domingo, 6 de diciembre de 2015

CAPITULO 59




No habían salido de la cama en todo el día, solo un par de minutos, para tomar un baño y volvieron a donde estaban.


—Estas hermosa – le dijo corriéndole el pelo de la cara.


Ella sonrió y lo besó.


—Vos también. – respondió.


—En realidad tendría que estar mostrándote la ciudad, o llevándote a sacar fotos, pero no me quiero mover de acá, Barbie.


La abrazó con fuerza a su cuerpo.


—No tengo ganas de estar en ningún otro lugar.


Nunca había estado tan cómoda.


Sintió que por fin la pena que se le anudaba en el pecho había empezado a disolverse.



****

Se habían quedado dormidos, abrazados como en sus mejores épocas.


Todo era perfecto.


Al menos hasta que el celular de Paula empezó a sonar a todo volumen.


Pegaron un salto, sobresaltados, sin entender bien que pasaba.


Ella miró la pantalla, Marcos.


—Hola Mar. – Pudo ver como Pedro suspiraba ruidosamente mirando el suelo y se levantaba, para dejarla sola en la
habitación. Evidentemente se había molestado.


—Rubia, necesito hablar con vos. Estabas durmiendo? Me desubiqué, no pensé en la diferencia horaria. – dijo su amigo, disculpándose.


—Si, dormía. Pero decime, ya me desperté.


—Perdón. Te encontraste con Pedroal final? Conseguiste la dirección?


Si, se ponía un poco incómoda la charla. Su amigo sabía que ella había viajado para verlo, pero no hacía falta darle tantos detalles.


—Si, si. Lo encontré. Hablamos, estamos…bien.


—Vos estás bien?


—Si, Mar.


—Eso es lo que importa. – le dijo con la voz un poco más baja. —Pero no te llamaba para eso.


—Decime.


—Es algo sobre Pedro justamente,sentate.


—Decime. – dijo mordiendo sus uñas. La última vez que le habían hablado por teléfono para decirle algo de él, había sido terrible. Uno de los peores días que recordaba.


—Ayer, me junté con Coty. Cuando se enteró de mi pase, quiso despedirse.Una cosa llevó a la otra y…


—Y estuvieron juntos. – le dijo Paula adivinando lo que su amigo trataba de decirle.


—Eh…s-si, pero eso no es lo más importante. – dijo algo avergonzado — Mientras estaba en su casa, le llegó un
mensaje. Ella se estaba …bañando, y lo escuché. Era Rebeca.


Ese nombre. Aunque ya hubiera resuelto sus problemas, y estuviera bien con su modelito, ese nombre todavía hacía que los pelos se le pusieran de punta.— Y qué dijo? – preguntó tomando valor.


—Dijo que ahora que no había nadie en el medio, iba a ir a recuperar a Pedro.Que gracias a su ayuda, nunca más iba a volver con vos.


—Su ayuda? – dijo Paula confundida.


—Cuando salió del baño la enfrenté. Estaba tan enojado, rubia. Terminó por contarme todo.


—Qué te contó?


—La noche que vos supuestamente lo viste, fue Coty la que le dijo a Flor que el modelito había estado con Rebeca, no?


—Si. Fue ella.


—Claro. Sabía que Flor te iba a contar en el mismo instante que se enterara, y vos ibas a llamar a PedroRebeca se puso de acuerdo con Coty, y te hicieron creer que el modelito te había engañado.


Era todo mentira. Todos esos meses.


El había querido decirle, explicarle. No le había creído. 


Nunca tendría que haber dudado de él. La garganta se le hizo un nudo. —Pero eso no tiene sentido. Por qué Coty haría una cosa así? Ella era mi amiga. – dijo Paula confundida, pero también con algo de tristeza.


—Por celos, rubia. En la última pelea que tuve con ella, le dije que me pasaban cosas con vos. Le dije que me había enamorado de mi amiga.


Casi suelta el teléfono. Qué se había enamorado de ella?


—Qué vos…? – dijo, pero él la interrumpió.


—Si, Paula. Es verdad. Pero no espero que sientas lo mismo. De hecho, se que no lo haces. Y es cualquiera que
te lo diga por teléfono, perdón.


—Yo-yo… - No sabía que decirle.


—No, rubia. No hace falta. Se como son las cosas. Ahora tenés que ver si es él quien te hace feliz. Yo solamente quiero eso. Si en un futuro las cosas cambian, ya sabes.


—Mar, sos la persona más hermosa, que conozco. – dijo Paula llorando.


Pudo darse cuenta de que sonreía por el tono de su voz cuando le dijo.
—Y vos la más hermosa que conozco yo. Te voy a estar esperando siempre, rubia.


—Te quiero morocho. Muchas gracias por decirme.


—Yo más. Tenía que decírtelo. Ahora anda a buscar a Pedro.


—Un beso morocho.


—Un beso, te veo en unos días.


Y cortó. No podía evitar sentirse mal por su amigo. Ella sabía lo que era estar enamorada y no ser correspondida.


Aun así, él quería verla feliz. Las lágrimas, a estas alturas, le caían como cataratas de los ojos.


No sabía que había hecho para merecer el amor de Marcos. 


Todo ese cariño incondicional.


Había sido por meses el hombro en donde ella se había apoyado, sufriendo por otro. Y él nunca había sacado
provecho de eso. Todo lo contrario.


Lo iba a extrañar con locura.









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