domingo, 27 de diciembre de 2015

CAPITULO 128





Ese día se había levantado sobresaltada. Había tenido pesadillas espantosas. Tratando de tranquilizarse se llevó una mano al pecho y respiró.


Toda la noche había soñado que algo le pasaba a Pedro. No podía explicarlo, pero era como una angustia en el pecho
de saber que algo no andaba bien.


Miró su celular y tenía una llamada perdida de Francisco. Eso de alguna manera la asustó más. Qué había pasado?


Rápidamente marcó su número y esperó.


—Paula? – dijo su suegro.


—Francisco, cómo estas? Recién me despierto, perdón.


—Esta bien, nena. Es temprano todavía. Quería preguntarte si Pedro se había comunicado con vos ayer.


Ella dudó. No, no convenía que supiera nada. Y si se tenía que enterar, no iba a ser por ella. Así que optó por callar.


—No. No sé nada. Pasó algo? – no podía ocultar la alarma en su voz.


—Nada grave. Es más. – rió. — Todo lo contrario. Me llamaron de la empresa. Pedro tiene la mayoría de las
acciones y desde allá ya está en movimiento una estrategia para que no se liquide la empresa.


—Qué? – era temprano, estaba dormida y no entendía.


—No sé como hizo, pero le compró las acciones a Elizabeth. Por fin se termina todo y va a volver a Argentina para que todos volvamos a la normalidad.


Rió contento.


—Pronto lo vas a tener de nuevo en casa!


—Qué bueno! – fingió ella. Mierda, iba a tener que aprender a mentir mejor que eso. —Siempre supe que iba a solucionar todo.


Siendo incapaz de seguir mintiendo a su suegro se inventó una excusa para cortar rápidamente y se quedó mirando
el techo. Pedro volvía. Eso era lo único que había escuchado.


Su celular volvió a sonar y el corazón se le subió a la boca. 


Pero cuando iba a atender, vio que quien la llamaba era su suegra. La mismísima Elizabeth. Qué quería esta mujer ahora?


—Paula? – dijo seria.


—Elizabeth, como le va. – cuanto antes se la sacara de encima, mejor.


—Ya estarás al tanto de todo, pero por las dudas cumplo con comunicarte que Pedro cobró la herencia de su abuelo, me compró las acciones, y después me cedió más de la mitad de las propiedades. – soltó el aire. —La verdad no es de eso de lo que te quiero hablar.


Sonaba angustiada.


—Qué pasa?


—Hace unos días viajé para firmarle todos los papales y… no me gustó lo que vi. – se aclaró la garganta. —No sé cuanto te contó de su pasado, pero me tiene muy asustada que vuelva a viejos hábitos.


Viejos hábitos? Salir con mujeres?


A eso se refería? Y a ella qué podría venirle mejor? Por qué estaba asustada?


—No sé de que está hablando. Va a tener que ser más clara.


—Cuando era muy joven atravesó un periodo complicado cuando me separé de su padre. Malas juntas, alcohol… – dudó antes de decir lo último. —Drogas…


Fue como si alguien le hubiera vaciado un balde de agua helada en la cabeza.


—El nunca me dijo nada de todo esto. – sonaba exactamente como se sentía.


—No. No está muy orgulloso de su pasado. No me sorprende. – respiró profundo antes de seguir. —Fueron
meses de terapia, meses… Siempre me culpé por eso. El no lo sabe. Tengo miedo que todo este tema de la empresa
lo haya llevado otra vez al límite. Me siento tan mal, Valentina.


Nunca había escuchado a su suegra así. Por lo que le decía, no estaba enterada del embarazo. Se estaba culpando por la crisis de Pedro. No tenía ni idea.


—No sabe nada, Elizabeth? No ve las noticias, no lee las revistas?


—Hace años que no lo hago. No me interesan los chimentos de Argentina. Para nada. Más de la mitad de las cosas
que se dicen, son puras mentiras. Si me preocuparía de que mi circulo de amistades se enteraran de esto. Pero no
soy tan cínica, querida. Primero siempre estuvo la salud de mi hijo.


Ahora entendía porque sentía que algo andaba mal. Su esposo la necesitaba. Y tendría que hacer hasta lo inimaginable. Tendría que confiar en su suegra.


Tomando aire, se decidió a contarle la verdad.


—No es por usted que está como está. Es por mí, Elizabeth. Estoy embarazada.


—Embarazada? – dijo sorprendida.


—Si, y fue una sorpresa para los dos. El se estaba volviendo loco de preocupación cuando surgió este último viaje y yo lo alenté a que fuera. Está asustado… yo también lo estoy. – se quebró. —Recién nos estábamos empezando a …conocer… y…


—Voy a ser abuela? – pudo notar en su tono de voz, que la mujer sonreía.


—Si. Es una nena. – automáticamente se llevó una mano a la panza. —Estoy de casi 5 meses.


—Por favor Paula, no lo dejes. Te necesita.


Hubo un silencio. Cuando fue a responder, la garganta apretada y el nudo de emociones que sentía apenas la dejó hablar.


—No. Nunca lo voy a dejar.


—El te adora. – dijo su suegra igual de afectada. —Si hay alguien que lo puede ayudar, sos vos.


Consiente de lo que tenía que hacer, se despidió de la mujer y empezó, otra vez, a hacer sus valijas.


Más tarde cuando sus amigos la vieron lista para irse, ella les explicó que volvía a su casa. Necesitaba estar con Pedro. Marcos había protestado, y la había querido convencer de que ella no merecía pasar por todo lo que su esposo le estaba haciendo. Pero él no sabía la verdad. Y no se la diría a nadie. La necesitaba.


Mateo la miró sabiendo que había algo más detrás de su decisión y mientras la abrazaba le dijo al oído.


—A cualquier hora, en cualquier momento que quieras, me llamás y te busco. Ok? – la miró serio. —Ok?


Ella asintió y se despidió de ellos con lágrimas en los ojos.


Marcos se iba a quedar con Mateo hasta ese viernes cuando partía para Italia. Necesitaba estar sola con su esposo.


Pero su preocupación fue en aumento, cuando estando todo
solucionado en la empresa él todavía no volvía ni la llamaba. 


El nivel de ansiedad, estaba haciéndola sentir mal del estómago otra vez y estaba con nauseas como los primeros meses de embarazo. Además de esto, no estaba durmiendo bien, porque todas las noches tenía terribles pesadillas.


Para colmo, el médico le había dicho que había perdido peso, y que podía ser peligroso para la salud de su bebita.


Volvió a hacer las valijas. Lo iría a buscar. Ya no podía seguir así. En la facultad, estaba de vacaciones, aunque
ya había avisado que podía ausentarse unos días por si tardaba más, y ellos al conocer su estado le dieron la
oportunidad de rendir las materias que le quedaban libres. 


Pero ya lo decidiría más adelante si hacía falta.


No le había contado a nadie que se iba. No quería que todos supieran por lo que estaba pasando Pedro, sin consultárselo primero. No quería agregarle preocupaciones. Aunque ella
estaba que caminaba por las paredes.


Con que escenario se encontraría?


Cómo reaccionaría al verla?


De lo único que estaba segura, era de que lucharía por él y juntos superarían todo.











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