miércoles, 23 de diciembre de 2015

CAPITULO 117




Pedro la miró angustiado, y aceptando resignado el hecho de que no tomara su mano asintió.


—No vas a volver? – preguntó.


—Tenemos que hablar antes. – dijo queriendo sonar segura, aunque teniéndolo tan cerca, se le hacía difícil.


—Paula, perdoname. Por favor. No quise decir nada, – cerró los ojos, arrepentido. —nada de lo que dije… Estaba con la cabeza en otro lado. Fui muy egoísta, no me frené a pensar lo que estabas sintiendo vos, y estuve mal.


Se acercó más a ella y con una mano en su corazón siguió hablando.


—Sos lo más importante para mí. – sus ojos llenos de dolor, y miedo.


—No sé que pensar, Pedro. Vos también sos lo más importante para mí. Es por eso que lo que tengo que decirte,
me resulta tan… difícil – frenó para tomar aire. Había empezado a llorar otra vez. —Voy a tener el bebé.


El tiempo se detuvo mientras esperaba su respuesta y evaluaba su reacción. El asintió.


—Siempre supe eso.


Ella abrió los ojos sorprendida. De verdad? Porque para ella no había sido tan obvio desde el primer momento. Por lo menos no de una manera consiente.


Arriesgándose, preguntó.


—Y eso que quiere decir… para nosotros?


—No entiendo. – dijo él frunciendo el ceño.


—Significa que nos vamos a separar? – preguntó llorando.


—Vos ya no querés estar conmigo? – dijo con la voz ronca.


Su corazón amenazaba con romperle el pecho. Qué? Cómo ella no iba a querer estar con él? Era el amor de su vida. Al ver que ella no contestaba, él siguió hablando.


—No me digas que no querés estar conmigo, Pau – sus ojos la miraban desesperados. —No me digas que no me
querés más. – suplicó.


—Qué? – estaba confundida.


—Me siento muy mal por todo lo que te dije, y te pido disculpas. Sé que tendría que haber estado acá porque te
sentías mal, y estaba lejos ocupado con el trabajo. Pero lo dejo todo. Todo, Pau. Por vos lo dejo todo. – volvió a insistir acercando su mano, y esta vez ella se la tomó, aun confundida. Pero de qué estaba hablando?


—Por qué no te voy a querer más, Pedro? – respiró profundo y se secó los ojos con su mano libre. —Por qué decís
eso?


—Por lo que dije… porque no estuve con vos… porque soy una bestia.


Ella frunció el ceño.


—Si nos separamos va a ser porque yo si quiero seguir adelante con el embarazo y vos no. – dijo segura. Esto lo había pensado mucho. —Y lo respeto, no es el mejor momento para ninguno. Pero…


El la interrumpió.


—No es el mejor momento, pero es lo que nos está pasando ahora. – su mirada se suavizó. —Empezamos muy rápido, nos mudamos juntos muy rápido, nos casamos muy rápido y ahora vamos a tener un bebé muy rápido también… tiene sentido. – sonrió.


Ella sonrió también.


—Tengo miedo. – le confesó apretando su mano.


—Yo también. – acarició su mejilla.


Lo abrazó con todas sus fuerzas y se dio cuenta de que ese miedo, no era tan terrible si él estaba con ella.


—Vamos a casa, Barbie. – le dijo al oído.


Ella asintió.


Había sido un día alocado, y necesitaba descansar. Para no preocupar a su amigo, rápidamente le dejó una nota
en la mesa.


“Volví a mi casa. Mañana
charlamos.”


Y la tentación fue demasiado, así que mientras juntaba las cosas para irse, abrió la caja y se llevó una porción para
el camino.


Pedro la miró levantando una ceja.


—Te va a hacer mal, está fría. – dijo arrugando la nariz.


—Es más rica así. – respondió sonriéndole con ganas.


El le devolvió la sonrisa, y negando con la cabeza agarró su bolso para llevarlo hasta el auto.


Cuando llegaron era tarde, y ella no podía mantener los ojos abiertos.


Nunca en su vida había estado tan cansada. Todo el cuerpo le pesaba. No sabía mucho del tema, pero se lo atribuyó al embarazo. Estaba empezando a afectarla notoriamente en cuanto a síntomas.


Se tocó la panza distraída.


Al menos todavía no se le notaba a simple vista. Cómo iba a decirlo en la agencia? Oh por Dios,…a su familia…Pedro la miró preocupado.


—Te duele algo?


Ella sacudió la cabeza, despertando.


—Ehm?... no. No me duele nada. – lo miró insegura. —Mañana es la primera ecografía. – esperó su reacción.


—Me pedí el día libre en la agencia.


El asintió. Así iban a ser los 9 meses? Parecía un robot. 


Bueno, la verdad es que lo prefería así y no como se había puesto por teléfono. No iba a presionarlo.


Frunciendo el ceño terminó de cambiarse y se acostó.


El la siguió unos segundos después, abrazándola por la espalda.


Sus párpados pesaban toneladas, así que no tardó en quedarse totalmente dormida.



****


Estaba recostado al lado de Paula sin poder dormirse. Había pasado por tanto en esos últimos días, que se sentía en una montaña rusa. Giró a su otro lado y vió el despertador. Era tarde. Solo le quedaban un par de horas.


Ese ruido era el reloj o su corazón?


