sábado, 26 de diciembre de 2015

CAPITULO 125




Al día siguiente, después de hablar por teléfono con su amor, se puso a estudiar. Esa semana tenía todos los
finales y tenía que aprobarlos. Por suerte pasados unos días, estaría de vacaciones, para poder disfrutar de la
visita de su amigo.


Amanda la llamó a media mañana para quedar con ella en unos días, cosa que la puso nerviosa. Cómo se tomaría
la noticia de su embarazo? Obviamente ya no podía hacer las fotos sexys que la editora había planeado. Sonrió. No
podía hacer nada sexy. Cada día estaba más redonda.


Marcos, estaba pendiente de sus necesidades. Estaba casi segura de que se comunicaba con su esposo en secreto,
para saber como se sentía y si se alimentaba bien.


Se preocupaban por ella, y hubiera sido desagradecido no valorarlo. Estaba aliviada al saber que Pedro ya estaba
mejor del estómago, aunque la ponía un poco triste pensar que para sentirse bien tuviera que poner tanta distancia entre ellos. Pero quería lo mejor para él. Y no estaba listo para tanto todavía. Después se le vendría toda la paternidad de golpe.


Cerca de las 6 de la tarde, Marcos, cansado de verla estudiar tanto le sugirió.


—Vamos, rubia. Salgamos a correr un poquito. Hagamos algo, te va a hacer mal estar tan encerrada.


—Pero es que si no estudio me va a ir mal y no quiero que… – el le tapó la boca.


—Ya te sabés el libro entero. Te ví repetir todo 3 veces. Nos vamos.


La fue empujando hasta la habitación para que se cambiara, y en 15 minutos salieron a trotar por Puerto Madero.


El viento estaba fresco, pero no hacía frío. El sol estaba empezando a esconderse, y las luces del puerto iluminaban todo. Era una postal preciosa y al instante se alegró de haberle hecho caso a su amigo.


Habían emprendido la vuelta, cuando una horda de paparazzis los atacaron. Por poco se les tiraron encima
sacándoles fotos por todos los rincones.


Marcos la sujetó cubriéndola por completo con su cuerpo para evitar que le hicieran daño a ella o al bebé y a
manotazos, la ayudó a llegar al departamento.


Todavía dentro del edificio se escuchaban los gritos.


—Dónde está Pedro? Volviste con Marcos García? García, dónde está la modelo con la que salías? Van a volver?
Paula, te estás divorciando? Pedro te engañó? Fue con Rebeca? Es cierto que está de fiesta en Estados Unidos con una modelo de la productora?


Maldijo.


Fue la primera vez que le hubiera gustado tener un guardaespaldas como le había sugerido su esposo. Quería
echarlos a todos con una manguera de agua fría.


Quiso llamar a Pedro apenas llegó para contarle lo ocurrido, pero no se pudo comunicar. Saltaba directamente el
contestador. Seguramente estaba en alguna reunión.


Su otro amigo, al ver los primeros titulares en los programas de chimentos, fue a visitarla con una de las revistas en la mano al otro día.


—Mirá que mona que saliste. – le dijo dejándole la página en donde salía trotando con Marcos.


Este, que acababa de levantase, fue a presentarse apretando la mano de Mateo. Por como se miraron y las pocas palabras que intercambiaron pudo darse cuenta de que iban a llevarse bien.


Se quedó mirando la foto y al pie ponía: La esposa del modelo, estaría embarazada de 3 meses.


Casi se enferma al leer que ante la aparición de “García”, no podían estar seguros de quien era el papá de ese bebé, ya que Pedro se había ausentado mucho este último tiempo. Malditos, pensó. No quería que la afectaran esos chismes, pero se estaban metiendo con su bebita, y eso la enfureció.


—No les des bola, seguro mañana sale alguna tarada mostrando el culo y se olvidan de todo. – dijo Mateo
mientras se acomodaba en un sillón.


Ella lo miró con cara de pocos amigos.


—Hey, hablando de taradas… necesito que invites a tu amiga a otra fiesta. – le sonrió mostrando los dientes.


Muy a su pesar tuvo que reírse.


—No va a ir. No te banca. En serio, cortala. Además no le digas tarada nada más que porque no te da bola.


—Flor? – quiso saber Marcos.


—Ana. – aclaró Mateo.


El otro asintió comprendiendo.


—No es tu tipo de mina, dejala en paz. – dijo enojada.


—Y qué sabes si no es mi tipo de mina? – se rió. —Vos porque siempre la viste vestida… no sabés.. – lo
interrumpió al ver que hacía gestos señalándose el pecho y otras partes de su anatomía.


—Ey! – dijo.


Marcos se rió y levantó las cejas impresionado.


—Si? Mirá vos Ana… se nota que tiene lindo cuerpo… – opinó.


—No sabés además lo que es… – los dos parecían divertidos entendiéndose mientras hablaban de su amiga, y eso le molestó. No le gustaba lo que decían. Ana era mucho más que eso.


—No sean boludos, dejen de hablar así. – dijo enojada. —Anabela es mi amiga, se desubican.


Mateo le hizo burla poniendo los ojos en blanco y remedando su forma de hablar mientras Marcos se doblaba de la risa.


Qué dos personajes había juntado…


Esa noche, efectivamente, partieron todos a una fiesta. Flor y Nico no habían querido ir. Ahora resulta que preferían
quedarse en casa mirando una peli. Los desconocía.


Así que ella, Mateo y Marcos partieron para lo de Chelo. Ahí se encontraron con Anabela, que para sorpresa de todos, estaba acompañada.


Era uno de los modelos del calendario.


No el rubio, otro. Ella se acordaba de su cara.


