasaba?


David, que no estaba al tanto de nada. O al menos eso pensaba. Se acercó al cuello de ella y empezó a dejarle besos, mientras bailaban.


No le gustó mucho, estaba demasiado pendiente de Pedro, pero tampoco lo apartó.


Y David, tomándose mas confianza, se abrazó a la cintura de Paula mientras se balanceaban hacia los costados bailando.


Ella vió como Pedro, empezaba a abrirse paso entre la gente. Directamente hacia donde ellos estaban.


Oh no.


Estaba enojado.


Tomó a David y le dijo al oído:
—Podés ir con las chicas, así hablo con Pedro?


El la miró confundido, y algo más. Dolido? No sabía. Pero le respondió.


—Si, no hay drama. Haceme señas si me necesitas.


Y se fue resignado. Paula se sentía pésimamente. No podía evitar pensar que abusaba de la amistad de David. De que lo alentaba, y después no le daba bola. Más o menos, lo que Pedro le hacía a ella.


Sintió una mano en el hombro. Se dio vuelta. Pedro.


—Hola Barbie. — dijo forzando una sonrisa.


—Hola Ken. — le dijo coqueta, mientras apoyaba su mano en la de él.


—Ese es tu ex, no? — le preguntó sin dar vueltas.


—Si, ese es David.


—Vino a verte?


—Viene a Buenos Aires a hacer unos trámites, y si. También a visitarme


—Y hoy se van juntos?


—Que? No! ….Pero, por que preguntas?


—Para saber si llamo a Rebeca, o alguna otra chica para pasarla bien yo también, Barbie… — escupió Pedro, con una sonrisa socarrona.


Paula se quedó congelada. Donde había quedado el chico tierno?


Le daba lo mismo irse con cualquiera. Ella era una más. Un nudo subió a su garganta y se instaló ahí.


En cualquier momento iban a empezar a caerle las lágrimas.


A mi no tenés que pedirme permiso Ken. Manejalo vos. Hace lo que quieras. — le dijo mientras le daba un empujón y se soltaba de su agarre.



****


Había sido un imbécil. Todo este tiempo pensando en no querer lastimarla, y ahora le soltaba algo así? Por qué lo había hecho?


Y lo sabía.


Se había muerto de celos. Ese chico que la abrazaba, que la tocaba, que le escribía mensajes con lo que pensaba hacerle, con él que compartía esa intimidad, con quien se acostaba, ese chico era su ex.


Ella había estado enamorada de él.


Y verla así, en sus brazos.


El no podía darle nada de lo que él le había dado, y de lo que, se notaba, quería recuperar.


Pero su reacción había sido imperdonable. Ella no era como las chicas con las que se veía.


La había seguido con la mirada, para ver justo en el momento que se metía al baño y una lágrima le manchaba el maquillaje.


Sintió como si le hubieran dado una patada en las costillas.


No le gustaba lo que estaba sintiendo, necesitaba olvidarse de todo. El no era así. El no hacia estas cosas. No podía afectarle. Empezó a mirar entre la gente. Esta noche iba a encontrar como descargar tanta frustración.


****

Paula había salido corriendo al baño corriendo, sin avisarle a nadie. No quería que la vieran así. Se dejó llevar por sus sentimientos y se desahogó. Lloró con todas sus ganas.


Nunca tendría que haber estado con él.


Ella sabía como las palabras podían doler. Mucho más que cualquier golpe físico.


Ella lo había aprendido de la peor manera.


Tenía ganas de irse, de estar en su casa.


Salió del baño y sin levantar la mirada del piso fue a buscar a sus amigos para avisarles que se iba.


No le importaba nada más.


David la frenó. Se dio cuenta de que había llorado.


—Que te hizo? — le preguntó enojado.


—Nada, soy yo nomás. Me quiero ir a mi casa.


—Vamos.


—No, me quiero ir sola. Necesito estar sola.


—Ok. Te pido un favor? Mandame un mensaje apenas llegues a tu casa, si?


—Dale. — le dijo y le dio un beso en la mejilla.


Otra vez se adentró en la multitud buscando la salida. Con suerte, al ser temprano, todavía habría taxis en la puerta.


Se chocó con un chico que tenía un trago y tuvo que levantar la cabeza, justo para verlo. En otro rincón del boliche, Pedro, bailando con una rubia, abrazándola. La chica encantada con sus atenciones.


El no la vió. Siguió su camino hasta la puerta.


Iba a cumplir con lo que había dicho. Se estaba buscando a otra, para pasarla bien.


Ella no se iba a quedar para verlo. Ya no.


En la puerta, lo que vió, tampoco le gustó. Marcos estaba sentado en el cordón de la vereda. Con la cabeza entre las manos.


—Morocho, que pasó?


—Oh rubia… que bueno verte.. me sentía solo… —no daba más.


—Vení, nos vamos a casa. Subite al taxi.


Un guardia de la puerta la ayudó, porque Marcos pesaba media tonelada, y estaba prácticamente dormido. Pobre. Su corazón se partía, por ella y por su amigo.


Cuando llegó a su departamento, por suerte, Marcos estaba más despierto y pudo subir sin ayuda.


—Perdón rubia, soy un lío. — dijo refregándose los ojos con los puños.


—No, Mar… los dos somos un lío. Yo estoy igual, pero no borracha


—Y a vos que te pasó? Te peleaste con tu ex?


—No, con Pedro. — dijo ella sintiendo como se le cortaba la voz


—Yo te avisé..


Devolviendo el gesto de más temprano, Marcos la abrazó.


Ella se aferró con fuerza. Lo necesitaba. Mucho. Por un momento se sintió reconfortada. No estaba sola. Nunca más iba a estarlo.


—Te juro que me olvido de las minas, por un buen rato


—Y yo de los hombres — le dijo ella.


Su amigo, aun en los peores momentos la hacía sonreír.


—No se que haría si no estuvieras acá, morocho…probablemente irme a Córdoba…


—Acá estoy, rubia. Roto, pero estoy.


Se rieron.


Agarrando el celular, le aviso a sus amigas y a David, que estaba bien, y en su casa.


Miró a Marcos, y estaba dormido.


Paula lo ayudó a sacarse los zapatos y los pantalones y lo acostó a su lado. Así lo podía cuidar, y de paso no se sentía tan sola.


Esa noche se hicieron compañía, durmiendo abrazados sin decir nada más.






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