Oh Dios. Se estaba volviendo loco.


Suspiró. Por qué le hacía tanto calor? Se estaba sofocando. 


No podía respirar.


Rápidamente se incorporó y casi tambaleándose salió al balcón. El viento frío lo hizo inhalar con fuerza. Tenía que
calmarse. Todo era producto del miedo que tenía.


Y cómo no iba a tener miedo?


Hace un año se la pasaba de fiesta en fiesta… sin responsabilidades… y ahora tenía que hacerse cargo de 50 familias que quedarían en la calle si no solucionaba el lío que había provocado por desafiar a su madre. Y como si eso
fuera poco, ahora tenía que hacerse cargo también de su familia. Una que estaba empezando a formar.


Un hijo.


Volvió a la habitación y miró a su esposa dormir. Respiraba tranquila, con una expresión pacífica. Acarició su mejilla. 


Qué bonita es… pensó. Su cabello descansaba en la almohada y olía maravillosamente.


Cómo hacía para estar tan calmada?


Acercándose muy despacio, le besó los labios y ella sonrió. 


Le devolvió la sonrisa como si pudiera verlo.


En qué estaría pensando? En qué soñaría?


Rozó su brazo, suavemente, y ella reaccionó destapándose. 


Su remera se levantaba apenas y dejaba a la vista su
ombligo.


Casi sin pensarlo, colocó su mano ahí.


Su panza seguía tan chata como siempre. Cómo era posible? La acarició con los nudillos, preguntándose como se vería cuando empezara a notársele el embarazo. Hermosa. Siempre estaba hermosa. No tenía dudas de eso.


Miró sus dedos, ahí, tan cerca de su vientre. Ahí estaba su bebé. Tan pequeñito, pensó. Cómo iba a ser capaz de cuidar a alguien así de chiquito?


Sin sacar la mano, subió en la cama, y con cuidado se acostó a espaldas de su esposa. Volvió a taparla con cariño y le besó el cuello.


Distraídamente, había empezado a hacer dibujitos circulares alrededor de su barriga.


Cómo se sentiría una patada del bebé en la panza? Sería doloroso para Pau? Y el parto?


Tenía la cabeza tan llena de preguntas que al no poder responderlas, lentamente iba cayendo en un suave letargo.


No fue consiente cuando ni como, pero se terminó durmiendo. Sólo para seguir soñando con esas mismas dudas.



****


Paula se despertó sobresaltada por la sensación de acidez que sentía. Le quemaba el pecho. Que horrible. Se removió incómoda.


Pedro a su espalda, roncaba tranquilo. Una mano apretada bajo su cabeza y la otra descansando casualmente sobre su panza, por debajo de la remera. Sonrió.


Sin despertarlo le dio un beso, que tuvo que interrumpir cuando una puntada en la boca del estómago la hizo correr al baño.


Había salido tan bruscamente que su esposo se había despertado, y alarmado le golpeaba la puerta.


—Paula? Estás bien? – sonaba preocupado.


—Hmmm… si. – dijo ella cuando pudo hablar. —Es así todas las mañanas últimamente.


—Hoy le podríamos preguntar al médico si te puede dar algo para que dejes de vomitar.


Ella no contestó. Se sentía horrible.


Pero, como todo malestar matutino, así como venía, se iba sin dejar rastros.


Al rato estaba totalmente repuesta y para sorpresa de su marido, con hambre.


—Perdón, mi amor. – le había dicho mirándola angustiado.


—Por? – dijo frunciendo el ceño.


—Es mi culpa que te sientas mal. – dijo levantando los hombros.


Ella sonrió.


—No. Es culpa de las hormonas. Soy muy susceptible cuando se trata de mi estomago. Acordate del barco.


El sonrió apenas y la abrazó.


—Por culpa de las hormonas me estoy durmiendo a cada rato, y estoy siempre cansada…y estoy sensible y llorona – lo abrazó por la cintura. — Pero no todos son efectos negativos. – lo miró de manera sugerente mordiéndose el labio.


—Ah no? – preguntó divertido, levantando una ceja. —Qué otros efectos tienen esas hormonas?


Lo interrumpió acercando su cara y besándolo apasionadamente.


Suspirando, tomando su rostro con una mano, y la otra bajando por su abdomen.


Provocándolo. Tentándolo con su toque.


Y como podía notar, había tenido un efecto casi inmediato en él.


—Mmm…Paula, esperá. – le dijo separándose apenas.


—Qué? Por qué? – dijo sin entender.


—Porque no quiero lastimarte, ni lastimar al bebé. – dijo serio. Sus ojos muy abiertos. Llenos de qué? Miedo?


—Y cómo vas a lastimarme a mí o al bebé? El sexo no está contraindicado en el embarazo. De hecho es algo sano… – tiró de la pretina de sus pantalones para acercarlo.


El dudó por un instante, entornando los ojos, pero volvió a alejarse.


—Primero vayamos al médico, y nos quedamos tranquilos de que va a estar todo bien, si?


Estaba asustado por el bienestar del bebé, y no pudo evitar enternecerse por completo. Tenía ganas de estar con él, pero verlo así… queriendo ser cuidadoso, preocupándose, la puso feliz.


A lo mejor no serían 9 meses tan terribles.


Sonrió abiertamente y asintió.











No hay comentarios:

Publicar un comentario