El chico parecía estar cómodo con ella, y le apoyaba la mano en la cintura de manera íntima. Era evidente que algo
había pasado entre ellos, y al ver el gesto de decepción de su amigo, se sintió fatal.


Trató toda la noche de hacerlo olvidar, y junto con Marcos se habían reído, habían charlado y bailado hasta cansarse. Pero él cada tanto buscaba a Ana con la mirada.


Cerca de las 3, lo perdieron de vista. Seguramente se había ido con alguna chica. Así que ellos aprovecharon y bailaron como hacía mucho no hacían. Estaba pasándola genial.


Había notado que algunas chicas lo miraban, pero él ni caso. 


Parecía que lo suyo con Coty iba en serio después de todo.


Ella como siempre, empezaba a dormirse parada así que les hizo señas de que se iba.


—Mar, yo me voy. Pero quédate si querés. Por ahí seguro anda Mateo.


—No, rubia, estoy reventado. Vamos.


Se encaminaron a la salida y se quedaron mudos al ver que su amiga Anabela, salía de la habitación de Chelo con Mateo. Este parecía más alegre que horas antes y estaba despeinado de manera cómica. No había señales del
otro chico con el que había ido su compañera.


Ya no entendía nada.


Entre risas, Marcos la llevó a casa en donde apenas apoyaron la cabeza en la almohada se quedaron dormidos.


Al despertarse notó que tenía más de 10 llamadas perdidas de Pedro y se asustó. Un mensaje de voz le decía que
no la había podido entender porque estaba en reunión y que apenas pudiera que lo llamara.


Marcó su número, y se dio de nuevo con el contestador. 


Mierda. Sin dudarlo le dejó un mensaje diciendo lo mismo que le había dicho ella.


Odiaba las distancias.


Pasaron unos días y ella apenas había podido cruzar dos palabras con Pedro, y más que nada por mensajes.


Estaba extrañándolo con locura. Y para colmo de males, ya había empezado a rendir.


No podía quejarse, la verdad es que los resultados eran buenos, pero la felicidad no era completa sin su esposo.


El día de juntase con Amanda llegó y entendiendo su situación de ser asediada por miles de fotógrafos, accedió a reunirse en su casa.


No hizo falta que le diera la noticia, porque ya estaba en todas partes, pero de todas maneras trato de explicarle lo mejor que pudo la situación.


—Esto obviamente fue una sorpresa. En ningún momento quise ser poco profesional y sé que nosotras teníamos un compromiso, de palabra, pero compromiso al fin. Y entiendo si no querés hacer las fotos…


Amanda la miró como si le hubieran salido dos cabezas.


—Por qué no voy a querer hacer las fotos? Estás loca? Ahora más que nunca las quiero. Eso si. – se acomodó en la silla y con una mirada enigmática y una sonrisa fría le dijo. —No me interesa Mateo. Las fotos tienen que ser con Pedro. Los dos juntos y esa pancita hermosa. – la señaló. —A Mateo le vamos a dar una producción para él solo.


Ella se sorprendió por la propuesta, pero no pudo mentirle, le
encantó. Le parecía tierna y emotiva.


Casi tuvo que contenerse de llorar.


Amanda no solía sentirse cómoda con ese tipo de demostraciones y emociones.


—Bueno, él tendría que aceptar también y no me quiero adelantar. – dijo Paula. —Pero me gusta la idea. Sonrió.


Amanda se fue conforme con la charla que habían tenido y ella quiso comentárselo a Pedro, pero para variar, no lo encontró.


Los días siguieron pasando, y por fin rendía la última. Caminaba por las nubes. Tantos nervios había pasado, que
ahora que podía relajarse, se sentía rara.


Marcos y Mateo que últimamente se llevaban como mejores amigos la habían invitado a comer, y entre los 3 no pararon de reírse.


Su amiga Anabela no le había hecho ningún comentario de lo ocurrido la otra noche, y sabiendo que si le preguntaba,
tampoco le contaría, lo dejó pasar.


Aunque imaginó que las cosas iban bien, de solo ver a su amigo de tan buen humor. Y así, con cara de póker, una vez
volvieron todos al departamento, ella también pasó a saludar y festejar que ya habían terminado de rendir.


Flor y Nico habían ido después de cenar, a visitarla y habían llevado helado. Mientras todos hablaban y se ponían de acuerdo por cual película querían ver, ella se acomodó en un
sillón a comer helado. Su favorito, banana Split. Mmm…


De repente, mientras todos discutían ella pegó un grito. 


Todos la miraron al tiempo que ella se llevaba una de sus manos a la panza.


—Se movió! – gritó.


Volvió a tocarse, y solo sentía una cosquillita. Todos habían querido sentirla, y se turnaban para palparle la barriga, pero nada.


La primera patadita Había leído no hace mucho que era común sentir que el bebé se movía después de comer algo
dulce. Y por más que se atoró de azucares, esa noche no volvió a sentirla.


Era increíble. Todo se volvía tan real. Estaba ahí. Su pequeñita se movía dentro suyo. Nunca más estaría sola.


Una cálida emoción crecía en su pecho, haciéndola sentir amor. Infinito amor. Se sentía fuerte, y a la vez se moría de
miedo. Era tan difícil de explicar. Sus amigos la acompañaban en ese momento, pero no podía evitar que su
alma se desgarrara por no haber podido compartirlo con Pedro.


Cuando más tarde todos se fueron, ella intentó llamarlo, pero nada. Hasta parecía que la estuviera evitando. Pero, qué le pasaba?


Algo estaba muy mal.


Con una angustia en el pecho que no supo explicar, se fue a dormir.











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